El alto consumo y el bajo ahorro ayudaron a preparar el escenario para la explosión de la violencia en todo Estados Unidos.
Por Spengler
La economía no lo explica todo. Las desgarradoras tasas de encarcelamiento, ilegitimidad, enfermedad y pobreza entre los afro-americanos es la hierba seca para esperar que una chispa, como la muerte de George Floyd bajo custodia policial, encienda la pradera.
“Lo que el gran sociólogo francés Emil Durkheim llamó ‘suicidio atómico’ es la Gran Plaga de nuestros tiempos. El comportamiento autodestructivo en forma de adicción a los opiáceos, el alcoholismo y el comportamiento violento, está destruyendo las vidas de gran parte de la población de EE.UU.”, escribí en este espacio el 30 de marzo.
Sin embargo, la economía nos dice algo, y la tabla de abajo da el contexto de los disturbios que han asolado a las ciudades estadounidenses durante los últimos días.
El drástico cambio laboral
Hace 30 años, los Estados Unidos tenían el doble de trabajadores en las fábricas que en los restaurantes, hoteles y otros negocios de ocio y hospitalidad. En esos 30 años, el número de trabajadores en las fábricas se redujo aproximadamente a la mitad y el empleo en el sector del ocio y la hospitalidad se duplicó. Luego vino el Covid-19, y todas las ganancias de empleo de los últimos 30 años se evaporaron en dos meses (estos son datos de abril, y el panorama ha empeorado desde entonces).
Los trabajadores de las minorías en EE.UU. se beneficiaron de un auge del empleo durante el gobierno de Trump, y el desempleo de la población negra cayó a sólo el 5.8%, el nivel más bajo en la historia de EE.UU., gracias en gran medida a la disponibilidad de empleos de la industria de servicios poco calificados (pero de salarios de pobreza, cabe añadir). Estos trabajos desaparecieron más rápido y es menos probable que vuelvan en el futuro inmediato, ya que los estadounidenses ahorran más de sus ingresos y evitarán los lugares públicos abarrotados como los restaurantes.
El severo impacto del Covid-19
Los afroamericanos sufrieron desproporcionadamente en la epidemia, con tasas de mortalidad a la par que los hispanos y mucho más altas que las de los blancos y asiáticos. Eso puede deberse a la prevalencia de las condiciones médicas comórbidas entre los afroamericanos, por ejemplo, la hipertensión. El 40% de los adultos negros sufre de hipertensión, frente al 28% de los blancos e hispanos no negros y el 25% de los asiáticos.
Según un estudio, los afroamericanos murieron de Covid-19 al triple de la tasa de otras razas en muchas ciudades. Si esto se debe a una mala dieta, a un cuidado preventivo inadecuado u otros factores, está fuera de mi área de competencia. Pero está claro que ellos sufrieron más.
Con la epidemia de Covid-19, las perspectivas económicas de los afroamericanos se volvieron repentinamente sombrías. A medida que la economía estadounidense pasó de la industria a los servicios, el consumo personal ocupó una mayor parte del producto interno bruto (PIB). El 70% del PIB de EE.UU. se destina al consumo personal frente a un promedio del 60% en una nación industrial.
Más ahorro y menos gastos
EE.UU. también tenía una de las tasas de ahorro más bajas del mundo –hasta abril, cuando ahorraron un asombroso 33% de sus ingresos. Es dudoso que sus patrones de gasto vuelvan a los niveles pre-epidémicos.
Una encuesta de Wells Fargo indicó que el nivel básico de consumo caería un 10%. Con rendimientos reales negativos en los ahorros, los estadounidenses tendrán que ahorrar más para la jubilación, y su sentido de vulnerabilidad durante la epidemia motivará un mayor nivel de ahorro preventivo.
Las pequeñas empresas, mientras tanto, siguen luchando. A pesar de la disponibilidad de préstamos del gobierno bajo el Programa de Protección de la Nómina Salarial, muchos pequeños negocios no volverán a abrir. Las empresas con menos de 50 trabajadores emplean al 46% de todos los estadounidenses que trabajan, por lo que es probable que el desempleo se mantenga en niveles muy altos durante mucho tiempo. Los trabajadores de las minorías tienen menos probabilidades de ser reempleados.
Una economía vulnerable a los shocks
La dependencia del consumo personal y los bajos niveles de ahorro e inversión vaciaron la economía estadounidense y la hicieron más vulnerable a shocks como la epidemia de Covid-19. Y los trabajadores de las minorías, los últimos contratados en la recuperación del 2009-2019, fueron los primeros despedidos y los que tendrán menos probabilidades de ser recontratados.
Añada a esto el predicamento de una generación de estudiantes que pagaban un promedio de 35,000 dólares al año por matrícula en las universidades privadas (o $26,000 en las universidades estatales para los no residentes). Pidieron prestado un total de 1.6 trillones (millones de millones) de dólares para pagar la matrícula. Muchos de ellos se graduaron sin estar preparados para un trabajo remunerativo y subsisten con empleos marginales, que desaparecieron durante la epidemia.
Esto no es excusa para el comportamiento violento, por supuesto; una cosa es airear las quejas en una reunión pacífica y otra muy distinta quemar coches de policía, negocios e incluso iglesias, como hicieron los alborotadores en Washington, D.C., y Louisville, Kentucky. Pero la fragilidad de una economía estadounidense ahuecada y adicta al alto consumo y al bajo ahorro, ayuda a explicar la violenta coda a la epidemia de Covid-19.
Spengler es el seudónimo de David Paul Goldman, un economista, crítico musical y autor estadounidense, que publica sus ensayos en línea en el Asia Times.
Fuente: https://asiatimes.com/2020/06/the-economics-of-civil-unrest/
Traducción: A. Mondragón
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