El Dr. Fauci: el Darth Vader de las guerras del Covid

Ilustración: The New Yorker

Una estremecedora reseña del libro “The Real Anthony Fauci: Bill Gates, las grandes farmacéuticas y la guerra global contra la democracia y la salud pública”, de RF Kennedy Jr., que deconstruye la nueva normalidad, que nos ha invadido a todos desde principios del 2020, y revela una en que los Amos del Mundo y su lacayos –como Fauci y Gates– nos están conduciendo a un “totalitarismo en ascenso”, implementado con una “propaganda masiva y censura, la promoción orquestada del terror, la manipulación de la ciencia, la supresión del debate, la difamación de la disidencia y el uso de la fuerza para evitar la protesta”.

Por Pepe Escobar
La publicación del libro “The Real Anthony Fauci: Bill Gates, Big Pharma and the Global War on Democracy and Public Health”, de Robert F. Kennedy Jr., debería ser la noticia de primera plana en todos los medios de comunicación de Estados Unidos. En cambio, se ha encontrado con el proverbial y usual silencio atronador.
Los críticos que buscaban que Kennedy fuera descartado como un chiflado, que comerciaba con su famoso apellido, obtuvieron un éxito en febrero pasado, cuando Instagram borró permanentemente su cuenta por, supuestamente, hacer afirmaciones falsas sobre el coronavirus y las vacunas. Sin embargo, el libro, publicado hace solo unos días, ya es un éxito de ventas certificado en Amazon.

Un “totalitarismo en ascenso”
RFK Jr., presidente de la junta y principal asesor legal de Children’s Health Defense, se propone deconstruir la nueva normalidad, que nos ha invadido a todos desde principios del 2020. En mi libro de principios del 2021, Raging Twenties, yo denominé a esta fuerza como un tecno-feudalismo. Kennedy lo describe como un “totalitarismo en ascenso”, implementado con una “propaganda masiva y censura, la promoción orquestada del terror, la manipulación de la ciencia, la supresión del debate, la difamación de la disidencia y el uso de la fuerza para evitar la protesta”.
Centrándose en el doctor Anthony Fauci, como el punto de apoyo de la historia más grande del Siglo XXI, RFK Jr. pinta un completo lienzo de la militarización planificada y, sobre todo, la monetización de la medicina, un proceso tóxico administrado por las grandes farmacéuticas, las Big Tech y los complejos militares / inteligencia –debidamente promovido por los principales medios de comunicación.

Fauci un agente de la Big Pharma
A estas alturas, todo el mundo sabe que los grandes ganadores han sido la Big Finance, la Big Pharma, la Big Tech y la Big Data, con un nicho especial para los gigantes de Silicon Valley.
¿Por qué Fauci? RFK Jr. sostiene que, durante cinco décadas, Fauci ha sido esencialmente un agente de las grandes farmacéuticas, alimentando “una compleja red de enredos financieros, entre las empresas farmacéuticas y el Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas (NIAID) y sus empleados, que han transformado el NIAID en un filial de la industria farmacéutica. Fauci promueve descaradamente su relación amorosa con la Big Pharma como una ‘asociación público-privada’”.
Puede decirse que los contornos completos de esta historia tan intrincada –que nunca antes se han examinado como ahora lo hace RFK Jr.– están ampliamente documentados y con una gran cantidad de vínculos. Es posible que Fauci no sea un nombre familiar fuera de los EE.UU. y especialmente en el Sur Global. Sin embargo, es esta audiencia global la que debería estar particularmente interesada en su historia.

Para enriquecer a sus socios
RFK Jr. acusa a Fauci de haber seguido estrategias nefastas desde el inicio del Covid-19, desde falsificar la ciencia hasta suprimir y sabotear los productos competitivos que generan menores márgenes de beneficio –para la BP.
El veredicto de Kennedy es severo: “Tony Fauci no se dedica a la salud pública; es un hombre de negocios que ha utilizado su oficina para enriquecer a sus socios farmacéuticos y ampliar el alcance de la influencia, que lo ha convertido en el médico más poderoso y despótico de la historia de la humanidad”. Esta es una acusación muy seria. Depende de los lectores examinar los hechos del caso y decidir si Fauci es una especie de doctor Strangelove –o un Darth Vader.

