Por Paul Craig Roberts
Como he descrito, nos hemos acercado a un momento fatídico en la historia mundial, no por el calentamiento global, el Covid, la sobrepoblación, el racismo blanco o cualquiera de las “crisis” que los medios ignorantes promocionan, sino porque enfrentamos una guerra nuclear originada en la estupidez total de las élites occidentales.
David Johnson publica diariamente una Lista Rusa, una colección de comentarios publicados por los presstitutos y los presuntos “expertos rusos”. Examino estos garabatos y rara vez encuentro algo que sea un poco inteligente. En los Estados Unidos y sus títeres europeos, el “análisis ruso” consiste en diatribas rusofóbicas. Rusia esto, Rusia aquello, y así sucesivamente. Estas diatribas ignorantes han creado un estado de ánimo entre los políticos occidentales que es irreal y están engañando a los mandos ejecutivos de Washington a cometer errores fatales.
Leí que Rusia ha sido derrotada en Ucrania o lo será muy pronto. Leí que el general de 4 estrellas Petraeus, uno de los generales políticos más estúpidos de Washington, ha declarado que Putin está desesperado y en una situación irreversible y que Ucrania se convertirá en miembro de la OTAN tras la victoria contra Rusia.
Me siento y reflexiono sobre cómo una persona tan completamente estúpida llegó a ser un general estadounidense de cuatro estrellas. Dios ayúdanos.
Cuando Washington era civilizado
En los días de la Guerra Fría en la que estuve involucrado, nos escuchábamos y debatíamos quién era el responsable de la Guerra Fría. El Comité Presidencial sobre el Peligro, del cual yo era miembro, también escuchó a los soviéticos, así como a la izquierda estadounidense, que pensaban que el conflicto existía para servir a los intereses de los presupuestos y el poder del complejo militar/de seguridad de EE.UU.
Los líderes soviéticos jamás fueron insultados e ignorados de la manera en que lo ha sido Putin. El presidente Reagan le dijo al contingente que lo acompañó a Reykjavik, para su reunión con Gorbachov, que cualquiera que adoptara una actitud grosera o despectiva hacia la delegación soviética sería despedido en el acto.
En aquellos días civilizados de antaño, el gobierno de EE.UU. no asumió riesgos que pudieran resultar en un intercambio nuclear con la Unión Soviética.
En el siglo XXI, el rechazo grosero de las preocupaciones rusas por parte del gobierno de EE.UU. no tiene precedentes. Washington, al derrocar al gobierno de Ucrania y forzar una guerra allí, está exagerando enormemente su capacidad de guerra.
¿Qué explica la falta de cautela de Washington?
La respuesta es que con los medios occidentales reducidos a ser un Ministerio de la Propaganda complaciente, los políticos en Washington no tienen información confiable. Los presstitutos, los políticos occidentales y los llamados “expertos rusos”, han creado un mundo de fantasía para que los políticos al mando crean que todavía controlan la situación. Nada más lejos de la verdad.
Entonces, tenemos una situación que está compuesta por estadounidenses soberbios, rebosantes de una arrogancia hegemónica, títeres europeos que obedecen las instrucciones de Washington y un gobierno ruso obligado a defenderse a sí mismo y a los pueblos rusos.
Washington malinterpreta la situación
Esta es una situación explosiva, especialmente porque Putin ha tardado en tomar una posición firme. La deferencia de Putin hacia el derecho internacional no significa nada para Occidente, para quien el derecho internacional no es más que un arma contra quienes no lo cumplen. Washington interpreta la deferencia de Putin hacia el derecho internacional, como una falta de resolución para defender realmente los intereses rusos.
La consecuencia es, como siempre he dicho, que Washington malinterpreta la situación y cruza demasiadas líneas rojas de los rusos. Y cuando se llegue al límite, el fuego y el azufre tomaran el control de la situación. Mi preocupación es que estamos muy cerca de ese punto.
El fracaso total de la diplomacia
Las recientes declaraciones públicas de Putin y su discurso al pueblo ruso, muestran claramente que el liderazgo de Rusia finalmente, y de mala gana, ha perdido toda fe en llegar a un acuerdo con Occidente. Es el fracaso total de la diplomacia occidental lo que ha engrasado los patines para la guerra. El Kremlin no quiere la guerra, pero Washington ha convencido al Kremlin de que no es posible negociar la guerra. La falta de sensatez de Occidente al rechazar un acuerdo de seguridad mutuo con Moscú, la participación total de Occidente en lo que el Kremlin consideró una acción policial en la región de Donbass, y ahora el sabotaje de Washington de los gasoductos Nord Stream, junto con las incesantes amenazas de lanzar golpes devastadores contra Rusia, han resultado en que Moscú se prepare para la guerra.
La OTAN es una fuerza militar insignificante y EE.UU. tiene cero posibilidades de vencer a Rusia en una guerra convencional. La única forma en que Washington puede evitar una derrota humillante es llegar a un conflicto nuclear. Uno pensaría que el Kremlin lo sabe y no esperaría un primer ataque.
El camino a la III Guerra Mundial
El fracaso completo y total de Washington para crear un aliado y socio comercial a partir de una Rusia dispuesta, es el peor fracaso diplomático en la historia mundial. Los neoconservadores judíos exigieron la hegemonía a expensas de Rusia. El complejo militar/industrial de EE.UU. eligió a Rusia como enemigo para justificar su poder y presupuesto. El Departamento de Estado necesitaba una amenaza rusa para Europa, para evitar que las relaciones normales entre Europa y Rusia aflojaran el control de Washington sobre su imperio europeo. Un presidente estadounidense que pretendía normalizar las relaciones con Rusia fue expulsado de su cargo.
Todos estos intereses materiales egoístas, sin medios de comunicación honestos que los expongan y controlen, han abierto el camino a la Tercera Guerra Mundial, una guerra que eliminará para siempre a Occidente como una fuerza en la historia.
Paul Craig Roberts es un economista y autor estadounidense. Fue Subsecretario del Tesoro de los Estados Unidos para Política Económica, durante la presidencia de Ronald Reagan, y ha ocupado cargos docentes en varias universidades de los Estados Unidos.
Leave a Reply