Por Jacob G. Hornberger
En su discurso del 4 de julio ante el Congreso en 1821, el Secretario de Estado de Estados Unidos, John Quincy Adams, declaró que si EE.UU. abandonara su política exterior de no intervencionismo, se convertiría inevitablemente en la “dictadora” mundial y comenzaría a comportarse de esa manera.
No se puede negar que la predicción de Adams se ha hecho realidad. EE.UU. se ha convertido realmente en una dictadura mundial —una dictadura arrogante, despiadada y brutal, que no admite la disidencia de nadie en el mundo.
Ahora bien, uso el término “EE.UU.” porque ese es el término que usó Adams. En realidad, sin embargo, no es EE.UU. quien se ha convertido en la dictadura mundial. Es el gobierno de los EE.UU. el que se ha convertido en la dictadura mundial.
La ejecutiva de Huawei
Un buen ejemplo de este fenómeno involucra a Meng Wanzhou, una ciudadana china que se desempeña como directora financiera de la gigante empresa de tecnología china Huawei. Habiendo sido arrestada por las autoridades canadienses y puesta bajo arresto domiciliario, Meng está sufriendo la ira de la dictadura mundial.
¿Cuál es su supuesto crimen? Violar las sanciones estadounidenses contra Irán.
¿Qué tienen que ver las sanciones de EE.UU. a Irán con ella? ¡Exactamente! Ella es una ciudadana china, no una ciudadana estadounidense. Entonces, ¿por qué está siendo procesada por el gobierno de EE.UU.?
Las sanciones se han convertido en una herramienta estándar de la política exterior de EE.UU. Con la excepción de los libertarios, casi nadie en Occidente levanta una ceja contra su imposición y cumplimiento. Su objetivo es atacar a los ciudadanos extranjeros con la muerte, el sufrimiento y las privaciones económicas, como una forma de someter a los “gobiernos enemigos” a la voluntad de la dictadura de EE.UU. y sus agentes brutales y despiadados.
La brutalidad de la dictadura
Después de todo, ¿qué podría ser más brutal y despiadado que atacar a personas inocentes con la muerte y el empobrecimiento, como una forma de derrocar a su gobierno? La mayoría de los ciudadanos extranjeros tienen tan poco control sobre las acciones de sus propios gobiernos, como los ciudadanos estadounidenses tienen sobre las acciones de su gobierno. ¿Dónde está la moralidad en atacar a personas inocentes, especialmente como una forma de lograr un objetivo político? ¿Acaso no es por eso que la gente condena el terrorismo?
De hecho, es una atrocidad atacar a ciudadanos extranjeros inocentes con la muerte y el empobrecimiento para lograr un objetivo político. Pero también es importante tener en cuenta que las sanciones son un ataque a la libertad económica del pueblo estadounidense. Las sanciones imponen castigos penales a los ciudadanos estadounidenses que comercian con iraníes. Si un estadounidense comercia con iraníes, la dictadura lo persigue vengativamente, ya sea con un proceso penal o con multas civiles o con ambos castigos.
Muertes de niños que “valió la pena”
Un buen ejemplo de este fenómeno tuvo lugar cuando la dictadura hizo cumplir su sistema de sanciones contra Irak durante los años 1990’s. Las sanciones estaban matando a cientos de miles de niños iraquíes. Eso no le molestó para nada a la dictadora, al menos no lo suficiente como para poner fin a las sanciones. La idea era que si un número suficientemente grande de niños podrían ser asesinados, el dictador de Irak, Saddam Hussein, renunciaría a favor de un dictador aprobado por los Estados Unidos, o que habría un golpe de estado o una revolución violenta que lograría lo mismo (ambas cosas nunca sucedieron). La embajadora de Estados Unidos ante la ONU de aquella época, Madeleine Albright, expresó la opinión oficial de la dictadura cuando anunció que la muerte de medio millón de niños iraquíes a causa de las sanciones “valió la pena”.
Un ciudadano estadounidense llamado Bert Sacks, quien fue golpeado por una crisis de conciencia, viajó a Irak con medicamentos para ayudar al pueblo iraquí. La dictadura lo persiguió castigándolo con una multa y luego persiguió la colección del castigo durante aproximadamente una década. Ver aquí y aquí.
Exige una jurisdicción mundial
Eso fue atroz. Pero es aquí donde entra en juego el punto de vista de Adams. El gobierno federal no está satisfecho con solo exigir a sus propios ciudadanos cumplir con su sistema perverso. En su rol como una dictadura mundial, el gobierno federal exige que todos en el mundo cumplan con su sistema perverso. La dictadura reclama jurisdicción mundial para ejecutar su malvado sistema de sanciones.
Es por eso que Meng Wanzhou fue arrestada y puesta bajo arresto domiciliario en Canadá. Sí, ¡Canadá! Ni siquiera estaba en EE.UU. cuando fue arrestada. La dictadura anunció que había violado sus sanciones a Irán en algunos tratos que supuestamente tenía con un banco ubicado a miles de millas de las costas estadounidenses. La dictadura se impuso a Canadá para arrestarla mientras estaba en ese país y poder ser extraditada a EE.UU. para ser juzgada por su supuesta violación de las sanciones de EE.UU. a Irán.
Una dictadura brutal y despiadada
¿Por qué los ciudadanos extranjeros inocentes son blanco de muerte y sufrimiento económico porque simplemente a los funcionarios estadounidenses no les gusta su gobierno? El caso actual son las sanciones económicas contra Venezuela ¿Por qué los ciudadanos estadounidenses tienen sus libertades destruidas por la misma razón? ¿Y por qué los ciudadanos extranjeros de todo el mundo son objeto de acciones penales por violar el malvado sistema de sanciones del gobierno federal de EE.UU.?
Todo se debe a lo que John Quincy Adams observó hace casi 200 años: Si Estados Unidos abandonara alguna vez su original política exterior de no intervencionismo, el gobierno federal se convertiría inevitablemente en una dictadura mundial, brutal y despiadada.
Jacob G. Hornberger es un abogado, fundador y presidente de The Future of Freedom Foundation (FFF).
Texto original: https://www.fff.org/2019/05/10/the-worlds-dictatress/
Traducción: A. Mondragón
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