Con al menos cuatro décadas de retraso, revelando el ocaso de la ceguera causada por la arrogancia y la petulancia de la Cábala Occidental, la Comunidad de Inteligencia (CI) de Estados Unidos reconoce serias dificultades para entender a China, el otrora Reino Central de 5,000 años de civilización dispuesta a emerger otra vez en pleno Siglo XXI. La CI admite las nuevas capacidades militares, económicas y políticas del gigante asiático. También lo identifican como su “competidor global”. En verdad ese discurso solo re-confirma con un ineludible sello de agua —aún invisible para el rebaño de La Caverna— lo argumentado por nuestro portal: el cambio inevitable hacia el Sistema Mundo Euroasiático.
Por Wilder Buleje y Alexandr Mondragón
En su obra seminal “Auge y Caída de las Grandes Potencias”, publicada en 1986, el historiador Paul Kennedy escribió: “Si (bien) la República Popular China adolece de ciertas dificultades crónicas, su actual liderazgo parece estar desarrollando una gran estrategia más coherente y previsora que las que prevalecen en Moscú, Washington o Tokio, por no hablar de Europa occidental, y si las limitaciones materiales de China son grandes, están siendo mejoradas por una expansión económica que, si puede mantenerse, promete transformar el país en pocas décadas”. Esta alerta roja, que en gran medida fue un eco de lo que el historiador y geógrafo inglés Harlford Mackinder plasmó en 1904, cayó en saco roto, como otras previsiones hechas por un puñado de eruditos estadounidenses.
Hoy, sin embargo esa temible previsión no solo es una realidad sino que ahora —totalmente recargado en múltiples dimensiones y casi cuatro décadas después— son admitidas como una realidad geopolítica y geoeconómica, de dimensiones hegemónicas, por la propia CI de Estados Unidos en el reporte “Un análisis profundo de China: un reporte sobre las capacidades y competencias de la comunidad de inteligencia con respecto a la República Popular de China”, desclasificado por el Comité Permanente de Inteligencia de la Casa de Representantes de EE.UU., el pasado 29 de septiembre.
Con un retraso de al menos 4 décadas
El resumen del informe sobre las debilidades estructurales de Estados Unidos con respecto a China, ha llegado con un retraso de por lo menos tres décadas. En vez de entregarse al principio del periodo de George Bush padre o, en el mejor de los casos, a inicios del de Bill Clinton, ha llegado hace apenas unos días a la Oficina Oval de Donald Trump —que, probablemente, haya estado más preocupado del coronavirus, que otra cosa. Más curioso aún, por decir lo menos, es que el reporte fue concluido al cabo de dos años de investigación, para llegar a la conclusión de haber quedado sorprendida ante del actual retraso de Estados Unidos en materia de inteligencia, o los avances logrados por China, cuando —además de otro reporte similar publicado en noviembre del 2019 “Intenciones estratégicas chinas: Un análisis profundo de las actividades mundiales de China”— amplios estudios de varios autores, entre ellos el ahora desaparecido profesor Immanuel Wallerstein y el autor Martin Jacques, en su obra “Cuando China Gobierne el Mundo” (2009), previeron con décadas de anticipación lo que ahora es indiscutible: la caída del Sistema Mundo Occidental (SMO) y la emergencia de China —como el pilar del Nuevo Sistema Mundo Euroasiático (NSME), como lo describieron los autores de este portal a finales del 2017.
Como el XIII Canto del Dante
Entonces, por lo mencionado en el párrafo precedente, el documento carece de oportunidad. Llega demasiado tarde —como el XIII Canto del Dante: No verdes frondas, mas de color oscuro / no rectas ramas, sino nudosas y enredadas / no había frutas, sino espinas venenosas— en el peor momento para EE.UU. y apenas sirve como un estímulo mental para poner las bases de una reingeniería de la CI estadounidense. Su único valor es que —más allá de que funcionarios electos, analistas y voceros oficiales de la Gran Cábala anglosajona ya expresaron lo mismo, aunque con su inevitable reticencia— el reporte viene nada menos que de la propia CI de EE.UU. —aunque, claro está, esto también es la excusa perfecta para seguir esquilmando las arcas del Tesoro de EE.UU., con sus multibillonarios presupuestos que son de larga data pero sin haber logrado nada relevante, como ellos mismos lo admiten.
Entonces, el reporte ¿será útil para neutralizar a China? Es evidente que no. ¿Por qué? Porque China, como el propio documento lo revela, es un mundo incomprensible para la CI y para los aparatos del poder político y militar de Estados Unidos. Una verdad que, incluso, con menos intensidad ya la había revelado el año pasado David P. Goldman, más conocido como Spengler, como puede verse aquí y aquí.
