A fines de febrero, el gobierno de Venezuela comenzó a aceptar inscripciones de candidatos presidenciales y anunció elecciones legislativas anticipadas para el mes de abril. La oposición denuncia el proceso como una farsa y a Maduro como un dictador, cosas que pueden ser ciertas.
Por Thomas L. Knapp
Curiosamente, una tercera voz —el gobierno de EE.UU.— también entró en escena. Según el medio estatal estadounidense Voice of America, “Estados Unidos, que bajo el presidente Donald Trump ha sido profundamente crítico con el liderazgo de Maduro, en una Venezuela desgarrada por la crisis y que sufre económicamente, rechazó el sábado el llamado a una votación legislativa anticipada”.
Dado el perpetuo alboroto público por la presunta interferencia rusa en las elecciones presidenciales del 2016 en EE.UU., ese es un descaro de las grandes ligas.
El Departamento de Estado de los Estados Unidos desea “una elección libre y justa, que implique la participación plena de todos los líderes políticos, la liberación inmediata de todos los presos políticos, la observación internacional creíble y una autoridad electoral independiente”.
Analicemos cada una de las exigencias a la vez.
En EE.UU. más difícil que en Irán
¿Participación de todos los líderes políticos? En algunos estados de EE.UU., es más difícil para un tercero partido obtener un lugar en boleta electoral que, por ejemplo, en Irán.
¿La liberación inmediata de todos los prisioneros políticos? Lo último que escuché es que el presidente estadounidense Donald Trump no había perdonado (entre otros) a Leonard Peltier.
¿Observación internacional creíble? En el Documento de Copenhague 1990 de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa, Estados Unidos se comprometió a admitir observadores electorales internacionales, pero muchos estados de los EE.UU. prohíben observadores internacionales o, para el caso, observadores locales que no estén afiliados a uno de los dos partidos mayores.
¿Autoridades electorales? Los dos partidos gobernantes los controlan a todos y los usan rutinariamente para reprimir la competencia , al igual que las entidades pseudo privadas como la Comisión de Debates Presidenciales, que hace contribuciones ilegales gigantes (pero aprobadas por el gobierno) a los candidatos republicanos y demócratas en la forma de concursos de belleza televisados que excluyen a los partidos de la oposición.
Democracia “Made in USA”
Escribiendo en The Atlantic, el veterano mediador Thomas O. Mela —ex miembro del Departamento de Estado de EE. UU., de la Agencia para el Desarrollo Internacional de EE.UU., del Instituto Nacional Demócrata y Freedom House— argumenta que la intromisión electoral es diferente cuando EE. UU. o hace, porque… bueno, es una “democracia”.
Mela afirma la “diferencia entre los programas —que implementa EE.UU.— para fortalecer los procesos democráticos en otro país (sin tener en cuenta los resultados electorales específicos), versus los esfuerzos —de otros países— para manipular las elecciones de otro país para sembrar el caos, socava la confianza pública en el sistema político y disminuye la estabilidad social de un país ”
El gobierno de EE.UU. gasta mucho tiempo y dinero (el presupuesto de USAID es aproximadamente una décima parte del presupuesto de todo el gobierno ruso) para la intromisión electoral extranjera, y de alguna manera la “democracia” —que respaldan—siempre se interpreta como “cualquier resultado que prefiera el gobierno de EE. UU. en ese momento”.
Tal vez deberíamos tener nuestra propia casa democrática en orden en lugar de, o al menos antes de, presumir de decirle al resto del mundo cómo funciona o debería funcionar la democracia.
Thomas L. Knapp (Twitter: @thomaslknapp) es director y analista senior de noticias en el William Lloyd Garrison Center para Libertarian Advocacy Journalism (thegarrisoncenter.org). Vive y trabaja en el norte central de Florida.
Traducción: A. Mondragón
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