En un artículo publicado en este portal titulado “La Gran Guerra del Siglo XXI que Pocos Ven”, hicimos notar cincos frentes —entre los cuales se mencionaba Un nuevo sistema monetario y financiero apartado del dólar— de la gran guerra entre el viejo Sistema Mundo Occidental, con EE.UU. al frente, y el emergente Nuevo Sistema Mundo Euroasiático, encabezados por China y Rusia. En el siguiente artículo, el autor se enfoca en el frente monetario y argumenta, con sólidas razones, que la actual Guerra Comercial entre EE.UU. y China, que se extenderá a largo plazo como una III Guerra Mundial Económica, desembocará precisamente en el fin del dólar como moneda de cambio global. Aunque el resultado que el autor plantea también tiene su contraparte.
Por Brandon Smith
Durante muchos años he examinado cómo las guerras de todo tipo han sido utilizadas por la elite del dinero para distraer a las masas —otra vez: “El sabio señala la luna y el idiota mira el dedo”— y mantener un cierto nivel de influencia sobre los sistemas sociales y políticos. Pero la guerra no es solo una herramienta útil para mantener el statu quo. Algunas guerras, particularmente las guerras mundiales, a menudo son catalizadas y explotadas por quienes tienen una agenda globalizada, como una vía para cambiar la forma en que funcionan y piensan las civilizaciones. ¿La meta? Influir en las masas para que abandonen sus apegos a —igualmente manipulados— conceptos como el individualismo, el nacionalismo, los mercados libres y la soberanía, y abrazar el —supuesto y manipulado— colectivismo y la globalización total.
Es decir, la idea es culpar a los idealistas de la globalización por las guerras que ellos ayudaron a iniciar, para luego introducir sus sistemas centralizados como una “solución” a los problemas que ellos mismos crearon. La situación de la guerra comercial no será diferente.
El entusiasmo público por la guerra comercial de las elites dentro del gabinete del régimen de Trump —incluidos el agente bancario de los Rothschild Wilber Ross, el miembro del Consejo de Relaciones Exteriores Robert E. Lighthizer, el miembro de Goldman Sachs Steve Mnuchin y el asistente de Bilderberg Mike Pompeo— muestra un deseo por perpetuar una escalada en las tensiones para implantar su propia globalización.
Los únicos que se beneficiarán
Ya sea que usted esté o no de acuerdo con las racionalizaciones detrás de la guerra comercial, el punto es que las únicas personas que, finalmente, se beneficiarán son las que luchan por implantar una globalización centralizada.
Para instituir la centralización a escala global, las élites necesitan una crisis global que pueda atribuirse al nacionalismo, al proteccionismo y a la dinámica del libre mercado. Necesitan una amenaza que afectará y aterrorizará a miles de millones de personas para someterse a la intervención de organizaciones internacionales como el FMI y el BIS, así como una justificación para introducir acciones monetarias como la inducción del sistema de canastas de derechos especiales de giro (DEG), como reemplazo del dólar estadounidense como moneda de reserva mundial —pero que siga siendo controlado por la elite. Necesitan algo muy parecido a una guerra mundial. En este caso, sin embargo, será más económico que cinético.
El desarrollo de la III Guerra Mundial
Una guerra mundial económica tiene el potencial distintivo de causar todos los elementos de una situación de colapso, sin el daño a la infraestructura vital que inevitablemente viene con una guerra militar a gran escala. Debido a las ventajas que ofrece la estrategia para los idealistas de la globalización, predije que este resultado exacto se desarrollaría a partir de la guerra comercial —en mi artículo “La Tercera Guerra Mundial será una guerra económica”, publicado en abril del 2018. Aquí están los desarrollos de la guerra comercial hasta el momento. Que apoyan esta teoría:
Colapso de las negociaciones comerciales: Los planes recientes para las conversaciones comerciales de alto nivel entre los EE.UU. y China se han derrumbado (probablemente a propósito), y hasta ahora no hay planes anunciados para reanudar las negociaciones. Por lo tanto, todas las suposiciones en los círculos de inversión de los últimos meses de que un acuerdo comercial se finalizaría rápidamente y que el Dow Jones alcanzara los 30,000 puntos fueron, obviamente, el resultado de una ilusión en las tierras de los unicornios.
Aumento brusco de los aranceles en China: El anuncio del gobierno de Trump de un aumento repentino y rápido de aranceles no fue tan sorprendente para mí, pero sin duda pareció impactar al mundo económico en general. Probablemente debido a la interminable conversación, desde enero, sobre un acuerdo inminente que se estaba negociando. Por un lado, se decía que China se retiraría porque “no pueden sobrevivir” sin exportar a los mercados estadounidenses. Por supuesto, EE.UU. solo representa el 18% de las exportaciones chinas, que es una parte importante del pastel, pero apenas un golpe paralizante para China si la guerra comercial continúa a largo plazo. (He aquí el significado de la Larga Marcha que hizo el presidente Xi.)
