Cuando vi las primeras imágenes del incendio ocurrido en la Trump Tower, el pasado sábado 7 de abril en Manhattan, tuve un deja vu. Fue como ver las imágenes iniciales del primer avión que se estrelló contra las Torres Gemelas el 11-S. Pero no fue el único deja vu, tuve otro que se reveló más certero: un incidente que sucedió a tres meses de que Barack Obama comenzara a gobernar en el 2009.
Por Alexandr Mondragón
Y entonces recordé lo que Leroy Fletcher Prouty, quien se desempeñó como Jefe de Operaciones Especiales para el Estado Mayor Conjunto bajo el presidente John F. Kennedy, le dijo al Fiscal Jim Garrison, cuando investigaba el asesinato de JFK: “La pregunta no es quién lo hizo, sino quienes se beneficiaron”.
Pero primero el hecho. Como se sabe, una persona murió y cuatro bomberos resultaron lesionados en un incendio que se registró en un apartamento residencial del Piso 50 de la Trump Tower, a las 5:30 de la tarde. El presidente se encontraba en Washington en ese momento y, a través de un Twitter, dijo que el incendio se había extinguido y atribuyó su confinamiento a la construcción de la torre.
Las fotos publicadas en Twitter mostraban llamas y humo saliendo de las ventanas del rascacielos ubicado en el centro de Manhattan, mientras que en algunos videos se observaba cómo caían escombros. Hasta aquí la historia del incidente.
Ahora ¿por qué decimos que fue un mensaje escondido? ¿Qué fue lo que Trump entendió y —como se reveló en menos de 24 horas— entonces tuvo que dar un giro radical a sus promesas en Siria? ¿Quiénes tuvieron el poder de darle esa orden y que él la cumpliera sin chistar? He aquí algunas respuestas.
El “gobierno a la sombra”
Aunque muchos escépticos aún no creen que exista un “gobierno a la sombra”, más poderoso y real que el que tiene el principal inquilino de la Casa Blanca —en verdad que cualquier primer inquilino que haya ocupado la Oficina Oval, al menos desde la década de los 1960’s—, lo cierto es que sí existe una “High Cabala” (HC) de funcionarios no electos y gente que representa a poderosos intereses económicos, la cual está al mando y detrás del Complejo Industrial Militar / Seguridad. Ellos no solo toman las decisiones políticas más importantes de los EE.UU., sino también diseñan y ejecutan las acciones más costosas para el erario del gobierno de EE.UU. —a través del Pentágono y la “guerra contra el terrorismo” desde principios del presente siglo. Esta no es una afirmación ligera.
Como dice el analista Eric Zuesse en “Cómo el ejército controla Estados Unidos” (https://www.strategic-culture.org/news/2018/03/25/how-military-controls-america.html): “Debido a que los Estados Unidos privatizaron la industria armamentística (e incluso privatizaron a algunos mercenarios de sus campos de batalla de asesinatos y muertes), en EE.UU. hay ganancias para los inversionistas en invasiones y ocupaciones militares de países extranjeros; y los multimillonarios que controlan estas corporaciones pueden y deben —para sus fines financieros— comprar —y controlar, remarcamos nosotros— al Congreso y al Presidente, para mantener esos beneficios fluyendo hacia ellos mismos. Esa es la naturaleza del negocio bélico, ya que sus mercados son gobiernos, pero no esos gobiernos que la aristocracia quiere derrocar y reemplazar. Los gobiernos extranjeros que deben ser derrocados no son mercados, sino que son los objetivos”. Y Siria es uno de ellos.
El desliz de Trump sobre Siria
En este contexto, entonces, cabe recordar que a finales del mes pasado —en una de esas declaraciones que suelen sorprender a propios y extraños— Trump dijo que ya era hora de que las tropas de EE.UU. abandonaran Siria para que “otros hicieran el trabajo”. En otras palabras, esto significaba una baja en las trillonarias ganancias que la “guerra contra el terrorismo y los estados facinerosos” en el Medio Oriente, desde el 2001, ha generado a la industria militar. Entonces ¿La HC o el “gobierno en las sombras” iba a permitir semejante golpe a sus ganancias? Ni por un instante.
