John W. Whitehead
“Cuando una población es distraída con trivialidades, cuando la vida cultural es redefinida como una ronda perpetua de entretenimientos, cuando una conversación pública seria se convierte en una especie de charla infantil, cuando, en resumen, un pueblo se convierte en una audiencia y el gobierno en un vodevil, entonces una nación se encuentra en riesgo; la muerte cultural es una gran posibilidad”.
– Profesor Neil Postman, “Divirtiéndonos hasta morir: El Discurso en la Era del Mundo como un Espectáculo”
Lo que caracteriza al gobierno estadounidense de hoy en día no es tanto una política disfuncional como una gobernanza implacablemente realizada, para llevar a cabo un entretenimiento de distracción y puro teatro político. Y que el teatro político, diabólicamente shakesperiano a veces, esté lleno de ruidos y furia, sino que al final, no significa absolutamente nada.
Interpretado en el escenario nacional y transmitido con entusiasmo a una audiencia cautiva, por parte de los patrocinadores de los medios de comunicación, este ejercicio ridículo del teatro político puede, a veces, parecer fascinante, lleno de suspenso, incluso para quienes saben muy bien que todo es puro circo.
Semana tras semana, el guión cambia (los Tweets de Donald Trump, las audiencias del Congreso sobre la investigación de Robert Mueller sobre el Russiagate, los interminables tambores de guerra militares, la tropa cada vez más díscolos de candidatos a la carrera presidencial del 2020, etc.) con cada nuevo guión siguiendo los talones del último, sin pausa ni calma, todo es un melodrama constante… al mejor estilo de una serie de Nextflix.
Los actores van y vienen, los protagonistas y los antagonistas intercambian lugares, y los miembros de la audiencia se apresuran a olvidar los errores pasados y pasan a ver el siguiente espectáculo.
El drama detrás del escenario
Mientras tanto, un tipo de drama diferente se desarrolla detrás del escenario, oculto a la vista por la pesada cortina, los escenarios elaborados, las luces de colores y los actores que desfilan.
Así es, el ámbito del teatro político con todo su drama, vitriolo y libretos teátricos que se hace pasar por un gobierno “transparente”, con funcionarios electos, encargados de actuar en el mejor interés de sus electores, que se presentan rutinariamente ante sus audiencias e interpretan ante las cámaras, haciendo muy poco para que el país salga de su propio marasmo.
Sin embargo, detrás de los focos, los que realmente dirigen el espectáculo están implementando políticas que erosionan nuestras libertades y socavan nuestros intentos de contribuir al funcionamiento de nuestro gobierno, sin dejarnos nada y desprovistos de oportunidades para expresar nuestro descontento o participar con cualquier tipo de discurso, hasta que sea demasiado tarde.
El mago y sus compinches rufianes
Es uno de los trucos de naipes más antiguos, con las manos del mago que te mantiene concentrado en el juego de cartas que tienes delante, mientras sus compinches rufianes te limpian la billetera.
De hecho, mientras Estados Unidos está embelesado en el reality show lleno de drama, que se está televisando desde la Casa Blanca, el Estado Policial estadounidense ha avanzado constantemente.
Con el telón de fondo de la vigilancia gubernamental, la policía militarizada, las redadas de los equipos SWAT, la confiscación de activos y de propiedades inmuebles, la sobrecriminalización, los drones de vigilancia armados, los escáneres de cuerpo entero, las detenciones de búsqueda y registro, las redadas VIPR (Visible Intermodal Prevention and Response) y similares —todo lo cual ha sido aprobado por el Congreso, la Casa Blanca y los tribunales— nuestras libertades constitucionales han sido constantemente despojadas, socavadas, erosionadas, reducidas y, en general, descartadas.
La pérdida de nuestras libertades aumenta con cada día que pasa.
La guerra del gobierno contra el pueblo
La libertad de expresión, el derecho a protestar, el derecho a desafiar las irregularidades del gobierno, el debido proceso, la presunción de inocencia, el derecho a la legítima defensa, la responsabilidad y la transparencia del gobierno, la privacidad, la prensa, la soberanía, el derecho a las reuniones públicas, la integridad física, el gobierno representativo: todo esto y más se han convertido en víctimas de la guerra del gobierno contra el pueblo estadounidense.
Los estadounidenses han sido tratados como combatientes enemigos, para ser espiados, rastreados, escaneados, manoseados, registrados, sometidos a todo tipo de intrusiones, intimidados, invadidos, allanados, maltratados, censurados, silenciados, disparados, encerrados y negados al debido proceso.
