Por Alastair Crooke
A veces, el ciclo de las noticias y el ciclo geopolítico simplemente se separan. Esta es una de esas ocasiones —la devastación del puerto de Beirut. Lo que sucedió allí está destinado a constituir un importante evento geopolítico— sea cual sea la forma en que sus secuelas se derramen en cascada y formen el futuro. Hay buenas razones históricas para esta separación de caminos: una (que explica el silencio regional) es que todavía no hemos tenido a los forenses. Sí, muchas fotos satelitales, pero no el meollo del asunto desde el terreno de los hechos —que solo lo pueden hacer los forenses.
Los principales medios de comunicación tienen prisa por “dar forma” a su historia de la explosión, antes del veredicto del Tribunal Especial sobre la muerte de Rafic Hariri (que ahora debe presentarse el 18 de agosto), y que se espera pueda a procesar a los miembros de Hizbullah. Sin embargo, todavía quedan muchas preguntas sin respuestas. Pasarán unos días más hasta que estos análisis forenses estén disponibles en el sitio. Por supuesto, serán impugnadas y es posible que se resuelvan muy poco.
Más preguntas que respuestas
En contra de este silencio, a la espera de noticias de los actores clave, los titulares de los medios de comunicación occidentales e israelíes están publicando “todo lo que se necesita saber” y sus “resúmenes” de Beirut. Sin embargo, están lejos de llegar a una conclusión. Surgen más preguntas a medida que pasan los días. Y la región tiene una memoria colectiva de tales puntos de inflexión geopolíticos.
El levantamiento “popular” de 1953 contra el primer ministro Mossadegh, que resultó ser un golpe de estado del MI6 / CIA y que, posteriormente, marcaría el comienzo de la revolucionaria revolución iraní; El asesinato de Rafic Hariri (un magnate y ex Primer Ministro Libanés) en el 2005, que condujo a la salida de Siria del Líbano —y en un endeble patrón de llamadas informáticas (de contenido desconocido) a los teléfonos celulares de las ‘familias’— fue institucionalizado para dar forma a la culpabilidad de Hezbolá y, concomitantemente, su designación generalizada se ser un movimiento terrorista. (Desde el principio, Hizbullah ha disputado la narrativa occidental / internacional sobre el asesinato de Hariri).
Oculto en la niebla de la guerra
Sin embargo, la verdad es que lo que le sucedió a Rafic Hariri permanece aún oculto en la niebla de la guerra partidista (como tal vez sea el destino de la devastación de Beirut). En Siria, la historia de las armas químicas para Douma se convirtió en otro “punto de inflexión”, en medio del rugido de los misiles Tomahawk de Estados Unidos (cuando Assad se convirtió en un paria de las armas químicas). Sin embargo, documentos de la OPAQ de los últimos días muestran que la afirmación de las armas químicas era una invención.
Sí, la región tiene buenos motivos para hacer una pausa. Por un lado, no hemos tenido a los forenses para investigar la explosión del Puerto, y por el otro, tenemos la afirmación de Trump —luego reiterada por él— de que sus generales militares le dijeron que lo ocurrido en Beirut fue “un ataque” (una bomba). El presidente no “especuló” que se trataba de un ataque. Dijo claramente que sus generales se lo habían dicho.
Esta afirmación no puede eliminarse por completo del cálculo. Y tampoco se puede descartar la “forma” extrañamente unificada y el efecto de hongo de la explosión principal en Beirut, con una “explosión inexplicable” similar a la que hubo hace algunos meses en Siria. Y finalmente, está la pregunta: ¿Hubo tres explosiones?
Entonces, esperamos lo que probablemente sea un resultado perfectamente binario. O la devastación se debió a la negligencia culpable de las autoridades de seguridad portuaria, o fue un intento audaz de “explotar” audazmente la dinámica regional actual; para remodelar las narrativas y reformular radicalmente la geopolítica. Ambos son posibles.
La narrativa en los intereses de Israel
¿Entonces qué? La narrativa israelí es que la destrucción en Beirut hará que la población libanesa se levante contra Hezbolá y exija que sus municiones sean retiradas de los centros de población. (Israel, por supuesto, agradecería la visibilidad de los arsenales de Hizbullah que esto implicaría). La programación de una reunión de emergencia del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y los llamamientos para colocar al Líbano bajo supervisión internacional, sugieren que los estados occidentales buscarán utilizar la crisis aún más para debilitar y restringir a Hezbolá.
El partido Alianza 14 de Marzo buscará capitalizar lo que ha sucedido para movilizar a los libaneses contra Hezbolá, pero es poco probable que obtenga la resonancia interna que otros pueden anticipar. El puerto de Beirut ha sido históricamente un patrimonio sunita. No tiene una estructura de seguridad única y estos últimos no son amigos de Hizbullah. El puerto también está abierto a la inspección de la FPNUL. Si la gestión de la instalación fuera a calificarse, se diría que es una de decadencia y venalidad desenfrenada. Es posible que esto —la negligencia culposa que provocó un accidente— fuera la responsable total o parcial de lo sucedido.
Si es así, parecería que la ira pública puede centrarse más en los corruptos Za’im (los “capos” del sistema que han estado devastando la estructura económica para su propio, enriquecimiento durante décadas), que necesariamente en contra de Hezbolá. De hecho, el gobierno actual puede tener dificultades para sobrevivir, aunque no estaba en el cargo en el momento en que pudo haber ocurrido alguna negligencia. Esa responsabilidad pertenece a la Vieja Guardia.
¿A quién beneficia el ataque?
Si trascendiera que Trump tenía razón en términos generales y que lo que ocurrió fue un ataque de algún tipo, no sería difícil responder a la pregunta cui bono. Los periodistas israelíes ya se están pavoneando con el momento propicio del evento: que “Líbano [ahora] está destinado a implosionar“, y que las ‘ondas de choque’ de la explosión incomodará a Hezbolá por mucho tiempo, pero más especialmente antes de la Informe del Tribunal Especial.
Un periodista israelí agregó que la explosión “en el puerto principal del Líbano también envía un mensaje de advertencia a Irán, quien hace solo un mes dijo que desplegaría barcos y petroleros en el Líbano. Incluso se habló de un barco que albergaría una central eléctrica, que daría electricidad a Beirut… Israel y los Estados Unidos en particular, temen que estos barcos, si llegan al Líbano, inicien una línea de suministro regular no solo de petróleo, harina y medicinas, sino también de armas, municiones y partes de misiles”.
Dependiendo de la ciencia forense
Mucho, entonces, depende de la ciencia forense: ¿Esto fue una iniciativa audaz de ‘falsa bandera’ para mejorar el statu quo estratégico (del tipo del que Israel una vez se enorgulleció), escondiéndose debajo y haciendo uso de una vulnerabilidad públicamente conocida en el puerto de Beirut —el almacenamiento de 2,700 kilos de nitrato de amonio— para destruir el lugar estratégico de Hezbolá en la región y cambiar la política en una nueva dirección inesperada (favorable a Israel)?
¿O un ejemplo más de lasitud y venalidad de la élite libanesa, que se preocupa sólo por ellos mismos y nada por el bienestar de su pueblo?
Si lo primero y los acontecimientos presagian un nuevo intento de aplastar a Hizbullah, el nuevo paradigma regional puede ser realmente explosivo.
Alastair Crooke es un ex diplomático británico, fundador y director del Conflicts Forum, con sede en Beirut.
Texto original: https://www.strategic-culture.org/news/2020/08/09/beirut-devastated-the-new-paradigm-may-be-explosive/
Traducción: A. Mondragón
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