«Podemos anticipar un estado de cosas en el que dos Grandes Potencias estarán cada una en condiciones de poner fin a la civilización y a la vida del otro, aunque no sin arriesgar la suya propia. Podemos ser comparados con dos escorpiones en una botella, cada uno capaz de matar al otro, pero sólo a riesgo de su propia vida». J. Robert Oppenheimer.
Hoy son dos grandes escorpiones contra uno.
La Gran Cábala Occidental se debate entre patear el tablero en su intento de retroceder el reloj a finales de la II Guerra Mundial, cuando destruyo Eurasia para asumir el domino militar, económico y financiero de gran parte del planeta. Pero China y Rusia se oponen ofreciendo la paz y las condiciones para negociar su futuro en el Nuevo Sistema Euroasiático o, si Occidente lo decide, ir a la confrontación nuclear. Los rusos están a punto de enviar buques y aviones de guerra a Cuba y Venezuela, la Crisis de los Misiles de 1963 será un “piece of cake” de lo que ahora el mundo enfrenta.
Por Alexandr Mondragón y Wilder Buleje
Los naipes del destino ya fueron cortados, el resultado es impredecible. Es el amanecer de una “Nueva Era” —como afirman Xi Jingping y Vladimir Putin, los presidentes de China y Rusia, en su reciente Declaración Conjunta, en la que anticipan un Nuevo Sistema Mundo Euroasiático, como lo anunciamos en el 2017 como puede verlo aquí y aquí— o sucede el I Armagedón Nuclear Mundial que Occidente bosquejó hace ochenta años.
Sobre esta segunda opción, se recuerda que en 1945 los planificadores de la guerra en Washington D.C., tenían un plan titulado: “Barrer del mapa a la (entonces) Unión Soviética”, 204 bombas atómicas sobre 66 ciudades principales, contra un país que por entonces no contaba con un arma nuclear— y que ahora parecen dispuestos a ejecutarla ya no para conquistar Europa y Rusia, sino más bien destruirla.
Ese es el dilema para el mundo en las semanas previas al inicio de los Juegos Olímpicos París 2024. China y Rusia, como un dúo afinado, ya notificaron que enfrentarán esta amenaza de manera conjunta. Serán dos escorpiones contra uno, según la visión de Robert Oppenheimer.
El mundo en una encrucijada
Las grandes guerras, con intervención de gran número de naciones, terminan con un bando vencedor y con nuevos trazos en el mapamundi. Esta vez no están en juego solo las fronteras nacionales sino la aceptación de un Nuevo Sistema Mundo (NSM) o el destino de la humanidad si, en la segunda opción, los lunáticos neoconservadores straussianos occidentales —que parecen dispuestos a devolvernos a la Edad de Piedra— dan rienda suelta a sus arrebatos, ya no del Fin de la Historia sino del Fin del Mundo.
Esa es la alternativa que, a siete semanas de los Juegos Olímpicos París 2024, el mundo debe enfrentar para su futuro, después de que Occidente amenazó con lanzar ataques directos contra el territorio ruso, usando a Ucrania como “carne de cañón”. ¿Por qué esta mancomunada resolución de vida o muerte de chinos y rusos?
¿Qué ocurrió en 1945?
En 1904, el historiador y geógrafo inglés John Halford Mackinder tiró los dados de la historia cuando, ante la inminente caída del Imperio Británico, explicó lo que debía hacer el futuro Nuevo Imperio en los albores del Siglo XX. La tarea era conquistar el Heartland (en aquel entonces la Rusia de los Zares) para iniciar el dominio del planeta, porque: “Quien gobierne en Europa del Este dominará el Heartland; quien gobierne el Heartland dominará la Isla-Mundo; quien gobierne la Isla-Mundo controlará el mundo”. Bueno esa tarea se hizo a medias cuatro décadas después, tras finalizar la II Guerra Mundial en 1945.
Los historiadores y Hollywood, en particular, suelen describir la II Guerra Mundial como una lucha entre el bien —los Aliados de Occidente, con Estados Unidos al mando— y el mal —las Potencias del Eje encabezados por la Alemania de Hitler—, pero esa historia es para las masas, los espectadores dentro de la Caverna de Platón. Pero aquí vamos a decir la verdad que casi nadie ha subrayado en los anales de la historia —aunque los Amos de la Gran Cábala saben muy bien cual fue.