Ninguno de estos peligros se ha disipado, ni son temas de un gran debate público.
Simplemente han desaparecido de nuestras transmisiones de noticias televisadas.
El nuevo jefe ha demostrado ser el mismo que el antiguo jefe, y el pueblo estadounidense, la subclase permanente en EE.UU., se ha dejado distraer y dividir tanto que no se ha dado cuenta de que los bloques de construcción de la tiranía han sido colocados justo debajo de sus narices por los arquitectos del Estado Profundo.
El abecedario de la sombría realidad
Francamente, no importa realmente como usted llame al antiguo / nuevo jefe: el Estado profundo, los controladores, las mentes diabólicas, el gobierno en la sombra, el estado policial, el estado de vigilancia, el complejo industrial militar, siempre y cuando entienda lo que son, no importa quién ocupe la Casa Blanca, es una burocracia con fines de lucro, no electa que, en realidad, está llevando a cabo sus pérfidas acciones.
En interés de la libertad y la verdad, aquí hay una cartilla de la A a la Z para explicar las sombrías realidades de la vida en el Estado Policial de Estados Unidos y de lo que ya nadie habla.
Un Estado Policial llamado EE.UU.
A es para el AMERICAN POLICE STATE. Un estado policial “es caracterizado por la burocracia, el secretismo, las guerras perpetuas, una nación de sospechosos, la militarización, la vigilancia, la presencia policial generalizada y una ciudadanía con pocos recursos contra las acciones policiales”.
B es para nuestros maltratados BILL OF RIGHTS, o los Derechos Civiles. En la cultura policial de los EE.UU. de hoy, donde cualquiera puede ser pateado, golpeado, disparado, electrizado, intimidado, acosado, desnudado, registrado, brutalizado, aterrorizado, arrestado injustamente e incluso asesinado por un oficial de policía, los oficiales que lo comenten son rara vez detenidos y hechos responsables de violar los derechos de la víctima, los Derechos Civiles no significan nada.
El robo a través de la “confiscación”
C es por CIVIL ASSET FORFEITURE, o Confiscación de propiedades civiles. Este plan gubernamental es para privar a los estadounidenses de sus libertades, es decir, el derecho a la propiedad. Se lleva a cabo bajo el disfraz del decomiso civil de activos, una práctica del gobierno en la que los agentes del gobierno (generalmente la policía) se apoderan de la propiedad privada que “sospechan” puede estar conectada a una actividad delictiva. Luego, al margen de si se demuestra que se ha cometido algún delito o no, el gobierno se queda con la propiedad del ciudadano.
D es por los DRONES. Se estima que al menos 30,000 aviones no tripulados serán enviados al espacio aéreo estadounidense para el 2020, como parte de una industria de $80 mil millones. Aunque algunos drones se utilizarán con fines benévolos, muchos también estarán equipados con láseres, dispositivos de búsqueda y pistolas eléctricas entre otras armas —todas destinadas contra “nosotros, el Pueblo”.
E es para ELECTRONIC CONCENTRATION CAMP o Campamentos de Concentración Electrónicos. Es el nombre que yo he designado al estado de vigilancia, donde todos los aspectos de la vida de una persona están vigilados por los agentes del gobierno y todos los ciudadanos son sospechosos —sus actividades son monitoreadas y reguladas, sus movimientos, sus comunicaciones y su vida. Las libertades y la búsqueda de la felicidad dependen de lo que diga el gobierno.
Hacia nuestro propio fascismo
F es por el FASCISMO. Un estudio realizado por las Universidades de Princeton y Northwestern concluyó que el gobierno de EE.UU. no representa a la mayoría de los ciudadanos estadounidenses. En cambio, el estudio descubrió que el gobierno está regido por los ricos y poderosos, o la llamada “élite económica”. Además, los investigadores concluyeron que las políticas promulgadas por esta élite gubernamental, casi siempre, sino siempre, favorecen los intereses especiales y de los grupos de presión. En otras palabras, estamos siendo gobernados por una oligarquía disfrazada de democracia y, posiblemente, en camino hacia nuestro propio fascismo —una forma de gobierno donde los intereses de las empresas privadas gobiernan, el dinero de los poderosos es el medio, y la gente es vista como meras unidades económicas.