Solo para poner en perspectiva el gran negocio de la guerra, el proyecto Costos de Guerra, encabezado por el profesor Neta Crawford, de la Universidad Brown, señaló que después del 11 de septiembre de 2001, se estima que, hasta el 2016, EE.UU. había gastado la friolera de $4.79 trillones (millones de millones) en Irak, Afganistán, Siria, Libia y más allá. Una cifra similar a la calculada por el sitio https://www.nationalpriorities.org que, al momento de escribir este artículo, estima el costo en casi $4.5 trillones.
En cuanto a la pequeña diferencia en las cifras, como lo señaló Crawford, “es raro tener una contabilidad precisa de los costos de la guerra” y que “hay muchos costos de guerra que podrían cuantificarse y muchas formas de contarlos”.
Un cuarto de la deuda nacional
Y sí comparamos esta cifra con la deuda actual de EE.UU., que ya superó los más de $21 trillones (http://www.usdebtclock.org/), esto significa que casi una cuarta parte de la deuda o el 25% se han gastado en la “industria de la guerra”. Como escribe Zuesse: “Es la naturaleza única del negocio de la guerra, y una gran ventaja para sus inversores”.
Entonces había que obligar al Sr. Presidente a que cambie de opinión, sin ambages. [Y para recordar: Unos meses antes de que fuera asesinado, JFK había firmado un memorándum en el cual indicaba el retiro de tropas de Vietnam. Tras ser asesinado, Lyndon Johnson, el sucesor de JFK, revirtió la orden y dicha guerra se expandió por 12 años más, aun cuando los famosos Papeles del Pentágono revelaban ya en los 60’s que no había forma de ganar la guerra.]
Entonces: ¿Qué cree Usted que pensó Trump cuando vio las primeras fotos del incendio en su edificio? ¿Tal vez recordó las primeras imágenes del 9-11, como se ve en las fotos aquí publicadas?
Reculando en menos de 24 horas
Bueno, en menos de 24 horas tras el incendio en la torre, y usando un supuesto ataque con armas químicas, en que al menos 42 personas murieron el sábado (7 de abril, el mismo día del incendio ¿curioso no?) en la localidad rebelde de Duma, Trump volvió a la carga contra Siria.
El domingo 8 Trump prometió responder “contundentemente” al presunto ataque químico registrado en Siria. Al momento de escribir este artículo, él había dicho: “Tenemos muchas opciones, en términos militares, y les haremos saber muy pronto (cuál escogemos), probablemente después de actuar”.
Y como dato para tener muy en cuenta, cuando Trump anunció sus “opciones, en términos militares”, lo hizo rodeado de líderes del Pentágono y frente a los periodistas reunidos en la Casa Blanca. Un detalle que no se puede pasar por desapercibido.
En otras palabras y para dejarlo bien claro: El incendio casual tuvo sus efectos. Trump no dejará la guerra que Obama comenzó en el 2011.
Otro detalle adicional. El presupuesto del gobierno de Trump para la “seguridad nacional” es de $686 mil millones para el año fiscal 2019 que, entre otras cosas, impulsaría a la Marina hacia un nuevo objetivo de construir 355 barcos, restauraría fondos importantes para un avión de combate Boeing Co., favorecido por el presidente, e impulsaría los gastos de defensa antimisiles para contrarrestar las amenazas de Corea del Norte e Irán, según el reporte de Fortune (http://fortune.com/2018/02/12/trump-military-budget/).
Una guerra o un circo de guerra
Pero en este punto hay que ser claros. ¿Trump piensa lanzar una campaña y/o invasión militar contra Siria, como EE.UU. lo hizo en Irak o Afganistán? Con los militares rusos y chinos en el territorio sirio, es bastante improbable —aunque muchos medios y expertos creen que sí. A nuestro entender el “negocio” no es así. Funciona de otra forma más opaca y menos visible a la opinión pública.
De lo que se trata es crear un escenario de guerra y usarla como una excusa para los enormes gastos militares del Pentágono, con lo que —y he aquí la mala noticia para los contribuyentes— EE.UU. se seguirá endeudando a un ritmo jamás visto en la historia de la humanidad. Recientemente Simon Black (https://www.sovereignman.com/trends/us-government-issuing-300-billion-in-new-debt-just-this-week-23226/) reportó lo siguiente:
“El nivel de deuda total del gobierno de los EE.UU. supera ahora los $21 trillones. Y solo esta semana (del 28 de marzo), el gobierno de EE.UU. está emitiendo $300 mil millones en nueva deuda.
