Por Thomas L. Knapp
Mientras escribo esto, el presidente Donald Trump se encuentra en el Centro Médico Militar Nacional Walter Reed después de dar positivo por COVID-19 y, según se nos dice, experimenta síntomas “muy preocupantes”. Le deseo al presidente una recuperación completa y rápida. Pero al igual que muchos estadounidenses, también estoy interesado en cómo este desarrollo afectará las próximas elecciones presidenciales.
El consenso parece ser que es malo para Trump —estará fuera de la campaña electoral durante dos semanas, por lo menos, su condición médica es el centro de atención y cualquier tipo de enfermedad tiende a hacer que un presidente parezca “débil” (nada bueno a menos de un mes de las elecciones).
Pero Trump podría usar su desafortunada aflicción en su propio beneficio político, invocando la 25a Enmienda.
El proceso de la 25ta Enmienda
Sí, estoy hablando de la misma 25ta Enmienda que, aparentemente, algunas figuras de la investigación del “Rusiagate” esperaban utilizar para destituirlo de su cargo desde el principio. Esa enmienda tiene dos caras.
Un lado de la 25 involucra al vicepresidente y la mayoría del gabinete decidiendo (e informando al Senado y a la Casa de Representantes) que el presidente no puede cumplir con los poderes y deberes de su cargo. El otro lado implica que el propio presidente notifique al Senado y a la Cámara de la misma conclusión. En cualquier caso, el Vicepresidente se convierte en presidente interino hasta que el Presidente se recupere.
Las edades y las enfermedades
Dos temas importantes en esta elección involucran la transferencia del poder presidencial.
Uno se refiere a las edades y las aparentes enfermedades de los dos candidatos del “partido principal”. Donald Trump y Joe Biden tienen más de 70 años. Ambos padecen aparentemente problemas de salud que incluyen, entre otros, demencia incipiente o real. Si alguno de ellos, de ser elegido, sobreviviría los próximos cuatro años en un estado físicamente vigoroso y mentalmente competente, es una preocupación razonable.
El otro implica una aparente falta de voluntad por parte de Donald Trump de renunciar voluntariamente al poder personal bajo cualquier circunstancia —tal vez ni siquiera después de perder las elecciones el próximo mes.
Traspasando el poder a Pence
Trump podría tranquilizar al público sobre ambos asuntos invocando la 25a Enmienda él mismo. Eso comunicaría al electorado que a él le importa más la continuidad del gobierno que el poder personal. También le daría al vicepresidente Mike Pence la oportunidad de demostrar que está listo para servir como presidente cuando y como sea necesario. Es probable que ambos funcionen bien con los votantes indecisos restantes.
En el aspecto práctico, el Covid-19 puede moverse muy rápidamente. En agosto pasado, mi madre pasó de una aparente mejoría, sentada en la cama, hablando y comiendo, a muerta en unas dos horas. Un presidente hospitalizado con ese tipo de condición está intrínsecamente incapacitado. El presidente Trump debería centrarse en su propia recuperación, no en parecer fuerte antes de las elecciones.
Thomas L. Knapp (Twitter: @thomaslknapp) es director y analista senior de noticias en el William Lloyd Garrison Center for Libertarian Advocacy Journalism (thegarrisoncenter.org).
Leave a Reply