Irán-China: la conexión milenaria de la Ruta de la Seda del Siglo XXI

El ministro de Relaciones Exteriores de Irán, Mohammad Javad Zarif, a la derecha, y el ministro de Relaciones Exteriores de China, Wang Yi, se codean durante la ceremonia de firma de un acuerdo de cooperación de 25 años, en Teherán, Irán, el 27 de marzo de 2021. Foto: WANA / REUTERS

Hace tres años cuando previmos la aparición de un Sistema Mundo Euroasiático, escribimos: “Imaginen por un momento que ustedes están caminando sobre una vereda en vía recta y, a la distancia, observan a un tipo fortachón que está golpeando a un sujeto, al cual lo deja sangrando en el suelo. Entonces el fortachón continúa su camino en dirección hacia donde usted se encuentra caminando y extiende los brazos, abarcando toda la vereda, unos 3 metros antes de cruzarse en su camino. ¿Qué haría usted?”.
Usted encontrará la respuesta al final del espléndido artículo de Pepe Escobar, que —además de corroborar nuestra previsión— es parte de una serie de ensayos sobre la nueva Geopolítica del Siglo XXI donde podemos sentir el aroma histórico que nos lleva desde la primera potencia euroasiática histórica, Irán, hace miles de años, al nuevo gran poder del “Hearthland” euroasiático, China —que lo está logrando con la construcción su propio Capitalismo Histórico, el gran Paradigma del Siglo XXI, y forjando a través de sus “asociaciones estratégicas” con Irán y Rusia, para consolidar los tres nodos claves en la integración y construcción de un Nuevo Sistema Mundo Euroasiático.

Por Pepe Escobar
Finalizando dos extraordinarias semanas que dieron un vuelco —sistémico— a la geopolítica del Siglo XXI, Irán y China finalmente firmaron su acuerdo estratégico de 25 años, el sábado 27 de marzo, en Teherán.
El momento no podría haber sido más espectacular, siguiendo lo que examinamos en tres columnas anteriores: el Quad virtual y la Cumbre 2 + 2 Estados Unidos-China en Alaska; la reunión de asociación estratégica Lavrov-Wang Yi en Guilin; y la cumbre de Ministros de Relaciones Exteriores de la OTAN en Bruselas —pasos clave que revelan el nacimiento de un nuevo paradigma en las relaciones internacionales.

Una hoja de ruta de cooperación
La oficialmente nombrada Asociación Estratégica Integral Sino-Iraní se anunció por primera vez hace más de cinco años, cuando el presidente Xi Jinping visitó Teherán. Como resultado de muchas discusiones a puerta cerrada desde el 2016, Teherán ahora describe el acuerdo como “una hoja de ruta completa con cláusulas políticas y económicas estratégicas, que cubren la cooperación comercial, económica y de transporte”.
Una vez más, esto es la propuesta “ganar-ganar” en acción: Irán, en estrecha asociación con China, rompe el cristal de las sanciones estadounidenses y acelera la inversión nacional en infraestructura, mientras que China asegura importaciones de energía clave a largo plazo, que considera una cuestión de seguridad nacional.
Si hubiera que identificar a un perdedor en el proceso, sin duda es la campaña de “máxima presión” de la administración Trump contra todo lo relacionado con Irán.

En medio de grandes hostilidades
Como me lo describió el profesor Mohammad Marandi de la Universidad de Teherán, “es básicamente una hoja de ruta. Es especialmente importante en un momento en que la hostilidad de Estados Unidos hacia China está aumentando por completo. El hecho de que este viaje a Irán [del ministro de Relaciones Exteriores Wang Yi] y la firma del acuerdo hayan tenido lugar, literalmente, días después de los eventos en Alaska lo hace aún más significativo, simbólicamente hablando”.
El portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de Irán, Saeed Khatibzadeh, confirmó que el acuerdo era, de hecho, una “hoja de ruta” para la cooperación comercial, económica y de transporte, con un “enfoque especial en los sectores privados de las dos partes”.
Marandi también señala cómo se trata de una “comprensión integral de lo que puede suceder entre Irán y China —Irán es rico en petróleo y gas y el único país productor de energía que puede decir ‘No’ a los estadounidenses y puede tomar una postura independiente sobre su asociaciones con otros, especialmente China”.
China es el mayor importador de petróleo de Irán. Y lo que es más importante, los pagos de facturas pasan por alto el dólar estadounidense.

