Detrás de una cortina de humo de histeria e incitación racial, está la cortina de humo para encubrir la degradación económica a las grandes mayorías de EE.UU. a una vida del tipo del Tercer Mundo.
Por Mike Whitney
La imposición de los encierros obligatorios a nivel nacional requirió la aprobación de la élite. No hay forma de que un proyecto de esa magnitud pudiera haberse llevado a cabo sin el apoyo casi universal de las élites del establishment y sus lacayos en la clase política. También debe haber existido una estrategia mediática bastante detallada, para excluir a las voces opuestas al encierro mientras que, al mismo tiempo, promovieron una teoría extremadamente dudosa de la cuarentena universal que no tenía una base científica, ningún precedente histórico y ninguna posibilidad de prevenir la propagación de la infección a largo plazo.
“Terapia de Shock” en la economía
Todo esto sugiere que los encierros no fue una sobrerreacción espontánea a un virus bastante leve, que mata a aproximadamente 1 de cada 500 víctimas mayores y enfermas, sino un plan bastante detallado y completamente investigado para imponer una “Terapia de Shock” en la economía de los EE.UU. —y en la del resto del mundo, más alá de ser también un shock la mente de la población que ha quedado afectada con una psicosis colectiva— para lograr las ambiciones estratégicas a largo plazo de las élites dominantes. Como opinó sardónicamente un funcionario: “Nunca dejes que una crisis se desperdicie”.
Desde el principio quedó claro que las órdenes de encierro iban a tener un efecto catastrófico en la economía, y así ha sido. Al día de hoy, 30 millones de personas han perdido sus empleos en EE.UU., decenas de miles de pequeñas y medianas empresas han sido clausuradas, el PIB del segundo trimestre ha caído a un asombroso -45.5 por ciento (según la Fed de Atlanta), y la economía ha experimentado su mayor conmoción en la historia. Aun así, los expertos en los principales medios de comunicación permanecen firmes en su oposición a levantar los encierros o a modificar los edictos de la ley marcial médica, que han sido arbitrariamente impuestos por gobernadores, principalmente liberales, en todo el país —y el resto del mundo.
Para imponer un nuevo orden
¿Por qué los llamados “expertos respaldarían una política tan inadecuada, cuando ellos sabían el sufrimiento que causaría entre la gente trabajadora? ¿Y por qué los medios de comunicación continuaron atacando a países como Suecia, que simplemente se decidieron por un enfoque más convencional, en lugar de imponer un bloqueo total? Los líderes y epidemiólogos suecos no sabían que la adopción de su propia política sería vista como un signo de desafío a los Amos del Universo, pero lo fue. Las élites habían decidido que nadie podía desafiar su estúpido modelo de encierro, por lo que Suecia tuvo que ser castigada, ridiculizada y enlodada. El tratamiento de Suecia subraya aún más el hecho de que la política de encierro (y la destrucción de la economía estadounidense —y mundial) no fue un acto aleatorio e impulsivo, sino una parte de un plan más amplio para reestructurar la economía y, de esa manera, sirva mejor los intereses de las élites. Eso es lo que realmente está pasando. Los encierros han sido utilizados para “restablecer” la economía e imponer un nuevo orden social.
El truco de los mandarines corporativos
Pero, ¿por qué los mandarines corporativos estarían de acuerdo con un plan que reduciría sus ganancias y destriparía su rentabilidad a corto plazo?
¿Por qué? Es debido al mercado de valores, es por eso. El reciclaje de las ganancias en activos financieros ha reemplazado las ventas de productos como el principal impulsor de las ganancias. Como habrás notado, tanto la Reserva Federal (Fed) como el Tesoro de los Estados Unidos han tomado medidas sin precedentes para garantizar que los precios de las acciones solo suban. Hasta la fecha, la Fed y el Tesoro han comprometido $8 trillones (millones de millones) de dólares para respaldar las áreas más débiles del mercado en un esfuerzo por inundar el mercado con liquidez.
