F. William Engdahl
Si nos alejamos de los detalles de los titulares diarios de todo el mundo y tratamos de dar sentido a patrones estratégicos más amplios, la dinámica dominante que define la geopolítica mundial en los últimos tres años, o más, es la apariencia de un genuino conflicto irregular entre las dos potencias más formidables del planeta —la República Popular China y los Estados Unidos de América. Cada vez más, parece que algunas redes globales muy oscuras están orquestando, lo que parece ser, una repetición actualizada de su Guerra Mundial de 1939-1945. Solo que esta vez lo que está en juego es total —Nota del Editor: Una versión recargada de la conquista de la Isla-Mundo, una idea que el historiador y geógrafo inglés Halford Mackinder propuso en 1904, ver aquí y aquí— y apuntan a la creación de un sistema totalitario global universal, lo que David Rockefeller una vez llamó un “gobierno mundial”. Los poderes fácticos utilizan periódicamente la guerra para lograr importantes cambios en la política.
En nombre de los Poderes Fácticos (PF), la Segunda Guerra Mundial fue orquestada por los círculos de la City of London y de Wall Street para maniobrar dos grandes obstáculos —Rusia y Alemania— para librar una guerra a muerte entre ambos, en orden a que esos PF anglosajones pudieran reorganizar el tablero de ajedrez geopolítico mundial en su beneficio. Tuvieron un gran éxito, pero con el pequeño detalle de que, después de 1945, Wall Street y los hermanos Rockefeller estaban decididos a que Inglaterra fuera el socio menor de Washington. Entonces, Londres y Washington entraron en el período de su dominio global conocido como la Guerra Fría.
La globalización financiera e industrial
Ese condominio global angloamericano terminó, por diseño, en 1989 con el colapso del Muro de Berlín y la desintegración de la Unión Soviética en 1991.
Por esta época, con el inicio de la presidencia de Bill Clinton en 1992, se inauguró la siguiente fase, la globalización financiera e industrial. Con eso, comenzó el vaciado de la base industrial no solo de Estados Unidos, sino también de Alemania y la Unión Europea (UE). La subcontratación de mano de obra barata, habilitada por la nueva Organización Mundial del Comercio (OMC), redujo los salarios y destruyó una industria tras otra en el Occidente industrial, después de la década de 1990. Fue un paso necesario en el camino hacia lo que G.H.W. Bush, en 1990, llamó el Nuevo Orden Mundial. El siguiente paso sería la destrucción de la soberanía nacional en todas partes. Aquí Estados Unidos era el mayor obstáculo.
“Un poco de ayuda de nuestros amigos…”
Para los PF, que no debe lealtad a las naciones, solo a su poder que está más allá de las fronteras, el nacimiento de la OMC y la incorporación a China como miembro de pleno derecho, en el 2001, fue el siguiente paso clave. En ese momento, los PF facilitaron a China el mayor crecimiento industrial de cualquier nación en la historia, posiblemente con la excepción de Alemania de 1871-1914 y Estados Unidos después de 1866. La pertenencia a la OMC permitió que multinacionales occidentales, desde Apple hasta Nike, KFC, Ford y VW, invertir miles de millones en China para fabricar sus productos, a niveles salariales muy baratos, y reexportarlos a Occidente.
Uno de los grandes misterios del crecimiento de China es el hecho de que se le permitió a China convertirse en la “maquila mundial” después del 2001, primero en industrias de menor habilidad como textiles o juguetes, luego en productos farmacéuticos y más recientemente en la producción y el ensamblaje de productos electrónicos de tecnología avanzada. El misterio se aclara cuando observamos la idea de que los PF y sus casas financieras, utilizando a China, quieren debilitar a las grandes potencias industriales, especialmente a Estados Unidos, para impulsar su agenda global. Brzezinski escribió a menudo —al igual que su patrón, David Rockefeller— que la nación-estado debía ser eliminada. Al permitir que China se convirtiera en un rival de Washington en economía y cada vez más en tecnología, crearon los medios para destruir la hegemonía de superpotencia de Estados Unidos.
La penetración financiera china
Al inicio de la presidencia de Xi Jinping en el 2012, China era un coloso económico súper pesado en segundo lugar, solo después de Estados Unidos. Claramente, esto nunca podría haber sucedido, no bajo la mirada de las mismas viejas familias angloamericanas que lanzaron las Guerras del Opio después de 1840 para controlar a China y abrir su economía al saqueo financiero occidental, a menos que los angloamericanos lo hubieran querido.
