Biden ganó un Imperio en ruinas

Del “Invierno” Occidental a la “Primavera” Euroasiática. La toma del Capitolió rasgó la última máscara de “democracia” de Estados Unidos, pero solo fue el acto final de una larga decadencia que aquí explicamos. El reciente fallecimiento del banquero francés Benjamin de Rothschild (57 años) parece el preludio de otras tragedias.

“La crisis consiste precisamente en que lo viejo se está muriendo y lo nuevo no puede nacer; en este interregno aparecen una gran variedad de síntomas mórbidos”. Gramsci, 1930, en Quaderni del Carcere.

Y miré, y oí un ángel volar por medio del cielo, diciendo en alta voz: ¡Ay! ¡ay! ¡ay! de los que moran en la tierra, por razón de las otras voces de trompeta de los tres ángeles ¡que han de tocar! Apocalipsis 8.13

Por Alexandr Mondragón y Wilder Buleje
Desde la década de 1980 Estados Unidos era como un Huevo de Pascua: coloridamente festivo por fuera, pero vacío por dentro. El 6 de enero del 2021 el sector más disconforme de los supremacistas blancos lo hizo añicos ante los ojos estupefactos de un mundo que apenas entiende lo que está sucediendo en estos agitados días de transformaciones estructurales.
En algunas ocasiones, lo que no ha ocurrido a lo largo de nuestras vidas, suele suceder en un instante. Todos, por experiencia propia, sabemos esa inmutable verdad de la existencia. Y todo efecto tiene sus causas, usualmente más profundas, tectónicas e históricas que una colorida revuelta.
El Sistema Mundo Occidental —SMO, edificado por la Gran Cabala de viejas fortunas de origen europeo, que en el siglo XVIII incorporó a sus pares del nuevo continente— ha existido a lo largo de cinco siglos y su final ya estaba cantado desde finales del Siglo XX. Lo que no se sabía era cuándo iba a suceder exactamente. Bueno acaba de acontecer. Todo comenzó con “un ángel volar por medio del cielo”, Apocalipsis 8.13 —cuando China lanzó al espacio su Satélite 6-G, el pasado 6 de noviembre— y llegó a su momento apocalíptico el 6 de enero cuando vimos como el Capitolio, en Washington DC, nos remitía a la toma de La Bastilla al inicio de la Revolución Francesa en el Siglo XVIII. ¿Coincidencias del 666? Quién sabe. Pero bueno, en medio del pánico y la conmoción, no hay que perder la objetividad de lo real que fue confirmado por el más importante vocero de la Cábala.

Confirmado por el vocero de la Cábala
El Fin del Imperio Estadounidense, como presunto abanderado “democrático” del planeta, así como el desvanecimiento del antiguo Sistema Mundo Occidental Eurocentrista, no es una revelación bíblica sino el natural fin de una era —como los Imperios que lo precedieron en los últimos 500 años. Esto ha sido confirmado sin ambages por nada menos que Richard Haass, presidente del Council on Foreign Relations (CFR) y, como tal, el vocero principal de la ahora jubilada élite anglosajona occidental que ha regido los destinos del mundo a través de Estados Unidos desde principios del Siglo XX. Opinando sobre los sucesos del 6 de enero, escribió en Twitter: “Nunca imaginé que lo veríamos en este país, en alguna otra capital sí, pero no aquí. Es probable que nadie en el mundo vuelva a ver, respetar, temer o depender de nosotros de la misma manera (que antes). Si la era post-estadounidense tiene una fecha de inicio, es casi seguro que es hoy”, el 6 de enero del 2021.

