La Gran Guerra del Siglo XXI que Pocos Ven

Los Frentes del conflicto y la lucha por los Estados Pivote entre el viejo Sistema Mundo Occidental y el Nuevo Sistema Mundo Euroasiático
Por Alexandr Mondragón*

“Juncos aunados, por nadie quebrados”.

“Imaginen por un momento que ustedes están caminando sobre una vereda en vía recta y, a la distancia, observan a un tipo fortachón que está golpeando a un sujeto, al cual lo deja sangrando en el suelo. Entonces el fortachón continúa su camino en dirección hacia donde usted se encuentra caminando y extiende los brazos, abarcando toda la vereda, unos metros antes de cruzarse en su camino. ¿Qué haría usted?”.

Fue un planteamiento que hicimos al inicio del artículo “La Guerra en la Muralla Invisible, en la transición hacia un Nuevo Sistema Mundo Capitalista Euroasiático”, publicado en febrero del 2018. Y al final del mismo escribimos:

“Un guerrero sabio… eludiría al matón en el camino y acudiría en ayuda de la víctima que quedó sangrando —convirtiéndose en su amigo y aliado. Pero la historia no termina allí, los nuevos amigos prosiguen en el camino y, a cada cierto tramo, encuentran a otras víctimas del matón, a quienes también ayudan y, en consecuencia, se convierten en amigos y aliados que continúan andando el sendero. Pero el camino, como el tiempo y el espacio, no es lineal. Como dice el maestro Ulema Rajani: El tiempo no es lineal. Y debido a que el espacio se dobla a sí mismo, los eventos no tienen que ser cronológicos o secuenciales en tiempo.
“Las cosas y eventos ocurren en la red del cosmos. Cuando tu mente las percibe, estos ocurren delante de tus ojos. Pero el hecho es que los mismos ya han ocurrido antes que lo notaras… Es más un asunto de percepción que de observación”, dice el Ulema Govinda.
“Y entonces los amigos y aliados se vuelven a cruzar con el matón en el camino de la historia que se dobla. ¿Qué sucederá entonces?”.

Pues bien, en esta era de “transición caótica” desde un viejo Sistema Mundo Occidental (SMO) hacia un Nuevo Sistema Mundo Euroasiático (NSME) —que algunos lo catalogan como el Novus Ordo Orbis— lo que está sucediendo es la nueva reconfiguración en el alineamiento de los “Estados Pivote” —las víctimas del matón a lo largo de los últimos setenta años— que están tratando de salirse de la esfera de influencia de Occidente —es decir, escapar del yugo económico, financiero y militar de EE.UU. y Europa— y aliarse o explorar el ingreso hacia un nuevo sistema “de cooperación regional y global”, basado en un principio de desarrollo mutuo y pensamiento a largo plazo, no visto en Occidente, y que está siendo impulsado por China y Rusia, las dos Superpotencias Emergentes del Siglo XXI. Y la alianza de está forjando con la Iniciativa Belt and Road (BRI) de China, como la punta de lanza de la asociación de amigos contra el matón del pueblo-mundo —que, con la “Quinta Libertad” en sus manos, representa un sistema-mundo que no hace más que, a punta de garrote, exigir obediencia, austeridad, prácticas bancarias y financieras depredadoras y ninguna inversión a largo plazo en la economía real.

En este contexto, entonces, hay que entender que —como lo plantean los grandes estrategas geopolíticos— hoy mismo, mientras usted lee este artículo, hay una gran guerra en marcha, entre los capitanes del viejo SMO y el NSMO, que tiene como escenario de la lucha los Estados Pivote y que se desarrolla, al menos en cuatro frentes.
Una guerra para la cual EE.UU., al parecer, nunca se preparó adecuadamente y, en su pletórica arrogancia, nunca imaginó que tendría que enfrentarse a dos “Juncos aunados, por nadie quebrados”.
Pero antes de explicar cómo se está llevando a cabo la gran guerra y en que frentes se está luchando, es importante entender el concepto de los “Estados Pivote” y su importancia “para la seguridad y la estabilidad” de los sistema-mundo.

