
Cuando Richard Haass, Presidente del influyente CFR (Consejo sobre Relaciones Exteriores) dijo que “La pandemia acelerará la historia en lugar de reformarla” y admitió el “papel reducido” de Estados Unidos en el periodo post Covid-19, estaba confirmando el cambio del eje del Sistema-Mundo de Occidente a Eurasia. La reciente información de que China invertirá $400 mil millones en energía e infraestructura en Irán, para consolidar la integración económica en Eurasia es, entre otros tantos, un ejemplo más de ello.
Por Pepe Escobar
Dos de las principales “amenazas estratégicas” de EE.UU. se están acercando cada vez más al alcance de las Nuevas Rutas de la Seda, el principal proyecto del siglo XXI de integración económica en Eurasia. El Estado Profundo, en Washington, D.C., debe estar en conmoción y pavor.
El portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores iraní, Abbas Mousavi, criticó como “mentiras” una serie de rumores sobre la “hoja de ruta transparente” incorporada en la asociación estratégica entre Irán y China, en plena evolución.
Eso fue complementado por Mahmoud Vezi, el jefe de gabinete del presidente Rouhani, quien dijo que “se ha iniciado y dirigido una línea destructiva de propaganda desde fuera de Irán, contra la expansión de las relaciones de Irán con sus vecinos y especialmente (con) China y Rusia”.
Vezi agregó: “Esta hoja de ruta, en la que se define un camino para la expansión de las relaciones entre los gobiernos y los sectores privados, está firmada y se continuará firmando entre muchos países”.
Las pautas de del pacto China-Irán
En gran medida, tanto Mousavi como Vezi se referían a un informe sensacionalista, que no agregaba nada de lo que ya se sabía sobre la asociación estratégica, pero predeciblemente silbó una alerta roja importante sobre la alianza militar.
La asociación estratégica entre Irán y China se estableció oficialmente en el 2016, cuando el presidente Xi visitó Teherán. Estas son las pautas.
Dos artículos entre los 20 enumerados en el acuerdo son particularmente relevantes.
El punto 7 define el alcance de la asociación dentro de la visión de la Nueva Ruta de la Seda de la integración de Eurasia: “El lado iraní da la bienvenida al ‘Cinturón Económico de la Ruta de la Seda y la iniciativa de la Ruta de la Seda Marítima del siglo XXI’ introducida por China. Confiando en sus respectivas fortalezas y ventajas, así como en las oportunidades brindadas a través de la firma de documentos como el ‘MOU sobre la promoción conjunta del cinturón económico de la Ruta de la Seda y la Ruta de la Seda Marítima del siglo XXI’ y el ‘MOU sobre el refuerzo de las capacidades industriales y minerales e inversión’, ambas partes ampliarán la cooperación y las inversiones mutuas en diversas áreas, incluyendo transporte, ferrocarril, puertos, energía, industria, comercio y servicios”.
Y el punto 10 elogia la membresía de Irán en el AIIB: “La parte china aprecia la participación de Irán como ‘Miembro Fundador’ del Banco de Inversión en Infraestructura de Asia. Ambas partes están dispuestas a fortalecer su cooperación en las áreas relevantes y unir sus esfuerzos hacia el progreso y la prosperidad de Asia”.
Entonces, ¿cuál es el trato?
El núcleo de la asociación estratégica Irán-China, sin ningún secreto desde al menos el año pasado, gira en torno a una inversión china de $400 mil millones en la energía e infraestructura de Irán, durante los próximos 25 años. Se trata de asegurar un asunto de supremo interés nacional chino: Un suministro constante de petróleo y gas, evitando el cuello de botella peligroso del Estrecho de Malaca, asegurado con un descuento medio del 18%, y pagado en yuanes o en una canasta de monedas sin pasar por el dólar estadounidense.
Beijing también invertirá aproximadamente $228 mil millones en infraestructura iraní, ahí es donde entra el AIIB —durante 25 años, pero especialmente hasta el 2025. Eso va desde la construcción de fábricas hasta la muy necesaria renovación de la industria energética y la construcción en progreso del ferrocarril eléctrico de 900 km de largo, desde Teherán a Mashhad.