El rol de Irán en las Rutas de la Seda
Marandi llega al meollo del asunto cuando confirma cómo el acuerdo estratégico realmente asegura, para siempre, el rol muy importante de Irán en la Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI):
Los chinos se están volviendo más cautelosos con el comercio marítimo. Incluso el incidente en el Canal de Suez refuerza eso, aumenta la importancia de Irán para China. A Irán le gustaría utilizar la misma red de la Franja y la Ruta que los chinos quieren desarrollar. Para Irán, el progreso económico de China es bastante importante, especialmente en los campos de la alta tecnología y la inteligencia artificial, que es algo que los iraníes también están persiguiendo y liderando la región, de lejos. Cuando se trata de tecnología de datos, Irán ocupa el tercer lugar en el mundo. Este es un momento muy apropiado para que Asia Occidental y Asia Oriental se acerquen entre sí, y dado que los iraníes tienen una gran influencia entre sus aliados en el Mediterráneo, el Mar Rojo, el Hindu Kush, Asia Central y el Golfo Pérsico, Irán es el socio ideal para China.
En pocas palabras, desde el punto de vista de Beijing, la asombrosa saga del Evergreen en el Canal de Suez, ahora más que nunca reitera la importancia crucial de los corredores BRI de comercio / conectividad por tierra en Eurasia.

¿JCPOA? ¿Qué es el JCPOA?
Es fascinante ver cómo Wang Yi, cuando conoció a Ali Larijani, asesor especial del ayatolá Khamenei, lo enmarcó todo en una sola oración:
“Irán decide de forma independiente sobre sus relaciones con otros países y no es como algunos países que cambian su posición con una llamada telefónica”.
Nunca es suficiente enfatizar que el sellado de la asociación fue la culminación de un proceso de cinco años, incluidos frecuentes viajes diplomáticos y presidenciales, que comenzaron incluso antes del interregno “máxima presión” de Trump.
Wang Yi, quien tiene una relación muy cercana con el ministro de Relaciones Exteriores iraní, Mohammad Javad Zarif, enfatizó una vez más que “las relaciones entre los dos países han alcanzado ahora el nivel de asociación estratégica” y “no se verán afectadas por la situación actual, sino será permanente”.
Zarif, por su parte, enfatizó que Washington debería tomarse en serio su regreso al acuerdo nuclear con Irán; levantar todas las sanciones unilaterales; y volver al JCPOA (Joint Comprehensive Plan of Action) como se aseguró en Viena en el 2015. En términos de realpolitik, Zarif sabe que eso no va a suceder, considerando el estado de ánimo imperante en Washington. Así que se quedó para el récord elogiar a China como un “socio confiable” —tanto como Rusia.

La ofensiva sutil de China
Beijing está articulando una ofensiva de encanto bastante sutil en el suroeste de Asia. Antes de ir a Teherán, Wang Yi fue a Arabia Saudita y se reunió con el príncipe heredero Mohammed Bin Salman. El giro oficial es que China, como “socio pragmático”, apoya los pasos de Riad para diversificar su economía y “encontrar un camino de desarrollo que se ajuste a sus propias condiciones”.
Lo que Wang Yi quiso decir es que algo llamado como un Comité Conjunto de Alto Nivel China-Arabia Saudita, debería estar trabajando horas extras. Sin embargo, no hubo filtraciones sobre un tema absolutamente crucial: el papel del petróleo en la relación Beijing-Riad, y el fatídico día en que China decidirá comprar petróleo saudí a un precio exclusivo en yuanes (echando al traste los petrodólares).