¿Qué son los estados de pivote?
El término “estado de pivote” apareció por primera vez desarrollado cuando Halford Mackinder, el abuelo de la geopolítica occidental del Siglo XX, publicó en 1904 un estudio en el que argumentaba que, por razones de geografía, todos los estados “giran en torno a un estado de pivote”. De hecho, en la representación de Mackinder, el pivote no es tanto un estado sino una región, ocupada por un poder importante “con una movilidad limitada” en relación con “los poderes marginales e insulares que lo rodean”. Y para recalcar, en ese entonces Mackinder se refería específicamente a Eurasia como la región pivote y a Rusia como el poder “limitado”, cuyo territorio, pleno de riquezas, debía conquistar el Imperio Occidental emergente en el Siglo XX, aún desconocido por entonces.
Hoy en día, desde la reconfiguración de las zonas de influencia de los grandes poderes tras finalizar la II Guerra Mundial y los movimientos de liberación nacional que sucedieron en el Tercer Mundo, hubo una redefinición y localización geográfica de los Estados Pivote por todo el mundo, con Estados Unidos, consolidado como la única superpotencia, cazando y controlando los “estados pivote” dentro de su esfera de influencia —incluso a sangre y fuego, como fue el caso de Irán en 1953.
También cabe destacar que en la teoría de los Sistema-Mundo del profesor Immanuel Wallerstein, los “estados pivote” son descritos como los “países de la periferia”, bajo el control de los “países centrales” occidentales que poseen el control del “orden” del sistema.

La importancia de los “Estados Pivote”
Los estados pivote —de acuerdo a la descripción del centro de estudios estratégicos Stratfor, la CIA privada— son importantes porque “poseen activos estratégicos militares, económicos o ideológicos que son codiciados por las grandes potencias”. Y están atrapados “en medio de esferas de influencia superpuestas de las grandes potencias, medidas por asociaciones que consisten en lazos que los unen (como acuerdos militares y económicos, y afinidades culturales) y relaciones que fluyen (como el comercio de armas y productos básicos)”.
De acuerdo a Stratfor, a lo largo de la historia los estados pivote son regiones-estados con bienes estratégicos. Desde Armenia a Afganistán, desde Irán a Indonesia, desde Serbia a Siria, “los estados situados en las vetas del sistema internacional siempre han sido cruciales para la seguridad y la estabilidad del sistema internacional” —del orden del Sistema Mundo Occidental, cabría recalcar.
En este contexto y previo a Mackinder, Lord Balfour (1898) ya había advertido que un cambio en la asociación de un estado pivote, tenía importantes repercusiones para la seguridad regional y mundial. Y las razones son múltiples.
“Pueden afectar el control y/o las estrategias militares en una región… Pueden crear nuevos perímetros militares-estratégicos… Pueden limitar o, alternativamente, abrir el acceso de los estados a las líneas de comunicación”, según Stratfor.
Es decir, para tener en claro lo que está en juego —usando la semántica de los ajedrecistas— dentro de las estrategias a corto, mediano y largo plazo de las grandes potencias, las regiones-estado-pivote son escaques y regiones calves en todo el planeta, para poder controlar el tablero-mundo en su totalidad.

Las tácticas para el control
En este punto, entonces, es importante entender que, para poder implementar sus grandes estrategias en la conquista de las regiones y estados pivote, las tácticas de conquista usadas por las grandes potencias son múltiples.
“Las asociaciones —un eufemismo usado por Stratfor, para no decir lo que es realmente: tácticas de control y conquista— entre estados pivote y grandes poderes, pueden concebirse como vínculos que unen y relaciones que fluyen. Los lazos unificadores consisten en tratados militares y acuerdos comerciales, así como similitudes estructurales en el lenguaje, la religión y el tipo de régimen. Los lazos que unen son la base de las relaciones que se manifiestan en el comercio de armas y productos básicos económicos y la interacción diplomática”.

