La vulnerabilidad de los mercados energéticos mundiales vuelve a estar en el centro de atención debido a la invasión de Ucrania por parte de Rusia. La carrera por un futuro de energía renovable vendrá con sus propios problemas geopolíticos y podría generar nuevos conflictos a medida que surjan nuevas cadenas de suministro, como pasar del dominio de la OPEP a una OMEC.
Por Tsvetana Paraskova
La invasión de Ucrania por parte de Rusia ha expuesto, una vez más, la vulnerabilidad de los mercados y la economía mundiales de la energía, ante las acciones de los petroestados con el poder de convertir sus recursos energéticos en armas con fines políticos. En la mayor conmoción para los flujos de petróleo desde el embargo petrolero árabe de 1973, la guerra en Ucrania y la vacilación de Europa para castigar de inmediato a Putin, pusieron de relieve el poder geopolítico que actualmente tienen los países con enormes recursos de petróleo y gas.
Nuevos problemas geopolíticos
La respuesta de la Unión Europea a la invasión de Ucrania por parte de Rusia es abandonar la energía rusa lo antes posible y reducir el consumo general de combustibles fósiles a largo plazo, para dejar de estar en deuda con los actores maliciosos de las fuentes de energía.
Sin embargo, la carrera loca para impulsar las energías renovables y la electrificación del transporte viene con su propio conjunto de problemas geopolíticos.
Los países que no son Arabia Saudita, Irak e Irán, poseen vastos recursos de metales y minerales que serán fundamentales para permitir una transición energética más rápida. Pero esos poseedores de recursos también incluyen a Rusia, China y una serie de naciones africanas y sudamericanas que aún viven “la maldición de los recursos”, donde los conflictos, el trabajo infantil y forzado, y los estándares ambientales críticamente bajos, están socavando las credenciales “verdes” de los países limpios en busca de la transición energética.
A medida que las economías desarrolladas busquen disminuir su dependencia de los combustibles fósiles y, por extensión, de los objetivos y caprichos políticos de los principales poseedores de recursos de petróleo y gas, como Rusia y los miembros de la OPEP, la influencia geopolítica de los petroestados probablemente disminuirá con el tiempo. Pero surgiría un nuevo problema geopolítico: la dependencia potencial de los países que poseen recursos de minerales críticos. Y esos países incluyen a países como China y la República Democrática del Congo (RDC), por ejemplo.
Guerras petroleras por más de un siglo
La geopolítica de los recursos petroleros ha dado forma a la segunda mitad del siglo XX y continúa haciéndolo en el siglo XXI.
“Aunque a menudo se exagera la amenaza de las ‘guerras de recursos’ por la posesión de reservas de petróleo, la suma total de los efectos políticos generados por la industria petrolera, hace que el petróleo sea una de las principales causas de guerra”, dijo hace casi una década Jeff D. Colgan, profesor asistente en la Escuela de Servicio Internacional de la Universidad Americana en Washington, DC, en un reporte en la revista International Security, que fue revisada por pares.
Desde 1973, entre una cuarta parte y la mitad de las guerras interestatales se han relacionado con uno o más mecanismos causales relacionados con el petróleo, señala Colgan, y agrega que “ningún otro producto básico ha tenido tal impacto en la seguridad internacional”.
La seguridad internacional y energética siguen estando influenciadas por los recursos de combustibles fósiles una década después.
Debido a la alta dependencia del petróleo ruso por parte de algunos de sus miembros, la UE debate cómo implementar un embargo petrolero a Moscú sin hundir a Europa en una recesión y sin fracturar un frente unido de la UE contra Putin y su agresión en Ucrania.
Las energías renovables podrían ser la clave
Por lo tanto, la UE busca cambiarse a las energías renovables más rápido, como una forma de reducir el consumo de combustibles fósiles y la dependencia de Rusia.
“Cuanto más rápido cambiemos a las energías renovables y al hidrógeno, combinado con una mayor eficiencia energética, más rápido seremos verdaderamente independientes y dominaremos nuestro sistema energético”, dijo la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, a principios de marzo, al anunciar el objetivo de reducir la demanda de la UE de gas ruso en dos tercios antes de finales de este año.
“Las energías renovables nos dan la libertad de elegir una fuente de energía que sea limpia, barata, confiable y nuestra. Y en lugar de financiar las importaciones de combustibles fósiles y a los oligarcas rusos, podemos crear empleos aquí”, dijo el vicepresidente ejecutivo de la Comisión Europea para el Acuerdo Verde Europeo, Frans Timmermans.
La revolución de los vehículos eléctricos también ayudaría a reducir el poder geopolítico de los petroestados.
“La capacidad de electrificar el transporte y dejar de quemar combustibles fósiles, y específicamente petróleo, significa que resolveríamos problemas geopolíticos masivos, que han sido una plaga durante los últimos 100 años”, le dijo Adam Scott, director ejecutivo de una organización benéfica Shift con sede en Toronto y que aboga por inversión sostenible, a Andre Mayer de la CBC News de Canadá.
La energía limpia y metales clave
La guerra en Ucrania está acelerando el cambio hacia una mayor inversión en energías renovables como una forma de disminuir la dependencia de las importaciones de combustibles fósiles, una gran parte de los cuales proviene de la OPEP y Rusia.
Sin embargo, el gran desafío en la transición energética serán las cadenas de suministro, dijo la semana pasada Simon Flowers, presidente y analista jefe de Wood Mackenzie.
“Los costos de los componentes de las turbinas solares y eólicas ya están experimentando inflación y la demanda solo se intensificará. También va a haber una lucha masiva para acceder a los metales para construir la electrificación, desde acero, metales base clave, incluidos cobre, aluminio y níquel, y materias primas para baterías”, señaló Flowers.
Dependencia de importaciones
Las economías desarrolladas, incluido Estados Unidos, dependen actualmente de las importaciones para impulsar las fuentes de energía bajas en carbono. Estados Unidos importa más de la mitad de su consumo anual de 31 de los 35 minerales críticos, dijo el Departamento de Energía al comienzo del mandato del presidente Biden. Estados Unidos no tiene producción nacional para 14 de esos minerales críticos y depende completamente de las importaciones para satisfacer su demanda.
El presidente Biden incluyó en marzo materiales estratégicos y críticos necesarios para la transición de energía limpia, como litio, níquel, cobalto, grafito y manganeso para baterías de gran capacidad, en la Ley de producción de defensa de 1950.
Este es un paso en la dirección correcta para garantizar un mayor suministro interno, considerando que la geopolítica también jugará un papel en la transición energética, aunque los poseedores de los recursos pueden ser diferentes.
De la OPEP a la OMEC
“Existe un riesgo subestimado para la transición energética: el suministro de energía limpia depende de los recursos naturales extraídos, que están llenos de desafíos geológicos, geopolíticos y de gobernanza”, dijeron KPMG y Eurasia Group en un informe el año pasado.
El nuevo ecosistema energético global podría cambiar “de la OPEP a la OMEC”, donde la OMEC es lo que KPMG y Eurasia Group describen como un “acrónimo recién acuñado de la ‘Organización de Países Exportadores de Minerales’; es posible que esta agrupación aún no exista, pero el punto sigue siendo: el poder geopolítico podría pasar de países dominados por el petróleo a países críticos dominados por metales”.
Fuente: https://oilprice.com/Metals/Commodities/The-Battery-Boom-Will-Redraw-Geopolitical-Maps.html
Traducción: A. Mondragón
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