Los eventos catalizadores
Es más Haass ya había deslizado una premonición. El 7 de abril del 2020—haciendo eco de lo que nosotros habíamos advertido unas semanas antes aquí— el titular de la CFR dijo que “La pandemia (del Covid-19) acelerará la historia en lugar de reformarla”. Nueve meses después —en otra ironía del destino— el 6 de enero otro evento catalizador hizo que él mismo dictaminara la fecha de defunción del Imperio y escribiera su epitafio aquí.
¿Pero qué sigue después de las imágenes apocalípticas de una turba indignada invadiendo el cuasi sagrado recinto del Capitolio de EE.UU. en Washington DC, como un símbolo del Fin del Imperio del viejo Sistema Mundo Occidental y el aparente final de la vieja alianza anglosajona de la City of London y Wall Street —consolidada en la creación de la Reserva Federal en 1913?

El nuevo Hegemón desde la perifería
Bueno, como nosotros —basados en los sólidos hechos históricos dejados en las enseñanzas de Nikolai Kondratiev y el profesor Immanuel Wallerstein— anunciamos hace poco más de tres años, lo que viene es la aparición de un Nuevo Sistema Mundo Euroasiático (NSME) que parece encaminarse a ganar la batalla por la Isla-Mundo (el control planetario). Después de todo, para que el Sistema-Mundo logre un nuevo punto de equilibrio, como lo señaló Wallerstein, es necesaria la presencia de “una potencia hegemónica… lo bastante fuerte para… asegurar una situación relativamente estable”, que pueda encaminar al mundo a un nuevo ciclo Kondratiev. La gran ironía histórica es que el Nuevo Sistema Mundo estará en lo que se llamaba la “periferia” o el “patio trasero” del Sistema Mundo Occidental: La Gran Eurasia.
¿Cómo lo sabemos? Pues bien, no es una cuestión de intuición, sino de leer simplemente el curso de la historia. “La historia es lo que nos ha formado y la historia no solo rima como dijo Mark Twain, sino que a menudo se repite”, escribe Egon von Greyerz —la historia es circular, decía el Ulema Govinda. Así que para que usted pueda entender el fin del Imperio, del Viejo Sistema Mundo y el colapso de la “democracia” estadounidense —la generosa concesión de la élite al rebaño de que “la gente tiene derecho a las opciones que (nosotros) les damos”, como lo describió el ‘elegido’ Edward Bernays en 1928— no sucede por una tumultuosa revuelta de los “deplorables” —como los calificó Hillary Clinton en el 2016— sino por lo que a continuación explicamos.

Los ciclos Kondratiev de Estados Unidos
A lo largo de su historia, Estados Unidos ha tenido cuatro ciclos Kondratiev: desde 1800 hasta el inicio del presente siglo XXI. El último de ellos, que comenzó después de 1945, tuvo su “Primavera” y “Verano” hasta principios de los 1980’s, que marcó el pináculo hegemónico del país norteamericano en el Sistema-Mundo. Fue también, como lo remarcó el profesor Wallerstein, el momento de la más expansiva tendencia ascendente de los ciclos de Kondratiev, que la economía-mundo capitalista ha conocido en la historia.
En ese “Verano”, tras haber alcanzado el último peldaño, siguió la mayor locura especulativa, justo después de que Richard Nixon desbancara al oro como el metal de reserva del dólar —cuando los dólares se podían canjear por el precioso metal— y comenzara el dominio del “petrodólar”, lo que desde entonces —junto con las especulaciones financieras de las deudas a escala planetaria— le dio a Estados Unidos la ventaja de imprimir dólares de la nada y exportar su hiperinflación al resto del mundo. Sin embargo, era el inicio de la Fase B de los ciclos Kondratiev, el “Otoño” y el “Invierno”.

Del capitalismo industrial al capitalismo depredador
A partir de ese momento, las burbujas recorrieron todo el sistema-mundo “desde las deudas nacionales de los países del tercer mundo y del bloque socialista en los años setenta, hasta los bonos chatarra de las grandes empresas en el decenio de los ochenta y el endeudamiento de los consumidores en el decenio de los noventa, hasta el endeudamiento del gobierno estadounidense durante el gobierno de Bush”, según Wallerstein, que escribió esto en el 2009, a los que habría que agregar las billonarias (millones de millones) deudas de los gobiernos de Barack Obama y Donald Trump que, como se ve aquí, han llegado a subir la deuda nacional a $28 billones. Así, el sistema transitó de burbuja en burbuja hasta intentar, tras la Gran Recesión del 2008, “poner a prueba una última burbuja: el rescate de los bancos y la emisión de dólares”. Pero nada es gratuito y hay apocalípticas “consecuencias de pasar del capitalismo industrial al capitalismo financiero” de la extorsión, como lo explica el economista Michael Hudson aquí y aquí.