Las maquinaciones de Fauci
En cuanto a las conmovedoras manipulaciones del Dr. Fauci están, en primer lugar, que sobrestimó las muertes del Covid en un 525%, elaborado por el falsificador Neil Ferguson del Imperial College de Londres y debidamente financiado por la Fundación Bill y Melinda Gates. Ese fue el modelo, luego desacreditado, que justificó la histeria del encierro en todo el planeta.
Kennedy atribuye a la investigadora canadiense de vacunas, la Dra. Jessica Rose, la acusación de que Fauci estuvo en la primera línea para borrar la noción de la inmunidad natural, incluso cuando a lo largo del 2020 los CDC y la Organización Mundial de la Salud (OMS) admitieron que las personas con un sistema inmunológico saludable tienen un riesgo mínimo de muerte a causa del Covid.

Ni siquiera la vitamina D
El Dr. Pierre Kory, presidente del Front Line Covid-19 Critical Care Alliance, fue uno de los que denunciaron el modus operandi de Fauci, de privilegiar el desarrollo de vacunas tecnológicas, sin dejar espacio para medicamentos reutilizados y eficaces contra el Covid: “Es absolutamente impactante que no recomendó la atención ambulatoria, ni siquiera la vitamina D”.
El cardiólogo clínico Peter McCullough y su equipo de médicos de primera línea probaron protocolos profilácticos utilizando, por ejemplo, ivermectina –”teníamos datos excelentes de equipos médicos en Bangladesh”– y agregaron otros medicamentos como la azitromicina, zinc, vitamina D y vitamina C intravenosa, todo esto mientras en toda Asia hubo un uso generalizado de lavados nasales salinos.

Complicidad del establishment
Para el 1 de julio de 2020, McCullough y su equipo presentaron su primer protocolo innovador al American Journal of Medicine, que se descargó ampliamente.
McCullough se quejó el año pasado de que Fauci nunca, hasta la fecha, había publicado nada sobre cómo tratar a un paciente con Covid. Además, alegó sin evidencia corroborada: “Cualquiera que intente publicar un nuevo protocolo de tratamiento se encontrará herméticamente bloqueado por las revistas que están todas bajo el control de Fauci”.
Y fue mucho peor. McCullough dijo: “Todo el establishment médico estaba tratando de bloquear totalmente el tratamiento y silenciar a todos los médicos que hablaban sobre su éxito. Toda una generación de médicos simplemente dejó de practicar la medicina”.
(Una opinión contraria argumentaría que McCullough se dejó llevar: un millón de médicos estadounidenses, el número aproximado que ejerce en un momento dado, no podrían haber estado al tanto).
El libro argumenta que las razones por las que hubo una falta de investigación original sobre cómo luchar contra el Covid, fueron la dependencia de los académicos estadounidenses tan cacareada de los miles de millones de dólares otorgados por el Instituto Nacional de Salud (NIH) y el hecho de que estaban aterrorizados de contradecir a Fauci.
Se cita a los especialistas de primera línea de Covid, Kory y McCullough, acusando que la supresión de Fauci del tratamiento primario y la medicación sin patente fue responsable de hasta el 80% de las muertes atribuidas a Covid en los EE.UU.

Cómo matar a la competencia
El libro ofrece un esquema detallado de una supuesta ofensiva de las grandes farmacéuticas para matar la hidroxicloroquina (HCQ), con mercenarios de la investigación financiados por el eje Gates-Fauci malinterpretando supuestamente e informando erróneamente los resultados negativos mediante el empleo de protocolos defectuosos.
Kennedy dice que, para el 2020, Bill Gates controlaba virtualmente todo el aparato de la OMS, como el mayor financiador después del gobierno de los EE.UU. (antes de que Trump sacara a EE.UU. de la OMS) y usó la agencia para desacreditar completamente a la HCQ, una afirmación arrolladora, si no incendiaria.

Los estudios fraudulentos
El libro también aborda el Lancetgate, cuando las dos principales revistas científicas del mundo, The Lancet y New England Journal of Medicine, publicaron estudios fraudulentos de una base de datos inexistente y de propiedad de una empresa previamente desconocida.
Solo unas semanas después, ambas revistas, profundamente avergonzadas y con su credibilidad ganada con tanto esfuerzo, retiró los estudios. Nunca hubo una explicación de por qué se involucraron en lo que podría interpretarse como uno de los fraudes más graves de la historia de la publicación científica.
Pero todo cumplió un propósito. Para las grandes farmacéuticas, dice Kennedy, matar a la HCQ y, más tarde, a la ivermectina (IVM) que eran sus principales objetivos. La ivermectina resulta ser un competidor de bajo beneficio de un producto de Merck, el Molnupiravir, que es esencialmente un imitador pero que puede venderse al por menor a unos rentables $700 por tratamiento.