El descarnado informe de la CI
Ni el más encarnizado crítico de las decisiones de Washington y el Deep State podría haber sido más severo que este informe de inteligencia, que no deja títere sin cabeza. En tanto que el reporte solo confirma el análisis que el NSM realizó en el 2017, cuando visualizamos el fin del SMO y la llegada del NSME.
Los abogados suelen decir: A confesión de parte, relevo de pruebas. Nosotros ya habíamos adelantado este presente hace tres años. La realidad ha sido mucho más contundente aún que nuestros vaticinios. Ahora es la propia CI de EE.UU. la que sella nuestro análisis con ese informe que se lee casi como una capitulación.
Desde el primer párrafo están presentes las admisiones de responsabilidad y la temporalidad del desastre en ciernes: “Por primera vez en tres décadas, Estados Unidos se enfrenta al surgimiento de un competidor global”. Y luego admiten su propia ceguera:
“Cuando cayó el Muro de Berlín en 1989, seguido poco después por el final de la Guerra Fría y el colapso de la Unión Soviética, desapareció el principio organizador central de la seguridad nacional estadounidense en el mundo de la posguerra: la rivalidad entre Estados Unidos y la URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas). A medida que entramos en esta nueva era y en un momento unipolar con Estados Unidos como hegemón global, la comunidad de inteligencia, como el Departamento de Defensa y otros elementos del establishment de la política exterior, se encontró luchando por la relevancia y los recursos cada vez más escasos, en un país más enfocado en la prosperidad económica que en la seguridad. Recortes presupuestarios, reducciones de personal, y la baja moral se vio agravada por la sensación de que la CIA y sus agencias hermanas ya no eran elementos esenciales de nuestro poder nacional”. Y es que lavarse las manos como Pilatos, parece ser una retórica usual de la CI.
La ceguera militarista post 11-S
Luego justifican su ceguera y la del sistema político del establishment de Washington, D.C., con el periodo post 11-S del 2001, al decir que enfocarse primordialmente en actividades contraterroristas fue un grave error. “A medida que la misión antiterrorista se expandió, el Comité Permanente de Inteligencia del Congreso evalúa que la Comunidad de Inteligencia trató las misiones de inteligencia tradicionales como secundarias al contraterrorismo. La falta de atención de la década de 1990 a las amenazas estratégicas y emergentes se mantuvo en gran parte sin revertir”.
Es decir, mientras EE.UU. dispersaba sus energías invadiendo y/o destruyendo siete naciones en el Medio Oriente —a la par que un puñado de oligarcas se frotaban las manos con la privatización del Pentágono, tarea que le fue encomendada y realizada por Dick Cheney y Ronald Rumsfeld, durante el gobierno de George W. Bush, del 2001-2008— jamás supieron elaborar un plan (o tal vez nunca tuvieron la intención de hacerlo) para reconvertir su poderío en algo totalmente nuevo y diferente —como China lo hizo geopolíticamente a través de las Nuevas Rutas de Seda, que es algo así como el Plan Marshall de los EE.UU. después de la II Guerra Mundial, pero multiplicado y recargado, enfocado en la creación de su propio Capitalismo Histórico como la base fundacional del NSME —un tema que merece un capítulo o un libro aún por escribir.
Testigos desde la otra orilla
“El guerrero sabio mira el incendio desde la otra orilla”, dijo un sabio oriental. Irónicamente, desde la orilla incendiada otros vieron la re-emergencia de una civilización-estado.
El siguiente texto del reporte de la CI grafica el enorme desconocimiento de la sociedad y del ámbito del poder en China: “Sin embargo, fue China la que utilizó las últimas dos décadas para transformarse en una nación potencialmente capaz de suplantar a Estados Unidos como la potencia líder en el mundo. El ascenso de China ha sido espectacular en su escala y mucho menos benigno de lo que se esperaba inicialmente. Durante las décadas de 1990 y 2000 hubo un consenso en Occidente de que, a medida que China se volviera más optimista y desarrollada, también se volvería más libre y jugaría un papel constructivo en relaciones internacionales en el siglo XXI”. De hecho lo de “papel constructivo” es un eufemismo que debe leerse como la occidentalización de China —como un socio importante de la Gran Cábala anglosajona, pero nada más.