Nuevos poderes en el tablero-mundo
Tras la desaparición de la Unión Soviética en 1991, EE.UU. emergió como la “Superpotencia Excepcional” —un término que puede interpretarse para bien o para mal— y no dudó en expandir su área sobre las regiones-estados pivote que estaban bajo la influencia soviética e incluso darse a la tarea de conquistar a la propia Rusia.
Sin embargo en su ambición expansionista EE.UU. —o mejor dicho el “Estado Profundo” que tiene bajo control a la “Superpotencia Excepcional”— cometió dos errores monumentales: Se arropó de una arrogancia militarista enmascarada en la presunta tarea de llevar la “libertad y democracia” al mundo —en particular a las regiones-estado pivote— y desestimó a los “Juncos aunados, por nadie quebrados” —la impensable alianza entre China y Rusia para la construcción de un Nuevo Sistema Mundo Euroasiático independiente y como alternativa al viejo SMO.
En este nuevo escenario a lo largo del Siglo XXI, entonces, las “relaciones entre los estados de pivote y las grandes potencias han evolucionado considerablemente en los últimos años”, admite el propio Stratfor, el centro que elabora, en gran medida, los planes geoestratégicos y geoeconómicos del “Estado Profundo” y que son implementados por Washington.
Y Stratfor advierte, aunque con un desdén arrogante por Eurasia, que: “Un mayor número de estados pivote han surgido. Estados Unidos ha consolidado en gran medida las asociaciones con estados pivote claves. La influencia relativa general de la Unión Europea disminuyó, aunque todavía está en la delantera. La influencia de Rusia en general ha estado estancada. El desarrollo más conmovedor ha sido el ascenso de China”.
La realidad de hoy, sin embargo, es que la influencia de China y Rusia, es más vasta de lo que Stratfor admite públicamente —aunque en sus documentos internos para sus “clientes” tal vez sea menos arrogante, como tácitamente lo admite en el siguiente párrafo:
“Ejemplos notables aquí —sobre el avance chino en la incorporación de las regiones-estado pivote hacia la esfera de influencia del NSME— son las autopistas de la Ruta de la Seda que se construyen actualmente en Asia Central (Kazajstán y Turkmenistán) y que permiten el acceso de los chinos a los recursos petroleros del Mar Caspio, que a su vez impactarán la dirección futura de muchos de los Estados del Medio Oriente, Ucrania (de nuevo) e indonesia”.
“Pero también”, agrega Stratfor, “pueden alterar significativamente la dinámica de suministro de energía del mundo. Arabia Saudita y Venezuela son jugadores clave que actualmente están atrapados entre diferentes esferas de interés”, lo cual explica, sin dudas, porque el gobierno de Trump —bajo el control del Estado Profundo— intenta tomar bajo su control Venezuela, un estado-pivote —por su riqueza petrolera y ubicación geográfica frente al Caribe y dentro de Latinoamérica— que ahora está en una fase de caer dentro de la esfera de influencia de China y Rusia.

La Gran Guerra del Siglo XXI
Entonces, teniendo en claro la importancia de las regiones-estado pivote en esta fase de la “transición caótica” desde el viejo SMO hacia un NSME, debemos revelar que los grandes jugadores en ambos lados del tablero están, ahora mismo, en una guerra encarnizada por mantenerlos o atraerlos en sus esferas de influencia. El resultado de esta guerra definirá el resto del Siglo XXI y tal vez los siglos por venir.
En este escenario de guerra, entonces, vamos a explicar a grandes rasgos los frentes de batalla en que ambos bandos se están enfrentado y que, a nuestro parecer y por el momento, se realiza en cuatro frentes y en forma simultánea —un escenario de guerra donde, por ser una civilización-estado milenaria y por haber ya sido un Imperio por miles de años, China tiene, al parecer, una ventaja histórica —“Un pequeño saber no puede equipararse a uno grande. Ni una corta vida a una larga existencia”— con la no tan pequeña añadidura de tener como aliado y compañero de juego a Rusia —otra civilización que no debe desestimarse.

Mantenerlos ocupados y cansarlos
Sun Tzu, un general chino, estratega militar y filósofo que vivió en la antigua China (544 a. C. – 496 a. C.) decía: “Cansa a los enemigos manteniéndolos ocupados y no dejándoles respirar”.
Y para cansarlo y mantenerlo ocupado, que mejor que el enemigo enfrente múltiples frentes de batalla. Este es, precisamente, la gran estrategia de la alianza chino-rusa que se revela en los siguientes frentes.