“Respaldo” es un término que suena inocuo y que los analistas usan para ocultar lo que realmente está sucediendo, es decir, la Reserva Federal está “fijando precios”, comprando trillones de dólares de deuda corporativa, ETF, MBS y bonos del Tesoro de EE.UU., para mantener los precios artificialmente alto y así recompensar a la clase de inversionista que sirven en secreto. Esta es la razón por la cual las corporaciones y los gigantes tecnológicos no están preocupados por la gran devastación que se ha infligido a la economía. Seguirán obteniendo grandes ganancias a través del mercado de valores, mientras que la economía real —la del ciudadano de a pie— se hunde aún más en un coma a largo plazo.
Una subclase permanente de trabajadores
Además, cuando finalmente se levanten los bloqueos, estas mismas corporaciones verán un aumento en la consolidación de su riqueza, provocado por la destrucción de tantas industrias familiares que no podrían sobrevivir a la recesión. Sin duda, la expansión de los tenaces monopolios de Estados Unidos influyó mucho en el cálculo para hacer estallar la economía. Mientras tanto, la depresión cada vez más profunda creará, sin lugar a dudas, una subclase permanente que trabajará ansiosamente por una miseria de lo que ganaron antes de la debacle. Entonces, ahí lo tiene: rentabilidad, consolidación y mano de obra barata. ¿Por qué los jefes corporativos no adorarían la idea de colapsar la economía? Es una situación de ganar-ganar para ellos.
Deberíamos haberlo visto venir. Desde el fiasco de Russiagate ha quedado claro que las élites se habían decidido por una forma más agresiva de control social, a través de la desinformación sin parar, presentada como noticia principal basada en acusaciones espurias de fuentes anónimas, ninguna de los cuales fueron identificados, y ninguno de cuyos reclamos podría ser jamás verificado. Los medios continuaron esta campaña de saturación “sin aliento” sin pausa y sin la menor vacilación, incluso después de que sus reclamos centrales fueron expuestos como mentiras.
La fabricación del Russiagate
Si usted es un liberal que mira los canales de cable liberales o lee el New York Times, es posible que aún no sepa que la afirmación central de que Rusia (o cualquier otra persona) robó los correos electrónicos del DNC, no solo ha sido refutada, sino también que Mueller, Comey, Clapper, etc., sabían que la historia era falsa en el 2017. Dejen que eso se hunda por un minuto. Todos sabían que era una mentira después de que el equipo de ciberseguridad (Crowdstrike) que inspeccionó las computadoras del DNC testificó que no había evidencia de que los correos electrónicos hubieran sido “filtrados”. En otras palabras, no había pruebas de que los correos electrónicos fueran robados. No hubo justificación para la investigación de Mueller, porque no había evidencia de que los correos electrónicos del DNC hubieran sido pirateados, descargados o robados. Todo fue un engaño desde el principio.
No hay forma de exagerar la importancia de estos hallazgos recientes, de hecho, nuestra comprensión de Russiagate debe aplicarse a los encierros (a causa del coronavirus), las protestas de Black Lives Matter y otras operaciones psicológicas aún en proceso —Nota del Traductor: Como los constantes fuegos artificiales y ruidos interminables, desde principios de junio en ciudades como NYC, en horas de la noche y hasta la madrugada, que tiene desvelados y casi esquizofrénicos a los residentes de la ciudad, capaces de aceptar cualquier cosa con tal de que acaben con esa tortura auditiva que no les permite dormir, en una especie de Conmoción y Pavor.
Las primeras fases de una guerra en curso
Lo que es fundamental comprender no es simplemente que las acusaciones se basaron en afirmaciones falsas (que los eran), sino que un gran número de funcionarios de alto nivel en la aplicación de la ley (FBI), agencias de inteligencia, medios de comunicación y la Casa Blanca, sabían con absoluta certeza que las afirmaciones eran falsas (desde el 2017), pero continuaron propagando historias falsas, espiando a los miembros de la nueva administración y usando cualquier herramienta que tuvieran a su disposición para derrocar a un presidente electo. Los culpables en este engaño nunca han admitido su culpa ni han cambiado su historia ficticia que todavía aparece en los medios hasta el día de hoy. Lo que podemos deducir de este incidente es que existe un vasto estado secreto que opera dentro del gobierno, los medios y el DNC, que no acepta nuestro sistema de gobierno, no acepta los resultados de las elecciones y mentirá, engañará y robará, para lograr sus nefastos objetivos. Esa es la lección de Russiagate que debe aplicarse tanto a los encierros como a las protestas de Black Lives Matter. Son solo las primeras fases de una guerra en curso contra el pueblo estadounidense.
