
Las políticas externas e internas del Régimen de EE.UU. parecen guiarse por una combinación de avaricia financiera, el deseo de explotar la debilidad de sus objetivos para poder hacerlo, una parcialidad por la malevolencia y la determinación de ser rencoroso. Lo último, para demostrarlo a nivel doméstico, ha sido demostrado de la manera más cruel en el trato de Washington a los hijos de los inmigrantes indocumentados.
Por Brian Cloughley
El 5 de junio, el Washington Post informó que en su más reciente persecución a los niños migrantes “La administración de Trump está cancelando las clases de inglés, los programas recreativos y la asistencia legal para los menores no acompañados, que están detenidos en refugios federales para migrantes en todo el país”. Un empleado del albergue habló por todas las personas civilizadas cuando dijo que “las clases educativas y las actividades deportivas, son cruciales para mantener la salud física y mental, mientras los niños están bajo custodia”. Pero esto no significa nada para Trump y sus seguidores, por lo que muchos de ellos son unos fanáticos que, realmente, se complacen en hacer que la vida sea desagradable y angustiante para las personas que no les han hecho daño, pero que de alguna manera les causan aversión.
La aversión a las Nuevas Rutas de Seda
La hostilidad de los miembros del Establishment de Washington hacia quienes son considerados inconformistas (con el régimen de EE.UU.) se extiende a todo el mundo, y se manifiesta principalmente por la presencia militar masiva de EE.UU. en todo el mundo. El objetivo parece ser la dominación mundial y, por lo tanto, no es sorprendente que un objetivo importante sea la iniciativa Belt and Road de China, sobre la cual el Consejo de Relaciones Exteriores observó que:
“En el 2013, el presidente chino, Xi Jinping, anunció el lanzamiento de las Nuevas Rutas de Seda y el Cinturón Económico y las iniciativas de inversión y desarrollo de infraestructura de las Rutas de Seda Marítimas del siglo XXI que se extenderían desde el este de Asia hasta Europa. El proyecto, eventualmente denominado la Iniciativa Belt and Road (BRI)… es uno de los proyectos de infraestructura más ambiciosos jamás concebidos”. Su objetivo es facilitar el comercio internacional y mejorar las economías de las naciones participantes.
El presidente Putin señaló que el BRI “tiene como objetivo fortalecer la cooperación constructiva de los estados euroasiáticos. Su objetivo verdaderamente unificador es garantizar un desarrollo económico armonioso y sostenible, y un crecimiento económico en todo el espacio Euroasiático”.
Al régimen de Washington no le gusta el BRI
El BRI está uniendo a las naciones, y a Trump y Washington no le gustan este tipo de cosas, excepto en sus propios términos estrictos. El gigantesco proyecto que pretende beneficiar a todos los que desean unirse, es un anatema para un país que Trump declara que es “el mejor lugar del mundo” y cuyos representantes buscan todas las oportunidades para denigrar la empresa que, hasta el momento, involucra a más de sesenta naciones.
En la cumbre de Cooperación Económica Asia-Pacífico del 2018, el vicepresidente Pence dijo a 21 líderes nacionales (incluido el presidente Xi) que Estados Unidos no “ofrece un cinturón de restricción o un camino de ida” y en marzo del 2019 el Secretario de Estado Pompeo declaró que el BRI “no es una oferta económica”, contra la cual Washington está “trabajando diligentemente para asegurarse de que todos en el mundo entiendan esa amenaza”.
Ampliando las oportunidades económicas
La acusación por parte de Pence de que el BRI es para “restringir” o es “un camino de un solo sentido” es absurda. Como señaló el economista Yaseen Anwar, “[la] iniciativa da acceso a capital para aquellos mercados emergentes conectados, que no han tenido las calificaciones de grado de inversión necesarias para acceder a los mercados de bonos internacionales. Estas economías nunca han tenido la oportunidad de atraer inversionistas offshore que requieren calificaciones dictadas por sus políticas corporativas”.