G es para GRENADE LAUNCHERS y GLOBAL POLICE, la Policía Global Lanzadores de Granadas. El gobierno federal ha distribuido más de $18 mil millones en armas, vehículos y equipos militares apropiados para un campo de batalla, como drones, tanques y lanzagranadas, a los departamentos de la policía de todo el país. Como resultado, hoy en día la mayoría de las fuerzas policiales de pueblos pequeños tienen suficiente poder de fuego para hacer inútil cualquier resistencia ciudadana. Ahora junte a esas fuerzas policiales de los pueblos pequeños, capacítelas para que se parezcan a los militares, y luego reclútelas para que formen parte del programa Red de Ciudades Fortificadas de las Naciones Unidas, y no solo tiene un ejército permanente que opera más allá del alcance de la Constitución, sino también una fuerza que forma parte de una policial global.
H es para HOLLOW-POINT BULLETS, o Balas Expansivas. Los esfuerzos del gobierno por militarizar y armar a sus agencias y empleados están alcanzando proporciones épicas, con agencias federales tan variadas como el Departamento de Seguridad Nacional y la Administración de la Seguridad Social acumulando millones de balas letales de punta hueca, que violan el derecho internacional. Irónicamente, mientras el gobierno continúa presionando por leyes de armas más estrictas para la población general, el arsenal de armas de los militares de EE.UU. hace que el arma de fuego de los civiles estadounidense parezca un Tinker Toy.
La “conectividad” del espionaje
I es por el INTERNET OF THINGS, en el que las “cosas” conectadas a internet monitorean su hogar, su salud y sus hábitos para mantener su despensa surtida, sus servicios públicos regulados y su vida bajo control, relativamente libres de preocupaciones. La palabra clave aquí, sin embargo, es control. Esta industria de la “conectividad” nos impulsa a un futuro en el que las agencias policiales pueden detener prácticamente a cualquiera si el gobierno “piensa” que puede cometer un delito, los autos sin conductor pueblan las autopistas y la biométrica de una persona es analizada constantemente y se usa para rastrear sus movimientos —para la publicidad y para mantenerlos bajo vigilancia perpetua.
J es por JAILING FOR PROFIT, o Encarcelamientos para el lucro. Habiendo externalizado a la población de presos a prisiones privadas, administradas por corporaciones privadas, esta forma de castigo masivo con fines de lucro ha dado lugar a una industria de prisiones privadas de $70 mil millones, que se basa en la complicidad de los gobiernos estatales para mantener sus prisiones privadas llenas —al encarcelar a grandes cantidades de estadounidenses por crímenes menores.
Redadas sin orden judicial
K es para KENTUCKY V. KING. En una resolución de 8-1, la Corte Suprema de EE.UU. dictaminó que los agentes de policía pueden entrar en las casas sin una orden judicial, incluso si es la casa equivocada, siempre que crean que tienen una razón para hacerlo. A pesar del hecho de que, en el caso en cuestión, la policía terminó persiguiendo al sospechoso equivocado, invadió el apartamento equivocado, y violó casi todos los principios que se interponen entre nosotros y un estado policial. El Tribunal favoreció la redada sin una orden judicial, dejando a los estadounidenses con poca protección real de cara a cualquier tipo de abusos por parte de los agentes del orden.
L es por LICENSE PLATE READERS, o Lectores de placas de autos, que permite a las agencias policiales y privadas rastrear el paradero de los vehículos y sus ocupantes, en todo el país. Esta información recopilada sobre decenas de miles de personas inocentes también se comparte entre las agencias policiales, centros de fusión de datos y empresas privadas. Esto pone al Gran Hermano en el asiento del conductor.
M es para MAIN CORE. Desde la década de 1980, el gobierno de EE.UU. ha adquirido y mantenido, sin orden judicial, una base de datos de nombres e información sobre los estadounidenses considerados como amenazas para la nación. Como informó Salon, esta base de datos, conocida como “Main Core”, será utilizada por el Ejército y FEMA en momentos de una emergencia nacional o bajo la Ley Marcial, para localizar y arrestar a los estadounidenses considerados como amenazas a la seguridad nacional. A partir del 2008, había unos 8 millones de estadounidenses en la base de datos Main Core.
La sobrecriminalización y sobrerregulación
N es por NO-KNOCK RAIDS. Debido a la militarización de las fuerzas policiales de la nación, los equipos SWAT se están desplegando cada vez más para asuntos policiales de rutina. De hecho, más de 80,000 de estas incursiones paramilitares se llevan a cabo cada año. Eso se traduce en más de 200 incursiones diarias de los equipos SWAT, en las que la policía derriba las puertas, daña la propiedad privada, aterroriza a adultos y niños por igual, mata a mascotas familiares, asalta o dispara a cualquier persona que se perciba como una amenaza —y todo en la búsqueda de alguien simplemente sospechoso de un delito, generalmente por la posesión de una pequeña cantidad de drogas.