1) La Alianza Tecnológica-Militar Chino-Rusa
Si algo aprendieron los rusos cuando eran la Unión Soviética, particularmente durante la invasión de Afganistán en los años 1980’s y luego, tras la desaparición de la URSS, con el cerco militar de los EE.UU. desde Europa del Este, que la confrontaciones militares debían resolverse con una tecnología de avanzada que hoy, de acuerdo a diversos reportes y la admisión de algunos altos militares y funcionarios de EE.UU., está a sus alcance, teniendo como muestra sus misiles hipersónicos que, dejan en claro la ventaja Euroasiática, China también los posee, además de una nueva parafernalia militar que ha puesto en manos de sus nuevos socios en las regiones-estado pivote.
Y este es uno de los escenarios que, precisamente, provoca la atención más ávida de uno de los dos centros de poder de EE.UU., sino el principal, el Deep State —que representa los intereses del complejo de la industria militar y de seguridad, cuya movilización de recursos económicos hacia ese sector está valorado en trillones de dólares (millones de millones) a lo largo de las dos últimas décadas —agregando mencionar la corrupción interna que esto ha causado— y que ha dejado débiles las arcas del estados para sus inversiones domésticas —algo similar a lo que le ocurrió a la URSS cuando EE.UU. lo hizo caer en la trampa de Afganistán, que terminó por colapsar la, ya por entonces, débil economía soviética.
Así, mientras China y Rusia, más allá de modernizar y reforzar sus ejércitos, se han enfocado en la tecnología militar de avanzada para contener la amenaza militar de EE.UU. y la OTAN —los estados vasallos europeos—, EE.UU. no deja de inflar su presupuesto militar año tras año, expandiendo así la deuda nacional de EE.UU. en más de $22 trillones, lo que a largo plazo —en particular, cuando el dólar deje de ser la moneda global— puede significar el colapso de la economía estadounidense —que debería estarlo hace mucho tiempo, sino fuera por el poder que aún tiene de imponer al dólar como la moneda global, lo que le permite exportar su inflación monetaria al resto del mundo.

2) Las Rutas de Seda como alternativas de desarrollo
Así como después de la II Guerra Mundial, los Estados Unidos propuso y llevó a cabo el Plan Marshall para la reconstrucción de Europa Occidental, devastada totalmente por la guerra, más de seis décadas después China puso en marcha un plan similar, las Nuevas Rutas de Seda, pero con un alcance a escala global e, irónicamente, en las regiones-estados pivote que EE.UU. destruyó a través de guerras militares y económicas en las últimas cuatro décadas.
La Nueva Ruta de la Seda o Puente Terrestre Euroasiático, en su versión original, es la ruta de transporte ferroviario para el movimiento de tren de mercancías y tren de pasajeros por tierra entre los puertos del Pacífico, en el Lejano Oriente ruso y chino y los puertos marítimos en Europa. Pero no es solo eso.
A la ruta terrestre original, China ha sumado una marítima con la que adentrarse por África y otra transoceánica con la que involucrar a Suramérica y conectar el Atlántico con el Pacífico a través de una línea ferroviaria. El conjunto de este titánico proyecto tiene el potencial de renovar el comercio, la industria, la innovación, el pensamiento y la cultura, al igual que sucedió con la Ruta de la Seda original hace más de 2,000. Su puesta en marcha alterará el mapa económico mundial.
Y lo más importante, este nuevo modelo de desarrollo está brindado una bocanada de aire fresco a los ciudadanos de todo el mundo, que miran con desesperación un viejo SMO, al mando de EE.UU., que no puede hacer más que exigir obediencia, bajo el garrote militar o monetario, a un conjunto difuso de reglas, que solo exigen sumisión y ninguna inversión a largo plazo en la economía real.
Los amos del viejo SMO, obviamente, no se han quedado con las manos cruzadas para contener el avance Euroasiático en las regiones-estados pivote, y suelen realizar movilizaciones tecnocráticas en respuesta al nuevo paradigma. Sin embargo, cuando son vistos bajo la lupa, solo puede verse como un intento débil por salvar un sistema que ya ha fallado.