El BRI está ampliando las oportunidades económicas, no restringiéndolas, y la afirmación de que “sólo es de ida” es igualmente ridícula, porque el objetivo de China, tal como el presidente Xi los aclaró el 8 de junio, en San Petersburgo, es “atenerse al principio de la consulta extensa, la contribución conjunta y los beneficios compartidos, y trabajar juntos para crear una economía mundial abierta y pluralista”.
El único “unidireccionalismo” evidente, en este momento, es la determinación de Washington de destruir la infraestructura de Belt y Road, lo que obstruiría el desarrollo destinado a beneficiar a cientos de millones de personas.
“A lo largo de un camino verde”
Una de las principales objeciones de Estados Unidos al BRI es que sus partidarios consideran importante la protección del medio ambiente. En abril, en el segundo Belt and Road Forum, se acordó por unanimidad que el progreso sería “a lo largo de un camino verde, con bajas emisiones de carbono y de desarrollo sostenible”, que es decididamente un asunto de doble vía, que beneficia a todos los involucrados.
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, respaldó firmemente el enfoque verde, al afirmar que considera al BRI como “un espacio importante donde los principios verdes se pueden reflejar en la acción verde… Ampliar nuestras opciones de política para el desarrollo verde y sostenible respaldado por instrumentos de financiamiento verde debe convertirse en la nueva norma”.
La negación del establishment
Gran parte del Establishment de Washington se niega a reconocer el hecho del cambio climático y está de acuerdo con el tuit de Trump de que “el concepto de calentamiento global fue creado por y para los chinos, para hacer que la manufactura estadounidense no sea competitiva”, que es una de sus afirmaciones más absurdas. Él ignoró deliberadamente el informe del Congreso de EE.UU. del 2018, que determinó que “Sin una mitigación global sustancial y sostenida y los esfuerzos de adaptación regional, se espera que el cambio climático cause pérdidas crecientes a la infraestructura y propiedad estadounidenses e impida el crecimiento de la tasa económica durante este siglo”.
El 8 de junio, el Washington Post informó que “los funcionarios de la Casa Blanca prohibieron a una agencia de inteligencia del Departamento de Estado presentar un testimonio escrito esta semana al Comité de Inteligencia de la Cámara, advirtiendo que el cambio climático causado por los humanos podría ser “posiblemente catastrófico”. La movida para suprimir las referencias del documento a los hallazgos científicos federales sobre el cambio climático, “vino de altos oficiales”. No parece haber un fin a las profundidades a las que la Casa Blanca se hundirá, en su determinación de negar el cambio climático y convencer a los ciudadanos estadounidenses de que “el concepto de calentamiento global se creó por y para los chinos”.
La hostilidad implacable de Washington
Al igual que con el presidente Xi y el secretario general Guterres, el presidente Putin está preocupado por el cambio climático, y el 8 de junio en el Foro Económico Internacional de San Petersburgo advirtió que “El empeoramiento de los desafíos ambientales y climáticos representan una amenaza directa para el bienestar socioeconómico de toda la humanidad, está agudizando la crisis [de la pobreza y el subdesarrollo]. El clima y el medio ambiente se han convertido en un factor objetivo en el desarrollo global y en un problema plagado de shocks a gran escala, que incluyen otro aumento incontrolado de la migración, más inestabilidad y seguridad socavada en regiones clave del planeta. Al mismo tiempo, existe un alto riesgo de que, en lugar de (avanzar) los esfuerzos conjuntos para abordar los problemas ambientales y climáticos, nos encontremos con intentos de utilizar este problema para la competencia desleal”, en una clara referencia a Trump.
Lamentablemente, eso parece ser exactamente lo que está sucediendo, y aunque el presidente Putin observó que el BRI “brinda oportunidades a todos los países”, Estados Unidos continuará oponiéndose agresivamente. Hay armonía entre las naciones BRI, pero una hostilidad implacable desde Washington.
Brian Cloughley es un veterano de los ejércitos británico y australiano, ex jefe adjunto de la misión militar de la ONU en Cachemira y agregado de defensa australiano en Pakistán.
Texto original: https://www.strategic-culture.org/news/2019/06/11/belt-and-road-harmony-and-hostility/
Traducción: A. Mondragón
Leave a Reply