O es por la OVERCRIMINALIZATION and OVERREGULATION, o Sobrecriminalización y Sobrerregulación. Gracias a una sobreabundancia de más de 4,500 delitos federales y más de 400,000 reglas y regulaciones, se estima que el estadounidense promedio, en realidad, comete tres delitos diarios sin saberlo. Como resultado de esta sobrecriminalización, estamos viendo un aumento en el número de estadounidenses arrestados y encarcelados por tales “violaciones” absurdas, como dejar que sus hijos jueguen en un parque sin supervisión, recolectar agua de lluvia o palear nieve de una propiedad ajena sin tener una licencia, cultivar vegetales en su patio, y tener estudios bíblicos en su sala de estar.
Experimentando una Patocracia
P es para PATOCRACIA y PRECRIMEN. Cuando nuestro propio gobierno nos trata como cosas que deben manipularse, maniobrarse, extraerse de minas de datos, ser maltratados por la policía y luego encarcelados en prisiones privadas con fines de lucro, si nos atrevemos a salir de la línea, ya no estamos operando bajo una república constitucional. En cambio, lo que estamos experimentando es una Patocracia: la tiranía a manos de un gobierno psicópata, que “opera en contra de los intereses de su propia gente, excepto para favorecer a ciertos grupos”. Combine eso con los florecientes programas precrimen del gobierno, que utilizarán centros de fusión de datos, agencias de recopilación de datos, científicos del comportamiento, corporaciones, redes sociales y organizadores de la comunidad y confiando en la tecnología de vanguardia para la vigilancia, el reconocimiento facial, la vigilancia predictiva, la biometría y la epigenética del comportamiento, para identificar y disuadir a los llamados potenciales “extremistas”, disidentes o agitadores. Tenga en cuenta que cualquier persona vista como un opositor al gobierno —ya sea de izquierda, derecha o en algún punto intermedio— ahora es vista como un extremista.
Q es por la QUALIFIED IMMUNITY. La inmunidad calificada permite a los oficiales (generalmente la policía) salirse con la suya sin pagar un centavo por sus malas acciones. Convenientemente, aquellos que deciden si un oficial de policía debe ser inmune a tener que pagar personalmente por su mal comportamiento en el trabajo, pertenecen al mismo sistema, todos son compinches con un interés personal en proteger a la policía y su infame código del silencio: Fiscales de las ciudades y los condados, Comisionados de policía, municipios y jueces.
Más de 20 formas de vigilancia
R es ROADSIDE STRIP SEARCHES y BLOOD DRAWS, o registros policiales en las carreteras y tomas de sangre. Los tribunales se han equivocado cada vez más en dar a los funcionarios del gobierno —especialmente a la policía— una gran discreción para llevar a cabo registros, pruebas de sangre e incluso pruebas anales, para una amplia gama de violaciones, sin importar cuán pequeña sea la ofensa. En el pasado, sólo se recurría a los registros desnudos en circunstancias excepcionales, donde la policía estaba casi segura de que se estaba cometiendo un delito grave. Sin embargo, en los últimos años, estos tipos de registros se han convertido en procedimientos operativos de rutina, en los que todo el mundo es sospechoso y, como tal, están sujetos a dicho tratamiento, que en el pasado sólo era reservado para los criminales más serios.
S es por el SURVEILLANCE STATE, o Estado de Vigilancia. En cualquier día dado, el estadounidense promedio, mientras realiza su trabajo diario, será monitoreado, vigilado, espiado y seguido de más de 20 formas diferentes, tanto por el gobierno como por los ojos y oídos corporativos. Un subproducto de esta nueva era en la que vivimos, ya sea que esté caminando por una tienda, manejando su auto, revisando el correo electrónico o hablando por teléfono con amigos y familiares, puede estar seguro de que alguna agencia gubernamental, ya sea la NSA o alguna otra entidad, esté escuchando y rastreado su comportamiento. Y esto sin ni siquiera tener en cuenta los rastreadores corporativos que monitorean sus compras, navegación web, publicaciones en Facebook y otras actividades que tienen lugar en la esfera cibernética.
Disparando primero, preguntando después
T es por los TASERS. La policía ha utilizado, con mayor frecuencia y con menos moderación, armas no letales, como tasers, pistolas paralizantes, balas de goma y similares, como armas de acción, incluso contra mujeres y niños, y en algunos casos, incluso, causando la muerte. Estas armas “no letales” también permiten a la policía atacar con solo presionar un botón, lo que hace mucho más probable la posibilidad de enfrentamientos exagerados por incidentes menores. Un Taser Shockwave, por ejemplo, puede electrocutar a una multitud de personas con solo tocar un botón.