La reveladora portada de The Economist
Entonces, como todos los ciclos descritos por Kondratiev, era inevitable que el Sistema-Mundo liderado por la Gran Cábala, a través de Estados Unidos, entrara en un periodo de estancamiento al que se denomina la fase B del ciclo descrito por el economista ruso, o el “Otoño” e “Invierno” que, según Wallerstein, tienen “una duración de entre 50 y 60 años, aunque ésta puede variar”. Y eso es lo que hemos visto desde los 1970’s hasta las dos primeras décadas del Siglo XXI, con un inevitable “Invierno” ad portas, como bien lo graficó la revista The Economist —uno de los principales voceros de la Gran Cábala anglosajona— en diciembre del 2017 —poco después que nosotros predecimos el advenimiento del NSME, como puede verlo aquí.
Así, desde principios de los 1990’s —cuando se aceleró la economía parasitaria y rentista, según Hudson, y un iluso celebró el “Fin de la Historia”— se ha vivido la bifurcación del proceso sistémico. La cuestión, entonces y parafraseando a Wallerstein, “ya no era cómo podrá enderezarse el sistema capitalista occidental y renovar su impulso”. Más bien él decía “debíamos preguntarnos qué sustituirá a este sistema. ¿Cuál será el orden elegido para salir del caos?”.

La guerra no es una alternativa
En este escenario, para algunos —los neoconservadores extremistas del Estado Profundo— es factible que un sector del Imperio, ante su inminente caída, intente una confrontación militar donde —debido a la potencialidad de las armas nucleares en ambos bandos— nadie salga indemne. Pero si bien las guerras globales “ofrecen a algunos banqueros y empresarios la oportunidad de enriquecerse, también provocan una enorme destrucción” y por ende el hundimiento del comercio mundial. “Así el balance general de las guerras, desde el punto de vista de la economía-mundo, no es positivo”, remarca Wallerstein. Por lo tanto, “lograr un balance positivo exige contar con una situación relativamente estable. Y asegurar esta situación relativamente estable es tarea de una potencia hegemónica, esto es, una potencia lo bastante fuerte para imponerla en el Sistema-Mundo… De hecho, en Occidente sólo ha ocurrido en tres ocasiones en el transcurso de varios cientos de años. El primer caso fue el de las Provincias Unidas (los Países Bajos) hacia mediados del Siglo XVII; el segundo, el Reino Unido a mediados del siglo XIX, y por último, Estados Unidos a mediados del siglo XX”, explica Wallerstein. ¿Entonces, qué es lo que viene tras el fin del Sistema Mundo Occidental?