El verdadero objetivo de la II Guerra Mundial, como puede discernirse tras los resultados que fueron evidentes, fue la destrucción de Europa, Rusia y parcialmente China, tras lo cual el Imperio del Caos —un término acuñado por el analista geopolítico Pepe Escobar para referirse a EE.UU., que fue usado por la Gran Cábala como su mascarón de proa, para maquinar los dos primeros conflictos mundiales— emergió sin ningún rasguño en su territorio continental y, sobre todo, como el gran vencedor para imponer no solo el nuevo “orden basado en las reglas” —“Haz lo que yo ordeno, pero no lo que yo hago” —, sino también imponer al dólar como la Moneda-Mundo y así tener el dominio de la economía y las finanzas globales. Además, darle un nuevo impulso a su “Revolución Industrial Militar” de las guerras infinitas, para emprender la conquista global y eventualmente ver el amanecer de un “Nuevo Siglo Americano”.
El verdadero ganador en 1945
Pero más asombroso aún es que —como lo detalla Anthony Sutton en tres libros: Wall Street y los Bolcheviques, Wall Street y el ascenso de Hitler, y Wall Street y Franklin D. Roosevelt (FDR), basados en documentos oficiales— fue la Gran Cábala la que —desde la formulación de Mackinder en 1904— patrocinó todos los conflictos —desde sus intentos por manipular a los cabecillas de la Revolución Rusa, hasta apoyar financieramente el auge industrial-militar de la Alemania de Hitler y colocar a uno de los suyos —Franklin D. Roosevelt— en la presidencia de EE.UU. (1933 a 1945) para consolidar su Revolución Industrial Militar que luego de la II Guerra Mundial quedó libre de sus principales rivales, que fueron totalmente devastados. Y eso es lo que, nuevamente, quieren ahora.
El verdadero gobierno: la Gran Cábala
Por cierto —y esto debe quedar como un sello de agua en la mente de los lectores, para una mejor comprensión de la realidad fuera de la Neo-Caverna de Platón— el término de la Gran Cábala no es invento nuestro, fue señalado desde hace más de siete décadas por tres mandatarios estadunidenses: Harry Truman, Ike Eisenhower, y John F. Kennedy. Precisamente, el asesinato de este último constituyó el tiro de gracia para doblegar a la clase política. Después de Kennedy, los presidentes que se sentaron en la Oficina Oval de La Casa Blanca no son lo que los libros de historia, los medios y Hollywood los han representado, sino simples marionetas, voces impostadas y muñecos de ventrílocuo. “Uncle Joe” es el caso más patético. El ente que gobierna el Imperio del Caos global con mano de hierro, bajo la careta de EE.UU. y por más de un siglo, es la Gran Cábala (GC).
La GC es un grupo de mega-magnates anglo-sajones, con raíces en las antiguas casas financieras y bancarias. Poseen ingentes recursos y manejan los grandes conglomerados industriales y tecnológicos del Viejo Continente. También está integrado por las más grandes fortunas de Estados Unidos y Canadá, principalmente de las formadas en el siglo XVIII y multiplicadas gracias a su participación en la maquinita del dinero infinito: la Reserva Federal (FED).
La Gran Cábala consiguió su deseo de controlar Estados Unidos con dos medidas. Primero, la formalización del manejo de la moneda de la gran potencia americana vía la FED (1913). Segundo, la creación de la CIA (Central de Inteligencia Americana) gracias a una permisiva Ley de Seguridad Nacional (1947) que le otorgó preeminencia sobre las fuerzas armadas.
Con la FED obtuvieron manejo del aparato productivo a través del sistema financiero. Con la CIA montaron una estructura que se impuso al ámbito castrense. Con esas dos palancas poderosas no existe forma de que el poder político constituya una amenaza para la GC, John F. Kennedy pagó con su vida el último intento serio de mantener a distancia a ese agujero negro de poder ilimitado.
El pasado nunca más
Pero ocho décadas no pasan en vano, en particular cuando la Gran Cábala cometió una serie de monumentales errores geopolíticos y económicos en el mundo y, del otro lado, se ha forjado una alianza simbiótica, que Occidente no parece entender, ya sea por vanidad, arrogancia y estupidez, por lo que siguen cometiendo yerros mayúsculos.
En este contexto, aplicar la misma receta para tiempos distintos es ignorar supinamente el avance de los rivales, sobre todo de China que desde hace unos tres lustros comenzó sigilosamente las bases de la “Nueva Era”. En este contexto, por ejemplo, los adversarios de la GC quizá ya sepan cómo neutralizar la jugada, o peor aún sean los primeros en lanzar la ofensiva en múltiples niveles, enmascarados a través de una guerra militar. En ese sentido la ofensiva rusa contra Ucrania de febrero de 2022, fue el primer golpe en serio de la “Nueva Era” o el Nuevo Sistema Mundo Euroasiático —donde el ataque fue desde el nuevo Core a la Periferia y no de la Periferia al Heartland, que siempre ha sido el objetivo de la Gran Cábala por 120 años— que tomó por sorpresa a Occidente, incluso unos días después de que China y Rusia declararon la Independencia de la Gran Eurasia.
