Cuando analizamos detenidamente el colapso de la sociedad estadounidense, vemos un número de patologías sociales in crescendo. Y no son de cualquier tipo. Ni siquiera son las más conocidas, sino que únicas y terriblemente extrañas, nunca antes vistas, ni siquiera imaginadas por Dickens y Orwell, o tú mismo, que tampoco tiene historia —tal vez algo parecido a Blade Runner 2049.
Por Umair Haque
Los hechos sugieren que cualquiera que sea el “número” que usemos para representar la decadencia —la reducción de los ingresos reales, la desigualdad, etc.—, de hecho, hemos estamos subestimando groseramente lo que los expertos llaman el “costo humano”, pero qué seres humanos sensibles como usted y yo deberíamos pensar —sobre la abrumadora desesperación, la ira y la ansiedad de vivir en una sociedad que se derrumba.
Déjenme darle solo cinco ejemplos de lo que yo llamo las patologías sociales del colapso — nuevas epidemias —extrañas, raras y horripilantes— que no solemos ver en sociedades sanas y, lo más grave, que nunca antes habíamos visto en cualquier sociedad moderna.
Estados Unidos ha tenido 11 tiroteos escolares en los últimos 23 días. Eso es uno cada dos días, más o menos. Esa estadística es lo suficientemente alarmante, pero es solo un número. Una mejor perspectiva nos pide hacer una comparación. Así que déjenme poner eso de otra manera. Estados Unidos ha tenido 11 tiroteos escolares en los últimos 23 días, que es más que en cualquier otro lugar del mundo, incluyendo Afganistán o Irak. De hecho, el fenómeno de los tiroteos en las escuelas parece ser una característica única del colapso estadounidense, no ocurre en ningún otro país, y eso es lo que quiero decir con “patologías sociales del colapso” —una nueva, extraña y terrible enfermedad muy única la sociedad estadounidense.
¿Por qué los niños estadounidenses se matan entre ellos? ¿Por qué a su sociedad no le importa lo suficiente como para intervenir? Bueno, probablemente porque esos niños han renunciado a la vida, y sus mayores han renunciado a ellos. O tal vez no es tan simple explicarlo. Aun así, ¿qué hacen los niños que no se matan entre sí? Bueno, muchos de ellos están ocupados suicidándose.
Una patología social la decadencia
La segunda patología, una “epidemia de opioides”. Es una epidemia muy conocida de la que incluso hablan los políticos, pero es mucho más grave de lo que parece a primera vista. Y aquí está lo realmente curioso de esto. En muchos países del mundo, la mayoría de Asia y África, uno puede comprar todos los opioides que quiera en cualquier farmacia local, sin receta médica. Entonces uno puede suponer que el abuso de opioides, como una epidemia masiva, es un fenómeno global.
Sin embargo, no vemos epidemias de opiáceos en ninguna otra parte del mundo que no sea en Estados Unidos —especialmente no tan viciosas y generalizadas que reducen la esperanza de vida. Entonces, la “epidemia de opioides” —la automedicación masiva con medicamentos recetados y drogas ilegales— es una patología social la decadencia —única en la vida estadounidense. No está del todo registrado en los números, sino solo a través de la comparación, y cuando lo vemos desde una perspectiva global, nos damos cuenta de cuán singularmente dramática es la vida estadounidense.
¿Por qué la gente abusa masivamente de los opiáceos en EE.UU. que en cualquier otro lugar del mundo? Sus vidas deben ser verdaderamente traumáticas y desesperadas, en las que hay poca atención médica, por lo que deben auto medicarse para evitar el terror del dolor o la angustia.
Los “jubilados nómadas”
Pero, ¿qué hay de desesperado en ellos? Bueno, consideremos otro ejemplo: los “jubilados nómadas”. Ellos viven en sus autos. Van de un lugar a otro, temporada tras temporada, persiguiendo cualquier trabajo de bajos sueldos que puedan encontrar —en un almacén de Amazon, en la primavera, o de Walmart, en navidad.
Ahora, usted podría decir: “¡Bueno, la gente pobre siempre ha buscado los trabajos por temporadas!” Pero ese no es realmente el punto: la absoluta impotencia y la total indiferencia sí lo son. En ningún otro país puedo ver a los jubilados que deberían haber podido ahorrar lo suficiente como para vivir decentemente sus últimos años, viviendo ahora en sus automóviles con el fin de encontrar un trabajo para seguir comiendo antes de morir, ni siquiera en personas desesperadamente pobres en otras latitudes, donde al menos las familias viven juntas, comparten recursos y se preocupan por los demás. Esta es otra patología del colapso que es única en los Estados Unidos: una total impotencia para vivir con dignidad. Los números no lo registran —pero las comparaciones pintan una imagen sombría.
El colapso de los vínculos sociales
¿Cómo terminaron los ancianos de Estados Unidos viviendo sin dignidad? Después de todo, incluso en los países desesperadamente pobres tienen “sistemas informales de apoyo social”, también conocidos como familias y comunidades. Pero en Estados Unidos, está el colapso catastrófico de los vínculos sociales. El capitalismo extremo ha destrozado a la sociedad estadounidense de forma tal —inhumana— que las personas ni siquiera pueden cuidarse mutuamente tanto como lo hacen en lugares como Pakistán y Nigeria. Los vínculos sociales, las relaciones mismas, se han convertido en lujos inasequibles, incluso más que en los países pobres —esta es otra patología social única de la decadencia estadounidense.
Sin embargo, aquellos países una vez pobres están haciendo grandes progresos. Los costarricenses tienen ahora una esperanza de vida más alta que los estadounidenses, porque tienen atención médica pública. La esperanza de vida estadounidense está disminuyendo, a diferencia de casi cualquier otro lugar en el mundo, salvo el Reino Unido, porque no es así.
¿Somo psicópatas del alma?
Y esta es mi última patología: una del alma, no de las extremidades, como las otras mencionadas. Los estadounidenses parecen felices al ver morir a los demás, en todas las formas anteriores —o cualquier otra imaginable e inimaginables. Y es que ellos no parecen estar demasiado alterados, conmovidos o incluso afectados por las cuatro patologías anteriores: sus hijos se matan entre sí, sus vínculos sociales colapsan, son incapaces de vivir con dignidad, o el dolor ajeno se les ha entumecido por completo.
Si estas patologías ocurrieran en cualquier otro país rico, incluso en la mayoría de los pobres, la gente estaría horrorizada, conmocionada y aturdida, y ciertamente se movería para que no ocurriera. Pero en Estados Unidos, ni siquiera les importa. Son totalmente indiferentes, en su mayoría.
Una sociedad depredadora
Y aquí está mi última patología, EE.UU. es una sociedad depredadora. Una sociedad depredadora no solo significa que los oligarcas saquean a la gente financieramente. Lo realmente atroz es ver cómo las personas asienten, sonríen y sólo se ocupan de sus asuntos cotidianos, mientras sus vecinos, amigos y colegas mueren prematuramente en fosas de una abismal indiferencia.
El depredador en la sociedad estadounidense no es solo un súper rico, sino una fuerza invisible e insaciable —una patología que el resto del mundo lo vería como vergonzoso, histórico, una falla generacional de la moral, si no crímenes, pero que para los estadounidenses es algo cotidiano y que no debe preocuparles demasiado.
Tal vez eso suene muy fuerte para usted. ¿O no?
Traducción: A. Mondragón
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