La emergencia de NSME
Wallerstein decía que “todos los sistemas tienen ritmos cíclicos” y aunque el Sistema Mundo Occidental ha ingresado a su largo “Invierno”. Pero para nosotros esto no representa necesariamente el fin del capitalismo, más aún si desde los albores de la humanidad —como esa imagen de la película 2001 Odisea en el Espacio, cuando un homínido lanza un hueso de fémur al aire, como el primer símbolo del capital, entendiéndose éste como la herramienta para acumular bienes, como un charco de agua y un espacio territorial, como se aprecia en la película— el capital y eventualmente el capitalismo ha sido una herramienta esencial para el desarrollo humano. La cuestión fundamental no es la herramienta en sí, sino cómo y quién hace uso de ella.
Así, al mismo tiempo que hemos presenciado las década finales del antiguo SMO, en los últimos veinte años también hemos visto la emergencia o “Primavera” Euroasiática comandada por China que, tal vez como un tema que debe ser estudiado y comprendido a fondo, comenzó a crear su propio Capitalismo-Histórico de carácter industrial, en principio, al mismo tiempo que el capitalismo depredador de Occidente erosionaba los cimientos de su propio sistema —lo que nos puede dar una pauta para entender la sabiduría china, basada en su milenaria civilización. Así, a través de un acelerado proceso de industrialización —del cual las corporaciones occidentales tomaron ventaja, a pesar de las consecuencias que podía tener para el tejido social de sus naciones, las clases medias de Estados Unidos en particular— China logró convertirse en la Fábrica-Mundo y, eventualmente, a través de una rigurosa planificación, ha tomado el liderazgo y la ventaja en la investigación y el desarrollo de la Cuarta Revolución industrial de la Inteligencia Artificial y la Computación Cuántica —en su “Primavera” Kondratiev (Made in China 2025), enfilándose hacia su “Verano” para el año 2050. Estas son las razones del por qué, como ya lo hemos escrito desde hace tres años y hemos desarrollado a través de diversos artículos en nuestro portal, lo que vemos en el futuro es la instauración de un Nuevo Sistema Mundo Euroasiático —que, irónicamente, fue previsto en ¡1904!, como su peor pesadilla, por el historiador y geógrafo inglés John Halford Mackinder ver aquí.

La colisión de las placas tectónica de la Gran Cábala
Y es aquí donde debemos volver a recordar a Gramsci, citado al principio del artículo: “La crisis consiste precisamente en que lo viejo se está muriendo y lo nuevo no puede nacer; en este interregno aparecen una gran variedad de síntomas mórbidos”.
Así que, en el momento “que lo viejo se está muriendo”, apareció nítidamente uno los “síntomas mórbidos” del Imperio que se reveló en su gran crisis política a raíz de la sucesión presidencial en Estados Unidos, pero que en verdad es la imagen de un cataclismo mayor, la colisión al interior de la Gran Cábala del ya decadente Sistema Mundo Occidental.
El grupo de poder integrado por las centenarias fortunas de Europa —que estuvieron al mando del SMO desde el Imperio Británico— y las viejas oligarquías de América del Norte, presenta fisuras y corre el riesgo de una fractura mayor. Cada cual puede tomar destinos diferentes, después de una provechosa convivencia de más de un siglo tras su matrimonio de conveniencia con la creación de la Reserva Federal de Estados Unidos en 1913. Y esta es una historia que quizá no la encuentre en otro sitio, en cualquier idioma. Porque en la Era Post Estadounidenses, como lo escribió Haass en un Twitter, los amos ya están escribiendo la historia de que el culpable de todo esto fue Donald Trump, cuando a decir verdad él ha sido y será el chivo expiatorio con el cual encubrirán la falla sistémica que llevó al final de una era. Los vaivenes en la tempestuosa presidencia de Donald Trump exhibieron las diferencias entre ambos bandos, justo en el momento que el SMO estaba en su fase terminal, como lo había señalado Wallerstein. ¿Cómo sabemos que fue así? Las evidencias están a la mano.