La “Doctrina del Shock” para los estadounidenses
Los encierros son una versión estadounidense de la “Doctrina del Shock”, es decir, el país se ha visto envuelto en una grave crisis que dará como resultado la implementación de políticas económicas neoliberales, como la privatización, la desregulación y los recortes a los servicios sociales. Muchos de los gobernadores liberales han llevado a sus estados a la bancarrota, asegurando que los presupuestos tendrán que ser recortados, se perderán más empleos, se reducirán los presupuestos para la educación e infraestructura vital, y la asistencia a los pobres y necesitados se reducirá drásticamente. Cerrar la economía de Estados Unidos creará una catástrofe diferente a todo lo que hemos visto antes en este país. Los bonos del Tesoro de EE.UU. probablemente perderán su estatus de libre de riesgo, mientras que el dólar tiene los días contados para dejar de ser la “moneda de reserva mundial”. Ese “privilegio exorbitante” se basa en la confianza, y la confianza en el liderazgo de Estados Unidos está en su punto más bajo de la historia. Y no mejorará.
Entonces no es sorprendente ver que las protestas de Black Lives Matter tuvieron lugar al mismo tiempo que los encierros por el coronavirus. Los saqueos, los disturbios y la profanación de estatuas, proporcionaron el golpe perfecto para aquellos que ven una gran ventaja táctica en intensificar la ansiedad pública, al exacerbar las tensiones raciales y dividir el país en dos campos en guerra. Dividir y conquistar sigue siendo el modus operandi de los imperialistas en todas partes. Esa misma regla se aplica aquí.
BLM financiados por Soros
Aquí hay más antecedentes en el artículo (“La Cooptación del Activismo por parte del Estado“, publicado en Off-Guardian:
“No es coincidencia que otro grupo de activismo financiado por Soros, Black Lives Matter, haya desviado la atención del impacto más amplio del encierro sanitario sobre los derechos humanos fundamentales de miles de millones de personas, utilizando los trillados métodos de dividir y conquistar, para resaltar la difícil situación de ciertos estratos particulares de la sociedad, y no de todos.
Vale la pena señalar que la actividad de BLM aumenta cada cuatro años. Siempre antes de las elecciones en Estados Unidos, ya que los afroamericanos constituyen un importante segmento social de los votos demócratas. Los mismos demócratas juegan en ambos lados, como lo haría cualquier otro jugador inteligente. Los Clinton, por ejemplo, son inversionistas en los socios de BLM, el ANTIFA antifascista. Mientras que el mentor de Hilary Clinton (y su mejor amigo) era Robert Byrd, el ex líder del KKK.
BLM es un evento politizado y masivamente publicitado, hecho por la televisión, que satisface el apetito populista y escapista de la gente. Cegándolos de su verdadero llamado a las armas en defensa de los derechos universales de todos. Aprovechando la agresión acumulada de los jóvenes… Y armar al tigre encerrado en una jaula durante (los) 3 meses (del encierro a causa de la pandemia), para los titiriteros es fácil desatar a la turba…
Como regla general, es seguro asumir que si un movimiento social cuenta con el respaldo de una gran industria, una gran filantropía o un gran partido político, sus ideales son contrarios al empoderamiento ciudadano”.
Planes que se hicieron en Irak
Las protestas de Black Lives Matter proporcionan otra desviación significativa de la destrucción masiva de la economía de EE.UU. Este plan básico se ha utilizado eficazmente muchas veces en el pasado, sobre todo en el año siguiente a la invasión de Irak. Algunos lectores recordarán cómo los militantes iraquíes lucharon contra las fuerzas de ocupación estadounidenses después de la invasión en 2003.
La creciente violencia y el creciente número de muertos crearon una pesadilla de relaciones públicas para el equipo de Bush, que finalmente se decidió por aplastar la resistencia armando y entrenando a los escuadrones de la muerte chiíta. Pero los Bushies querían confundir al público sobre lo que realmente estaban haciendo, por lo que inventaron una narrativa sobre una “guerra sectaria”, que tenía la intención de desviar la atención de los ataques contra los soldados estadounidenses.
