El virus afiebró el rigor de The Economist en el análisis post pandemia

“El Sistema Mundo Occidental, bajo el comando de EE.UU., parecía —en la Neo Caverna de Platón— un Huevo de Pascua — llamativo, colorido y festivo— pero nada más. Sin embargo, por dentro, como ya lo habían estudiado, analizado y previsto con gran precisión el profesor Immanuel Wallerstein y el economista Michael Hudson, apestaba y bien feo. El coronavirus fue como la esquirla de un estallido que simplemente rompió el cascarón”.
Lux Fer

A través del artículo ‘La Geopolítica después de Covid-19: ¿Es la pandemia un punto de inflexión?’ la Unidad de Inteligencia Económica (EIU, por sus iniciales en inglés) de la prestigiosa revista especializada The Economist, que publicamos más abajo, coincide a plenitud con los puntos esenciales de nuestro portal El Nuevo Sistema Mundo (NSM) en lo referido a la preeminencia de Asia, en especial China, sobre Occidente (ver aquí, aquí, aquí y aquí). Sin embargo, sin sustento alguno, la EIU llega a conclusiones paradójicas.
En su introducción la EIU resume el tema así: “La pandemia del coronavirus no marcará el comienzo de un orden global completamente nuevo, pero cambiará las cosas de tres maneras importantes: 1. Sacará a la superficie acontecimientos que anteriormente habían pasado en gran medida desapercibidos, como la forma en que China ya ha establecido sus esferas de influencia en partes del mundo que reciben poca atención. 2. Actuará como un acelerador de las tendencias geopolíticas existentes, en particular la creciente rivalidad entre Estados Unidos y China, y el cambio en el equilibrio del poder económico de Occidente a Oriente. 3. Es probable que sea un catalizador de los cambios que actualmente son difíciles de predecir, tanto en el mundo desarrollado como en el mundo en desarrollo, desde el futuro de la Unión Europea hasta el papel de Rusia y otras potencias medias.
El punto 1 es una mirada con desdén a lo que realmente estará en juego el resto del Siglo XXI, el control de la Isla-Mundo como lo había previsto el historiador y geógrafo inglés John Halford Mackinder en 1904 (ver aquí y aquí). No así el punto 2, en el cual enfatiza una modificación en el equilibrio del poder económico: “De Occidente a Oriente”. Esa es la tesis central de NSM, el predominio de Asia, en especial de China. El declive de Estados Unidos ha sido confirmado por el propio presidente del influyente Council Foreing Relations (CFR) Richard N. Haas (ver aquí).
The Economist no puede ignorar que la esfera económica —al mando de una Fábrica-Mundo, es decir China— resulta fundamental a la hora de medir fuerzas y anticipar resultados. Si como ellos mismos afirman: “(La pandemia) Actuará como un acelerador de las tendencias geopolíticas existentes, en particular la creciente rivalidad entre Estados Unidos y China”, entonces el corolario de esa misma proposición no puede ser el punto 3: “es probable que sea un catalizador de los cambios que actualmente son difíciles de predecir, tanto en el mundo desarrollado como en el mundo en desarrollo, desde el futuro de la Unión Europea hasta el papel de Rusia y otras potencias medias”.
La contradicción es que un catalizador no cambia las cosas, solo acelera un proceso que, en este caso, ya estaba en marcha, el Declinamiento del Viejo Sistema Mundo Occidental —como lo predijo Wallerstein y Haass lo admite tácitamente— y el ascenso de un Nuevo Hegemón que nacerá en Oriente y plausiblemente Euroasiático —como el propio The Economist lo admite a regañadientes.
Si una potencia económica emerge con fuerza inusitada, como Estados Unidos después de la II Guerra Mundial, no es para ubicarse como espectador de los acontecimientos o una potencia dadivosa, sino para convertirse en el Hegemón de las nuevas circunstancias. En este caso, cuando hablamos de Asia, esencialmente nos referimos al dúo integrado por China y Rusia —y el plausible nacimiento de un Nuevo Sistema Mundo Euroasiático.
En el NSM hemos abordado este tema desde el 2017. Los hechos que ahora respaldan los análisis iniciales, fueron anticipados gracias a los estudios del geógrafo inglés John Halford Mackinder, el economista ruso Nicolai Kondratiev, el sociólogo estadunidense Immanuel Wallerstein y el excoronel de la US Air, Leroy Fletcher Poutry. Y los chinos, como una nación-civilización, no solo también lo sabían sino que, en su sapiencia pragmática, se prepararon para actuar en el momento debido —hace más de 40 años. Pero ahora dejemos que usted, como lector juzgue por sí mismo el reporte de la EIU de The Economist.