En la ruta (de la seda) de nuevo
Es absolutamente esencial colocar la importancia del acuerdo Irán-China en un contexto histórico milenario.
El acuerdo recorre un largo camino para renovar el espíritu de Eurasia como una entidad geohistórica, o como lo enmarca el geopolítico francés Christian Grataloup, “un sistema de interrelaciones de un extremo euroasiático a otro” que tiene lugar a través del duro nodo de la historia mundial.
A través del concepto BRI, China se está reconectando con la vasta región intermedia entre Asia y Europa a través de la cual las relaciones entre continentes fueron tejidas por imperios más o menos duraderos con diversas dimensiones euroasiáticas: los persas, los grecorromanos y los árabes.

Los iraníes en la creación de Eurasia
Los persas, de manera crucial, fueron los primeros en desarrollar un papel creativo en Eurasia.
Los iraníes del norte, durante el primer milenio antes de Cristo, expertos en el nomadismo a caballo, fueron la principal potencia en el núcleo de la estepa de Eurasia central.
Históricamente, está bien establecido que los Escitas constituyeron la primera nación pastoral nómada. Se apoderaron de la estepa occidental, como una gran potencia, mientras que otros iraníes esteparios se trasladaron al este, tan lejos como China. Los Escitas no solo eran guerreros fabulosos, como dice el mito, sino sobre todo comerciantes muy inteligentes que conectaban Grecia, Persia y el este de Asia: algo descrito, entre otros, por Herodoto.

La primera red comercial de Eurasia
De modo que una red de comercio internacional ultradinámica por tierra en Eurasia central, se desarrolló como consecuencia directa del impulso, entre otros, de los Escitas, los Sogdianos y los Hsiung-nu (que siempre acosaban a los chinos en su frontera norte). Diferentes potencias en Eurasia Central, en diferentes épocas, siempre comerciaron con todos en sus fronteras, dondequiera que estuvieran, desde Europa hasta Asia Oriental.
La dominación esencialmente iraní de Eurasia central puede haber comenzado ya en el año 1,600 a. C. —cuando los indoeuropeos aparecieron en la alta Mesopotamia y el mar Egeo en Grecia, mientras que otros viajaron hasta la India y China.
Está plenamente establecido —entre otros, por una fuente erudita irreprochable, Nicola di Cosmo, en su Ancient China and Its Enemies: The Rise of Nomadic Power in East Asian History (Cambridge University Press)— que el estilo de vida pastoral nómada a caballo fue desarrollado por iraníes del estepa a principios del primer milenio a. C.

Roma y la primera Ruta de la Seda
Saltemos al final del siglo I a.C., cuando Roma comenzaba a recolectar su preciosa seda del este de Asia a través de múltiples intermediarios, en lo que los historiadores describen como la primera Ruta de la Seda.
Una historia fascinante presenta a un macedonio, Maes Titianos, que vivía en Antioquía en la Siria romana, organizando una caravana para que sus agentes llegaran más allá de Asia Central, hasta Seres (China) y su capital imperial, Chang’an. El viaje duró más de un año y fue el precursor de los viajes de Marco Polo en el siglo XIII. De hecho, Marco Polo siguió caminos y pistas muy conocidos durante siglos, recorridos por numerosas caravanas de comerciantes euroasiáticos.
Hasta la caravana organizada por Titianos, Bactria —en el actual Afganistán— fue el limes (la línea de defensa) del mundo conocido por la Roma imperial, y la puerta giratoria, en términos de conectividad, entre China, India y Persia bajo los Partos.
Y para ilustrar los “contactos de pueblo a pueblo” enfatizado por el BRI del siglo XXI, el Maniqueísmo del siglo III —perseguido por el imperio romano— fue desarrollado plenamente en Persia a lo largo de la Ruta de la Seda, gracias a los comerciantes Sogdianos. Desde el siglo VIII al IX, incluso, se convirtió en la religión oficial entre los uigures e incluso llegó a China. Marco Polo conoció a los Maniqueos en la corte de Yuan en el siglo XIII.

