Cuando ir a la universidad puede convertirse en una estafa

En uno de sus discursos el presidente Obama dijo: “Graduarse de la universidad nunca ha sido más valioso”. Y bueno, en los Estados Unidos eso es como si fuera una verdad absoluta. Sin embargo, hasta las certezas son relativas en el tiempo.

Por John Stossel

El economista Bryan Caplan dice que, hoy en día, la mayoría de la gente no debería ir a la universidad o, al menos, debe preguntarse primero sí le será realmente útil en la nueva economía tercermundista de los EE.UU.
“¿Cuántos miles de horas pasaste en clases estudiando temas en los que nunca has vuelto a pensar?”, es la interrogante que Caplan les plantea a los estudiantes y los graduados.

Montones, en mi caso. En Princeton, aprendí a vivir con extraños, jugar a las cartas y perseguir mujeres, pero me dormía en las clases porque la mayoría de ellas eran aburridas.

Pero al menos la matrícula sólo me costaba $2,000. Ahora, sin embargo, son casi $50,000.
“Por lo general, la gente solo quiere hablar sobre la matrícula, que es un gran problema, pero también están todos esos años que las personas pasan en la universidad, cuando podrían haber estado haciendo otra cosa”, señala Caplan en mi nuevo video de YouTube.
“Si solo observas las caras de los estudiantes, es obvio que están aburridos”, dice. “La gente está allí sólo para conseguir un buen trabajo”, una vez que logren graduarse.

La desconexión con la realidad

Eso suena como una buena razón para ir a la universidad. Pero Caplan, en su nuevo libro, “The Case Against Education”, argumenta que hay poca conexión entre lo que absorbemos en la universidad y nuestra capacidad para hacer un trabajo.
“Es totalmente cierto que cuando las personas obtienen títulos más suntuosos, sus ingresos generalmente aumentan”, reconoce Caplan, pero “la razón por la que esto sucede no es porque la universidad derrame toneladas de habilidades laborales. En realidad… el diploma sólo es un dispositivo de señalización”.

Cuando no hay mucha diferencia

Un diploma les dice a los empleadores que fuiste lo suficientemente inteligente como para terminar la universidad. Sólo eso.
Cuando la mayoría va a la universidad, dice Caplan, “Solo subes de nivel”, pero hoy en día no eres el único. “Imagina que estás en un concierto y quieres ver mejor el escenario. Te pones de pie y, por supuesto, verás mejor. Pero si todos se ponen de pie, simplemente bloquearan la visión de los demás”. Ya no hay mucha diferencia.
Es por eso que hoy, dice Caplan, se espera que los camareros sean de alto nivel, porque tienen títulos universitarios. Y eso puede significar “que nosotros, como país, somos unos tontos en subsidiar” a las universidades, pagando costosas matrículas, para obtener títulos que, en la realidad, son un derroche de dinero.

No tienes por qué endeudarte

Caplan dice que si los estudiantes realmente quieren aprender, pueden hacerlo sin incurrir en deudas de matrícula.
“Si quieres ir a Princeton, no tienes que postular”, señala. “Solo múdate a la ciudad y comienza a asistir a clases”.
Eso es generalmente cierto. En la mayoría de las universidades, puedes acudir a las conferencias universitarias de forma gratuita. Pero casi nadie hace eso.
Pero “en la mente de las personas, ellos solo piensan que lo que realmente cuenta es la diploma”, concluye Caplan.


Los únicos que se benefician

Debido a que hoy en día los diplomas universitarios son generalmente subsidiados por los contribuyentes, debido a los préstamos e impagos de las deudas estudiantiles, la universidad cuesta más. La matrícula ha aumentado al triple de la tasa de inflación.
Y no está claro si los estudiantes aprenden más por una matrícula más costosa, pero las instalaciones de las universidades se han vuelto más elegantes. Compiten ofreciendo cosas como piscinas de lujo y cenas gourmet. Eso probablemente no te ayudará a conseguir un trabajo.
Aunque Caplan piensa que la universidad es hoy en día una estafa, él dice que hay un tipo de personas que definitivamente se benefician de todo estos: los profesores como él.
“Soy un profesor titular”, dijo. “Un profesor titular no puede ser despedido… Tienes buenos ingresos y casi no hay exigencias en tu tiempo”.
Se espera que el profesor Caplan solo enseñe durante cinco horas a la semana.
Le dije que sonaba como una estafa subsidiada por el gobierno.
“Sí. Bueno, soy un delator” del fraude, respondió Caplan.


Traducción: A. Mondragón

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