Estallando un sitio religioso
Para hacer que la narrativa sea más creíble, los agentes de inteligencia de EE.UU. idearon un plan para hacer estallar el sitio religioso más sagrado de los chiítas, la Mezquita de Golden Dome de Samarra, y culpar a los extremistas sunitas. El incidente se usó para convencer al pueblo estadounidense de que lo que estaba ocurriendo en Irak no era una guerra contra la ocupación extranjera, sino un amargo conflicto sectario entre sunitas y chiítas en el que Estados Unidos era solo un árbitro imparcial. El asesinato de George Floyd se ha utilizado de manera muy similar a la implosión de la mezquita —Nota del traductor: Al igual que el derribamiento de estatuas de “héroes nacionales” y que ahora Trump pretende castigar con 10 años de cárcel a quien las cometa—. Crea una narrativa creíble para protestas masivas y coordinadas, que tienen menos que ver con la injusticia racial que con desviar la atención de la destrucción de la economía y sembrar la división entre el pueblo estadounidense. Este es un ejemplo clásico de cómo las élites usan el mito y los medios para ocultar sus problemas y escapar de cualquier responsabilidad por sus acciones.
La pandemia y los anhelos autoritarios
Eche un vistazo a este extracto de un artículo de Carlo Caduff, académico del King’s College de Londres, en una revista llamada Medical Anthropology Quarterly, en Lockdownskeptics.org. Se titula “Lo que salió mal: El Coronavirus y el mundo después de la Total Paralización”:
“En todo el mundo, la pandemia desató anhelos autoritarios en sociedades democráticas, que permitieron a los gobiernos aprovechar la oportunidad para crear estados de excepción e impulsar agendas políticas. Los comentaristas han presentado la pandemia como una oportunidad para que Occidente aprenda del autoritarismo Oriental. Esta pandemia corre el riesgo de enseñar a las personas a amar el poder (autocrático) y pedir su aplicación meticulosa. Como resultado de las imprevisibles consecuencias sociales, políticas y económicas de las medidas radicales de hoy en día, los gobiernos de todo el mundo han lanzado cheques récord de “estímulo” que cuestan billones de dólares, libras, pesos, rands y rupias… Los trillones que los gobiernos están gastando ahora como paquetes de “estímulo”, superando incluso a los de la crisis financiera de 2008 y deberán pagarse de alguna manera… Si las políticas de austeridad del pasado están en la raíz de la crisis actual, con sistemas de salud abrumados en algunos países, el rápido aumento de la deuda pública está creando las condiciones perfectas para una mayor austeridad en el futuro. La respuesta pandémica tendrá importantes implicaciones para la financiación pública de la educación, el bienestar, la seguridad social, el medio ambiente y la salud en el futuro”.
Sumergidos en una crisis totalmente deliberada
Esto es precisamente correcto. El país ha sido sumergido deliberadamente en otra Gran Depresión, con la clara intención de imponer severas medidas de austeridad que eviscerarán el Seguro Social, el Medicare, el Medicaid y cualquier otro programa de la red de seguridad social que beneficie a la gente trabajadora común, jubilados o cualquier otra persona. Nada de eso es una formulación de políticas al azar, espontánea o imprevista. Todo está sacado de un libro de estrategias imperial de siglos de antigüedad, que las élites están utilizando para implementar su plan final para Estados Unidos: Derribando estatuas, destruyendo los iconos y símbolos, reescribiendo la historia, aplastando la verdadera resistencia popular de los trabajadores, crear una subclase permanente que trabaje por centavos de dólar, enfrentar a un grupo contra el otro incitando al odio racial, la polarización política y la guerra fratricida, promoviendo a los vándalos que queman y saquean nuestras ciudades, atacando a cualquiera que diga la verdad y ofrecer una apoyo ilimitado a quienes se alinean con las corruptas agencias de Inteligencia, los medios de comunicación traidores, el siniestro estado profundo y las élites tiránicas que están decididas a controlar todas las palancas del poder estatal y, así, aplastar a cualquiera que se interponga en su camino.
Mike Whitney es un periodista que vive en el estado de Washington, EE.UU. Es colaborador del libro “Hopeless”: Barack Obama y la política de la ilusión.
Texto original: https://www.unz.com/mwhitney/the-covid-blm-diversion-shock-therapy-behind-a-smokescreen-of-hysteria-and-racial-incitement/
Traducción: A. Mondragón
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