Gobernando el Heartland
Las Rutas de la Seda fueron un fabuloso vórtice de pueblos, religiones y culturas, algo atestiguado por la excepcional colección de manuscritos Maniqueos, Zoroástricos, Budistas y Cristianos, escritos en chino, tibetano, sánscrito, siríaco, sogdiano, persa y uigur, descubierto al principio del siglo XX en las grutas budistas de Dunhuang, por los orientalistas europeos Aurel Stein y Paul Pelliot, siguiendo los pasos del peregrino chino Xuanzang. En el inconsciente chino, esto está muy vivo todavía.
Hoy en día, está firmemente establecido que las Rutas de la Seda pueden haber comenzado a desaparecer lentamente de la historia, tras el empuje marítimo occidental hacia el Este desde finales del siglo XV. Pero el golpe mortal llegó a finales del siglo XVII, cuando los rusos y los manchúes en China dividieron el Asia Central. La dinastía Qing destruyó el último imperio pastoral nómada, los Junghars, mientras que los rusos colonizaron la mayor parte de Eurasia central. Entonces, la economía de la Ruta de la Seda —en realidad la economía basada en el comercio del corazón de Eurasia— colapsó.

Revirtiendo la expansión de este a oeste
Ahora, el enormemente ambicioso proyecto BRI chino está invirtiendo la expansión y la construcción de un espacio euroasiático de este a oeste. Desde el siglo XV —con el fin del Imperio Mongol de las Estepas— el proceso siempre fue de Oeste a Este, y marítimo, impulsado por el colonialismo occidental.
La asociación China-Irán puede tener la capacidad de convertirse en el emblema de un fenómeno global de largo alcance como las empresas coloniales occidentales de los siglos XV al XX. Geoeconómicamente, China está consolidando un primer paso para solidificar su papel como constructor y renovador de infraestructuras. El siguiente paso es desarrollar su rol en la gestión.
Mackinder, Mahan, Spykman —todo el aparato conceptual de “gobernar las olas” (es decir, las rutas marinas) está siendo superado. China puede haber sido un poder periférico del Rimland —agotado— hasta mediados del Siglo XX. Ahora está claramente posicionado como un poder del Heartland (Euroasiático, a la Mackinder). Codo con codo con el “socio estratégico” Rusia. Y al lado de otro “socio estratégico” que resultó ser la primera potencia euroasiática histórica: Irán.

Nota del Traductor: Y ahora la respuesta a la interrogante en el párrafo de entrada: “Un guerrero sabio… eludiría al matón en el camino y acudiría en ayuda de la víctima que quedó sangrando —convirtiéndose en su amigo y aliado. Pero la historia no termina allí, ambos prosiguen en el camino y, a cada cierto tramo, encuentran a otras víctimas del matón, a quienes también ayudan y, en consecuencia, se convierten en amigos y aliados que continúan andando el sendero. Pero el camino, como el tiempo y el espacio, no es lineal. Como dice el maestro Ulema Rajani: El tiempo no es lineal. Y debido a que el espacio se dobla a sí mismo, los eventos no tienen que ser cronológicos o secuenciales en tiempo… ‘Es más un asunto de percepción que de observación’, dice el Ulema Govinda”.
“Entonces los amigos y aliados se vuelven a cruzar con el matón en el camino de la historia que se dobla. ¿Qué sucederá entonces?”.
Bueno, la respuesta ya la leyó en el artículo de Pepe Escobar… las “asociaciones estratégicas” para enfrentarse al Gran Hegemón —ahora dirigido por el holograma del Uncle Joe— que en el Siglo XX le dio soberanas palizas a dos de los socios.

Pepe Escobar es un analista geopolítico independiente, escritor y periodista. Escribe para Asia Times Online, y trabajó como analista para RT, Sputnik News y Press TV. Anteriormente trabajó para Al Jazeera.

Texto original:
https://asiatimes.com/2021/03/birth-of-a-new-geopolitical-paradigm/. La traducción se hizo de la versión publicada en: https://thesaker.is/iran-china-the-21st-century-silk-road-connection/

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