Los grandes golpes geopolíticos en la “Dimensión del Vacío Existencial”
Justo un día antes que finalizara el 2020, los del Viejo Continente consiguieron empujar el acercamiento de Europa Occidental (con Alemania como locomotora) hacia el NSME, algo impensable hace tan solo unos años, con la firma del Acuerdo Integral de Inversión (CAI, por sus siglas en inglés), entre la Unión Europea (UE) y China, firmado en tiempo récord y sin pedir consejería a la “nación indispensable”. ¿Y cómo fue que ocurrió lo impensable? Bueno, la respuesta está en es la “Dimensión del Vacío Existencial” de los 79 días que han transcurrido entre el 3 de noviembre del 2020 y el 20 de enero del 2021.
Es precisamente ese vacío de poder, cuando Trump drenó todo el poder de su gobierno —para negar los resultados de la elección que perdió el 3 de noviembre y llegar al cisma de la crisis con la invasión de sus seguidores al Capitolio, lo que llevó a que no solo el monarca sino también que el Imperio quedara desnudo ante el mundo— lo que empujó a la UE a los poderosos brazos de Xi Jinping —o mejor dicho a subirse en clase VIP del tren bala del NSME, mientras el Titanic se hundía. Fue una gran derrota geopolítica para la Gran Cábala y los mandamases de Washington DC. Por esa misma razón, a principios de diciembre los rusos y sus socios europeos reiniciaron sin temor el tendido del gasoducto Nord Stream 2 en aguas territoriales de Alemania en diciembre pasado y desde el pasado 15 de enero en el litoral de Dinamarca, previéndose que la obra concluya en abril o mayo del presente año.
Y eso no fue todo, el 15 de noviembre de 2020 quince países de Asia y el Pacífico, encabezados por China, firmaron la creación de la Asociación Económica Integral Regional (RCEP). El tratado, que no incluye a Estados Unidos, supone un tercio de la economía global y un mercado de unos 2,300 millones de personas. El acuerdo para reducir aranceles y abrir el comercio de servicios en el bloque es considerado como una alternativa al ahora difunto acuerdo propulsado por Estados Unidos y enterrado por Donald Trump.
Entonces, como vemos, en tan solo 79 días, el Imperio de Washington sufrió tres grandes derrotas geopolíticas de enormes consecuencias para el futuro, por no mencionar otras derrotas en las áreas de desarrollo tecnológico de China, como el lanzamiento del satélite chino 6-G, de consecuencias que quizá nunca las sepamos a ciencia cierta, y de las cuales ya había advertido el analista geopolítico David P. Goldman (Spengler), como puede verse aquí, aquí y aquí.

Los grandes enigmas
Donald Trump, con o sin conciencia de su actuación, ha precipitado una serie de eventos que, sin su presencia en la Casa Blanca, hubiesen avanzado a paso de tortuga. Y esto presenta un gran enigma. ¿Qué hubiera pasado si Trump no hubiese llegado al poder? ¿Fue Trump el “peón envenenado” que —a pesar de sus ínfulas nacionalistas— aceleró el final del Imperio y encendió la mecha de una guerra civil de consecuencias imprevisibles para su país? Las respuestas a estas preguntas quedarán por resolverse. Lo real es que en el mismo momento en que las grandes fortunas de Europa empujaron el acuerdo con China y optaron por aliarse al poder hegemónico emergente, los impulsores de esta nueva realidad —China y Rusia— ya están moldeando al mundo con una variada matriz energética, una integradora ruta cuántica, una economía diversificada y un plan maestro para unir Europa y Asia a través de la Ruta de la Seda y, una no menos ambiciosa, dar forma a la Isla-Mundo que Mackinder trazó para los Amos del SMO, pero que plausiblemente se hará realidad con la Nueva Cábala del NSME.
Y aquí surgen más enigmas ¿Por qué la Cábala estadunidense no entró en un acuerdo con China? Una respuesta plausible, pero no definitiva, es porque aún tiene delirios de Hegemón y considera que pueden dar pelea al dúo chino-ruso. También porque el ala dura, los llamados halcones, solo tienen una fuente de ingresos y una sola carta de vigencia: la guerra. Pero para un frente bélico se requieren aliados poderosos y en este momento Estados Unidos está solo en ese escenario. El acuerdo entre UE y China ha pulverizado ese acuerdo tácito entre el Viejo y el Nuevo Mundo. Sin cooperación firme solo se puede salir de un teatro de operaciones con un final trágico.
Y otro enigma. El pasado viernes 15 la prensa europea dio cuenta del fallecimiento del banquero Benjamin de Rotschild, miembro de la vieja familia francesa que forma parte esencial de la Gran Cabala Europea. Al parecer un ataque cardíaco le cegó la vida. Es de esperar que esa muerte no sea el preludio de otras ‘desapariciones naturales’ en las dos orillas del Atlántico, al más puro estilo del Viejo Oeste.