La segunda medida acaba de ocurrir con la declaración conjunta chino-rusa, firmada en Pekín, que confirma la formidable alianza en el otro extremo del tablero. Pero aun así, Occidente sigue desempolvando los manuales de guerra del siglo pasado.
La amnesia lunática de Occidente
Las naciones parecen haber olvidado el saldo de muertes y destrucción de la I y II Guerra Mundial. Ninguna lección aprendida. Los líderes del Viejo Mundo padecen, irónicamente, de Alzheimer, más acentuado que el de “Uncle Joe” el aparente presidente del Imperio del Caos. Pareciera que no les queda ningún recuerdo de las principales capitales y ciudades en escombros, poblaciones diezmadas y hambrunas. Como que quieren afirmar el dicho de que “El hombre es el único animal que se tropieza dos veces con la misma piedra”. Una involución del Homo Sapiens, al Homo antrum et amentes.
La Gran Cábala, a través de Biden, realizó una jugada reactiva: autorizar uso de armas en territorio ruso. Han perdido la iniciativa. Esto es otro indicio de que los “líderes occidentales” carecen de memoria o simplemente son unos lunáticos que juegan a la ruleta rusa, pero con una pistola cargada de balas que garantiza un suicidio en regla.
Alemania cayó derrotada en las dos guerras mundiales pasadas, aun así —y después de que su principal socio le destruyó los dos gasoductos, con los cuales sostenía gran parte de su economía industrial— está en el comando de la OTAN, ese Frankenstein inventado en la Guerra Fría del siglo XX, y que ahora está detrás de Ucrania en la guerra contra Rusia. Mientras que Francia —que en algún momento miraba con dignidad al mundo gracias a Charles De Gaulle— ahora es liderada por el Petit Roi (Emmanuel Macron), con ínfulas napoleónicas, pero que apenas es otro peón más en el tablero de la geopolítica mundial. En tanto que Japón —tras su ataque a Pearl Harbor, fue el polígono de tiro para dos bombas nucleares, una en Hiroshima y la otra en Nagasaki— hoy es uno de los principales vasallos del Imperio del Caos.
Aunque todos ellos —incluyendo a los otros socios de la OTAN que tienen misiles Made in USA apuntando a Rusia— pueden acabar incinerados bajo hongos nucleares. Nada de eso les interesa a los impulsores de la guerra.
El interés de la Gran Cábala
A la Gran Cábala solo le importa quién quedará al mando del Nuevo Sistema Mundo, luego que el Viejo Sistema Mundo Occidental, de poco más de 250 años, está disolviéndose en al nada, ver aquí y aquí. Pero la gente no tiene que saberlo, los habitantes del Imperio y buena parte del mundo están entretenidos en la Neo Caverna de Platón, con la campaña de reelección de un mandatario de 82 años —que da discursos leyendo Teleprompter y aun así confunde las palabras— y las diatribas de un Candidato-Sentenciado, que bien podría ser un Presidente Delincuente de la “Superpotencia Planetaria”, ¿Se imaginan eso? Les importa más las piruetas de las marionetas de la Gran Cábala y no la vida de decenas de millones ucranianos, rusos y europeos en general.
Sumergidos en un “éxtasis” bélico
Existe tan mala vibra en el ambiente que Europa se alista para Juegos Olímpicos París 2024 (24 de julio-11 de agosto), pero temiendo el estallido de una guerra de proporciones nucleares en Ucrania, entre el mundo occidental y la Madre Rusia —con el respaldo de China y otros aliados. Puede ser una tercera versión de las conflagraciones mundiales que azotaron al mundo un par de veces en el Siglo XX. Pero una tercera que muy bien podría ser la última con una devastación nuclear a escala planetaria.
Al portavoz del Kremlin, Dmitry Peskov, se le ocurrió entonces la metáfora apropiada para designar los estallidos militares intensificados de la OTAN: no sólo la OTAN está aumentando el grado de escalada sino que se está sumergiendo en un “éxtasis” bélico.
No hay nada más serio que eso. “Ellos”, como aludió Putin, parecen querer un “conflicto global”. Ése es el núcleo de la nueva estrategia suicida del “éxtasis” de la OTAN.
A pesar de todos sus circunloquios, el secretario de la OTAN, Jens Stoltenberg, el presidente francés, Emmanuel Macron, y el canciller alemán, Olaf Scholz, han dado luz verde a Kiev para que utilice armas occidentales para ataques en el interior de la Federación Rusa. El supuesto debate, aún en curso, es sólo una “cortina de humo” para el objetivo real: un pretexto que podría conducir a la Tercera Guerra Mundial.