La palabra en el otro lado era que Trump se retiraría porque había unido el éxito de su gobierno al éxito del mercado de valores, y una guerra comercial prolongada invariablemente colapsaría las acciones. Esto es parcialmente cierto: Trump (repitiendo lo que ya habían dicho economistas censurados en los grandes medios) insistió acertadamente durante su campaña presidencial de que la Reserva Federal había utilizado medidas de flexibilización cuantitativa (QE) para inflar artificialmente la burbuja del mercado de valores durante los últimos años; luego, después de ingresar a la Casa Blanca, comenzó a tuitear sin tregua sobre cómo los máximos del mercado de valores se debían a él, no a la Reserva Federal. Ahora esto puede parecer una locura, hasta que miras quienes están en el gabinete de Trump y que parecen tener una agenda de la globalización centralizada por EE.UU., entonces todo comienza a tener sentido.
Represalias de China: China ha aumentado sus aranceles a las exportaciones de Estados Unidos al 25% y ha finalizado sus compras de productos agrícolas de EE.UU., que están devastando los márgenes de ganancias para los agricultores estadounidenses, justo después de que las inundaciones masivas en el Medio Oeste han afectado (gravemente) las perspectivas de siembra. Sin embargo, China aún no ha emitido una declaración completa sobre cómo pretende tomar represalias. Las opciones sobre la mesa incluyen prohibir las exportaciones de metales de tierras raras a EE.UU., apuntar a compañías estadounidenses como Google, Qualcomm o Apple con restricciones o prohibiciones de sus operaciones en China, como lo ha hecho EE.UU. con Huawei, deshacerse de sus extensas tenencias de títulos del Tesoro estadounidense, o la táctica más dañina de todas: eliminar el dólar estadounidense como la moneda de reserva mundial para compras de productos chinos, una perspectiva que examinaré en breve.
Sorpresiva alza de tarifas a México: Otra sorpresa fuera del jardín izquierdo fue cuando Trump amenazó a México con tarifas del 5%, y aumentarlas a un 25% en los próximos meses, si México no detiene el flujo de inmigrantes ilegales a EE.UU. Este anuncio, esencialmente, borra el “Tratado Comercial de América del Norte”, agendado para este mes, si la situación no se resuelve. Como fuimos testigos en las conversaciones comerciales con China, cualquier discusión sobre un “acuerdo” que se está realizando debe tomarse con un grano de sal.
México es el mayor socio comercial de EE.UU. por encima de China y Canadá, y el tercer mayor comprador de bienes de EE.UU. Una guerra comercial con México debe tomarse tan en serio como la guerra comercial con China. (Aunque la amenaza inicial se ha detenido, con Trump la incertidumbre es el bocado de todos los días.)
Aranceles en contra de la India: EE.UU. está finalizando el estatus de comercio preferencial que tiene la India, como parte de una aplicación de aranceles a más de 3,000 artículos de exportación diferentes, que alguna vez se consideraron libres de impuestos. India ahora está considerando posibles medidas de represalia, y ha estado avanzando hacia lazos económicos más estrechos con China desde hace algunos años. Este movimiento puede empujarlos hacia el campamento de China. Como nota al margen, India y China juntas representan alrededor de un tercio de la población mundial. (Y un punto clave a considerar aquí es la reunión que Xi Jinping y Vladimir Putin, los presidentes de China y Rusia, tendrán este mes con Modl, el nuevo presidente de la India.)
Aranceles contra Australia: Un aliado clave en la región del Pacífico, Australia fue eximida de los aranceles sobre las exportaciones de acero y aluminio a los Estados Unidos. Sin embargo, el régimen de Trump está considerando eliminar esa exención que significaría aranceles del 10% sobre el aluminio de Australia y del 25% sobre su acero. Australia solo representa alrededor del 6% del mercado de aluminio de los EE.UU., pero las tarifas podrían considerarse como un ataque contra un antiguo socio y no debería aplicarse como un asunto de principio.
Trump le ofrece un acuerdo al Reino Unido si se comprometen con el Brexit: Predije el resultado de la votación del Brexit en el 2016, basado en una teoría: los que deseaban la globalización estaban reduciendo la interferencia real (en oposición a la interferencia teatral) y permitirían “movimientos populistas” para ganar una aparente posición en la arena política. ¿Por qué? Para luego poder colapsar la “Burbuja del Todo” que los bancos centrales habían creado en la cabeza de esos mismos movimientos y culparlos por el desastre.
