Para cualquier analista geopolítico, el fin del Petrodólar es una de las piezas claves en la transición hacia un Nuevo Orden Multipolar —como el paso previo a un Nuevo Sistema Mundo. En este escenario, un peón clave es Arabia Saudita que, desde mediados de los 1970’s, con la creación del Petrodólar, fue el vasallo clave de Washington para apuntalar el dólar como la moneda global y dar a EE.UU. un poder financiero nunca visto en la historia de la humanidad —y del cual sus amos han abusado para expoliar al mundo, como lo ha escrito el economista Michael Hudson y publicado en nuestro portal. Desde hace años, la nuevas potencias emergentes —China y Rusia en particular, con el apoyo del FMI— han comenzado a crear mecanismos financieros para su reemplazo; pero eso solo es una parte de la Gran Estrategia. La jugada clave es el derrocamiento de Arabia Saudita como el vasallo incondicional de Washington, para finalizar con el petrodólar. Y es en este contexto en que mejor se puede entender y visualizar porque Martin Sieff advierte que la caída de Arabia Saudita, a manos de los rebeldes Houthis, pondrá el mundo patas arriba.
Por Martin Sieff
Cuando un general aún desconcertado, el conde Charles Cornwallis, entregó todo su ejército a George Washington y al conde de Rochambeau en Yorktown en 1781, según la leyenda, una banda militar británica intensificó la humillación tocando una balada llamada “The World Turned Uppside Down” (El mundo patas arriba). El compositor Lin Manuel Miranda reimaginó más tarde la canción como un éxito, en su aclamado musical “Hamilton”.
A pesar de que era una época donde no existían las comunicaciones a la velocidad de la luz, de cables de telégrafo, radio o Internet, aun así, la caída del Imperio Británico en América sacudió al mundo entero. Fue celebrado y bienvenido de extremo a extremo, desde el Emir de Kuwait a la zarina Catalina en San Petersburgo.
Sin embargo, era la era de las comunicaciones en tiempo real, cuando el movimiento rebelde Houthi que controla gran parte de Yemen aniquiló a tres brigadas saudíes e infligió al menos 2,500 bajas a finales de septiembre pasado, los medios de comunicación occidentales lo ignoraron.
Un evento sin precedentes
El excelente análisis de Frederico Pierracini en este sitio web (traducido y publicado en nuestro portal) sigue siendo prácticamente único en ofrecer una evaluación sin precedentes de ese evento. (Nota del Traductor: Al que cabría añadir el reportaje de Pepe Escobar sobre el tema, traducido en este portal.)
Entre los comentaristas occidentales está fuera de moda admitir que cualquier “batalla decisiva” acaba de ocurrir en algún lugar, a menos que estén seguros (de la información oficial) y de que Estados Unidos la haya ganado. Pero cuando la Wehrmacht nazi derrocó al legendario ejército francés en seis semanas de operaciones en 1940 y cuando el Ejército Rojo aniquiló a las fuerzas de combate de élite nazis en Stalingrado, en el otoño de 1942, esas batallas fueron realmente decisivas y ya no hubo marcha atrás para los grandes cambios que se avecinaban.
La humillante derrota que los Houthis acaban de infligir a los saudíes tiene el mismo significado en el Siglo XXI. Tiene un enorme significado, mucho más que confirmar la victoria de los Houthis en la larga e innecesariamente prolongada guerra civil en Yemen, que ha causado la muerte de al menos 100,000 civiles en los últimos cuatro años. Ahora los Houthis están a punto de derribar al Reino de Arabia Saudita.
Los precedentes históricos
Hay una oscura justicia poética en este histórico suceso. La Casa de Saud caerá mientras se intentaba levantar, por un choque armado en el que un movimiento revolucionario joven, feroz pero dedicado, desafió a un viejo régimen reaccionario y despreciado, apoyado por el gran poder imperial de la época.
El padre fundador de Arabia Saudita, el rey Abdulaziz ibn Saud, era un joven y carismático líder tribal cuya conquista de Arabia de la anteriormente dominante pero letárgica, mezquina y corrupta dinastía hachemita, prefigura misteriosamente el ascenso de los Houthis en la actualidad.
Los Hachemitas disfrutaron del liderazgo religioso de las Ciudades Sagradas del Islam, La Meca y Medina. Anteriormente habían servido al Imperio Turco Otomano, pero durante la Primera Guerra Mundial, abrazaron con entusiasmo al Imperio Británico, a quien la familia juzgó correctamente que estaba en ascenso y que seguramente suplantaría a los turcos como el imperio dominante de Oriente Medio.
Una familia real despreciada
Esta lectura hachemita de la estrategia global era la correcta hace más de un siglo. Pero había un problema insuperable. El Sherif Hussein de La Meca era un autócrata despreciado, injusto e insensible, que no era capaz de dirigir a nadie, y la mayor parte de su familia tampoco era mejor.
Los británicos, encabezados por el secretario colonial Winston Churchill, abrazaron a los hashemitas en la década de 1920 y colocaron a uno de los hijos de Sherif Hussein, el rey Feisal I, en el trono de Irak. Incluso con el apoyo militar británico, la familia también era odiada allí. En 1958, toda la familia real hachemita de Irak fue ametrallada mortalmente en Bagdad, en una masacre que conmocionó al mundo.
A mediados de la década de 1920, el propio Sherif Hussein ya había sido expulsado de Arabia por Abdelaziz y la Casa de Saud. No todo el poderío del Imperio Británico y no todos los esfuerzos de Winston Churchill podrían salvarlo.
Escudados bajo el nuevo imperio
Así que cuando llegó el momento de explorar los recursos petroleros de Arabia, Abdelaziz despreció a los británicos y dio las concesiones vitales a las compañías petroleras estadounidenses. En mayo de 1933, el gobierno de Arabia Saudita otorgó una concesión a la SoCal –la Standard Oil Company de California– en lugar de la compañía petrolera británica rival Iraq Petroleum Company. Fue el precursor de la actual mega corporación petrolera Saudi Aramco.
Sin embargo, toda la legendaria riqueza petrolera saudí de los últimos 80 años se basó en su anterior conquista de la Península Arábiga. La lección militar principal fue clara: las tropas valientes y apasionadas con líderes dinámicos y enérgicos siempre vencerán a las fuerzas más ricas, más grandes y mejor equipadas dirigidas por gobernantes desgastados, corruptos y despreciados.
Historia repetida pero al revés
Ahora la historia se repite, excepto que esta vez los saudíes van a ser los perdedores y no los ganadores.
La victoria de los Houthis pone de manifiesto que los saudíes han encontrado a su némesis. El arrogante e imprudente príncipe heredero saudí Mohamed bin Salman, ha tenido tiempo suficiente en los últimos años para suspender su feroz, cruel y sangrienta campaña aérea contra el pueblo de Yemen. No lo pudo hacer y ya es demasiado tarde.
La venganza se acerca. Y no se detendrá en las fronteras de Arabia Saudita y Yemen.
El mundo está a punto de volverse a poner patas arriba.
Martin Sieff ha sido durante 24 años un corresponsal extranjero para The Washington Times y United Press International, reportando desde más de 70 países y cubierto 12 guerras. Se ha especializado en temas económicos estadounidenses y mundiales.
Fuente: https://www.strategic-culture.org/news/2019/10/13/the-world-turned-upside-down/
Traducción: A. Mondragón
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