El General chino Qiao Liang argumenta, “Si tenemos que bailar con los lobos, no debemos bailar al ritmo de los Estados Unidos”.
Por Pepe Escobar
En 1999, Qiao Liang, entonces coronel de alto rango de la fuerza aérea del Ejército Popular de Liberación, y Wang Xiangsui, otro coronel de alto rango, causaron un tremendo alboroto con la publicación de “Unrestricted Warfare: El Plan Maestro de China para Destruir EE.UU.“.
Guerra Sin Restricciones fue, esencialmente, el manual del Ejército de Liberación Popular para la guerra asimétrica: una actualización del Arte de la Guerra de Sun Tzu. En el momento de la publicación original, con China todavía muy lejos de su actual influencia geopolítica y geo-económica, el libro fue concebido como el plan de un enfoque defensivo, lejos del sensacionalista “Destruir EE.UU.” añadido al título para la publicación de EE.UU. en el 2004.
Ahora el libro está disponible en una nueva edición y Qiao Liang, como general retirado y director del Consejo de Investigación sobre Seguridad Nacional, ha reaparecido en una entrevista bastante reveladora publicada originalmente en la edición actual de la revista Zijing (Bauhinia) con sede en Hong Kong.
El General Qiao no es un miembro del Politburó con derecho a dictar la política oficial. Pero algunos analistas con los que hablé están de acuerdo en que los puntos clave, que él hace a título personal, son bastante reveladores del pensamiento del PLA. Revisemos algunos de los puntos más destacados.
Bailando con los lobos
El grueso de su argumento se concentra en las deficiencias de la manufactura estadounidense: “¿Cómo puede EE.UU. querer hoy en día hacer la guerra contra la mayor potencia manufacturera del mundo, mientras su propia industria está vacía?”.
Un ejemplo, refiriéndose al Covid-19, sobre la capacidad de producir ventiladores: “De las más de 1,400 piezas necesarias para un ventilador, más de 1,100 deben ser producidas en China, incluyendo el montaje final. Ese es el problema de los EE.UU. hoy en día. Tienen tecnología de punta, pero no los métodos y la capacidad de producción. Así que tienen que confiar en la producción china”.
El General Qiao descarta la posibilidad de que Vietnam, Filipinas, Bangladesh, India y otras naciones asiáticas puedan reemplazar la mano de obra barata de China: “Piense en cuál de estos países tiene más trabajadores cualificados que China. ¿Qué cantidad de recursos humanos de nivel medio y alto se produjo en China en estos últimos 30 años? ¿Qué país está educando a más de 100 millones de estudiantes en los niveles secundario y universitario? La energía de toda esta gente está todavía lejos de ser liberada para el desarrollo económico de China”.
El renacimiento de la nación china
Reconoce que el poder militar de los EE.UU., incluso en tiempos de epidemia y dificultades económicas, siempre es capaz de “interferir directa o indirectamente en la cuestión del estrecho de Taiwán” y encontrar una excusa para “bloquear y sancionar a China y excluirla de Occidente”. Añade que, “como país productor, todavía no podemos satisfacer nuestra industria manufacturera con nuestros propios recursos y dependemos de nuestros propios mercados para consumir nuestros productos”.
En consecuencia, argumenta, es “bueno” que China se comprometa con la causa de la reunificación, “pero siempre es malo si se hace en el momento equivocado. Sólo podemos actuar en el momento adecuado. No podemos permitir que nuestra generación cometa el pecado de interrumpir el proceso de renacimiento de la nación china”.
Otros tipos de soberanía
El General Qiao aconseja, “No pienses que sólo la soberanía territorial está ligada a los intereses fundamentales de una nación. Otros tipos de soberanía –económica, financiera, de defensa, alimentaria, de recursos, biológica y cultural– están todas vinculadas a los intereses y la supervivencia de las naciones y son componentes de la soberanía nacional”.
Para detener el movimiento hacia la independencia de Taiwán, “aparte de la guerra, hay que tener en cuenta otras opciones. Podemos pensar en los medios para actuar en la inmensa zona gris entre la guerra y la paz, e incluso podemos pensar en medios más particulares, como el lanzamiento de operaciones militares que no lleven a la guerra, pero que puedan implicar un uso moderado de la fuerza”.
En una formulación gráfica, el General Qiao piensa que, “si tenemos que bailar con los lobos, no debemos bailar al ritmo de los EE.UU. Deberíamos tener nuestro propio ritmo, e incluso intentar romper su ritmo, para minimizar su influencia. Si el poder americano está blandiendo su bastón, es porque ha caído en una trampa”.
En resumen, para el General Qiao, “China debe mostrar primero una prueba de determinación estratégica para resolver la cuestión de Taiwán, y luego paciencia estratégica. Por supuesto, la premisa es que debemos desarrollar y mantener nuestra fuerza estratégica para resolver la cuestión de Taiwán por la fuerza en cualquier momento”.
Con los guantes puestos
Ahora comparen el análisis del General Qiao con el ya obvio hecho geopolítico y geoeconómico de que Beijing responderá ojo por ojo, a cualquier táctica de guerra híbrida desplegada por el gobierno de Estados Unidos. Los guantes están definitivamente puestos.