La distracción de la elección
Lo que sí es evidente, para no pasar la vergüenza de tener un Presidente-Amnésico, la Gran Cábala pretende, a como dé lugar, cimentar un nuevo triunfo de Joe Biden sobre Donald Trump, con una escalada del conflicto en el Donbás. Biden —o mejor dicho, el sector más reaccionario de la Gran Cábala— acaba de otorgar autorización del uso de armas estadunidenses para atacar desde Ucrania objetivos militares en territorio ruso.
Selló así la participación de Estados Unidos en la contienda nuclear. De seguro que Putin interpretó esa decisión como una declaración de guerra y, de ahora en adelante, actuará bajo esa premisa. Los fuegos artificiales de la inauguración de los Juegos Olímpicos de París pueden ser reemplazados por los hongos de las bombas nucleares.
Los brazos biónicos de la GC
Los halcones del Pentágono y los neoconservadores guerreristas, que son los ejecutores y voceros de la Gran Cábala, hicieron la primera movida — “por ahora”, como decía el Comandante— del juego final Armagedón Nuclear. Celebran el exitoso lobby en la Casa Blanca y en el Congreso en el Capitolio, otra ficha del Gran Monopolio de la GC, cuya tarea es repartir trillones de dólares al Complejo de la Industria Militar, por suculentos pagos a sus campañas políticas —el “Pay per View” de la política— y así dinamizar el comercio de armas —“Nosotros ponemos las armas, los ucranianos los muertos, y la plata queda entre nosotros”, se atrevió a decir un legislador del Capitolio, sin que se le mueva un músculo de la cara de piedra. Los neoconservadores guerreristas, los ideólogos de la violencia, celebran como si el Año Nuevo se hubiese anticipado. Pero tal vez sea muy temprano para celebrar, como le dijo la tortuga al conejo.
Esas dos facciones constituyen los brazos biónicos de la GC o fuerza anglosajona, que ha dominado el mundo en los últimos dos siglos. Su objetivo es retroceder el reloj de la historia a las semanas finales de la II Guerra Mundial y evitar que China y Rusia le arrebaten la Isla-Mundo —que está a un paso de extenderse al Patio Trasero del Imperio del Caos, vía el Megapuerto de Chancay, que si los peruanos tienen la capacidad de ver el futuro en lo que resta del siglo y más allá, puede convertirse en un Gran Nodo de la Ruta Cuántica del Nuevo Sistema-Mundo Euroasiático por estos lares. El ala extremista de la GC, que gobierna EE.UU., no quiere aplaudir lo que China ha logrado con su “Capitalismo Histórico” bajo sus propias características. Y no se trata de que usted lo crea porque nosotros lo escribimos, no. Se trata de que usted mismo lo entienda cambiando su percepción de las cosas, lejos del Ministerio de la Propaganda.
La GC utiliza a EE.UU.
En este punto, la periodista Caitlin Johnstone, radicada en Australia, sintetizó el poder imperial de la Gran Cábala con un estilo mordaz: “Las guerras no están diseñadas para servir a los intereses de Estados Unidos; Estados Unidos está diseñado para servir a los intereses del imperio de las guerras. Estados Unidos como país es sólo una fuente de financiación, personal militar y civil, recursos y cobertura diplomática, desplegados en una campaña militar incesante para dominar el planeta, con violencia militar masiva y la amenaza de la misma”.
Así, esto debe aclarar su gran confusión, “cuando se comprende que el imperio estadounidense no es un gobierno nacional que dirige operaciones militares ininterrumpidas, sino que es un imperio militar de guerras ininterrumpidas que dirige un gobierno nacional”.
El negocio nuclear
Y para refrendar con números la realidad de que “Estados Unidos está diseñado para servir a los intereses del imperio de las guerras” y los negocios que esto significa, hay que remarcar que “actualmente existe en Estados Unidos una vasta industria financiada con 1.3 billones (millones de millones) de dólares que desarrolla armas nucleares “utilizables”. Están involucrados todo tipo de contratistas privados, laboratorios científicos y el Pentágono. En otras palabras, la enorme suma se distribuye ampliamente, lo que da como resultado un enorme e influyente interés institucionalizado que impide el desarme nuclear”, según escribió Paul Craig Roberts, basado en un amplio estudio de otro autor.
Y solo para ponerle la tilde al acento, aquí hay otros datos cruciales, “Entre 1940 y 1996, el gobierno federal de Estados Unidos gastó al menos 11,3 billones de dólares en términos actuales en armas nucleares, incluido el desarrollo de plataformas (aviones, cohetes e instalaciones), mando y control, mantenimiento, gestión de residuos y costos administrativos, como puede verse aquí.