El mismo banco de propiedad británica involucrado en el comercio de opio en China, el Hong Kong and Shanghai Bank (HSBC) —fundado por el escocés Thomas Sutherland en 1865, en la entonces colonia británica de Hong Kong— hoy en día es el mayor banco no chino en Hong Kong. El HSBC se ha conectado tan bien con China en los últimos años que, desde el 2011, ha tenido como miembro de la junta y vicepresidenta de HSBC a Laura Cha. Cha fue Vicepresidente de la Comisión Reguladora de Valores de China, siendo la primera persona fuera de China continental en unirse al Gobierno Central de Beijing de la República Popular China, con el rango de viceministerio. En otras palabras, el banco más grande del Reino Unido tiene como un miembro de su junta a una persona que fue miembro del Partido Comunista de China y un funcionario del gobierno de China. China necesitaba acceso al dinero occidental y el HSBC y otros bancos selectos —como JP MorganChase, Barclays, Goldman Sachs— estaban claramente más que felices de ayudar.
“Socialismo con características de Xi Jinping…”
Como se dijo, hasta el 2012, cuando Xi se hizo cargo del PCCh en Beijing, China parecía estar dispuesta a ser un “jugador del equipo” globalista, aunque con “características chinas”. Sin embargo, en el 2015, después de poco más de dos años en el cargo, Xi Jinping respaldó una estrategia industrial nacional integral, Made in China: 2025. China 2025 reemplazó un documento globalista occidental anterior, que había sido formulado con el Banco Mundial y EE.UU., el llamado reporte China 2030, bajo la dirección de Robert Zoellick. Ese cambio a una estrategia de China para la dominación tecnológica global, bien podría haber desencadenado una decisión de los PF globalistas, de que ya no se podía confiar en que China cumpliera las reglas de los globalistas, sino que el PCCh bajo Xi estaba decidido a convertir a China en el líder mundial en tecnologías industriales, de inteligencia artificial y biotecnológicas avanzadas. Una hegemonía global nacionalista china resurgente, no era la idea de la pandilla del Nuevo Orden Mundial.
China: 2025 combinado con el fuerte respaldo de Xi a las Nuevas Rutas de la Seda, para la infraestructura global que une a China por tierra y mar con toda Eurasia y más allá —un sofisticado plan para llevar a cabo la conquista de la Isla-Mundo—, probablemente sugirió a los globalistas que la única solución, ante la perspectiva de perder su poder ante una hegemonía global de China, sería la guerra en última instancia, una guerra que destruiría a las dos potencias nacionalistas, EE.UU. y China. Ésta es mi conclusión y hay muchos indicios de que esto está ocurriendo ahora.
Una guerra de múltiples frentes
Si es así, lo más probable es que sea muy diferente de la contienda militar de la Segunda Guerra Mundial. Estados Unidos y la mayoría de las economías industriales occidentales han impuesto “convenientemente” la peor depresión económica desde la década de 1930, como una extraña respuesta a un presunto virus que se originó en Wuhan y se extendió por el mundo. A pesar del hecho de que el número de muertos, incluso con estadísticas muy infladas, está al nivel de una gripe anual severa, la insistencia de los políticos y la OMS corrupta de imponer un bloqueo draconiano y la disrupción económica, ha paralizado la base industrial restante en los EE.UU. y la mayoría de la UE.
La erupción de disturbios bien organizados y el vandalismo bajo la bandera de protestas raciales en EE.UU., ha llevado a las ciudades de ese país a un estado, en muchos casos, de zonas de guerra —que se asemeja a las ciudades de la película de 2013 de Matt Damon y Jodie Foster, Elysium. En este contexto, la retórica anti-Washington de Beijing ha adquirido un tono agudo en el uso de la llamada “Diplomacia del Lobo”.
Ahora, después de que Washington cerró el Consulado de China en Houston y China el Consulado de Estados Unidos en Chengdu, ambas partes han intensificado la retórica. Las empresas de alta tecnología están prohibidas en Estados Unidos, las demostraciones de fuerza militar de Estados Unidos en el Mar de China Meridional y las aguas cercanas a Taiwán, están aumentando las tensiones y la retórica en ambos lados. La Casa Blanca acusa a la OMS de ser un agente de Beijing, mientras que China acusa a EE.UU. de crear deliberadamente un virus mortal y llevarlo a Wuhan. Los medios estatales chinos apoyan la explosión de protestas violentas en todo EE.UU. bajo el lema de Black Lives Matter. Los eventos escalonados están aumentando dramáticamente. Muchos de los autodenominados marxistas estadounidenses, que lideran las protestas en las ciudades estadounidenses, tienen vínculos con Beijing, como el Partido Comunista Revolucionario de origen maoísta de Bob Avakian.