Y la respuesta a esas suposiciones erradas viene a continuación: “Sin embargo, la última década ha demostrado que esas expectativas estaban profundamente fuera de lugar. La creencia de los políticos occidentales de que nuestros propios sistemas democráticos eran globalmente inevitables cegó a los observadores del objetivo primordial del Partido Comunista Chino de retener y aumentar su poder. Mientras tanto, la República Popular China ha buscado cada vez más revisar el orden internacional y las normas globales, de una manera que promueva sus propios intereses estratégicos y socave los de Estados Unidos específicamente, y los de Occidente en general”.
La conclusión de este periodo, según el mismo documento es casi lapidario y se resume así: “El hallazgo central de este informe es que la comunidad de inteligencia de Estados Unidos no se ha adaptado suficientemente a un entorno geopolítico y tecnológico cambiante, cada vez más moldeado por una China en ascenso y la creciente importancia de las amenazas transnacionales no militares entrelazadas, como la salud mundial, la seguridad económica y el cambio climático. En ausencia de una realineación significativa de recursos, el gobierno y la CI de Estados Unidos no lograrán los resultados requeridos para permitir la competencia continua con China en el escenario global durante las próximas décadas, y para proteger la salud y la seguridad de Estados Unidos”.
Es más, como lo había anticipado Spengler en julio del 2019, el reporte de la CI es otro modo de decir que las pantallas de la CI de EE.UU. están sin información respecto a China —poniendo en riesgo de desempleo a los espías de la CI, esta es una buena razón para que ellos peguen el grito en el cielo.
Descubriendo a una Civilización-Estado
La descripción sobre China, su sistema de poder, la omnipresencia del Partido Comunista Chino (PCC), la relevancia del Departamento de Trabajo del Frente Unido del PCC, el control social y el adoctrinamiento a través de las nuevas tecnologías, son apenas un reflejo pálido de la realidad del gigante asiático.
Y la descripción del creciente aparato militar tiene pasajes de asombro: “Militarmente, China se ha embarcado en una campaña de modernización masiva: creando una marina de ‘agua azul’ (naves para mar abierto), invirtiendo fuertemente en armas hipersónicas, desarrollando su propio caza de quinta generación, militarizando una serie de atolones e islotes en el Mar de China Meridional para fortalecer sus reclamos en la región y la construcción de su primera base militar en el extranjero, en Djibouti. Quizás lo más trascendente en las próximas décadas será la inversión de recursos, tecnología y voluntad de China en la creación de un estado autoritario posmoderno, en el que la población del país es monitoreada las 24 horas del día a través de sus teléfonos y una red de vigilancia en constante crecimiento —con cámaras equipadas con tecnología de reconocimiento facial. Inicialmente impulsado por la tecnología y la propiedad intelectual robadas de Estados Unidos, (China) está impulsada ahora por su propia innovación autóctona. La creciente proeza tecnológica de Beijing permitirá al Partido Comunista Chino mejorar su capacidad para vigilar y, por lo tanto, controlar a su propia población. Este ‘autoritarismo digital’ no solo se ha desplegado en casa, sino que se ha comercializado cada vez más entre los aspirantes a autoritarios en el extranjero”.
Esta parte del reporte es, por decir lo menos, bastante hipócrita al mencionar el “autoritarismo digital”, cuando lo cierto es pensar que esto hace salivar al propio sistema de la inteligencia doméstica de EE.UU. que, como lo demostró Edward Snowden, espía a sus propios ciudadanos desde al menos la década pasada.
Un manual de buenas intenciones
La parte final del resumen del informe se usa para hacer una evaluación de la CI de EE.UU. y su capacidad de respuesta. También del adecuado uso de los recursos y el nuevo enfoque orientado a China con equipos que se manejen en chino mandarín, con formación multidisciplinaria y estimulados en cooperar con los legisladores del ámbito político, sino también con los ejecutivos del sector económico y de salud, entre otros.
En verdad se trata de una recopilación de buenas intenciones y de acciones para cambiar el rumbo burocrático de la CI. En cierta medida también es un manual de las acciones generales urgentes que deben emprenderse para intentar un equilibrio —a sabiendas de que China les ha sacado, al menos dos vueltas generacionales.
“Salvaguardar la seguridad nacional de Estados Unidos requiere la capacidad de comprender las capacidades militares chinas, la dinámica política de la élite y su postura internacional. También, cómo la pandemia ha traído una devastación total a casa, proporcionar suficientes indicaciones y advertencias para eventos de impacto global, como un (eventual) brote de esa enfermedad (Covid-19). A pesar del debate público en curso sobre la conveniencia de la interdependencia, el mundo globalizado de hoy requiere un análisis reflexivo, detallado y amplio de cómo los eventos dentro de China —y cómo reacciona el liderazgo chino— tienen el potencial de alterar significativamente el curso del mundo”.