Pero los “dos escorpiones” tampoco son mancos.
Que puede pasar en una guerra
Hace 5 años David P. Goldman ya había adelantado que el Imperio del Caos estaban a punto de quedar con las pantallas apagadas para espiar a sus grandes rivales, así que si eso ya sucedía hace 5 años, uno debe imaginar que —con los nuevos avances de la computación cuántica— la situación debe ser muy crítica para el Imperio del Caos.
Pero eso no es todo, a lo largo del lustro que ha pasado, tanto Rusia como China —sin necesidad de detallar lo que puede suceder en una hecatombe nuclear, como se señala más adelante— han logrado avances tecnológicos impresionantes en el campo militar, incluyendo, por ejemplo, los posibles satélites rusos lanzadores de misiles desde el espacio, y esto sin descontar el tiempo estimado de llegada del misil balístico intercontinental ruso Sarmat a las capitales de los países que suministran armas a Ucrania difiere según los canales TG internacionales: Ottawa, Canadá, 14 minutos; Berlín (Alemania) 1 minuto y 45 segundos; Londres (Gran Bretaña) 3 minutos y 30 segundos; Washington DC (EE.UU.) 16 minutos y 30 segundos; y París, (Francia) 3 minutos y 30 segundos, por no mencionar que los “dos escorpiones” poseen los misiles hipersónicos, que EE.UU. aún no está en posición de fabricarlos a escala industrial, puesto que aún están en pruebas. Incluso podría ser factible el hackeo de los códigos nucleares y que sea una propia bomba nuclear, manejada por el enemigo, que cause tal devastación. Y eso no es todo.
Un año sin electricidad
Peor aún, Eurasia tienen otros medios para causar un enorme daño a EE.UU. sin la necesidad de realizar un ataque nuclear directo contra la gente. En este sentido, la alternativa es un ataque con pulsos electromagnéticos, con la explosión de bombas nucleares a unas 105 millas de altura sobre grandes ciudades, que podrían hacer colapsar la red eléctrica civil de EE.UU., fundiendo el 78% del cableado eléctrico que dejaría sin energía a la población civil por un año o más, como indican los reportes aquí y aquí. Y todo lo mencionado son apenas unos ejemplos de lo que se sabe. Lo desconocido puede ser aún más que apocalíptico, incluyendo el Armagedón Final. Y lo más reciente, Estados Unidos ha estado rastreando buques de guerra y aviones rusos, que se espera lleguen a Cuba y Venezuela para un ejercicio militar en las próximas semanas, en una demostración de fuerza rusa, dijeron funcionarios estadounidenses el miércoles 5 de junio, según lo reportó Associated Press. Por lo tanto, Occidente entiende los peligros y al menos, en apariencia —porque en este nivel lo real es muchas veces lo opuesto a lo que vemos—, ha tendido un puente para el diálogo.
Reuniones y abrazos tensos
Los ministros de Defensa de Estados Unidos y China habían dejado de reunirse desde noviembre del 2022. Este año han tenido dos conversaciones. La primera por teléfono el pasado 16 de abril. La segunda de manera presencial el pasado 31 de mayo. Las razones de ese acercamiento son obvias. No solo hay una gran tensión por el posible escalamiento de las acciones bélicas en el conflicto Ucrania-Rusia, sino también, como se ha señalado en los párrafos previos, los resultados de un enfrentamiento nuclear —aquí la movilización de tropas no tiene mucho sentido— será un Apocalipsis devastador, donde no habrá ningún ganador.
En este contexto, Lloyd Austin, secretario de Defensa y su homólogo chino, Dong Jun, acordaron mantener una “línea abierta”, en caso sea necesario de resolver algún inconveniente tanto en Ucrania como en el Indo-Pacífico.
Esta cumbre de los responsables de un área tan sensible como la “Defensa” —un eufemismo orwelliano del “doble lenguaje”, desde que realmente se trata de lo opuesto—, da cuenta de un giro inesperado en la conducta de los voceros de Estados Unidos. Sin embargo, habrá que ver otras señales para determinar si anhelan afirmar un camino de paz o solo están tratando de ganar tiempo, engañando al otro, para retornar con mayor beligerancia después.
Como se recuerda, China no acepta las pretensiones de independencia de Taiwán y apoya de manera irrestricta a Rusia, cuya relación simbiótica de China desequilibra la correlación de fuerzas en Europa y Asia. Rusia pretende afirmar ese vínculo, mientras que Estados Unidos aspira a disolverlo y tener a China a su favor —la vieja táctica de Mackinder, atraer a China, para enfrentar a Rusia, como lo hicieron Kissinger y Nixon desde finales de los 70’s. Sin embargo, los deseos de la potencia americana se estrellan contra un nuevo pacto sino-ruso recientemente difundido, que cimenta aún más la relación simbiótica de la Gran Eurasia —las relaciones mutuas a largo plazo para una coevolución y ayudarse para sobrevivir, en este caso, frente a la amenaza del Imperio del Caos de conquistar Eurasia, como lo propuso Mackinder, ya señalado anteriormente.
