El despilfarro de Biden $2.3 billones sin poder desafiar a China

El gobierno demócrata subiría los impuestos a las corporaciones sin restaurar los incentivos para la I + D (Investigación y Desarrollo), que eliminó el recorte de impuestos de Trump. Y los gastos de Biden en infraestructura de transporte, de la cual una parte será absorbida por la corrupción, apenas harán mella a lo que requiere Estados Unidos. Mientras tanto, China construye 10,000 kilómetros de nuevas carreteras y 4,000 kilómetros de nuevas líneas ferroviarias al año.

Por David P. Goldman
El paquete de gastos de 2.3 billones (millones de millones) de dólares propuesto por el presidente Joe Biden, presentado el 31 de marzo, debería haber llegado un día después, como un ejercicio del “April Fool” (El Día de los Inocentes).
Etiquetado como un paquete para el desarrollo de infraestructura, solo ofrece $447 mil millones para infraestructura de transporte durante ocho años. Eso es menos de una cuarta parte de las estimaciones más aceptadas para el déficit de infraestructura en EE.UU.
El 21 de febrero, Biden le dijo a un grupo de senadores estadounidenses: “Si no nos movemos, [los chinos] nos van a almorzar. Están invirtiendo miles de millones de dólares en una amplia gama de problemas relacionados con el transporte, el medio ambiente y una amplia gama de otras cosas. Solo tenemos que dar un paso al frente”.
Biden también podría indicarle al secretario de Estado Blinken que le pregunte a los chinos si quieren papitas fritas con eso.

Un derroche para comprar votos
La mayor parte de los $2.3 billones comprará votos en lugar de infraestructura, incluidos los $400 mil millones para el “cuidado de ancianos y discapacitados”, $213 mil millones para “hogares ecológicos y asequibles”, $174 mil millones para vehículos eléctricos, $137 mil millones para “infraestructura escolar y de cuidado infantil”, $ 100 mil millones para “capacitación laboral” y así sucesivamente.
Es una mezcla heterogénea para los distritos urbanos del Partido Demócrata que apenas deja $180 mil millones para la “I + D en tecnología del futuro” y $300 mil millones en subsidios a la fabricación como una ocurrencia tardía.

El impuesto a las corporaciones
Lo más incongruente de todo es el aumento del impuesto a las corporaciones, a una tasa base del 28% desde el 21% actual. Las corporaciones financian la mayor parte de las I + D que se convierte en nuevos productos. Eso absorberá $695 mil millones de las corporaciones, según el cálculo de Biden, o tres veces y media más que los $180 mil millones en gastos adicionales de I&D propuestos.
Y esos $180 mil millones se destinarán principalmente a universidades, con énfasis en la investigación climática y otras cosas. Eso es $180 mil millones en ocho años, o un promedio de $22.5 mil millones al año en dinero nuevo. El año pasado, el Congreso Nacional del Pueblo de China ordenó $560,000 millones anuales de financiación para nuevas tecnologías.

Sheri Tindle (izquierda) y Chris DeRoller sostienen carteles fuera de la oficina del senador Roy Blunt, mientras brindan apoyo al plan de infraestructura de 2.3 billones de dólares del presidente Joe Biden, el 31 de marzo de 2021 en Kansas City, Missouri. Foto: AFP

La enorme diferencia de costos
El costo de contratar personal de I + D en China es de un tercio a la mitad del costo comparable en EE.UU., por lo que el gasto en tecnología de China está más cerca de $1 billón al año en términos de paridad de poder adquisitivo. (Para hacerlo más digerible, la proporción es de 22 a 1 al año, a favor de los chinos)
Bajo las administraciones de Carter y Reagan, el gasto federal en I + D alcanzó aproximadamente el 1.4% del PIB, o el equivalente a $300 mil millones al año en dólares de 2021. Hoy en día, Estados Unidos gasta solo el 0.6% del PIB, o alrededor de $130 mil millones, en I + D federal.
Para restaurar la I + D federal al nivel que prevalecía cuando Estados Unidos creó la economía digital, tendría que gastar cada año los $180 mil millones que Biden propone distribuir durante ocho años.

El problema del “código fiscal”
Y el aumento propuesto del impuesto corporativo eliminará mucho más financiamiento de I + D de lo que proporcionaría el plan Biden. La mejor manera de alentar la inversión en innovación de alta tecnología, argumenta Robert Atkinson de la Information Technology and Innovation Foundation, es reducir los impuestos para las corporaciones que realizan tales inversiones.
“El código fiscal”, escribió Atkinson el año pasado, “debería centrarse en la demanda de capital de las empresas. Debería reducir la tasa impositiva efectiva para las empresas, incluidas las grandes corporaciones, cuando invierten en investigación y desarrollo, bienes de capital y capacitación de la fuerza laboral.
“En otras palabras, el código fiscal debería incentivar a las empresas estadounidenses a respaldar los tres pilares fundamentales del crecimiento de la productividad, la innovación y la competitividad”.

El aumento empeorará las cosas
El recorte de impuestos de Trump de 2017 para las corporaciones, observa Atkinson, redujo la tasa impositiva base, pero redujo las exenciones impositivas para la I + D y gastos de capital. El resultado fue una disminución en el gasto de capital. En el 2019, las corporaciones estadounidenses gastaron más dinero en la recompra de sus propias acciones de lo que gastaron en bienes de capital.
Cualesquiera que sean los defectos de la legislación de Trump, el aumento del impuesto corporativo propuesto por Biden empeorará las cosas. Las corporaciones estadounidenses se quedarán con una tasa base más alta, sin los incentivos para la I + D y gasto de capital que eliminó la legislación de Trump.

Los despilfarros por la corrupción
El presupuesto de infraestructura propuesto por Biden es pequeño en comparación con lo que requiere Estados Unidos, y se reducirá aún más por el despilfarro y la corrupción.
La infraestructura estadounidense es más cara que en cualquier otro país del mundo, en gran parte porque el interés político arraigado y los sindicatos de la construcción.
La extensión del metro de la Segunda Avenida en Manhattan, Nueva York, costó $6 mil millones, o $2 mil millones por milla, el transporte público urbano más caro jamás construido. El costo promedio de las líneas de metro fuera de los EE.UU. es de $350 millones por milla, o una sexta parte del costo de Nueva York.
El proyecto “Big Dig” de Boston, originalmente presupuestado en 1998 por $7.2 mil millones, hoy en día, ajustado en su equivalente a la inflación de hoy, costaría $22 mil millones.
Sin una reforma regulatoria integral, los $447 de Biden en gastos de infraestructura de transporte apenas harán mella en lo que requiere Estados Unidos. Mientras tanto, China construye 10,000 kilómetros de nuevas carreteras y 4,000 kilómetros de nuevas líneas ferroviarias al año.

David Paul Goldman es un economista, crítico musical y autor estadounidense, mejor conocido por su serie de ensayos en línea en Asia Times bajo el seudónimo de Spengler.

Texto original: https://asiatimes.com/2021/04/biden-2-3-tn-boondoggle-is-no-challenge-to-china/
Traducción: A. Mondragón

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