U es para UNARMED CITIZENS SHOT BY POLICE, o Ciudadanos Desarmados Disparados por la Policía. Ya no es inusual escuchar sobre incidentes en los que la policía dispara primero a individuos desarmados y luego hace preguntas, a menudo atribuidas a un temor por su seguridad. Sin embargo, según se informa, la tasa de mortalidad de los oficiales de patrulla de servicio es mucho más baja que muchas otras profesiones, como la construcción, la tala, la pesca, la conducción de camiones e incluso la recolección de basura.
V es por los VIPR SQUADS. Las llamadas inspecciones de seguridad de “objetivos vulnerables”, llevadas a cabo por equipos VIPR itinerantes, formados por oficiales de la aviación federal, inspectores de seguridad de transporte terrestre, oficiales de seguridad de transporte, oficiales de detección de comportamiento y equipos caninos de detección de explosivos, se llevan a cabo en cualquier momento y en cualquier lugar donde el gobierno lo considera apropiado, en momentos y lugares aleatorios, y sin necesidad de justificar una amenaza particular.
Espionaje cibernético vía la NSA
W es por WHOLE-BODY SCANNERS, o Escáneres Corporales. El uso de la radiación de rayos X o las ondas de radio, los dispositivos de escaneo y las unidades móviles del gobierno se utilizan no solo para “ver” a través de su ropa, sino también para espiarlo dentro de la privacidad de su hogar. Si bien estos escáneres móviles se están vendiendo al público estadounidense como medidas de seguridad y protección necesarias, no podemos permitirnos olvidar que tales sistemas están plagados de abusos, no solo por parte de los burócratas del gobierno sino también por los técnicos empleados para operarlos.
X es por X-KEYSCORE, uno de los muchos programas de espionaje realizados por la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) dirigidos a todas las personas en EE.UU. que usan una computadora o teléfono. Este programa de alto secreto “permite a los analistas realizar búsquedas sin autorización previa a través de vastas bases de datos que contienen correos electrónicos, chats en línea y el historial de navegación de millones de personas”.
“Usted mismo” en su contra
Y es por YOU-NESS. Al usar su rostro, sus modales, sus redes sociales y a “usted mismo” en su contra, para realizar un seguimiento, puede hacerse ahora en función de lo que compra, a dónde va, qué hace en público y cómo hace lo que hace. El software de reconocimiento facial promete crear una sociedad en la que se realice un seguimiento y se registre a cada individuo que sale a la calle a medida que realizan sus actividades diarias. El objetivo es que los agentes del gobierno puedan escanear a una multitud de personas e identificar instantáneamente a todas las personas presentes. Los programas de reconocimiento facial se están implementando en los estados de todo el país.
Z es por la ZERO TOLERANCE. Nos hemos mudado a un nuevo paradigma en el que los funcionarios escolares y las autoridades de la ley ven a los jóvenes como sospechosos y son tratados como criminales, a menudo por involucrarse en algo más que un comportamiento infantil. En algunas jurisdicciones, los estudiantes también han sido penalizados bajo las políticas de tolerancia cero de la escuela por “delitos” tan extravagantes como portar gotas para la tos, usar lápiz labial negro, traer cortaúñas a la escuela, usar Listerine o Scope, y llevar peines desplegables que se asemejan a cuchillas. La lección que se está enseñando a nuestros ciudadanos más jóvenes —y más susceptibles— es la siguiente: En el estado policial estadounidense, usted es un prisionero (encadenado, controlado, monitoreado, ordenado, limitado en lo que puede hacer y decir, su vida no es la suya propia) o será prisionero de un burócrata (político, oficial de policía, juez, carcelero, espía, especulador, etc.).
Como lo dejé claro en mi libro “Battlefield America: The War on the American People”, la realidad con la que debemos llegar a un acuerdo es que en EE.UU. posterior al 11-S y en la que vivimos hoy en día, el gobierno hace lo que quiere y la libertad es condenada.
Nos hemos movido más allá de la era del gobierno representativo y hemos entrado a una nueva era. Puedes llamarlo la era del autoritarismo. O el fascismo. O la oligarquía. O el estado policial estadounidense.
Cualquiera que sea la etiqueta que quiera ponerle, el resultado final es el mismo: Es una tiranía.
John W. Whitehead es el presidente de The Rutherford Institute y autor de “Battlefield America: The War on the American People”.
Texto original: https://www.counterpunch.org/2019/05/13/d-is-for-a-dictatorship-disguised-as-a-democracy/
Traducción: A. Mondragón
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