Para poner ese número en perspectiva, toda la deuda nacional de EE.UU. era de alrededor de $300 mil millones cuando John F. Kennedy era presidente… Ahora están emitiendo esa cantidad de deuda en una sola semana.
¿A dónde va todo?
El gobierno gasta trillones de dólares cada año… y una gran cantidad se desperdicia en algunos de los abusos… realmente grandes y atroces, como ese fiasco del sitio web Obamacare de $2 mil millones… O el $1 trillón que el Departamento de Defensa gastó para destruir $16 mil millones de munición perfectamente buena.
Y no hace falta ser un científico espacial para descubrir las consecuencias a largo plazo”.
Y aquí hay otro reporte de Black (https://www.sovereignman.com/trends/us-government-says-its-budget-deficit-will-permanently-exceed-1-trillion-23288/), fechado el 10 de abril: “Ayer, la propia Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO) del gobierno de EE.UU. publicó un informe muy aleccionador (sic) sobre el estado de las finanzas del Tío Sam, y lo que depara el futuro.
Según la CBO, los hábitos de gasto del gobierno federal están en una situación tan desesperada que su déficit presupuestario total superará la cifra de $1 trillón en el 2020. Eso es solo dos años.
El déficit presupuestario, por supuesto, es la cantidad de dinero que el gobierno gasta en exceso cada año”.
La misma estrategia que en Vietnam
Así que tampoco es necesario ser un astrofísico entender porque “no es un negocio” salirse de la guerra en Siria y del Medio Oriente. La guerra, aunque suene irónico, es la excusa perfecta para el negocio más fantástico en la historia de la humanidad.
Y esto no es nada nuevo. Como dijo Confucio: “Estudiando la historia podemos predecir el futuro”.
La estrategia de la HC —que Trump debe obedecer— es la misma que se utilizó en la Guerra de Vietnam. Como lo revelaron los Papeles del Pentágono, en 1971, los documentos, titulados oficialmente “Relaciones Estados Unidos-Vietnam, 1945-1967: Un estudio elaborado por el Departamento de Defensa, demostraban, entre otras cosas, que, desde la época del presidente Truman hasta Johnson, todos los gobiernos había mentido sistemáticamente, no sólo al público sino también al Congreso, que Estados Unidos había deliberadamente extendido las acciones de guerra para beneficiar al complejo de la industria militar —como ya lo había advertido el presidente Eisenhower en su discurso de despedida.
Incluso el propio Kennedy —que cambió de parecer en un momento — amplió la participación estadounidense de 1,000 a 16,000 hombres mintiendo a la opinión pública y al Congreso, al asegurar que sólo harían falta algunos pocos miles de asesores militares para estabilizar Vietnam, a pesar de que sus propios asesores le dijeron que sin el envío masivo de unidades de combate, Vietnam era una causa perdida.
El Petrodólar y las guerras en Oriente Medio
Y si alguien pregunta que sucedió con el “negocio” del complejo de la industria militar después de la derrota en Vietnam en 1975, hay que decir que continuó sin mella alguna puesto que —al margen de la imposición del Petrodólar al mundo entero a mediados de los 1970’s, lo que permitió a EE.UU. blindar su economía y finanzas, exportando su inflación monetaria al resto del mundo hasta el día de hoy— el escenario de las guerras se trasladó al Medio-Oriente (alimentando guerras como las de Irak e Irán, y armando hasta los dientes a Saudí Arabia), Centroamérica y Sudamérica, en distintos grados, porque aún existía la “amenaza roja” de la hoy desaparecida Unión Soviética, cuya desaparición en 1991 si supuso un riesgo para la industria militar —al no haber grandes enemigos a la vista—, hasta que el 11-S del 2001 les llegó un “regalo caído del cielo” —gracias a sus operativos de los Talibanes que EE.UU. había controlado desde la invasión de la URSS a Afganistán en 1980.