También predije, basándome en la misma teoría, de que el Brexit eventualmente resultaría en un escenario de “no acuerdo”, también conocido como el Brexit duro, en el cual el Reino Unido dejaría la UE sin un acuerdo final sobre el comercio futuro. Hasta ahora, la teoría se mantiene firme, con Trump en el Reino Unido buscando un acuerdo comercial entre EE.UU./UK si el Reino Unido se aleja de la UE. Esto coloca a los dos movimientos “populistas” más grandes del mundo en una alianza directa, y si ambos se unen económicamente, los libros de historia seguramente culparán (de su desastre) a su proteccionismo comercial y al nacionalismo “abierto”, y no a los bancos centrales que causaron la inestabilidad financiera.
Posibles aranceles en la industria automotriz de la UE: Este evento ha estado sobrevolando por encima de los mercados como una nube oscura durante meses, y con los últimos movimientos de aranceles acelerados en mayo, la expectativa en junio es que Trump apretará el gatillo de las exportaciones de autos de la UE. El reciente cortejo de Trump al Reino Unido como un socio comercial extendido, también está señalando una próxima guerra comercial con la UE. Por ahora, tales acciones siguen siendo inciertas, pero el momento para aquellos con una agenda de globalización centralizada sería perfecto, si la UE entrara en conflicto con los EE.UU.
El resultado será la guerra económica mundial
Si Estados Unidos estuviera negociando desde una fuerte posición económica, entonces los aranceles podrían tener perfecto sentido. Pero, como la mayoría de los economistas alternativos saben, la fortaleza económica de los Estados Unidos no es más que una fachada que cuelga de un hilo delgado.
Para llevar a cabo una guerra comercial de manera adecuada, EE.UU. necesita una base de fabricación extensa, que pueda suministrar bienes y empleos directamente al pueblo estadounidense. Somos demasiado dependientes de las importaciones extranjeras. Sin embargo, a las empresas que subcontratan en el extranjero no se les ha dado ningún incentivo para recuperar estos trabajos y fábricas. Si Trump ha ofrecido recortes de impuestos corporativos a cambio de que las compañías trasladen la manufactura a las costas de los Estados Unidos, esto podría haber asegurado la posición de Estados Unidos en términos de aranceles, pero la guerra comercial se está llevando a cabo al revés.
El gran fraude del consumo en EE.UU.
A menudo escuchamos que el consumidor de EE.UU. es el mayor recurso económico que tenemos, lo que hace que los mercados de EE.UU. sean tan atractivos para los países exportadores extranjeros. Es la razón por la que nos dijeron hace un año que China se doblegaría a las demandas de EE.UU., lo que, por supuesto, no sucedió. El hecho es que el mercado de consumo de EE.UU. es un fraude. El verdadero recurso que impulsa nuestro sector minorista es la deuda; la deuda masiva de los consumidores (que gastan mucho más de lo que realmente pueden ganar.)
La deuda de los hogares de EE.UU. está en su punto más alto, y una cuarta parte de los estadounidenses confía en las tarjetas de crédito para la compra de sus necesidades básicas. Una gran parte de la venta minorista en EE.EE. depende de la expansión de la deuda, no de la riqueza real, y una vez que la deuda supera la capacidad de los consumidores para mantenerse al día, la venta minorista comienza a disminuir.
Probablemente esta sea la razón por la que, a pesar del aumento en el gasto crediticio, las ventas minoristas en general en EE.UU. disminuyeron el 2019. Si los consumidores estadounidenses no compran más productos con más crédito, ¿dónde están gastando el dinero? La respuesta probable es que están contrayendo nuevas deudas para pagar las deudas antiguas. Este ciclo de muerte crediticia es exactamente lo que ocurrió justo antes del colapso de 2008 y está sucediendo hoy en día.
Será un conflicto global a finales del 2019
Si el mercado de consumo de EE.UU. se está desmoronando, entonces no hay incentivo para que los exportadores extranjeros capitulen ante las demandas comerciales de EE.UU.
Esto significa que la guerra comercial continuará sin cesar. Se anunciarán posibles acuerdos para mantener al público absorto en el caos y para evitar que los mercados de valores caigan demasiado rápido. Sin embargo, como vimos con China, el anuncio de un (eventual) acuerdo comercial, casi mensualmente durante un año, no garantiza que un acuerdo comercial se haga realidad. A medida que esta situación se prolongue hasta fines del 2019, espero que el conflicto entre EE.UU. y China se transforme en un conflicto global. Es decir, los países van a empezar a tomar partido.