La geopolítica después de Covid-19: ¿es la pandemia un punto de inflexión?
EIU Digital Solutions / 1 Abril 2020
La pandemia de coronavirus no marcará el comienzo de un orden global completamente nuevo, pero cambiará las cosas de tres maneras importantes. Sacará a la superficie acontecimientos que anteriormente habían pasado en gran medida desapercibidos, como la forma en que China ya ha establecido sus esferas de influencia en partes del mundo que reciben poca atención. Actuará como un acelerador de las tendencias geopolíticas existentes, en particular la creciente rivalidad entre Estados Unidos y China, y el cambio en el equilibrio del poder económico de Occidente a Oriente. Por último, es probable que sea un catalizador de los cambios que actualmente son difíciles de predecir, tanto en el mundo desarrollado como en el mundo en desarrollo, desde el futuro de la Unión Europea hasta el papel de Rusia y otras potencias medias.

La rivalidad entre las grandes potencias se agudiza
En tiempos de crisis, las rivalidades mundiales tienden a intensificarse en lugar de disminuir. La crisis del coronavirus ha llevado a un mayor deterioro de las ya, crónicamente, malas relaciones entre China y los EE.UU. Tal y como están las cosas, parece que hay pocas posibilidades de que el daño pueda ser reparado a corto plazo. La epidemia exacerbará las fricciones de larga data entre Estados Unidos y China, socavando cualquier estabilidad que pudiera haberse logrado —como resultado de la superficial “primera fase” del acuerdo comercial firmado en enero. Incluso en medio de la epidemia de coronavirus, las tensiones se han acentuado y el ruido de los sables ha aumentado entre China y EE.UU. en el Mar de China Meridional. Sin embargo, la epidemia del coronavirus no es la causa de las dificultades en las relaciones entre EE.UU. y China, sino que simplemente está exacerbando las tendencias que han existido durante años, ya que ambos países compiten por el dominio económico.

Una guerra de desinformación está en marcha
La expansión del coronavirus fuera de China y alrededor del mundo ha llevado a una guerra de desinformación. China está tratando de desentenderse de la responsabilidad de que el virus se haya originado allí, difundiendo teorías de conspiración y confusión, y los Estados Unidos está respondiendo tratando de culpar firmemente a China —insistiendo en la designación “virus Wuhan” o “virus chino”. En la batalla para influir en la opinión pública internacional, China también ha estado contrastando su “eficiencia” en la contención del virus, con la forma en que la pandemia ha sido “mal manejada” por los estados democráticos occidentales como EE.UU.

Un nuevo cambio en el equilibrio de poder mundial
La pandemia acelerará el cambio en el equilibrio global de poder de Occidente a Oriente. El efecto negativo de la pandemia en las economías maduras y desarrolladas de Europa y los EE.UU. puede ser duradero. Las extraordinarias medidas fiscales y monetarias que estos países están adoptando para apoyar a las empresas y los hogares serán difíciles de revertir. Existe el riesgo de que muchas de estas intervenciones no se deshagan completamente, lo que aumenta las posibilidades de que, a mediano plazo, se produzcan crisis de deuda soberana en las economías desarrolladas. Mientras tanto, China, por ser la primera en salir de la crisis, será la primera en el camino de la recuperación; dirigirá todos sus recursos a impulsar la economía china. No obstante, se enfrentará a dificultades para lograr una rápida recuperación en medio de una débil demanda mundial, y se enfrenta a graves problemas a mediano plazo, entre ellos su considerable deuda. No obstante, es poco probable que la pandemia impida el reequilibrio del poder económico mundial de Occidente a Oriente.

