La imprevisibilidad de Estados Unidos

El despido del Secretario de Estado Rex Tillerson y su reemplazo por Mike Pompeo, no sorprendió a nadie en Washington ya que los rumores al respecto estuvieron circulando por más de seis meses. Hubo numerosas advertencias de que el presidente Donald Trump estaba decepcionado con el desempeño de su principal diplomático, sobre todo en sus tweets que expresaban desacuerdos cuando Tillerson se atrevió a expresar una opinión. Tillerson, por su parte, respondió a la subvaloración de Trump llamándolo “idiota”.

Philip M. Giraldi

El nombramiento de Pompeo como el reemplazo también fue predicho por muchos que señalaron que se había convertido en un confidente del presidente, mucho más que cualquier otro ex Director de la CIA. Lo que hay que remarcar, sin embargo, es que se reemplaza a un hombre de negocios decente, pero algo torpe, con un ideólogo de línea dura.
Pompeo tiende a ver los problemas complejos de manera bastante simplista, como lo hace el presidente y que se ha consolidado a través de sus informes casi diarios a Trump sobre el estado del mundo. Pompeo fue, por ejemplo, uno de los principales defensores de la terrible decisión de reconocer a Jerusalén como la capital de Israel.

“Más vicioso” y “más agresivo”

En un discurso hecho hace cinco meses, Pompeo criticó a la CIA, observando que se había olvidado de cómo espiar, lo que seguramente es casi cierto, y agregó que tendrá que volverse “más vicioso” y “más agresivo” para cumplir con su misión de hacer que Estados Unidos sea “seguro”. En un discurso pronunciado en enero, en vísperas de un cierre gubernamental, explicó: “Vamos a seguir aplastando a nuestros adversarios, ya sea que el gobierno esté abierto o cerrado”.
A Pompeo le gustaría convertir a Estados Unidos en una bola de demolición contra los enemigos de American Way y parece decidido a iniciar ese proceso en Oriente Medio, centrándose particularmente en Siria e Irán. Él ha etiquetado a Irán como “un estado policíaco criminal” y una “teocracia despótica”, y ha pedido un cambio de régimen y la derogación del “desastroso” acuerdo nuclear con “el mayor patrocinador estatal del terrorismo”. [Pero tal vez su primer ensayo será en la Cumbre de Las América, el próximo mes en Lima, Perú, donde piensa asistir Nicolás Maduro, el presidente de Venezuela.]

Una arquitecta de las torturas

Pero quizás más inquietante es la designación de Trump de la directora adjunta de la Agencia, Gina Haspel, como la nueva directora de la CIA (DCI) para reemplazar a Pompeo. Haspel, una veterana de treinta años de la Agencia, fue una de los arquitectos de las infames políticas de detenciones y tortura que prevalecieron inmediatamente después del 11 de septiembre. Ella era una protegida de José Rodríguez, director del Centro de Contraterrorismo de la CIA (CTC) entre el 2002 y 2004, quien más tarde se convirtió en el Director Adjunto de Operaciones (DDO), a cargo de los espías de la Agencia.
Haspel era la jefe de la prisión secreta en Tailandia, donde Abu Zubaydah y otros presuntos terroristas fueron sometidos a diversas torturas. También, por órdenes de Rodríguez, ella ordenó la destrucción de las cintas de video que mostraban muchas de las sesiones de tortura, con el fin de evitar posibles cargos criminales a pesar de que el Consejo de la Casa Blanca había ordenado que se preservaran. Ni ella ni Rodríguez fueron castigados, ya sea por obstrucción a la justicia o destrucción de pruebas, los cuales, como señala el ex oficial de la agencia John Kiriakou, son delitos graves.

“No son torturadores, son patriotas”

Haspel ha sido elogiada por Pompeo, quien defendió a ella y a otros en la CIA después del informe de tortura del Senado, declarando que “estos hombres y mujeres no son torturadores, son patriotas”, que poseen una “extraña habilidad para hacer las cosas” y, como líder, quien “inspira a quienes la rodean”. Pero Kiriakou tiene una opinión diferente, recordando que la llamaron “Bloody Gina”. La mayoría de los oficiales optaron por evitar su compañía.
Tal vez no sea sorprendente que Haspel enfrente algunas preguntas difíciles de los senadores, cuando estaban a punto de aprobar el cargo de directora adjunta en febrero del 2017. “Sus antecedentes la hacen inadecuada para el puesto”, escribieron los senadores Ron Wyden y Martin Heinrich en una carta al presidente Trump cuando Haspel fue nominada.

Su “riqueza de experiencia”.

Como en el caso de muchos otros recientes nombramientos de alto nivel en la CIA, John Brennan, el ex director de la Agencia bajo el gobierno de Obama, participó en la promoción de la carrera de Haspel. La promovió para convertirse en Directora del Servicio Nacional Clandestino en el 2013, pero nunca fue confirmada por el Senado de EE.UU. debido a las preocupaciones sobre su historial de tortura y sobre como desempeñó su “actuación”.
Brennan, como era de esperarse, comentó su elección como DCI al elogiar su “riqueza de experiencia”. Él optó por ignorar su récord de tortura, posiblemente porque él mismo está indeleblemente manchado por el programa de asesinatos de aviones no tripulados del gobierno de Obama y la lista de asesinatos que la Casa Blanca promovió y ejecutó.

Traducción: A. Mondragón

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