Una “Guerra sin restricciones”
En estas condiciones, ¿qué tipo de escalada es probable? En 1999, dos coroneles del EPL (Ejército Popular de Liberación) de China, Qiao Liang y Wang Xiangsui, publicaron un libro con el título “Guerra sin restricciones”. Qiao Liang fue ascendido a General de División en la Fuerza Aérea del EPL y se convirtió en subsecretario general del Consejo de Estudios de Política de Seguridad Nacional. Los dos actualizaron su trabajo en el 2016. Esto nos da una ventana a la estrategia militar de alto nivel de China.
Al revisar la doctrina militar estadounidense publicada después de la guerra de la Operación Tormenta del Desierto contra Irak, en 1991, los autores chinos señalan lo que ven como una dependencia excesiva de Estados Unidos de la fuerza militar bruta y la doctrina militar convencional. Afirman: “Observar, considerar y resolver problemas desde el punto de vista de la tecnología, es el pensamiento estadounidense típico. Sus ventajas y desventajas son muy evidentes, al igual que los caracteres estadounidenses” en las tramas. Y añaden, “las amenazas militares ya no son a menudo los principales factores que afectan la seguridad nacional… estos factores tradicionales están cada vez más entrelazados con el acaparamiento de recursos, la lucha por los mercados, el control del capital, las sanciones comerciales y otros factores económicos, en la medida en que incluso se están volviendo secundarios a estos factores. Estos elementos comprenden un nuevo patrón que amenaza la seguridad política, económica y militar de una nación o naciones“. Los dos autores definen la nueva forma de guerra como, “abarcar las esferas política, económica, diplomática, cultural y psicológica, además de la esferas terrestre, marítima, aérea, espacial y electrónica“.
Métodos propuestos para la guerra
Ellos sugieren que China podría usar, entre los métodos propuestos, el pirateo de los sitios web, atacar instituciones financieras, terrorismo, usar los medios de comunicación y realizar guerras urbanas. Las recientes revelaciones de que las entidades chinas pagan millones en ingresos publicitarios al New York Times y otros medios de comunicación estadounidenses, para expresar opiniones positivas sobre China, son un ejemplo. De manera similar, infiltrar a un ciudadano chino para que dirija el fondo público de pensiones más grande de los EE.UU., CalPERS, que invirtió miles de millones en acciones riesgosas de China, o persuadir a la Bolsa de Valores de Nueva York para que permita a docenas de empresas chinas cotizar en la bolsa, sin exigir el cumplimiento de la transparencia contable de EE.UU., aumenta la vulnerabilidad financiera de EE. UU., son otras tácticas de infiltración.
Todo esto sugiere la forma que podría tomar una guerra entre China y Estados Unidos. Puede denominarse guerra asimétrica o guerra sin restricciones, donde nada que perturbe al enemigo es dejado de lado. Qiao dice que “la primera regla de la guerra sin restricciones es que no hay reglas, no hay nada prohibido”. No hay la Convención de Ginebra.
Los dos autores de Beijing agregan que esta guerra irregular podría incluir ataques a la seguridad política, la seguridad económica, la seguridad cultural y la seguridad de la información de la nación. La dependencia de la economía estadounidense de las cadenas de suministro de China para todo, desde antibióticos básicos hasta minerales de tierras raras de vital importancia militar, es solo un dominio de la vulnerabilidad.
Una guerra total y sin restricciones
Por su parte, China es vulnerable a las sanciones comerciales, los trastornos financieros, ataques bioterroristas y embargos de petróleo, por nombrar algunos. Algunos han sugerido que la reciente plaga de langostas y la devastación de la peste porcina africana en los principales suministros alimentarios de China, no fue un simple acto de la naturaleza. De lo contrario, es probable que estemos profundamente inmersos en una forma no declarada de guerra sin restricciones entre Estados Unidos y China. ¿Podría ser que las recientes inundaciones extremas a lo largo del río Yangtze de China, que amenazan la gigantesca presa de las Tres Gargantas, que han inundado Wuhan y otras ciudades importantes de China y devastado millones de acres de tierras de cultivo clave, no fueron eventos exclusivos de la naturaleza?
Una guerra total y sin restricciones entre China y Estados Unidos sería más que una tragedia. Podría ser el fin de la civilización tal como la conocemos, de llegarse al enfrentamiento nuclear. ¿Es esto lo que están intentando conseguir personajes como Bill Gates o George Soros y sus superiores? ¿Planean llevar a cabo su draconiano distópico “Reset” sobre las cenizas de tal conflicto?
F. William Engdahl es un consultor y conferencista de riesgos estratégicos, es licenciado en política de la Universidad de Princeton y es autor de best sellers el sobre petróleo y geopolítica, y escribe en exclusiva para la revista en línea “New Eastern Outlook”.
Texto original: https://journal-neo.org/2020/08/10/is-this-a-remake-of-the-1941-hitler-stalin-great-war/
Traducción: A. Mondragón
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