Una respuesta analógica a un problema digital
Así que, para ponerlo en el lenguaje actual. Este informe plantea una respuesta analógica a un problema digital, o peor aún ante un rival que ya comenzó a dominar la Cuarta Revolución de la Inteligencia Artificial. Como si quisiéramos comunicarnos con millones de personas de forma presencial, cuando ya contamos con herramientas virtuales capaces de proyección de imágenes 3D en tiempo real.
En este escenario, el desequilibrio tecnológico más crítico entre Estados Unidos y China está ubicado en la computación cuántica, en el desarrollo y la implementación práctica del sistema de telecomunicación 5G y en el campo de la inteligencia artificial, todo ello alentado con inversiones trillonarias del gobierno chino como parte de su plan “Made in China 2025“.
Revertir esa situación tomará un buen tiempo. Mientras tanto, la pandemia provocada por el Covid-19 sigue presionando a la baja el precio del petróleo. Con ello se debilita el dólar, se erosiona la industria del petróleo esquisto, y las bolsas más importantes empiezan a crujir. Es decir, a mediano plazo —cuando se ponga en marcha de la desconexión de Eurasia del dólar estadounidense como moneda de intercambio comercial— no solo es plausible prever que la “Superpotencia Indispensable” —dixit Obama— pierda el poder hegemónico de su moneda global, que descansa esencialmente en el petrodólar, lo que le impediría sostener las inversiones para la investigación, el desarrollo y la comercialización a escala global de las nuevas tecnologías —y ser desbancado de la “Curva de la Sonrisa”. Es decir, como se anticipa en el cambio del eje del sistema-mundo, ser un usuario periférico y no el hegemón dominante de la Ruta Cuántica. En este escenario, entonces, “La Decadencia del Poder Estadounidense”, como título Wallerstein su libro publicado en el 2003, ya se ve como una patética realidad.
[La “curva de la sonrisa” ilustra los procesos de alto valor agregado de la industria. China ha ocupado históricamente la región de fabricación de bajo valor de la curva, una tendencia que Made in China 2025 busca remediar. En la teoría de la gestión empresarial, “la curva de la sonrisa”, según Wikipedia, es una representación gráfica de cómo el valor agregado varía en las diferentes etapas de la puesta en el mercado de un producto en una industria de fabricación relacionada con las IT (Industrias Tecnológicas). El concepto fue propuesto por primera vez alrededor de 1992 por Stan Shih, el fundador de Acer Inc., una empresa de IT con sede en Taiwán. Según la observación de Shih, en la industria de las computadoras personales, los dos extremos de la cadena de valor, la concepción y el marketing, tienen valores agregados más altos al producto que la parte media de la cadena de valor, la fabricación. Si este fenómeno se presenta en una gráfica con eje Y para valor agregado y eje X para cadena de valor (etapa de producción), la curva resultante aparece como una “sonrisa”.]
Previsto desde hace más de un Siglo
En realidad, lo que se viene es un cambio del Sistema Mundo Capitalista Occidental, engendrado en la incesante acumulación de capital, a cualquier precio y con su “Quinta Libertad” como garrote y estandarte —la libertad de saquear y explotar— que ha llegado a los límites de su expansión. Eso fue previsto por Wallerstein, sobre la base de los estudios de ciclos largos de la economía de Nikolai Kondratiev y —en lo que nosotros consideramos el verdadero génesis de la historia mundial de los Siglos XX y XXI— la conversión euroasiática de la teoría geopolítica de Halford Mackinder que, en 1904, alentó a los Grandes Poderes de Occidente conquistar Eurasia desde principios del Siglo XX, pero también advirtió —la “Pesadilla de Mackinder”— de que China podía alzarse con la misma tarea.
Mackinder previó, ya en 1904, que “Siempre que este gran pueblo decida aprovechar al máximo… los recursos… la industria, las comunicaciones y la defensa, es inevitable que después de una o dos generaciones China se cuente entre las… Grandes Potencias del mundo”. Eso ha sucedido y sus implicaciones geopolíticas son a escala planetaria.
Pero habiendo vivido en carne propia no solo la tumultuosa y sangrienta historia del Siglo XX —que fue parte de sus dos siglos de humillación— China entendió y entiende de que la tarea debía ser un esfuerzo conjunto con la nación-civilización que ocupa el corazón de la gran masa continental de Eurasia: la Madre Rusia.