Y la respuesta de alto calibre llegó en un editorial del Global Times, sin restricciones: “Debemos tener claro que hacer frente a la supresión de EE.UU. será el foco principal de la estrategia nacional de China. Debemos mejorar la cooperación con la mayoría de los países. Se espera que EE.UU. contenga las líneas de frente internacionales de China, y debemos derribar este complot de EE.UU. y hacer de la rivalidad China-EE.UU. un proceso de auto-aislamiento de EE.UU.”.
Un corolario inevitable es que la ofensiva total para paralizar a Huawei será contrarrestada, en especial, apuntando a Apple, Qualcom, Cisco y Boeing, incluso incluyendo “investigaciones o suspensiones de su derecho a hacer negocios en China”.
Una respuesta directa a Trump
Así que a efectos prácticos, Beijing ha revelado públicamente su estrategia para contrarrestar las afirmaciones del Presidente de Estados Unidos Donald Trump, de que “podríamos cortar toda la relación”.
Una matriz de racismo tóxico y anticomunista es responsable del sentimiento antichino predominante en EE.UU., que abarca al menos el 66% de toda la población. Trump instintivamente se apoderó de él –y lo volvió a empaquetar como su tema de campaña de reelección, totalmente aprobado por Steve Bannon.
El objetivo estratégico es ir tras China en todo el espectro. El objetivo táctico es forjar un frente anti-China a través de Occidente: otro ejemplo de cerco, estilo de guerra híbrido, centrado en la guerra económica.
Esto implicará una ofensiva concertada, tratando de hacer cumplir los embargos y tratando de bloquear los mercados regionales a las empresas chinas. La ley será la norma. Incluso congelar los activos chinos en EE.UU. ya no es una propuesta descabellada.
La “Contención” de China
Cada posible ramificación de la Ruta de la Seda –en el frente energético, puertos, la Ruta de la Seda de la Salud, la interconexión digital– será un objetivo estratégico del hegemón. Aquellos que soñaban que el Covid-19 podría ser el pretexto ideal para una nueva Yalta –uniendo a Trump, Xi y Putin– pueden irse a la fregada.
La “Contención” –de China– se pondrá en marcha. Un ejemplo claro es el Almirante Philip Davidson –jefe del Comando Indo-Pacífico– pidiendo 20 mil millones de dólares para un “robusto cordón militar” desde California a Japón y a lo largo de la cuenca del Pacífico, completado con “redes de ataque de alta precisión” a lo largo de la cuenca del Pacífico y “fuerzas conjuntas rotatorias basadas en el avance”, para contrarrestar la “renovada amenaza que enfrentamos de la competencia de las grandes potencias”.
Davidson argumenta que, “sin una disuasión convencional válida y convincente, China y Rusia se envalentonarán para tomar medidas en la región, para suplantar los intereses de EE.UU.”.
Reunión del Congreso del Pueblo
Desde el punto de vista de las grandes franjas del Sur Global, la actual y extremadamente peligrosa incandescencia, o Nueva Guerra Fría, se interpreta principalmente como el progresivo fin de la hegemonía de la coalición occidental sobre todo el planeta.
Aun así, a decenas de naciones el hegemón les pide, sin rodeos, que se posicionen una vez más en un imperativo de guerra global, como lo fue contra el terrorismo “estás con nosotros o contra nosotros”.
En la sesión anual del Congreso Nacional del Pueblo, que comienza este viernes 22 de mayo, veremos cómo China se ocupará de su máxima prioridad: reorganizarse internamente después de la pandemia.
Por primera vez en 35 años, Beijing se verá obligado a renunciar a sus objetivos de crecimiento económico. Esto también significa que el objetivo de duplicar el PIB y la renta per cápita para el 2020, en comparación con el 2010 también se aplazará.
Lo que debemos esperar es un énfasis absoluto en el gasto interno –y en la estabilidad social– por encima de la lucha por convertirse en un líder mundial, aunque eso no se pase totalmente por alto.
La vacuna como un bien público mundial
Después de todo, el Presidente Xi Jinping dejó claro a principios de esta semana que el “desarrollo y despliegue de la vacuna Covid-19 en China, cuando esté disponible” no se someterá a la lógica de la Gran Farma, sino que “se convertirá en un bien público mundial”. Esta será la contribución de China para asegurar la accesibilidad y asequibilidad de la vacuna en los países en desarrollo”. El Sur Global está prestando atención.
Internamente, Beijing impulsará el apoyo a las empresas estatales que son fuertes en la innovación y la asunción de riesgos. China siempre desafía las predicciones de los “expertos” occidentales. Por ejemplo, las exportaciones aumentaron un 3.5% en abril, cuando los expertos preveían una disminución del 15.7%. El superávit comercial fue de $45,300 millones, cuando los expertos pronosticaban sólo $6,300 millones.
Beijing parece identificar claramente la brecha que se extiende entre un Occidente, especialmente en EE.UU., que se está sumergiendo de facto en el territorio de una Nueva Gran Depresión, con una China que está a punto de reavivar el crecimiento económico. El centro de gravedad del poder económico global sigue moviéndose, inexorablemente, hacia Asia.
¿Guerra híbrida? Adelante.
Pepe Escobar es un analista geopolítico independiente, escritor y periodista. Escribe para The Roving Eye, Asia Times Online, y trabaja como analista para RT, Sputnik News y Press TV. Anteriormente trabajó para Al Jazeera.
Texto original: https://asiatimes.com/2020/05/china-updates-its-art-of-hybrid-war/
Traducción: A. Mondragón
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