Un veneno por $3,000
El libro alega que Fauci estaba bastante emocionado por un estudio prometedor del Remdesivir de Gilead, que no solo se considera ineficaz contra el Covid, sino que es un veneno mortal de facto, a $3,000 por cada tratamiento.
El libro también sugiere que Fauci podría haber querido matar a HCQ e IVM porque, según las reglas federales de EE.UU., el reconocimiento de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) de la HCQ e IVM hubiera eliminado automáticamente al Remdesivir.
La Fundación Bill y Melinda Gates tiene una gran participación en el capital social de Gilead. Un punto clave para Kennedy es que las vacunas son el Santo Grial de las grandes farmacéuticas.

El negocio de las “vacunas de refuerzo”
Él detalla lo que podría interpretarse como una alianza Fauci-Gates, que puso “miles de millones de dólares de los contribuyentes y deducidos de impuestos, para el desarrollo” de una plataforma de ARNm “para las vacunas que, en teoría, les permitiría producir rápidamente nuevas ‘vacunas de refuerzo’ para combatir cada variante” del virus.
Las vacunas, escribe RFK Jr., “son uno de los raros productos comerciales que multiplican las ganancias al fallar… La buena noticia para la industria farmacéutica es que toda la humanidad dependería permanentemente de las inyecciones de refuerzo semestrales o incluso trianuales”.
Cualquier similitud con nuestra realidad actual de las vacunas de “refuerzo” no es mera coincidencia.
El resumen final de los datos de los ensayos clínicos de Pfizer sorprenderá a innumerables personas. Peter McCullough dice: “Debido a que el ensayo clínico demostró que las vacunas reducen el riesgo absoluto en menos del 1%, esas vacunas no pueden influir en las curvas epidémicas. Es matemáticamente imposible”.

El Matrix de Bill Gates
Bill Gates describe la filosofía operativa de su fundación como el “filantrocapitalismo” (algo que lo aprendió muy bien de la dinastía de los Rockefeller). Es más como una autofilantropía estratégica, ya que tanto el capital de la fundación como su patrimonio neto se han disparado.
La Fundación Bill y Melinda Gates –“una organización sin fines de lucro que lucha contra la pobreza, las enfermedades y la desigualdad en todo el mundo”– invierte en compañías multinacionales farmacéuticas, alimentarias, agrícolas, energéticas, de telecomunicaciones y de tecnología global. Ejerce un considerable control de facto sobre las agencias internacionales de salud y agricultura, así como sobre los principales medios de comunicación, como lo demostró la Columbia Journalism Review en agosto de 2020.
Gates, sin un título de posgrado, por no mencionar que tampoco tiene un título de la escuela de medicina (aunque debe notarse que Kennedy, el autor del libro, tiene una formación como abogado), distribuye sabiduría en todo el mundo como experto en salud. La fundación tiene acciones y bonos corporativos en Pfizer, Merck, GSK, Novartis y Sanofi, entre otros gigantes farmacéuticos, y posiciones importantes en Gilead, AstraZeneca y Moderna.

Cómo Gates controla la OMS
El libro profundiza en detalles minuciosos sobre cómo Gates controla a la OMS (al ser el donante directo más grande: $604.2 millones en el 2018-2019, las últimas cifras disponibles). Ya en el 2011, Gates sugirió: “Los 183 estados miembros, deben hacer de las vacunas un enfoque central de sus sistemas de salud”. Al año siguiente, la Asamblea Mundial de la Salud, que establece la agenda de la OMS, adoptó un Plan Mundial de Vacunas diseñado por –¿quién más?– la Fundación Bill y Melinda Gates.
La Fundación también controla supuestamente el Grupo Asesor Estratégico de Expertos (SAGE), el principal grupo asesor de la OMS sobre vacunas, así como la crucial Alianza GAVI (anteriormente la Alianza Global para Vacunas e Inmunización), que es el segundo donante más grande de la OMS.
GAVI es una “asociación público-privada” de Gates que, esencialmente, acapara las ventas al por mayor de las vacunas de las grandes farmacéuticas a los países pobres. El primer ministro británico Boris Johnson, hace solo tres meses, proclamó que “GAVI es la nueva OTAN”.