China puede emerger como un actor global más grande
Inevitablemente se cuestionará la dependencia de las cadenas de suministro de China, lo que dio lugar a un choque de la oferta en el primer trimestre de 2020, y es probable que algunos países culpen a China por no haber adoptado medidas adecuadas en las primeras etapas del contagio. No obstante, es probable que China salga de la crisis como un actor mundial más importante. China se está esforzando por reparar el daño de su reputación —causado por su chapucería inicial del brote de coronavirus— en particular compartiendo la experiencia médica, enviando ayuda y llenando algunas carencias de suministros médicos en todo el mundo. El país también tratará de aprovechar el fracaso de EE.UU. para actuar con decisión al comienzo de la crisis y prepararse para lo que inevitablemente vendrá una vez que la enfermedad haya dado la vuelta al mundo.
China tendrá que hacer frente al cuestionamiento por parte del resto del mundo de su respuesta inicial y su falta de transparencia, que permitió que el virus se propagara rápidamente por todo el mundo. Las relaciones con EE.UU., en particular, y con Europa occidental se harán más difíciles. Sin embargo, parece muy probable que la crisis cristalice el desarrollo de esferas de influencia china claramente delimitadas, en partes de África, Europa oriental, América Latina y el sudeste asiático. China tiene ahora la oportunidad de ampliar su influencia aportando conocimientos especializados y apoyo a los países más afectados por la pandemia. No es inconcebible, por ejemplo, que China pueda poner en marcha su Iniciativa de la Rutas de la Seda Médicas en algunos países africanos, tanto para reforzar su reputación en el escenario mundial, como para proteger sus inversiones en ese ámbito. Algunos de estos lugares se convertirán en escenarios para el desarrollo de rivalidades y conflictos entre grandes potencias.

¿Disminuirá el liderazgo mundial de los EE.UU.?
La política de “América primero” de Donald Trump, el presidente de EE.UU., podría decirse que ya ha llevado a una disminución del poder de EE.UU. a nivel mundial, ya que muchos países sienten cada vez más que EE.UU. no es un socio fiable y digno de confianza (sigue siendo el caso de que EE.UU. es el Hegemón mundial dada su influencia económica y militar). Sin embargo, la retirada de EE.UU. de la escena mundial ha dado a China la oportunidad de llenar ciertos vacíos, en particular porque la epidemia ha obligado a EE.UU. a volverse hacia sí mismo por ahora. Sin embargo, sería un error subestimar el poder y el liderazgo de EE.UU., que sin duda es consciente de las intenciones de China y es probable que se oponga. A nivel mundial hay una carrera para desarrollar una vacuna: esto puede resultar ser un área de colaboración potencial, incluso entre China y los EE.UU., pero también podría ser otro medio por el cual uno u otro afirme su influencia.

La UE saldrá debilitada de la crisis
La incapacidad de movilizar una respuesta paneuropea a la crisis y la tendencia de los Estados miembros a cuidar de sus propios ciudadanos, ha supuesto un golpe para la UE: los Estados miembros no actuaron de forma concertada cuando estalló la crisis en Europa, sino de forma unilateral, cerrando las fronteras, suspendiendo la libre circulación y deteniendo los enlaces de transporte sin coordinación. La falta de solidaridad paneuropea fue sorprendente, ya que el llamamiento de Italia para que se prestara asistencia fue inicialmente ignorado por otros Estados europeos, que también bloquearon las exportaciones de suministros y equipos médicos, lo que permitió que China interviniera para ofrecer ayuda y, por lo tanto, reforzar su influencia a nivel mundial. La UE ofreció tardíamente más asistencia a los Estados miembros que se encontraban en dificultades y a los aspirantes a ser miembros como los Estados de los Balcanes occidentales, pero el daño ya estaba hecho y es probable que persista el resentimiento. A medida que la crisis se extendía por el continente, se pusieron de manifiesto las enconadas divisiones dentro del bloque entre el Norte y el Sur, el Este y el Oeste y así sucesivamente. La crisis de la deuda soberana, la crisis de los migrantes y el Brexit, la crisis del coronavirus, perjudicarán aún más a la UE.

Las potencias emergentes tratarán de capitalizar la crisis
Las potencias regionales como Rusia, Turquía, Irán y otras han tratado en los últimos años de capitalizar la creciente fragmentación del orden mundial, afirmando el liderazgo en sus patios traseros. Para algunos de estos estados la epidemia representa una oportunidad para reforzar su presencia regional y mundial. Rusia ha enviado ayuda militar y médica a Italia en aviones con la marca “Desde Rusia con amor”, en un desaire a la UE y a otros socios tradicionales, que inicialmente no ayudaron al país duramente golpeado; también ha anunciado que enviaría suministros médicos a EE.UU. Al mismo tiempo, es probable que algunos de estos actores regionales se vean duramente afectados por la crisis del coronavirus, lo que podría limitar su capacidad de extender su influencia a corto plazo. Sin embargo, la pandemia acelerará la fragmentación y recomposición del orden mundial, en beneficio de las potencias emergentes como China, y potencialmente de potencias como Rusia y Turquía.

Fuente: http://country.eiu.com/article.aspx?articleid=1339299717&Country=Albania&topic=Politics&subtopic=Forecast&subsubtopic=International+relations
Traducción: Alexandr Mondragón

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