3) Un nuevo sistema monetario y financiero apartado del dólar
La frase “Dadme el control del suministro de dinero de una nación y no me importará quién haga sus leyes”, adscrita a Mayer Amschel Bauer Rothschild, fue el primer y máximo mandamiento de los viejos barones del SMO y aplicada en todo su rigor por EE.UU. después de la II Guerra Mundial, con la imposición del dólar como su moneda global que le dio un poder nunca antes visto en la historia de la humanidad. No por nada el economista estadounidense Michel Hudson escribió en el 2010: “¿Qué detendrá a los bancos norteamericanos y a sus clientes de crear 1 billón, 10 billones o aun 50 billones de dólares en sus pantallas de ordenador, a fin de comprar todos los bonos y todas las acciones del mundo, junto con las tierras y otros activos en venta?”.
Así, frente al poderoso imperio del dólar, China y Rusia no podían quedarse con las manos cruzadas y en planes diseñados desde la década pasado y puestos en marcha en tiempos recientes y con el uso de las nuevas tecnologías, han comenzado a edificar un sistema monetario y financiero similar y paralelo, pero por sobre todo, independiente del dólar.
La importancia de un sistema monetario y financiero paralelo, designado en una nueva moneda o canasta de monedas euroasiáticas, no solo implica una independencia sino también un escape magistral de las sanciones económicas que EE.UU. suele imponer a cualquier nación que no siga sus órdenes.
Es por eso que, medida que EE.UU. empuña el arma del dólar con mayor frecuencia, el resto del mundo está trabajando arduamente para evitar el dólar por completo, creando nuevos sistemas tecnológicos que, como escribe James G. Rickards, un abogado estadounidense, orador, especulador de los precios de oro, “puedes contar con que el gobierno de EE.UU. sea el último en enterarse”.
“El desarrollo de una moneda digital respaldada por oro”, que poseen China y Rusia, “es solo una señal más de que el dominio del dólar en las finanzas globales, puede terminar antes de lo que la mayoría espera. Y podemos estar acercándonos peligrosamente a ese punto en este momento”, advierte Rickards.

La guerra como un gran tablero de ajedrez
Entonces, delineados estos tres grandes frentes —de hecho, existen otros más como los frentes tecnológicos de avanzada, como el 5G y la Inteligencia Artificial, y el frente diplomático— es plausible ver con toda claridad que EE.UU. no la tiene nada fácil para enfrentar a dos formidables rivales. Peor aún si como, parece ser, no tiene un comando unificado, que en esta guerra es fatal.
Mientras el “Deep State” militarizado —que tiene bajo control a los poderes ejecutivo y legislativo— sigue sus propios intereses a ultranza, los sector de las grandes corporaciones tecnológicas estadounidenses y Wall Street —amurallados en sus ciudades-mundo— también juegan por su propia cuenta, aunque con sus chalecos salvavidas bien puestos —en un Titanic que parece tener los días contados, aunque sus capitanes se sigan ufanando que ha sido construido para jamás hundirse, y sin importarles lo que le pasará al 99% del resto de su país.

Siguiendo la historia en tiempo real
Lo que hemos delineado aquí, sin embargo, es tan solo un amplio bosquejo de lo que está sucediendo en esta era de “transición caótica” desde un viejo SMO hacia un NSME, aunque para ilustrar mejor al lector de lo que está sucediendo, lo invitamos a abordar la nave para seguir la “historia en tiempo real”, leyendo otros artículo publicados en esta página y que ofrecen detalles más específicos de esta confrontación. Ver los siguientes links:

La Nueva Ruta de Seda de China continúa ganando en Europa

China penetra en los Balcanes: “Grupo 17+1”

Rumores de guerra: Washington está buscando pelea

El dominio del dólar bajo múltiples amenazas convergentes

La estrategia de Moscú: Ganar en todas partes, siempre

Y otra vez, es muy importante que el lector vea el mundo como un enorme tablero de ajedrez, donde cada país es un casillero y cada región un sector —en los cuales se juega una partida específica, pero enlazado con las otras casillas— y el juego tiene la peculiaridad de ser multidimensional y extremadamente complejo, en sus elucubraciones geoestratégicas, geopolíticas y geoeconómicas,
En otras palabras, cada información, noticia, análisis o reportaje que usted lea en esta página, le puede ayudar a comprender como se realiza esta Gran Guerra del Siglo XXI , y ver el gran mosaico de lo que está sucediendo en este momento histórico de la humanidad —que definirá el Siglo XXI y posiblemente los siglos por venir.
Como escribió Goethe: “Los acontecimientos venideros proyectan su sombra por anticipado”. Es por eso que hay que seguir la historia en tiempo real.

* Alexandr Mondragón es un periodista peruano que radicó durante más de dos décadas en Nueva York, donde dirigió y sigue dirigiendo La Tribuna Hispana, un semanario en español en Long Island, donde, entre Diciembre del 2017 y febrero del 2018, publicó una serie de artículos donde pre-anunció los albores de un Nuevo Sistema Mundo Euroasiático, encabezado por China y Rusia, en reemplazo del Sistema Mundo Occidental, un tema del cual hoy ya escriben numerosos especialistas en todo el mundo.

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