El mandamás de la OMS
Pocos en el este y el oeste saben que fue Gates quien, en el 2017, eligió como director general de la OMS a Tedros Adhanom Ghebreyesus, que no tenía un título médico y tenía una formación bastante dudosa.
La Dra. Vandana Shiva, una de los principales activistas de derechos humanos de la India (acusada habitualmente de ser simplemente una anti-vacuna), resume: “Gates se ha apropiado de la OMS y la ha transformado en un instrumento de poder personal, que ejerce con el cínico propósito de aumentar las ganancias farmacéuticas. Él solo ha destruido la infraestructura de salud pública a nivel mundial. Ha privatizado nuestros sistemas de salud y nuestros sistemas alimentarios, para que sirvan a sus propios fines”.

Los Juegos de la Pandemia
El capítulo 12 del libro, “Juegos de Gérmenes”, podría decirse que es el más explosivo de todos los capítulos, ya que se centra en el aparato de armas biológicas y la bioseguridad de Estados Unidos, con una mención especial de Robert Kadlec, que podría reclamar el liderazgo de la –contagiosa– lógica, según la cual la enfermedad infecciosa representa una amenaza para la seguridad nacional de los EE.UU., por lo que requiere una respuesta militarizada.
El libro sostiene que Kadlec, estrechamente vinculado a las agencias de espionaje, la Big Pharma, el Pentágono y una variedad de contratistas militares, también está vinculado a las inversiones de Fauci en los experimentos (virales) de “ganancia de función”, capaces de diseñar superbacterias pandémicas. Fauci niega rotundamente que haya promovido tales experimentos. En 1998, Kadlec había escrito un documento de estrategia interna para el Pentágono, aunque no para Fauci, promoviendo el rol de los patógenos pandémicos como armas furtivas que no dejan huellas dactilares.

El ángel inversor del Pentágono
Desde el 2005, la DARPA (Defense Advanced Research Projects Agency), que inventó el Internet al construir el ARPANET en 1969, ha financiado la investigación de armas biológicas. DARPA, llámelo el ángel inversor del Pentágono, también desarrolló el GPS, los bombarderos furtivos, los satélites meteorológicos, los drones sin piloto y ese prodigio del combate, el rifle M16.
En el 2017, DARPA canalizó $6.5 millones a través de EcoHealth Alliance de Peter Daszak, para financiar el trabajo de “ganancia de función” en el laboratorio de Wuhan, en China, además de los experimentos de “ganancia de función” en Fort Detrick (el mayor laboratorio militar de armas biológicas de EE.UU.). EcoHealth Alliance fue la organización a través de la cual se realizó el financiamiento.

Los “juegos” desde el 2001
RFK Jr. conecta diligentemente el progreso de los Juegos de Gérmenes —realizados en las últimas dos décadas— comenzando con el Dark Winter en el 2001, que enfatizó el impulso del Pentágono hacia las vacunas como armas biológicas (el nombre en clave fue acuñado por Kadlec); el ataque con ántrax tres semanas después del 11 de septiembre; el Atlantic Storm en el 2003 y 2005, centrada en la respuesta a un ataque terrorista que desencadenaba la viruela; el Global Mercury en el 2003; y Lockstep en el 2010, que desarrolló un escenario financiado por la Fundación Rockefeller donde encontramos esta perla:

“Durante la pandemia, los líderes nacionales de todo el mundo deben ejercer su autoridad e imponer normas y restricciones estrictas, desde el uso obligatorio de mascarillas faciales hasta controles de temperatura corporal en las entradas a espacios comunes, como estaciones de trenes y supermercados. Incluso después de que la pandemia se desvanezca, el control y la supervisión más autoritarios de los ciudadanos y sus actividades se mantendrían e incluso intensificaran. Para protegerse de la propagación de problemas cada vez más globales, desde pandemias y terrorismo transnacional, hasta crisis ambientales, y aumento de la pobreza, los líderes de todo el mundo tomaran un control más firme del poder”.

Cualquier parecido con la realidad ¿es mera coincidencia?