La herencia bananera que recibirá Biden
Y como colofón, es necesario subrayar que el nuevo gobierno estadounidense (controlada por su propia Cábala) no tiene muchas opciones y las que flotan en el ambiente son irreales. Joe Biden habló durante su campaña de formar un grupo de naciones democráticas que serían el faro de Occidente, lamentablemente fue un discurso obsoleto manchado por su larga historia de imponer un despótico poder, maquillado con un halo de palabras vacías (solo como un ejemplo, las guerras e invasiones en el Medio Oriente realizadas desde el 2001, que solo sirvieron para una cosa, engordar las billeteras del complejo de la industria militar, para lo cual también tuvieron que destruir la riqueza de su propia gran clase media). Y eso no es todo.
Como lo señaló Egon von Greyerz aquí, Biden heredará una República Bananera y eso es ya de por sí un derrotero hacia el abismo. Es más, Biden ingresará al universo de hechos consumados. El presidente de Estados Unidos será el heredero de un Imperio en ruinas y, a la misma vez, el visitante de una estructura con cimientos ya concluidos y de una edificación que está en plena construcción: el NSME. Depende de él y de sus patrocinadores si toman parte de ese nuevo proceso o se quedan como observadores atónitos. La guerra, como la concibieron antaño en el Pentágono, será una acción inútil contra una coalición cuya principal arma —más allá de su hipermoderno sistema militar como puede verse aquí— es la construcción de un bloque de desarrollo económico en el cual solo existe la opción ganar-ganar. No habrá fuerza ni ejército capaz de desanimar a un grupo de naciones que será partícipe de un nuevo Plan Marshall —o mejor dicho de las Nuevas Rutas de la Seda— valorizado en 10 billones de dólares y sin necesidad de bombardeos previos, ni víctimas mutiladas por órdenes de dementes ataviados con uniforme.

El nuevo horizonte que asoma
Así, la tesis de NSM, publicada originalmente en La Tribuna Hispana el 8 de diciembre del 2017, ahora aparece nítida como un sol de verano y precisa como un reloj suizo: el Sistema Mundo Euroasiático ya muestra su silueta en ascenso indetenible y el oxidado Sistema Mundo Occidental exhibe fracturas irreversible en su pilares fundamentales como ya lo había advertido desde la década de los 1990’s el Profesor Immanuel Wallerstein. Y también cabe subrayar algo que quizá no lo lea en otro portal, los temores de un patriota verdadero como el Tnte. Coronel Leroy Fletcher Poutry, escritos en 1973 en su libro The Team Secret, se han hecho realidad: los objetivos de la Gran Cábala del Complejo de la Industria Militar (ahora convertida en el Media–Technology–Military Industrial Complex) y del pueblo estadunidense iban por diferentes caminos. Y el aporte incalculable del geógrafo inglés John Halford Mackinder a la geopolítica, que fue aprovechado por quienes debieron ser las víctimas de sus esfuerzos intelectuales. La construcción de un nuevo gran continente integrado por África, Asia y Europa está en marcha —la Isla-Mundo de Mackinder, a la cual podría unirse eventualmente Latinoamérica, si el Imperio del Norte, ahora sin catadura moral para imponer su “democracia”, pierde toda su fuerza geopolítica y sus ahora colonias dolarizadas puedan tener la visión de guiar sus barcas hacia nuevos horizontes.
Confucio decía que “Cuando en un país reina el orden, es una vergüenza ser hombre pobre y común. Cuando en un país reina el caos, es una vergüenza ser rico y funcionario”. Occidente aún tiene mucho que aprender de Oriente. No por nada Chuang Tze, nacido tres siglos antes de Cristo, dijo: “Una corta vida no se puede comparar con una larga existencia”. Los V siglos del SMO es apenas una décima fracción de los 5,000 años de historia de la civilización china. Y el comprender el por qué han vuelto a escalar a la cima del poder, tal vez pueda conocerse empezando por aquí.

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