Por la conquista de la Isla-Mundo
Es así que —sobre la base de una alianza entre China y Rusia, como la doble hélice del ADN, para significar la comunión de ideas y acciones entre ambas civilizaciones-estado— Eurasia se ha proyectado sobre una base real —su propio Capitalismo Histórico— ser el eje de un Nuevo Sistema Mundo y, desde allí, dibujar la nueva arquitectura global en este siglo XXI. Es eso lo que está en juego: La conquista de la Isla-Mundo, como lo describió Mackinder hace más de un siglo.
Estados Unidos y el Estado Profundo (Deep State) tienen un mínimo margen de maniobra antes del colapso. Un colapso que puede materializarse en el caos civil en ciernes con las elecciones presidenciales, fiel reflejo de su embaucador sistema “democrático electivo”, que encubre la verdad —de que este sistema es controlado y manejado por un puñado de “hombres inteligentes”, como ya lo decía Edward Bernays, en el párrafo de apertura de su libro Propaganda, de 1928— está a punto de implosionar en el Core del viejo SMO —aunque, claro está, esto no quiere decir que la Gran Cábala anglosajona esté cruzada de brazos y, más bien, está tratando de consolidar el control del rebaño a través de la “Nueva Normalidad” inducida por el pánico siniestro a un virus. Ver aquí, aquí y aquí.
Las minas que desplomaron el SMO
Y es que la decadencia del viejo SMO se ha hecho evidente a través de una secuencia de decisiones erróneas —basadas en el utilitarismo y el beneficio de corto plazo, para aupar la incesante acumulación de capital, el Core del capitalismo occidental como lo definió Wallerstein— que torpedearon desde la base misma su propio sistema.
Los yerros, a grandes rasgos: dejar que la Gran Cábala anglo-sajona, a través de bancos privados, fundaran y mantuvieran el control total de la Reserva Federal (Fed); darle preeminencia al Complejo Militar Industrial / Seguridad sobre el poder político (al cual lo ha corrompido hasta sus raíces) y ciudadano, convirtiéndolo en uno de los principales ejes de la estructura económica del país —con un escaso beneficio neto de prosperidad para la mayoría de su población y el resto del mundo, al cual, desde el fin de la II Guerra Mundial, trataron de imponer, a sangre y fuego, la “democracia” de la Pax Americana; y acallar y desoír las voces disidentes dentro del propio establishment como Ike Eisenhower, John F. Kennedy y Leroy Fletcher, entre los más prominentes. Cuando EE.UU. estaba en el cénit de su poder global, ellos tuvieron la perspicacia y la osadía de alertar al establishment de los peligros de la arrogancia y la soberbia, hijas del poder que les otorgaba su Quinta Libertad.
El lamento y la advertencia de Spengler
Finalmente, para entender aún más a lo que se enfrenta el Hegemón en decadencia, es preciso leer lo que Spengler escribe:
“No vamos a vencer a China quejándonos de lo desagradable que son. No vamos a detener al gigante tecnológico de China con restricciones en el uso de nuestra tecnología; ningún país en la historia ha detenido a un retador de esa manera. No vamos a ir a la guerra con China, que tiene suficientes misiles tierra-barco, misiles asesinos de satélites y submarinos silenciosos, para mantener a los barcos estadounidenses alejados de su costa. Solo podemos innovar más rápido que China. Y mientras China gaste más que nosotros 10: 1 en tecnologías que cambian el juego, no vamos a hacer eso. Se necesitarán diez años y un trillón de dólares para revertir esto (un tercio de lo que la Reserva Federal gastó este año para rescatar a los mercados financieros). JFK lo hizo, Reagan lo hizo y nosotros podemos hacerlo. Pero el tiempo se está acortando”, dice Spengler con fervor patriótico. Pero alzar una bandera en medio del incendio no es suficiente.
Así que el mundo que conocimos se está borrando bajo nuestros pies. La nueva realidad apenas se está dibujando ante en nuestros ojos. Solo basta dar una mirada distinta a las cosas y empezaremos a armar este complejo juego sobre el tablero-mundo de un ajedrez multidimensional. Los análisis realizados por nuestro portal del NSM ayudarán a entender a cabalidad este momento.
Ahora bien, muchos se preguntarán ¿China ambiciona ser como el Hegemón Occidental? No lo sabemos a ciencia, pero he aquí una pista del porqué ellos saben por qué el SMO está desplomándose y deben evitar:
Los cinco colores ciegan al hombre.
Los cinco sonidos ensordecen al hombre.
Los cinco sabores embotan al hombre.
La carrera y la caza ofuscan al hombre.
Los tesoros corrompen al hombre.
El sabio provee para satisfacer las necesidades, no los sentidos;
Abandona la sensación y se concentra en la sustancia.
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