Ya, los EE.UU. están trazando líneas de batalla al buscar alianzas con Japón y Corea del Sur para su guerra comercial. Aún no se ha determinado si esto dará frutos o no. La larga y sangrienta disputa de Japón con China casi garantiza que los nipones estarán del lado de EE.UU. en una guerra económica, pero China es uno de sus mayores mercados de exportación, y el conflicto los perjudicaría gravemente. La dependencia de Corea del Sur de EE.UU. para protegerse de Corea del Norte, también hace que su participación sea una buena apuesta. Pero la mayoría de las otras naciones has estado alejándose de EE.UU. desde hace tiempo.
El gran team Euroasiático
Rusia y China ya han logrado un pacto a través de acuerdos comerciales bilaterales. Partes de Europa, incluida Alemania, han estado construyendo estrechos vínculos económicos con China durante la última década. Escribí sobre esta relación ampliamente en el 2017 y predije que, en caso de una crisis económica mundial, Alemania y China formarían una alianza.
La mayor parte del sur de Asia, sin duda, estará del lado de China, ya que estas naciones son (históricamente) tan interdependientes con la economía china que sería impensable separarlas. Australia también depende en gran medida de China como mercado de exportación, y con los aranceles estadounidenses envenenando el pozo, creo que es mucho más probable que, en una guerra comercial a gran escala, los australianos se pongan del lado de China que de EE.UU. India es incierta, pero nuevamente, con la amenaza de los aranceles estadounidenses junto con el factor de proximidad a la frontera, la India probablemente se unirá a los chinos.
El abandono del dólar de EE.UU.
La opción nuclear, el arma que inevitablemente terminará con la guerra comercial y la economía de EE.UU., será que varias naciones importantes abandonen el dólar estadounidense como la moneda de reserva mundial. Y esta pérdida del estatus de reserva podría aplastar la capacidad de EE.UU. de crear deuda sin consecuencias. Este es el único pilar que queda del poder económico de EE.UU., y no se equivoquen, los idealistas de la globalización centralizada están perfectamente posicionados para beneficiarse de este evento. La introducción de un nuevo sistema monetario global vinculado a la canasta de los Derechos Especiales de Giro (DEG) del FMI, ha sido insinuada una y otra vez por varias élites, incluida la más reciente por Mohamed El-Erian en el 2017, quien sugirió que la DEG podría utilizarse como un sistema monetario de reserva para “combatir los peligros del nacionalismo populista”.
El FMI también ha expresado su opinión sobre su entusiasmo por la tecnología del blockchain y las criptomonedas, que esperan utilizar para crear su propio sistema de moneda digital en un futuro próximo. Una guerra comercial global es un escenario de ensueño para aquellos que quieren la globalización centralizada occidental, quienes ahora pueden instituir una centralización sin precedentes como una “solución”, mientras culpan de todas las consecuencias negativas a las guerras, los eventos casuales y el fanatismo populista.
Nota del Traductor: Lo que plantea Smith en la parte final de su artículo es la opción deseada por los Amos del Sistema Mundo Occidental —la elite aristocrática de menos de 100 persona, según el historiador investigador Eric Zuesse— porque, con la capacidad que tienen, pueden convertir su riqueza dolarizada en las nuevas monedas de reserva, lo que les garantiza seguir controlando la globalización monetaria. No obstante, la pregunta obligada es ¿Hasta qué punto China y Rusia lo permitirán en el contexto de su proyecto del Nuevo Sistema Mundo Euroasiático? La respuesta ya se ha estado elaborando desde hace años con la construcción de un sistema mundo paralelo, donde la periferia del antiguo SMO está edificando el suyo propio totalmente independiente. Y en el caso del sistema monetario en particular este mismo mes de junio Vladimir Putin, el presidente ruso, habló abiertamente del abandono del dólar como moneda de cambio entre su país y China, como lo consignamos en otros artículos de este portal, lo cual no es una amenaza gratuita. Es más, ya es de conocimiento que tanto Rusia como China están construyendo un sistema de Internet independiente, para no verse afectados del sistema controlado por el régimen de Washington. La Nueva Larga Marcha ha comenzado, con el agregado que los marchantes euroasiáticos comenzaron a prepararse hace mucho tiempo.
Brandon Smith ha sido un analista económico y geopolítico alternativo desde el 2006 y es el fundador de Alt-Market.com.
Texto original: https://www.birchgold.com/news/the-trade-war-is-about-to-become-an-economic-world-war-iii/
Traducción: A. Mondragón
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