Por Pepe Escobar*
Un nuevo informe sobre la política de Estados Unidos hacia China, lanzado por la Asia Society en Nueva York, es otro ejemplo de cómo las elites intelectuales de Estados Unidos, supuestamente bipartidistas, en lugar de ofrecer un asesoramiento imparcial, hacen poco más que repetir los puntos de conversación de Washington, sin admitir que no saben nada de importancia sobre las presuntas “amenazas” existenciales planteadas por Rusia y China.
El informe “Corrección del curso: Hacia una política de China eficaz y sostenible”, se redactó en colaboración con el Centro Chino del Siglo XXI en la Universidad de California, San Diego. Orville Schell, uno de los presidentes del Informe del Grupo de Trabajo, debería ser considerado como uno de los menos parcializados entre una canasta desigual de presuntos expertos estadounidenses sobre China.
Sin embargo, considera que el informe trata de encontrar una manera de “confrontar a China” y “acomodar a China” a los intereses de Washington. Eso no incluye “respetar” a China, considerando todos los logros de dicha nación ha logrado 40 años después de las reformas lanzadas por el Pequeño Timonel Deng Xiaoping.
Las paranoias sobre China
Entonces Schell admite que sus expertos se quedan “preguntándose qué está pasando en los altos niveles del liderazgo en China”. Eso es aún más grave, lo que implica que no hay información sobre el terreno.
Así que nos quedamos con el ataque a China. Nos enteramos de los ataques tortuosos contra el “orden global basado en reglas” –que no siempre se equiparan sutilmente con los “intereses y valores de los Estados Unidos”; las “políticas mercantilistas de suma cero” de China y el “abundante financiamiento del estado, que ha llevado a convertir a China en una superpotencia de alta tecnología”, como si a ningún país en el Sur Global se le debería permitir ser una nación de alta tecnología.
Sobre política exterior, el informe advierte sobre los “reclamos expansivos de soberanía en el Mar de China Meridional”, que es una regurgitación de facto de la principal narrativa del Pentágono.
Y a principios de esta semana, el jefe del Comando del Indo-Pacífico de EE.UU., el almirante Philip Davidson, declaró ante el Comité de Servicios Armados del Senado que la competencia entre EE.UU. y China representa “dos visiones incompatibles del futuro”, y que China es la “más grande amenaza estratégica a largo plazo, para un libre y abierto Indo-Pacífico a Estados Unidos”.
“Expertos” sinofóbicos
La Asia Society promueve su informe como el análisis más completo del estado de confrontación entre Estados Unidos y China, y el resultado de dos años de trabajo. Sin embargo, habla y habla más como un resumen del ciclo de noticias frenéticamente repetitivas que se centran siempre en los diseños “hegemónicos” de China en el 5G, el sospechoso robo de la tecnología Made in China 2025, los ataques a la “libertad de navegación” y el nacionalismo insidioso de China.
Como si el gobierno de Trump no estuviera aplicando innumerables formas de presión económica, y no solo a China, que van desde los ejercicios de soberanía hasta el proteccionismo descarado.
El informe recomienda aplicar más presión y ejercer más control para “corregir” el comportamiento chino. Por lo tanto, es fácil imaginar cómo esta actitud condescendiente y basada en la excepcionalidad es totalmente rechazada por Beijing.
Cuando uno mira a los firmantes del informe, es fácil ver por qué.
Entre ellos, se encuentran Winston Lord, ex embajador de Estados Unidos en China y ex miembro de la mano derecha de Henry Kissinger; Kurt Campbell, el hombre que inventó el “pivote a Asia”, lo vendió a la ex Secretaria de Estado Hillary Clinton, quien convenció al presidente Obama al respecto; la ex negociadora comercial y acólita de Clinton, Charlene Barshevsky; y David Shambaugh, de la Universidad de George Washington, que solía ser confiable pero recientemente ha virado hacia un camino sinofóbico.
¿Qué pasa con la Nueva Ruta de Seda?
En lugar de “confrontar” o “acomodar” a China, lo que pasa por los niveles superiores de la élite intelectual de Estados Unidos podría ser peor que tratar de entender a China. Y eso significa entender el alcance de una política real; las Nuevas Rutas de Seda, o la Iniciativa del Cinturón de Caminos.
El BRI es la política exterior de facto desarrollada para una superpotencia geoeconómica hasta el 2049, basada en el comercio, la inversión y la internacionalización de lo que seguramente se convertirá en una moneda importante, el yuan.
Hasta el final del año pasado, el Banco de Desarrollo de China, el Banco Exim, el Fondo de la Ruta de la Seda, el Banco Asiático de Inversión en Infraestructura (AIIB) y el Banco de Nuevo Desarrollo (NDB) establecidos por las principales economías emergentes habían invertido al menos $460 mil millones en innumerables proyectos BRI.
El BRI ya es una banda global. A pesar de toda la demonización 24/7, la mayoría absoluta de las inversiones relacionadas con el BRI acumulan la proyección del poder de China, incluido el poder blando. Eso es visible en todo el Sur Global. Proyectos en marcha, como en Malasia o Sri Lanka, son inevitables. Este es un trabajo masivo en progreso –y apenas está comenzando.
Hasta que las élites de Estados Unidos comprendan de qué se trata la Nueva Ruta de Seda, económica y geopolíticamente, las estrategias de contención y acomodamiento elaboradas por los pensadores seguirán siendo irrelevantes.
* Pepe Escobar es un analista geopolítico independiente, escritor y periodista. Escribe para The Roving Eye, Asia Times Online, y trabaja como analista para RT, Sputnik News y Press TV. Anteriormente trabajó para Al Jazeera.
Texto original: https://www.asiatimes.com/2019/02/opinion/us-elites-remain-incapable-of-understanding-china/
Traducción: A. Mondragón
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