El precio de un príncipe o el costo de criar a un niño en EE.UU.

Hoy en día, aproximadamente una de cada cinco mujeres en EE.UU. no tiene hijos. Gracias en parte a este descenso en la tasa de natalidad, por primera vez en la historia del país, pronto puede haber más ancianos que niños.

Por Heidi Steinour

Según las tendencias en los costos, es evidente por qué muchas familias eligen tener menos hijos o, en algunos casos, no tenerlos.
El costo de tener hijos en los EE.UU. ha crecido exponencialmente desde la década de 1960, cuando el gobierno comenzó a recopilar los datos sobre los gastos de la crianza. Entre el 2000 y el 2010, el costo se disparó en un 40%.
A partir del 2015, los padres estadounidenses gastan, en promedio, $233,610 en costos de niños desde el nacimiento hasta la edad de 17 años, sin incluir la universidad. Este número cubre todo, desde la vivienda y comida, hasta cuidado de niños y costos de transporte. Y como madre, además de socióloga que estudia a las familias, he experimentado de primera mano los costos inesperados asociados con tener un hijo.
Este aumento en los costos tiene amplias implicaciones, que afectan a todo, desde las tendencias demográficas y el capital humano, hasta el consumo familiar.

El costo del nacimiento

Los costos generales del nacimiento varían de estado a estado.
Los gastos por un nacimiento pueden variar desde $3,000 hasta más de $37,000 por niño para un parto vaginal normal y de $8,000 a $70,000 si se necesita una cesárea o cuidado especial. En Nueva York el costo promedio de un parto normal es de $8,936 y en Nueva Jersey $9,302, de acuerdo a estimaciones de la revista TIME y la organización FAIR Health. El estado más barato es Alabama, con $5,012, y el más caro Alaska con $10,413.
Estos costos, a menudo, son el resultado de tarifas separadas que se cobran por cada tratamiento individual. Otros factores incluyen la propiedad del hospital, la competitividad del mercado y la ubicación geográfica.
Vale la pena señalar que estos costos a menudo incluyen tarifas adicionales por ultrasonidos, análisis de sangre o embarazos de alto riesgo.
Como resultado, para las mujeres que están preocupadas por los costos relacionados con el parto, es importante explorar los costos promedio en sus hospitales locales y revisar sus planes de seguro antes de que decidan quedar embarazadas.

Cuidado y actividades infantiles

El Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE.UU. considera que el cuidado infantil es asequible si no se utiliza más del 10% de los ingresos de una familia para ese fin. Sin embargo, los padres actualmente gastan del 9% al 22% de su ingreso anual total en el cuidado infantil, por niño.
El cuidado infantil se ha convertido en uno de los costos más elevados que tiene una familia. De hecho, en muchas ciudades, el cuidado infantil puede costar más que el alquiler promedio. Esto es particularmente desafiante para las familias de bajos ingresos que, a menudo, no ganan más del salario mínimo.
Además, durante el siglo pasado, los estadounidenses cambiaron significativamente la forma en que vemos la infancia. Mientras que en el pasado, los niños solían dedicarse al trabajo familiar, ahora los niños son protegidos y alimentados.
Sin embargo, las actividades de los niños pueden ser costosas. Por ejemplo, las familias estadounidenses gastarán en promedio de $500 a $ 1,000 por temporada en actividades extracurriculares o deportivas para cada uno de sus hijos.

El alto costos de los deportes

De hecho, debido a los crecientes costos de los deportes, el número de niños que no son físicamente activos ha aumentado a 17.6%. Ser físicamente inactivo es una posibilidad aun mayor para los niños de bajos ingresos, que tienen tres veces menos probabilidades de participar que los niños que residen en hogares de mayores ingresos.
Otro costo oculto asociado con tener un hijo es el tiempo. En mi experiencia, muchos padres no se dan cuenta de cuánto tiempo invertirán en sus hijos, a menudo a costa de la libertad personal y las expectativas laborales.
De hecho, la Encuesta de Uso del Tiempo de los Estados Unidos muestra que, en promedio, los padres con hijos menores de 18 años gastan alrededor de 1.5 horas por día en responsabilidades domésticas y de cuidado infantil. Las mujeres pasan 2.5 horas al día, mientras que los hombres gastan aproximadamente una hora en estas tareas.

Sopesando las causas

Los investigadores de Pew argumentan que la reciente disminución en la tasa de natalidad tiene que ver tanto con la Gran Recesión en el 2008, como con el aumento de las mujeres que no están dispuestas a sacrificar sus carreras profesionales por tener una familia.
Esto habla de otro costo adicional de tener hijos: las madres, a menudo, se ven obligadas a abandonar sus carreras u “optar por no participar”, basadas en las altas exigencias de balancear el equilibrio entre la familia, el trabajo y la vida.
Los investigadores también han encontrado una tendencia creciente de hombres y mujeres que se convierten en padres solteros por elección. Este grupo de padres da prioridad a los hijos sobre el matrimonio y, a menudo, tienen un sólo ingreso. Eso también contribuye a la reducción del nacimiento en general, desde una perspectiva financiera y práctica.

Al final, la decisión es personal

En definitiva, la decisión de tener un hijo es personal. Los datos muestran que la carga de los costos y el estrés de la vida familiar son reales. Sin embargo, a pesar de los costos asociados con tener un hijo, muchos padres informan satisfacción general con su matrimonio y su vida familiar.
Teniendo en cuenta los altos costos de tener un hijo, junto con la tensión en el equilibrio de la vida familiar, los estados y las empresas están comenzando a invertir en políticas de apoyo familiar, beneficios parentales y educación competitiva. Y las personas están creando enfoques más innovadores para gestionar el equilibrio entre la familia y el trabajo, como una reducción en los horarios de trabajo, el apoyo familiar y un impulso para más responsabilidades compartidas dentro del hogar.

Heidi Steinour es instructora visitante en sociología en la Universidad del Sur de Florida.

Traducción: A. Mondragón

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