En otras palabras, re-escribiendo una frase de “El Arte de la Guerra de Sun Tzu”: Lo más importante en una operación militar no es la victoria, sino su persistencia… para que siga siendo un gran negocio.
Obama el creador de la guerra en Siria
Ahora por qué dijimos que el incendio en la Torre Trump también nos trajo a la memoria un incidente parecido en la presidencia de Obama. Esta es la historia.
Fue el incidente del Air Force One que ocurrió en la mañana del 27 de abril de 2009, cuando un Boeing VC-25 (una variante militar Boeing 747 utilizada como Air Force One para los viajes del presidente), seguido por un jet de combate F-16 de la Fuerza Aérea de EE. UU., voló bajo y rodeó la bahía al sur de Manhattan.
Obama no estuvo a bordo del avión durante el incidente. Y aunque la explicación oficial fue que los aviones estaban participando en una sesión de fotos y un ejercicio de entrenamiento, el incidente trajo a la memoria de los residentes de Nueva York y Nueva Jersey los ataques del 11 de septiembre, al punto que decenas de personas salieron de los edificios y entraron en pánico en las calles.
Pues bien, como se recordará, cuando Obama era un Senador por el estado de Illinois y cuanto estuvo en campaña para ser electo en el 2008, él criticó las aventuras militares en el Medio Oriente y en las primeras semanas de su gobierno volvió a mencionarlas, incluyendo el cierre de la prisión de acusados terroristas en la base militar de Guantánamo, en Cuba.
Pues bien, después del incidente del Air Force One, Obama comenzó a olvidarse de todas sus promesas anti-militaristas y, como para demostrar que él podía continuar el trabajo de sus predecesores a favor de la HC, sus aportes al complejo de la industria militar fueron magnánimos.
El 20 de enero del 2009, cuando juró su cargo, la deuda de EE.UU. era de $10.626 trillones. El 20 de enero de 2017, cuando se fue, era de $ 19.947 trillones. Y para el gasto militar entre el 2009 y el 2016, los años que él gobernó, la suma total fue de $5.4 trillones (https://en.wikipedia.org/wiki/Military_budget_of_the_United_States)
Y Obama, el Premio Nobel de la Paz, no solo aumentó el gasto militar sino que además dejó su legado para la industria militar con su propia guerra en Siria el 2011 —que aunque no tiene fecha final, estimamos que su final sea alrededor del 2020 cuando, como ya hemos escrito, el Nuevo Sistema Mundo Euroasiático celebré su ascenso con China y Rusia a la cabeza.
Los “aliados” y los “mercados extranjeros” de la guerra
Finalmente, como colofón a este breve ensayo, dejamos las palabras de Zuesse, sobre cómo piensan y actúan los Amos de la Guerra:
“El derramamiento de sangre y la miseria es lo va a esas tierras desafortunadas (el Medio Oriente). Pero si controlas estas corporaciones, entonces necesitas estas invasiones y ocupaciones, y ciertamente no estás preocupado por ninguna de las víctimas, quienes (a diferencia de esas ganancias) son irrelevantes para tu negocio. De hecho, exactamente lo contrario: matar gente y destruir edificios, etc., es lo que vendes —eso es lo que (como un multimillonario con un interés mayoritario en uno de los 100 principales contratistas del gobierno de EE. UU.) vendes a tu propio gobierno, y a todos los demás gobiernos que la propaganda cooperativa de su país caracterizará como ‘enemigos’— Irak, Afganistán, Siria, Yemen, etc.— y definitivamente no como ‘aliados’, sino que son caracterizados como ‘mercados extranjeros’: Arabia Saudita, UE-OTAN, Israel, etcétera. De hecho, con respecto a sus mercados extranjeros más grandes, serán esos “aliados”; entonces, usted (es decir, la aristocracia de la nación, que posee también los medios de comunicación, etc.) los defiende, y usted quiere que los militares de los EE.UU. (los contribuyentes y las tropas) los apoyen y defiendan. Está defendiendo su mercado, aunque usted, como propietario principal de dicha corporación, no esté pagando por ello. El resto del país en realidad está pagando por todo, por lo que estás ‘aprovechando’ al público en este negocio”.
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