¿Cuál es el propósito del Aprendiz de Maquiavelo?

“Después de ver el repugnante regreso a La Casa Blanca, parodiando como Mussolini desde un balcón y quitándose la mascarilla con desdén, listo para infectar otra vez, Trump El Asesino”, escribió Michael Moore, está de vuelta otra vez. Muchos estarán de acuerdo con el cineasta, pero dejarnos llevar por el coraje, la ira o el odio, puede impedirnos ver claramente cuál es el verdadero objetivo de Trump. Lo sentimientos desaforados son los demonios del alma, dicen los sabios orientales.

Por Alexandr Mondragón

Con lo que hemos visto en los últimos días, del Aprendiz de Maquiavelo todo se puede esperar y nada, absolutamente nada, se puede descartar, desde que los médicos, al parecer, no están diciendo toda la verdad y que Trump, una vez más, está jugando con todo el mundo, creyendo que se saldrá con la suya y, quien sabe, lo haga otra vez. Pero en este punto hay que tener en claro que, por más que la gente odie a un aborrecible Trump, las emociones son los peores demonios para la razón. Y es que para tratar de entender lo que estamos viendo, es importante discernir a través de la lógica —que, por ahora, parece oculta profundamente en el averno del desprecio.

La clave: el Colegio Electoral

Así que, para comenzar, lo primero que no debemos de olvidar es que la presidencia de Estados Unidos no la gana el candidato que obtenga más votos, como es la norma de la presunta democracia electiva. NO, en EE.UU. lo gana quien obtenga más votos en el Colegio Electoral, según la Constitución. En este escenario, iónicamente, en los últimos 20 años dos candidatos demócratas que obtuvieron más votos que su rival perdieron. Al Gore en el 2000, frente a George W. Bush, e Hillary Clinton, en el 2016, frente al mismísimo Trump. Y aunque muchos no quieran creerlo, este año se puede repetir la historia incluso con el candidato demócrata, Joe Biden, obteniendo millones de votos más que Trump —en el 2016, Hillary obtuvo casi 4 millones de votos más, pero de nada le sirvió. Así que con esto en mente, debemos pensar con cabeza fría y discernir lo que el Aprendiz de Maquiavelo está haciendo.

Millones que no cuentan

El hecho de que Trump saliera disparado del hospital el lunes, montando todo un espectáculo en su regreso a La Casa Blanca, incluyendo quitarse la mascarilla y decir que “No hay nada que temer del covid-19”, mostrando más que nunca su arraigada negación al virus y tirando al tacho los protocolos científicos para frenar la pandemia, sea aborrecible para millones de estadounidenses no importa mucho. Y es que como diría Maquiavelo, el verdadero, “El fin justifica los medios”. Y su Aprendiz lo sabe muy bien. Y es que a Trump le importa un pepino partido que cientos de millones lo odien, o voten por su rival, eso no cuenta para nada, cero, para el Colegio Electoral. A Trump lo único que le importa es arengar a su base —”Los Deplorables”, como los bautizo para su mala suerte Hillary el 2016— y unirlos sólidamente en defensa de su caudillo. Porque decimos esto. Bueno solo basta escuchar las arengas que dijo el lunes en la noche.

Las arengas del Aprendiz

«Regresaremos. Regresaremos al trabajo. Estaremos al frente. Como su líder, tenía que hacer eso. Sabía que había peligro, pero tenía que hacerlo», dijo Trump en un video de campaña preparado por asistentes una hora después de su regreso a la Casa Blanca. En él, el Aprendiz de Maquiavelo se enmarca a sí mismo como un guerrero que se enfrentó al virus y ganó. Quién sabe si él se sentía como Leónidas hablando a sus 300. «Me mantuve al frente. Lideré. Nadie que sea un líder no haría lo que hice. Sé que hay un riesgo, hay un peligro», dijo Trump, en un mensaje implícito a su base de votantes, a pesar de que sus médicos dijeron anteriormente que todavía no está completamente «fuera de peligro» en su lucha contra el virus.

Aliento a su furibunda base

Así que aquí está uno de los objetivos de Trump. Su teatro de estar contagiado del virus y zafarse del hospital en solo 3 días, cuando al menos debería pasar una cuarentena de dos semanas, conlleva un poderoso mensaje de aliento a su furibunda base de votantes —que, según algunos reportes, han estado engañando a las encuestadoras— para que vayan a salir a votar en masa en los estados claves e indecisos y, aunque pierda en el voto popular, pueda alcanzar la mayoría en el Colegio Electoral. En este escenario, entonces, es preciso entender a su base y no simplemente descartarlos como “los deplorables”, como lo hizo Clinton, en un patético error que le costó la elección. Y es que “Todo lo que se ignora, se desprecia”, dijo Fray Antonio de Guevara.

Rebeldes contra el establishment

En este contexto, lo que debemos entender es que, queramos aceptarlo o no, la base de Trump son los verdaderos rebeldes contra el establishment, incluso en la pandemia. Como se ha visto desde hace meses, ellos —”Los Deplorables”— se han rehusado a las medidas draconianas del encierro, han pedido que la economía se reabra, y creen firmemente que el miedo usando al virus como excusa, es una fabricación de quienes controlan la sociedad y buscan arruinarlos económicamente. Y es allí donde reside el mensaje de Trump al desafiar a la medicina convencional. “Soy su líder y ustedes los guerreros de América la indomable”. El patriotismo —chauvinista— de su base es inexpugnable y Trump, conociéndolo al revés y al derecho, se presenta —y autonombra— como su caudillo que lo idolatran, como puede apreciarse en sus mítines o en los medios que lo apoyan, aunque esto sea invisible para quienes lo rechazan o lo odian. El sol no se puede ocultar con un dedo, eso paso en el 2016.

Preparando a sus guerreros

Ahora bien, en otro objetivo, Trump no solo está arengando a sus masas para que salgan a votar masivamente en los estados clave, porque él también sabe que es el último as electoral bajo la manga que le queda, sino también lo hace para prepararlos para la Batalla de la Termópilas — los días después del 3 de noviembre cuando, según varios analistas y las propias autoridades federales, se esperan choques y revueltas violentas cuando un bando se declare ganador y el otro denuncie un fraude electoral. Y en ese cambalache, Trump pueda usar la XII Enmienda a su favor, o cualquier otro ardid que le permita la Constitución. Finalmente, esa misma base de Trump puede servir para crear lo impensable: un tercer partido de grandes masas, en un momento donde la sociedad norteamericana está a punto de atomizarse. A todo esto apuesta el Aprendiz de Maquiavelo.

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