
Occidente oprimió al Tercer Mundo durante tanto tiempo que ahora, paradójicamente, las propias masas de las “potencias occidentales” viven en su propio Tercer Mundo.
Por André Vltchek
Muchos ya se han dado cuenta: Las grandes masas en Estados Unidos no se sienten que viven realmente en un país que es el líder mundial, ni siquiera como un “país del primer mundo”. Por supuesto, lo escribo sarcásticamente, ya que detesto expresiones como “primer mundo” y “tercer mundo”. Pero los lectores saben a lo qué me refiero.
Puentes, trenes subterráneos, centros urbanos, todo se está derrumbando, se desmorona. Cuando vivía en la Ciudad de Nueva York, hace más de dos décadas, regresar de Japón era conmovedor: Estados Unidos se sentía como un país pobre, privado, lleno de problemas, de miseria, de gente confundida y deprimida, de personas sin hogar en la mismísima Quinta Avenida; en pocas palabras, desesperados. Ahora, siento lo mismo cuando aterrizo en los Estados Unidos después de pasar algún tiempo en China.
Sociedades de sospechosos
Y se está poniendo mucho peor. De lo que Occidente solía acusar a la Unión Soviética, ahora se puede acusar de lo mismo a Estados Unidos y al propio Reino Unido: La vigilancia está a cada paso que uno da; en Nueva York, Londres, Sydney, e incluso en las áreas rurales —todos son sospechosos. Cada movimiento que hace una persona, cada compra, cada clic de la computadora, se registra en alguna parte, de alguna manera. Y este monitoreo, en su mayoría, ni siquiera es ilegal.
La libertad de hablar está controlada por la corrección política. Alguien entre bastidores decide lo que es aceptable y lo que no, lo que es deseable o no, e incluso lo que es permisible. Cometes un “error” y estás fuera; Desde los puestos de profesor en las universidades, o desde los medios de comunicación.
Las novelas verdaderas ofenden
En tales condiciones, el humor no puede prosperar y la sátira está bajo una lápida. No es diferente al fundamentalismo religioso: Te destruyen si “ofendes” —si te desvías del camino para el cual has sido “educado” desde que naciste. En tales circunstancias, los escritores no pueden escribir novelas innovadoras, porque las novelas verdaderas ofenden por definición y siempre sobrepasan los límites. Como resultado, casi nadie lee novelas.
Sólo se permite el “humor controlado” sin sonrisas. No se pueden lanzar sátiras de forma intuitiva. Todo tiene que ser calculado de antemano. Ninguna ficción política “escabrosa” puede pasar la “censura invisible” en Occidente —y así, las novelas como una forma literaria casi han muerto. Los que leen en ruso o chino saben perfectamente que la ficción en Rusia y China es mucho más provocativa y vanguardista.
En Occidente, la poesía también ha muerto. Y también la filosofía, que se ha reducido a una disciplina académica aburrida, rancia e indigerible.
La basura racista de Hollywood
Mientras Hollywood y los medios de comunicación siguen produciendo, sin descanso, todo tipo de basura racista altamente insultante y estereotipada (principalmente contra los chinos, rusos, árabes, latinos y otros), los grandes escritores y cineastas que quieren ridiculizar al régimen occidental y su estructura ya han sido silenciados. Sólo se puede humillar a los no occidentales de una manera que sea aprobada (de nuevo: en alguna parte, de alguna manera), pero Dios no lo quiera, sí te atreves a criticar a las élites pro-occidentales que están arruinando sus países en nombre de Londres y Washington, en el Golfo, en el sudeste de Asia o en África —eso sería “condescendiente” y “racista”. Un gran arreglo para el Imperio y sus sirvientes, ¿verdad?
Todos sabemos lo que le ha pasado a Julian Assange y a Edward Snowden. En Occidente, la gente desaparece, es arrestada, censurada. Millones de personas están perdiendo sus empleos: en los medios de comunicación, en las editoriales y en los estudios de cine. La era de la Guerra Fría parece ser relativamente “tolerante”, en comparación con lo que está ocurriendo ahora.
La represión en Internet
Los medios sociales reprimen constantemente a los individuos “incómodos”, a los medios “inaceptables” y a los pensamientos “poco ortodoxos”.
Los viajes se han convertido en una experiencia escalofriante de sometimiento. Muévase a través de los aeropuertos occidentales y se encontrará con el vulgar e insultante “securistán”. Ahora, no sólo debes esperar bajarte los pantalones si te lo ordenan, o que te quites los zapatos, o que tires todas las botellas que contengan líquidos: se espera que usted sonría, que sonría cándidamente, como un idiota. Se supone que debes mostrar cuán ansioso estás para cooperar con los guardias de seguridad: responder en voz alta, mirando directamente a los ojos de tus torturadores. Si te humillas, aun así, sé educado. Si quieres volar, demuestra que disfrutas de esta estúpida e inútil humillación, administrada por una sola y única razón: para someterte, para hacerte patético y sumiso. Para enseñarte a dónde perteneces realmente. O si no. ¡O si no! Todos sabemos lo que sucederá si te niegas a “cooperar”.
Endeudado, deprimido y sin futuro
Ahora, “ellos” usarán el doble lenguaje para hacerte saber que todo esto es por tu propio bien. No se dice, pero se te hace saber que: “estás siendo protegido de esos horribles monstruos del Tercer Mundo, locos y pervertidos”. Y, por supuesto, de Putin, de los comunistas chinos, del carnicero Maduro, de Assad o de los fanáticos chiítas iraníes.
El régimen está luchando por ti, se preocupa por ti, te protege.