La coronación de Bill Gates
RFK Jr. pinta una imagen en la que, a mediados del 2017, la Fundación Rockefeller y las agencias de inteligencia de EE.UU. habían coronado a Bill Gates como el principal financista para el negocio de la simulación de pandemias, por parte de los servicios de inteligencia y los militares.
Hubo un ejercicio de simulación MARS (Mountain Associated Respiratory Virus) durante el G20 en Alemania el 2017. MARS, en la realidad, afectó a China (y al mundo 3 años después). El MARS trataba de un nuevo virus respiratorio que se extendía desde los concurridos mercados en una frontera montañosa de una nación sin nombre, que se parecía mucho a China.
Se vuelve cada vez más curioso cuando uno se entera de que los dos moderadores de MARS eran muy cercanos a la Fundación Bill y Melinda Gates. Uno de ellos, David Heymann, se sentó con el director ejecutivo de Moderna en la junta directiva de Merieux Foundation USA. BioMerieux es la empresa francesa que construyó el laboratorio de Wuhan.

Big Pharma besa a los servicios de inteligencia
Luego vino el SPARS 2017, en el Johns Hopkins Center for Health Security. Resulta que la Fundación Bill y Melinda Gates son los principales patrocinadores de la Escuela de Salud Pública Johns Hopkins Bloomberg. SPARS 2017 ensayó una pandemia de coronavirus entre el 2025 y 2028. Como señala RFK Jr., “el ejercicio resultó ser un predictor inquietantemente preciso de la pandemia del Covid-19”.
Para el 2018, el experto en armas biológicas Peter Daszak fue entronizado como el conector clave, a través del cual se transfirieron las subvenciones para financiar la investigación de ganancia de función, incluso en el Laboratorio de Bioseguridad del Instituto de Virología de Wuhan.
El ensayo de simulación Crimson Contagion, supervisado por Kadlec después de ocho meses de planificación, se produjo en agosto del 2019. Fauci participó en el autodescrito “ejercicio funcional”, en representación de los NIH, junto con Robert Redfield de los CDC y varios miembros del Consejo de Seguridad Nacional.
El juego de guerra se llevó a cabo en secreto en todo el país, supuestamente. En el After-Action Crimson Contagion Report, que sólo pudo obtenerse a través de una solicitud de FOIA, sin embargo, era imposible determinar que se trataba de un proyecto de Fauci, ya que a través de la lista de organizaciones participantes, página tras páginas, solo se ven incluidas a las tribus indígenas y los gobiernos de los condados.

El Evento 201 del 2019
Pero la estrella del espectáculo pandémico de Gates fue, sin duda, el Evento 201 en octubre del 2019, celebrado solo 3 semanas antes de que la inteligencia de EE.UU. pudiera sospechar, o no, que el Covid-19 ya circulaba en Wuhan. El evento 201 fue sobre una pandemia mundial del coronavirus. RFK Jr. argumenta de manera persuasiva que el Evento 201 fue lo más parecido posible a una simulación en “tiempo real”.
El capítulo “Juego de Gérmenes” del libro, lleva al lector a reconocer lo que, simplemente, los principales medios de comunicación se han negado a informar: cómo la participación generalizada de la inteligencia estadounidense (y británica) tiene una presencia secreta, pero dominante, en toda la respuesta al Covid-19.
Un muy buen ejemplo es el Wellcome Trust, la versión británica de la Fundación Bill y Melinda Gates, que es un derivado de la GlaxoSmith Kline de Big Pharma. Esto personifica el matrimonio entre las grandes farmacéuticas y la inteligencia occidental.

Las falsedades de Fauci y sus Amos
La presidenta de Wellcome Trust, de 2015 a 2020, solía ser una ex directora general del MI5, Dame Eliza Manningham-Buller. También fue presidenta del Imperial College, desde el 2001. El “Dr. Fauci inglés”, Neil Ferguson, de los infames y mortales modelos erróneos que llevaron a todos los encierros, era un epidemiólogo que trabajaba para el Wellcome Trust.
Estas son solo algunas de las ideas, cargadas de conexiones y acusaciones, tejidas a través del libro de RFK Jr. como una cuestión de servicio público, todo el lote debería estar disponible para el escrutinio popular en todo el mundo (y, de hecho, la edición digital de Kindle tiene un precio de $2.99). Estos asuntos conciernen a todo el planeta, especialmente al Sur Global.
El premio Nobel Luc Montaigner ha señalado cómo, “trágicamente para la humanidad, hay muchas, muchas falsedades que emanan de Fauci y sus secuaces”. Aún más trágico es lo que emana de sus amos.

Fuente: https://asiatimes.com/2021/11/fauci-as-darth-vader-of-the-covid-wars/
Traducción: A. Mondragón

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