Entonces, uno debe preguntarse qué es lo que trata de evitar Occidente, para estar dispuesto a una apertura de las reuniones a ese nivel. La respuesta sigue siendo abierta, nada se puede descartar porque aún estamos dentro de La Caverna de Platón y fuera de ella está la verdad.
Eurasia dispuesta a lo que sea
Lo que sí es evidente es que chinos y rusos salieron al frente y han dicho, sin ambages, que la historia —al final de la II Guerra Mundial— no se debe repetir y que, de ahora en adelante, el planeta puede —y debe— encaminarse hacia una “Nueva Era”. También apuntaron que están listos para lo que sea que quiera Occidente (es decir, la Gran Cábala).
Las guerras convencionales mostraron dos grandes filones de ganancias para el ganador: la producción y venta de armamento; y, la reconstrucción de los países en ruinas. Sin embargo, ahora una decena de naciones cuenta con bombas nucleares, que aseguran la destrucción del mundo y adiós a cualquier utilidad. ¿Se llegará a esa instancia?
Un pacto decisivo
Para entender la relación simbiótica entre China y Rusia, que es uno de los pilares fundamentales del NSME, debemos conocer y comprender el nuevo pacto, o Declaración Conjunta, firmado por Xi Jinping y Vladimir Putin el pasado 16 de mayo. El documento, de 30 páginas, deja en claro que ambas potencias están preparadas para librar el conflicto con el mundo anglosajón en cualquier plano. El mensaje ha sido enviado y los destinatarios ya están notificados.
Xi y Putin también señalaron que actuarán como una unidad, que su relación no es reciente, que data desde el 2001 —irónicamente el año del 11-S— cuando rubricaron el “Tratado de Buena Vecindad, Amistad y Cooperación entre la República Popular China y la Federación de Rusia”.
Es decir, hace dos décadas y fracción China y Rusia están actuando en comunión. Habrán empezado de una manera tímida, pero ahora—con todo lo sucedido a lo largo de 23 años en los campos de la geopolítica, economía y principalmente el impresionante desarrollo industrial de China y su dominio de la IV Revolución Industrial, sin que Rusia se quedara atrás en el campo de la industria militar, muy por delante de EE.UU. en áreas críticas— esa integración es difundida a diestra y siniestra. Cuando en el 2017 dimos a conocer esa unión, el mundo la recibió con escepticismo. Ahora no hay ninguna duda al respecto.
El “Fin de la Historia” ¿para quién?
Hace dos décadas aún reverberaban en el horizonte las falacias del “Fin de la Historia” o las exageraciones del “El choque de Civilizaciones”. Los medios solo daban cabida a las noticias de medio oriente relacionados con el Estado Islámico y sus ejecuciones en vivo y en directo. O de las invasiones de los EE.UU. a Afganistán e Irak, tras el 11-S, para “llevar la democracia” a esos lares, de los cuales se retiraron vergonzosamente dos décadas después.
Los analistas hablaban de guerra religiosa, de los herederos de Osama Bin Laden, y el conflicto ancestral entre chiitas y sunitas. Sin embargo, debajo de esa ola noticiosa subyacía un mar de información que nadie advertía: la comunión sólida entre China y Rusia.
Queda en claro que ambas potencias librarán la última contienda para trasladar la estructura de poder de Occidente —o mejor dicho el eje dominante del Nuevo Sistema-Mundo, que Immanuel Wallerstein lo avizoró a grandes rasgos, ya a finales de los 1990’s, sin precisar a los grandes actores— hacia Eurasia. No habrá más aplazamientos ni dilaciones. Si el mundo anglosajón más Europa occidental quieren guerra pues habrá guerra. Si quieren negociar habrá espacio para conversar. Sin embargo, las manijas que mueven al mundo se manipularán desde Pekín y Moscú.
Por si no lo han notado aún el título de la declaración resalta la siguiente proclama: “Profundización de la Asociación Estratégica Integral de Coordinación para una Nueva Era con motivo del 75º aniversario del establecimiento de relaciones diplomáticas entre los dos países”.
Primer acto: Ucrania destruida
En caso haya una decisión de confrontación, la primera consecuencia será la destrucción de Ucrania y la aniquilación de sus habitantes. Si la cúpula militar de ese país no releva del cargo de presidente a Volodimir Zelensky, cuyo periodo presidencial ya expiró, éste pasará a la historia como un humorista trágico que enlutará un país y hará reír a carcajadas a los vendedores de armas de la Gran Cábala.