Teherán, Qom e Isfahan también estarán conectados por ferrocarril de alta velocidad —y habrá una extensión a Tabriz, un importante nodo de petróleo, gas y petroquímicos y el punto de partida del gasoducto Tabriz-Ankara.
Una encrucijada clave de Eurasia
Todo lo anterior tiene sentido en términos de la Nueva Ruta de la Seda, ya que Irán es una encrucijada clave de Eurasia. El tren de alta velocidad que atraviesa Irán conectará Urumqi en Xinjiang a Teherán, a través de cuatro de los “envidiables” nodos de Asia Central (Kazajstán, Kirguistán, Uzbekistán y Turkmenistán) hasta Asia occidental, a través de Irak y Turquía, y más allá a Europa: un tecno renacimiento de las Antiguas Rutas de la Seda, donde el idioma principal del comercio entre Oriente y Occidente en todo el territorio central era el persa.
Los términos de la cooperación militar aérea y naval entre Irán y China, y también Rusia, aún no están finalizados, como me dijeron fuentes iraníes. Y nadie ha tenido acceso a los detalles. Lo que dijo Mousavi, en un tuit, fue que “no hay nada [en el acuerdo] sobre la entrega de islas iraníes a China, nada sobre la presencia de fuerzas militares y otras falsedades”.
Lo mismo se aplica a la especulación —totalmente infundada— de que se otorgarán bases al PLA (Ejército Popular de Liberación, de China) en Irán y se les permitirá estacionar tropas en territorio iraní.
La impotencia del Estado Profundo
El domingo pasado, 5 de julio, el ministro de Relaciones Exteriores, Mohammad Javad Zarif, enfatizó que Irán y China habían estado negociando “con confianza y convicción” y que no había “nada secreto” sobre el acuerdo.
Los negociadores iraníes, chinos y rusos, se reunirán el próximo mes para discutir los términos de la cooperación militar entre los tres principales nodos de integración de Eurasia. La colaboración más cercana está programada para comenzar en noviembre.
Geopolítica y geoeconómicamente, la clave es que el bloqueo implacable de la economía iraní por parte de EE.UU., que incluye sanciones armadas severas. Pero Washington es impotente para hacer algo sobre el amplio acuerdo entre Irán y China. Aquí hay una exposición decente de algunos de los factores en juego.
La marca del excepcionalismo chino
La asociación estratégica entre Irán y China es otra demostración gráfica de lo que podría ser deconstruido como la marca del excepcionalismo chino: Una mentalidad colectiva y una planificación organizada suficiente capaz de establecer una asociación amplia, de beneficio mutuo, económica, política y militar.
Es bastante instructivo ubicar todo el proceso en el contexto de lo que el Consejero de Estado y el Ministro de Relaciones Exteriores, Wang Yi, enfatizó en una reciente reunión de los Grupos Estratégicos de China-Estados Unidos, a la que asistió, entre otros, Henry Kissinger:
“Una opinión particular ha estado dando vueltas en los últimos años, alegando que el éxito del camino seguido por China será un golpe y una amenaza para el sistema y el sendero occidental. Este reclamo es inconsistente con los hechos, y no estamos de acuerdo con él. La agresión y la expansión nunca están en los genes de la nación china a lo largo de sus 5,000 años de historia. China no replica ningún modelo de otros países, ni exporta el suyo propio a otros. Nunca pedimos a otros países que copien lo que hacemos. Hace más de 2,500 años, nuestros antepasados defendieron que todos los seres vivos pueden crecer en armonía sin lastimarse unos a otros, y diferentes formas pueden funcionar en paralelo sin interferir unos con otros”.
Pepe Escobar es un analista geopolítico independiente, escritor y periodista. Escribe para The Roving Eye, Asia Times Online, y trabaja como analista para RT, Sputnik News y Press TV. Anteriormente trabajó para Al Jazeera.
Reproducido del Asia Times con permiso del autor en https://thesaker.is/iran-china-pact-turbocharges-the-new-silk-roads/
Traducción: A. Mondragón
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