En sus mensajes públicos, los políticos suelen usar, algunas veces, un mensaje oculto. El martes 13 de julio, ante la conmoción por las protestas masivas que han tenido lugar en Cuba, el Secretario de Seguridad Nacional de EE.UU., Alejandro Mayorkas, emitió un comunicado advirtiéndoles a los cubanos que no migren por mar al país. Washington, al parecer, teme un Marielito II cuarenta y un años después.Por Lux Fer
“No es el momento adecuado para intentar la migración por mar. Para aquellos que arriesgan sus vidas haciéndolo, no vale la pena correr este riesgo. Permítame ser claro: si usted se lanza al mar, no vendrá a Estados Unidos”, dijo Mayorkas en el comunicado.
El funcionario aseguró que la Guardia Costera está monitoreando la actividad marítima de las costas en Florida, prestando atención a embarcaciones no autorizadas que zarpen desde ese estado hacia Cuba.
Temor a una migración masiva
Hasta este punto, la advertencia a los cubanos es clara. Sí llegan a tocar tierra en EE.UU. serán tratados como el resto de los inmigrantes indocumentados, es decir entrarán en un proceso de deportación —aunque, dependiendo de cada caso personal, el mismo puede tomar un largo tiempo. Pero eso no es todo. Hay algo más serio para Washington.
La verdadera advertencia y temor es que, como sucedió hace más de cuatro décadas, ante la implosión social en Cuba el régimen de la isla decida que aquellos que quieran irse de la isla, lo hagan por su propia cuenta y riesgo. Eso causaría que decenas de miles de ellos, sino cientos de miles, huyan hacia los Estados Unidos por todos los medios posible. Y eso ya sucedió antes.
El éxodo de los Marielitos
En 1980, un grupo de civiles cubanos en un autobús público entraron a la fuerza en la Embajada de Perú, en La Habana, para solicitar asilo político. Durante el asalto, en un confuso incidente, el custodio de la embajada, Pedro Ortiz, recibió un disparo y murió.
En respuesta a eso, Fidel Castro, por entonces presidente de Cuba, amenazó al gobierno peruano con retirar la protección si no entregan a los asaltantes. Pero el gobierno peruano se resistió y les concedió protección diplomática. Entonces vino la 2da parte del drama
La revancha contra EE.UU.
Castro cumplió su amenaza e hizo público que todo el que quiera asilarse en la embajada peruana podría hacerlo sin represalias. La respuesta fue el principio de una conmoción, más de 10,800 cubanos ingresaron a la embajada. Pero eso no fue todo.
Ante esa reacción y como una revancha contra el gobierno de EE.UU., el gobierno de la isla anunció la apertura del puerto Mariel, a unos 40 kilómetros de La Habana, para quien quisiera emigrar del país. Además autorizo a los cubanos-norteamericanos en Miami que quisieran recoger a sus familiares, atraquen sus embarcaciones en el puerto Mariel, al oeste de La Habana, y se lleven a todo el que quieran. De ahí se deriva el término de los “Marielitos”.
Huida de más de 125 mil cubanos
Fue así que, entre el 15 de abril de 1980 y el 31 de octubre de 1980, decenas de miles de cubanos huyeron de la isla con dirección a Cayo Hueso e instalarse en Miami, Florida. Según datos recopilados por la Dirección de Inmigración y Extranjería, más de 125 mil cubanos salieron por el puerto Mariel. Y eso implicó un serio problema para EE.UU.
El gobierno cubano advirtió a los Estados Unidos que la mayoría de los disidentes eran indeseables que habían sido considerados como un “peligro para la sociedad”, algo que quedó grabado en la famosa película “Caracortada”, con Al Pacino. Eso también representó una derrota política para el entonces presidente Jimmy Carter, que fue derrotado en las elecciones presidencia de ese año. ¿Joe Biden querrá arriesgarse a lo mismo? De ninguna manera.
La gran crisis de la migración
Si desde ya Estados Unidos vive una crisis migratoria en la frontera sur, con la llegada de decenas de miles de inmigrantes cada mes, procedentes de México, Centroamérica, Sudamérica y otros países, es entendible que Washington no quiera enfrentar otra crisis en la península del sureste en Miami, Florida.
Manejar la llegada de decenas de miles de inmigrantes cubanos, sino cientos de miles, colapsaría el trabajo de los agentes de inmigración que, ahora mismo, ya están en crisis porque no se dan abasto para atender la constante migración en la frontera Sur.
Peligro para Puerto Rico y México
Es más, si se da la crisis muchos cubanos podrían emprender la huida llegando a Puerto Rico o a las costa de México para, desde allí, emprender rumbo a la frontera sur con EE.UU. Esto, desde ya, también representaría un problema para el gobierno mexicano que, bajo un acuerdo con EE.UU., se está dando a la tarea de contener la migración desde Centroamérica.
Así, en este contexto, es un gran peligro incitar a una “revolución de color” en la isla porque, geográficamente, hace décadas EE.UU. aprendió que, geopolíticamente, causar revueltas en el “patio trasero” tiene grandes inconvenientes. Cuando apoyaron la represión militar en Centroamérica en los 1980s —lo que causó 2 guerras civiles —millones huyeron desde El Salvador y Guatemala —en una constante que sigue ocurriendo hoy en día, por la devastación socio-económica en la región.
La decadencia de Washington
De otro lado, hoy en día Estados Unidos ya no ostenta la posición de ser la potencia unipolar que tenía hace cuatro décadas. El Hegemón está siendo desplazado por otras súper potencias en ascenso como China —de la cual depende económicamente para su consumo. Y no es sólo eso.
La crisis económica al interior de EE.UU., acelerada por la pandemia, cada vez es más notoria para más del 90% de la población —que no solo vive endeudada y bajo una severa inflación. EE.UU. ya no es la tierra prometida para los inmigrantes, como era hace medio siglo. Así que, en este escenario, apostar por recibir a cientos de miles de inmigrantes más, no es algo que Washington desee por el momento —aunque recurra a frases retóricas como la “democracia” y la “libertad”. En la praxis política eso no cuenta.
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