Lo que venga después de ese primer escarceo es impredecible. Rusia apelará a todas sus fuerzas bélicas para impedir que tropas de otras naciones crucen su frontera. Si lo hacen solo encontrarán muerte y desolación, pero tal vez no en territorio ruso sino de los países donde provienen.
No será el único frente bélico abierto. China, además de proporcionar apoyo real y abierto a Rusia, aprovechará para incorporar Taiwán a su dominio según lo planeado, eventualmente sin necesidad de escaramuzas militares en la isla —no tiene sentido destruir la meca de los chips, aunque eso sí buscaría el Imperio del Caos. Irán entrará a la arena bélica para desestabilizar el Medio Oriente y tentar un objetivo prefijado: aniquilar Israel, que también podría enfrentar a Egipto, ahora que las tropas israelíes están en la frontera y expulsando a miles de palestinos de la Franja de Gaza, el campo de genocidio del siglo XXI.
Reacción conjunta
Solo basta leer este pasaje del documento chino-ruso para entender cómo reaccionarán ante una confrontación: “Las dos partes están dispuestas a profundizar aún más la coordinación estratégica integral, apoyarse firmemente mutuamente en cuestiones que involucran los intereses fundamentales de cada uno, como la soberanía, la integridad territorial, la seguridad y el desarrollo, aprovechar de manera razonable y efectiva sus respectivas ventajas, centrarse en salvaguardar la seguridad y la estabilidad de sus respectivos países, y promover el desarrollo y la revitalización”.
Si a los países de la OTAN no les quedó claro ese pasaje, pues lean el apoyo recíproco de ambos países en temas tan sensible como Ucrania y Taiwán: “China condena enérgicamente a todos los organizadores, perpetradores y planificadores del inhumano ataque terrorista en el Óblast de Moscú el 22 de marzo de 2024, cree que los ataques contra civiles son completamente inaceptables y apoya a Rusia en la lucha resuelta contra las fuerzas terroristas y extremistas y la salvaguardia de la paz nacional. Rusia reiteró su adhesión al principio de una sola China, reconoció a Taiwán como parte inalienable de la República Popular China, se opuso a cualquier forma de ‘independencia de Taiwán’ y apoyó firmemente las medidas de China para salvaguardar la soberanía nacional y la integridad territorial y lograr la reunificación nacional…”.
Al comando del “Sur Global”
Por si fuera poco, dan los motivos que los ampara en esta iniciativa conjunta: “Las dos partes señalaron que los cambios importantes en el mundo se están acelerando, el estatus y la fuerza de las potencias emergentes en los países y regiones del ‘Sur Global’ están aumentando constantemente y la multipolarización del mundo se está acelerando. Estos factores objetivos aceleran la redistribución del potencial de desarrollo, los recursos, las oportunidades, etc., en una dirección que sea beneficiosa para los mercados emergentes y los países en desarrollo, y promueven la democratización de las relaciones internacionales y la equidad y justicia internacionales. Los países que se adhieren al hegemonismo y a la política de poder, van en contra de esto e intentan reemplazar y subvertir el orden internacional reconocido basado en el derecho internacional con un ‘orden basado en reglas’. Las dos partes enfatizaron que el concepto de China de construir una comunidad de futuro compartido para la humanidad y una serie de iniciativas globales, son de gran y positiva importancia”.
A la conquista del Ártico
Un tema trascendental, enterrado entre las miles de palabras del documento chino ruso está referido al Ártico (Polo Norte), una región trascendental para la navegación sin depender del Mediterráneo. Este es el acápite:
“Establecer un Subcomité de Cooperación de Vías Navegables Árticas China-Rusia dentro del marco del mecanismo del Comité de Reunión Regular del Primer Ministro China-Rusia, para llevar a cabo una cooperación mutuamente beneficiosa en el desarrollo y utilización del Ártico, proteger el ecosistema ártico, promover la construcción del vía fluvial del Ártico en un importante corredor de transporte internacional, y alentar a los dos países a que las empresas chinas hayan fortalecido la cooperación para aumentar los volúmenes de envío en el Ártico y construir infraestructura logística de envío en el Ártico. Profundizar la cooperación en tecnología y construcción de buques polares”.
Estados Unidos en la mira
Después de realizar una invocación: “los estados poseedores de armas nucleares deben defender los principios de mantener la estabilidad, la seguridad, la igualdad y la indivisibilidad estratégicas globales, y no deben expandir las alianzas y alianzas militares, ni establecer bases militares cerca de las fronteras de otros estados poseedores de armas nucleares (…) se deben tomar medidas integrales para prevenir la confrontación militar directa entre estados poseedores de armas nucleares, centrándose en eliminar las causas profundas de los conflictos en el campo de la seguridad”.