Claro, si vives en el Reino Unido o en Estados Unidos, lo más probable es que estés muy endeudado, deprimido y sin perspectivas de futuro. Tal vez sus hijos tengan hambre, tal vez, en EE.UU., usted no pueda pagar la atención médica. Lo más probable es que no pueda pagar una vivienda en su propia ciudad —o pagarla con un tercio o la mitad de tu salario. Tal vez se vea obligado a tener dos o tres trabajos.
Pero al menos sabes que tus “sabios líderes” en la Casa Blanca, el Congreso, el Pentágono y las agencias de seguridad están trabajando día y noche, protegiéndote de innumerables conspiraciones, de ataques viciosos desde el extranjero, y de esos malvados chinos y rusos, que están ocupados construyendo sociedades progresistas e igualitarias.
¡Qué suerte tienes!
Destruyendo… por tu propio bien
Durante años y décadas se te dijo lo libre que eras. Y cuán oprimidos, no libres, son aquellos contra los que estás siendo protegido.
Se te dijo lo rico que eres y lo miserable que eran “los otros”.
Para detener a las hordas desposeídas y trastornadas, fue necesario aplicar algunas medidas serias. Un escuadrón de la muerte de derecha, en algún país centroamericano (El Salvador o Guatemala) o del sudeste asiático, que tuvo que ser entrenado en campos militares estadounidenses; un monarca totalmente absolutista y corrupto tuvo que ser apoyado y mimado; un golpe militar fascista tuvo que ser organizado. Millones de violaciones, decenas de miles de cadáveres. No es nada bonito, pero ya sabes… necesario. Por su propio bien, ciudadanos norteamericanos o europeos; por su propio bien… Incluso por el bien del país que designamos para su “liberación”.
Pocos disidentes en Occidente han estado protestando durante décadas. Nadie les ha prestado mucha atención. La mayoría de ellos se volvieron “inempleables” y fueron silenciados por la miseria y la incapacidad de pagar sus cuentas básicas.
Pero de repente…
¿Qué pasó, súbitamente? Porque algo realmente pasó…
Saqueando a su propia gente
El Imperio se cansó de saquear, exclusivamente, a las partes no occidentales del mundo —y a los “Países Bananeros” de su patio trasero.
Bien acondicionados, lavados de cerebro y asustados, el público occidental —en los países del “primer mundo”— comenzó a ser tratado con el mismo rencor que la gente en las partes saqueadas y miserables del mundo. Bueno, aún no, no exactamente. Todavía hay algunas diferencias esenciales, pero la tendencia está definitivamente ahí.
El público occidental no puede hacer demasiado para protegerse a sí mismo, en realidad. El régimen lo sabe todo de ellos: espía a todos los ciudadanos: por dónde caminan, qué comen, a dónde conducen, a dónde vuelan, qué comen, qué consumen, qué leen. Ya no hay secretos.
¿Eres ateo? No hay necesidad de “confesarlo”. Usted se está confesando cada minuto, con cada clic de la computadora, presionando el botón del control remoto, o comprando en Amazon.
Sin necesidad de alardear
¿Está mirando el Gran Hermano? Oh no, ahora hay una vigilancia mucho más detallada. El Gran Hermano está mirando, grabando y analizando.
El general Pinochet de Chile solía jactarse de que sin su conocimiento, ninguna hoja podría moverse. La vieja escoria fascista estaba alardeando; exagerando. Por otro lado, los gobernantes occidentales no dicen nada, pero saben claramente lo que están haciendo. Sin su conocimiento, nada se mueve y nadie se mueve.
Llegando de China, de Rusia o de Cuba, lo primero que me llama la atención es lo disciplinados, obedientes y asustados que son realmente los europeos y norteamericanos. Subconscientemente saben que están siendo controlados y no pueden hacer nada al respecto.
Cuando los trenes se retrasan o se cancelan, murmuran tímidamente maldiciones semiaudibles. Sus beneficios médicos se reducen; aceptan o se suicidan silenciosamente. Su infraestructura pública se desmorona; no dicen nada, recordando los “buenos viejos tiempos”.
El optimismo… al otro lado del muro
¿Por qué siento esperanza y me río con la gente, en Ciudad de México, Johannesburgo o Beijing? ¿Por qué hay tanto calor en las ciudades geográficamente frías de Vladivostok o Petropavlovsk en Kamchatka? ¿Por qué la gente de Londres, París, Los Angeles parece tan preocupada, tan deprimida?
Algunos países históricamente pobres están en ascenso. Y la gente allí muestra aprecio por cada pequeña mejora. Nada es más hermoso que el optimismo.
Occidente ha luchado contra el llamado “Tercer Mundo” durante muchas, largas décadas; oprimiéndolo, atormentándolo, saqueándolo, violando a sus pueblos. Les impidió elegir sus propios gobiernos. Ahora se ha pasado de la raya: intenta controlar y oprimir al mundo entero, incluidos a sus propios ciudadanos.
Occidente ha “aprendido de sí mismo”
A medida que varios países del mundo se recuperan, resistiendo la presión de Washington, Londres, París y Berlín, los gobiernos de Occidente tratan cada vez más a los occidentales con el rencor que antes se reservaba exclusivamente a las “naciones subdesarrolladas” (sí, otra expresión repugnante).
Es evidente que Occidente ha “aprendido de sí mismo”.
Mientras que países como Rusia, China, Vietnam, México, Irán y otros están avanzando a pasos agigantados, muchos imperios colonialistas y neocolonialistas que antes eran ricos están empezando a parecerse al “Tercer Mundo”.
Hoy en día, es muy triste ser escritor en la Ciudad de Nueva York o en Londres. Así como es aterrador ser pobre. O ser diferente. En todo el mundo, los papeles se están invirtiendo.
Texto original: https://dissidentvoice.org/2019/09/the-west-oppressed-the-third-world-for-so-long-that-it-became-third-world-itself/
Traducción: A. Mondragón
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