Ni siquiera el término complejo es suficiente para describir el posicionamiento de Irán-Rusia en el tablero de ajedrez geopolítico. Lo que está claro en nuestro momento actual y volátil es que son socios, como reporté anteriormente. Aunque no son socios estratégicos, como es el caso del vínculo Rusia-China, la tríada Rusia-China-Irán siguen siendo crucial en el proceso de integración de Eurasia a largo plazo en curso y de múltiples capas.
Por Pepe Escobar
Pocos días después de nuestro informe de Asia Times, un artículo en oilprice.com –basado en “fuentes importantes cercanas al régimen iraní” y repleto de acusaciones de corrupción sin fundamento y de miedo e ignorancia directa sobre cuestiones militares clave– afirmaba que Rusia cambiaría los puertos iraníes de Bandar Abbas y Chabahar en bases militares avanzadas con submarinos, fuerzas especiales de Spetsnaz y aviones de combate Su-57, aplicando así un “dominio absoluto” al Golfo Pérsico.
Para empezar, “fuentes importantes cercanas al régimen iraní” nunca revelarían detalles tan sensibles de seguridad nacional, y mucho menos a los medios de comunicación extranjeros angloamericanos. En mi propio caso, a pesar de que he realizado varias visitas a Irán mientras informaba constantemente sobre Irán para Asia Times, y aunque las autoridades en innumerables niveles saben de dónde vengo, no he logrado obtener respuestas de los generales del Cuerpo de la Guardia Revolucionaria Islámica a 16 preguntas detalladas que envié hace casi un mes. Según mis interlocutores, estos se consideran “demasiado sensibles” y, sí, una cuestión de seguridad nacional.
¿Una guerra de desinformación?
Como era de esperar, el informe fue completamente desacreditado. Una de mis principales fuentes en Teherán, a la que se le preguntó sobre la veracidad del artículo, fue contundente: “Absolutamente no”. Después de todo, la constitución de Irán prohíbe totalmente las tropas extranjeras estacionadas en territorio nacional. El Majlis, el parlamento iraní, nunca aprobaría tal medida salvo un caso extremo, como en el seguimiento de un ataque militar estadounidense.
En cuanto a la cooperación militar entre Rusia e Irán, los próximos ejercicios militares conjuntos en la “parte norte del Océano Índico”, incluido el Estrecho de Ormuz, son la primera ocasión de este tipo, que solo es posible gracias a un acuerdo especial.
El analista Gennady Nechaev está más cerca de la realidad cuando señala que, en caso de una creciente cooperación entre Rusia e Irán, la posibilidad estaría abierta a “una base permanente de la Armada rusa en uno de los puertos iraníes con la provisión de un campo de aviación cercano, el mismo tipo de arreglo como Tartus y Hmeimim en la costa mediterránea de Siria”. Sin embargo, llegar a ese punto sería un camino largo y sinuoso.
India en el escenario iraní
Y eso nos lleva a Chabahar, que plantea una pregunta interesante. Chabahar es un puerto de aguas profundas, en el Golfo de Omán y el tablón clave en la visión de la mini Ruta de la Seda de la India. India invirtió mucho en Chabahar para conectarlo por carretera a Afganistán y Asia Central y, en el futuro, por ferrocarril al Cáucaso. Todo eso para que India pueda pasar por alto a Pakistán en lo que respecta a las rutas comerciales.
Sin embargo, Chabahar también puede convertirse en un nodo importante de las Nuevas Rutas de la Seda, o la Iniciativa Belt and Road. India y China, así como Rusia, son miembros de la Organización de Cooperación de Shanghai. Irán, tarde o temprano, también se convertirá en miembro de pleno derecho de la OCS. Solo entonces cabría la posibilidad de que la armada rusa o china “podrían” –y el énfasis está en “podrían”– atracar ocasionalmente en Chabahar, pero aún no usarla como una base militar avanzada.
Tengo petróleo, listo para embarcar
En Irán, la asociación estratégica Rusia-China está trabajando en paralelo. La prioridad de China es el suministro de energía –y Beijing juega en el tablero de ajedrez acorde a la estrategia. El embajador chino en los Emiratos Árabes Unidos acaba de emitir un globo de prueba, mencionando que Beijing podría considerar escoltar a los petroleros a través del Golfo Pérsico y el Estrecho de Ormuz. Eso podría suceder independientemente o –la zanahoria colgando– como parte de la Operación Centinela de Washington, que por el momento ha logrado encontrar solo un miembro de la “coalición de los dispuestos”: el Reino Unido.
Lo que está sucediendo en este momento en el Golfo Pérsico es mucho más entretenido. Como lo confirmé con los comerciantes de energía en Doha a fines del mes pasado, la demanda de petróleo en este momento es mayor que en el 2018. Y, en consecuencia, Irán continúa vendiendo la mayor parte de su petróleo.
Un “embargo” de precios bajos
Un petrolero sale de Irán con el transponedor apagado; el petróleo se transfiere a otro petrolero en alta mar; y luego se vuelve a etiquetar. Según un comerciante, “Sí usted retira dos o tres millones de barriles por día del mercado mediante las sanciones a Venezuela e Irán, más los recortes de la OPEP, tendría que haber un precio más alto”.
Pero no hay un precio más alto. El crudo Brent permanece cerca de un mínimo de siete meses, alrededor de US $60 por barril. Esto significa que Irán continúa vendiendo, principalmente a China. Ese globo de prueba que flotaba en los Emiratos Árabes Unidos podría ser China camuflando su compra continua del petróleo iraní.
La atracción magnética de Rusia y China
El ministro de Relaciones Exteriores iraní, Javad Zarif, ha estado demostrando una y otra vez su dominio diplomático, dando vueltas alrededor de la administración de Donald Trump. Pero todas las decisiones importantes en Irán provienen del líder supremo Ayatollah Khamenei. Eso también se aplica a la posición de Teherán en relación con las formas de apoyo multinivel de la asociación estratégica Rusia-China.
Lo que los últimos meses han dejado en claro es cómo la atracción magnética de Rusia y China está atrayendo a los jugadores clave de Eurasia, Irán, Turquía y Pakistán. Y no se equivoque: por mucho que Teherán pueda estar extremadamente orgulloso de su independencia política, es tranquilizador saber que Irán es, y seguirá siendo, una línea roja definitiva para Rusia-China.
Pepe Escobar es un analista geopolítico independiente, escritor y periodista. Escribe para The Roving Eye, Asia Times Online, y trabaja como analista para RT, Sputnik News y Press TV. Anteriormente trabajó para Al Jazeera.
Fuente: https://www.asiatimes.com/2019/08/article/how-tehran-fits-into-russia-china-strategy/
Traducción: A. Mondragón
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