Sin embargo, a continuación, como no ocurría desde los años de Guerra Fría, chinos y rusos emplazan directamente a Estados Unidos para que abandone su plan de debilitar la estabilidad estratégica de diversas regiones del mundo en su afán por mantener la supremacía de sus bases militares.
“Ambas partes expresaron una vez más su seria preocupación por los intentos de Estados Unidos de socavar la estabilidad estratégica para mantener su superioridad militar absoluta, que incluyen principalmente la construcción de un sistema antimisiles global y el despliegue de sistemas antimisiles en todo el mundo y en el espacio, y fortalecer la capacidad de las armas no nucleares de alta precisión para desmantelar las operaciones militares organizadas por la otra parte y la capacidad de ataque de “decapitación”, fortalecer el acuerdo de “compartición nuclear” de la OTAN en Europa y proporcionar una “disuasión ampliada” a los aliados individuales, y construirlo en Australia, como parte del “Tratado sobre la Zona Libre de Armas Nucleares del Pacífico Sur”, que puede usarse para garantizar la implementación de las fuerzas nucleares de Estados Unidos y el Reino Unido en infraestructura, llevado a cabo por Estados Unidos y el Reino Unido. Australia cooperará en submarinos nucleares e implementará planes para desplegar y proporcionar misiles terrestres de corto y mediano alcance a sus aliados en Asia-Pacífico y Europa”.
Adicionalmente, apuntan a la potencia americana: “Estados Unidos ha tomado medidas para desplegar sistemas terrestres de misiles de alcance intermedio en la región de Asia y el Pacífico con el pretexto de realizar ejercicios conjuntos con sus aliados que apuntan claramente a China y Rusia. Ambas partes han expresado serias preocupaciones al respecto. Estados Unidos también afirma que seguirá promoviendo las prácticas antes mencionadas y, en última instancia, realizará su intención de desplegar regularmente misiles en todo el mundo. Ambas partes expresaron la más enérgica condena de las medidas antes mencionadas que socavan extremadamente la estabilidad regional y representan una amenaza directa a la seguridad de China y Rusia, y fortalecerán la coordinación y la cooperación para hacer frente a la llamada política de ‘doble contención de Estados Unidos. Eso no es constructivo y es hostil hacia China y Rusia”.
Encuestas en medio de la guerra
Por cierto, Elizabeth Economy (Hoover Institution) publicó recientemente en la revista Foreign Affairs el artículo “El Orden Alternativo de China”, en el cual señala el camino para que Estados Unidos no ceda posiciones en el ámbito internacional ante la impetuosa China. Sin embargo, la autora reconoce los grandes avances del país asiático.
“China ha impulsado su estrategia siendo paciente y oportunista. Beijing proporciona enormes recursos para sus iniciativas, asegurando a otros países su apoyo a largo plazo y permitiendo a los funcionarios chinos actuar rápidamente cuando surgen oportunidades. Por ejemplo, Beijing anunció por primera vez una versión de la Ruta de la Seda de la Salud en 2015, pero atrajo poca atención. Sin embargo, en 2020, China aprovechó la pandemia de COVID-19 para dar nueva vida al proyecto. Xi pronunció un importante discurso ante la Asamblea Mundial de la Salud promocionando a China como centro de recursos médicos. Beijing emparejó provincias chinas con diferentes países e hizo que las primeras enviaran equipos de protección personal y profesionales médicos a los segundos. China también utilizó la pandemia para impulsar las tecnologías de salud digitales y la medicina tradicional china (una prioridad para Xi) como formas de tratar el virus”.
También toca el tema de la guerra entre Rusia y Ucrania de esta forma: “Más recientemente, China ha utilizado la invasión rusa de Ucrania y las consiguientes sanciones occidentales para impulsar la desdolarización de la economía mundial. El comercio de China con Rusia ahora se liquida principalmente en renminbi, y Beijing está trabajando a través de la BRI y organizaciones multilaterales, como los BRICS (a los que 34 países han expresado interés en unirse), para avanzar en la desdolarización. Como dijo el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva durante una visita a China en 2023: ‘Todas las noches me pregunto por qué todos los países tienen que basar su comercio en el dólar. ¿Por qué no podemos comerciar con nuestras propias monedas?’”.
Este es el nuevo escenario de una contienda que se hizo evidente después que China se convirtió en la Fábrica-Mundo y amenazó la posición de Estados Unidos como primera potencia mundial. Nosotros lo advertimos en 2017. Siete años después estamos en el momento crucial de esta confrontación por el destino del mundo.
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