Pero no sería la primera vez que la disfuncional agencia de inteligencia de EE.UU. ha sido sorprendida cuando más importa. Incluso, también debió saber si la muerte del líder norcoreano Kim Jong-un era cierta o no, lo cual resultó ser una falsa noticia descomunal a escala global.
Por Grant Newsham
Washington culpa a Beijing por el coronavirus. Pekín lo niega y afirma que el virus fue creado en otro lugar, tal vez en Estados Unidos. Es una especie de disputa del tipo “él dijo, ella lo dijo”.
La Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos, según se informa, ha recibido órdenes de averiguar de dónde vino el virus Covid-19 y si los líderes chinos sembraron la infección, a propósito, en todo el mundo.
Es bueno que la CIA esté en el trabajo, pero ¿no debería saber ya las respuestas? Ese es el trabajo de la CIA después de todo —saber lo que está pasando en la República Popular China (RPC) y lo que el Presidente Xi Jinping y los líderes del Partido Comunista de China están pensando y haciendo.
Muy mala para el espionaje
Presumiblemente, la CIA da prioridad a China sobre, digamos, Eslovenia. Podría ser, por supuesto, que Langley ya tiene la inteligencia y que el régimen de Donald Trump está fingiendo magistralmente su ignorancia.
Tal vez. Pero hay razones para creer que la CIA no es muy buena en el espionaje. El principal deber de la agencia es obtener secretos, persuadiendo a los extranjeros para que traicionen a sus países u organizaciones por los intereses de Estados Unidos.
Esto no siempre es fácil. Sin embargo, es lo que se supone que debe hacer la CIA.
A menudo se argumenta —o, más exactamente, se usa como excusa— que China es un “blanco difícil”. Y lo es. Los éxitos del Ministerio de Seguridad del Estado de la República Popular China para contener el despliegue de redes de agentes chinos de la CIA en los últimos tiempos, ha sido uno de los desastres más grandes dela inteligencia estadounidense.
Grietas que se pueden explotar
Pero que sea difícil no es una excusa. Los objetivos de inteligencia más importantes para los EE.UU. suelen ser los más difíciles. Es como sugerirle a un piloto de avión que no debe aterrizar con un viento cruzado de 30 nudos, porque sería difícil.
Algunas nacionalidades son reclutadas por docenas en una sola tarde, con un almuerzo decente y un poco de dinero. ¿Los rusos y los terroristas islámicos? No es tan fácil. ¿Los chinos? No es fácil pero no es imposible.
Operar dentro de China es difícil. Pero los chinos viajan al extranjero. Y en dictaduras como la RPC la posición y la vida de ellos puede ser precaria. De hecho, muchos chinos con medios y poder están buscando lugares donde escaparse en el extranjero —o para esconder su riqueza y sus familiares.
Estas son grietas que los oficiales de la CIA pueden explotar. Se necesita paciencia y esfuerzo.
Inventando la inteligencia
Pero si la promoción en la Dirección de Operaciones de la agencia (que es la que hace la mayor parte del reclutamiento) se sigue basando en las “cabelleras” —independientemente de la cabeza que se desprenda— ¿adivine qué objetivos llamarán la atención? Los fáciles.
Y pasarse por alto las reglas para iniciar una carrera no es algo inaudito. Hace algunos años el receptor del premio al mejor funcionario de casos de la agencia, ofreció un sabio consejo —con una cara bastante seria— de que “debe ir a una reunión de agentes con la inteligencia ya escrita” y “Está bien que un agente lo escriba por anticipado”.
¿Quieres decir… inventarlo?
En cuanto a los reclutamientos falsos, probablemente no hay ningún oficial de la CIA vivo que no pueda dar algunos ejemplos.
El juego de los paramilitares
Otro problema con el objetivo de China (y otros difíciles) es el lenguaje. Aprender chino lleva tiempo y eso es considerado “tiempo muerto”, por la forma en que lo ven los consejos de promoción. Lo mejor es ir a África y acumular algunas “cabelleras” fáciles.
Añadiendo al desafío del espionaje, después del 9/11 la CIA se metió en operaciones paramilitares a lo grande. Eso es mucho más fácil que perseguir y convencer a los “objetivos duros” para que te den información.
Además, el trabajo de los paramilitares es muy divertido, como estar en el ejército pero sin la mayoría de las reglas y sólo haces las cosas divertidas. No hay desfiles, ni inspecciones, ni tortuosos PowerPoint, ni seminarios sobre acoso sexual y bienvenida a los transexuales en el ejército.
Las operaciones paramilitares tienen sus usos, pero no son el propósito principal de la CIA.
Dependientes de la inteligencia extranjera
Y uno sospecha que la CIA puede depender excesivamente de los “servicios de enlace”. Esa es una forma atractiva de decir que en lugar de reunir inteligencia por tu cuenta, dejas que los servicios de inteligencia locales (de otros países) hagan el trabajo por ti.
Es más fácil y elimina el riesgo de ser atrapado espiando en otro país (un riesgo que es parte del juego de la inteligencia y siempre lo ha sido).
Pero también eres un suplicante, dependiente de los servicios de inteligencia extranjeros. Sólo sabrás lo que ellos saben, y de eso, sólo lo que te digan. Y sus intereses no siempre son los intereses de Estados Unidos.
Uno también se maravilla de que nadie parece darse cuenta de todo esto, o al menos lo haga notar.
El Congreso ni se da por enterado
El Congreso tiene la responsabilidad de supervisar a la CIA. Pero como comentó un oficial de la CIA hace un tiempo, hay poco de qué preocuparse desde el Capitolio: “Cuéntales algunas historias, dales un poco de cuentos, y creerán que están tratando con el mismo Sr. Bond”.
Y tampoco ayudó cuando el entonces director de inteligencia nacional, el teniente general James Clapper, ahora uno de los críticos más feroces del presidente Trump, dijo en el 2013 lo que más tarde llamó una respuesta “claramente errónea”, si bien “menos falsa”, al Comité de Inteligencia del Senado, cuando testificó sobre la vigilancia gubernamental de los ciudadanos estadounidenses.
Esto no hace exactamente que un ciudadano rebose de confianza en la clase dirigente de la comunidad de inteligencia, o en los generales de tres estrellas de la Fuerza Aérea de los EE.UU.
Y no es sólo Clapper. Por ejemplo, un ex director de la CIA y otro ex director en funciones, se les pasó por alto el ascenso de ISIS. Ambos eran analistas, no oficiales de campo tratando de reclutar y obtener inteligencia.
¿Cómo llegaron a la cima?
Es deprimente, pero ambos eran criaturas de una cultura de la CIA —más prevalente en, pero no confinada a, los cuarteles generales— donde la adulteración, la traición por la espalda y los logros fantasiosos, son mejores escalones para la carrera de uno, que producir inteligencia sobre los enemigos más peligrosos de EE.UU.
No es de extrañar que los buenos oficiales, de los que hay muchos y que podrían poner las cosas en marcha, se esfuercen por evitar las asignaciones de los cuarteles generales.
Para ser justos, la CIA presumiblemente está haciendo un trabajo útil recogiendo información “a la antigua”. Y la agencia, con razón, no lo hace público.
Pero cuando las preguntas de dónde vino el coronavirus y lo que los líderes chinos sabían y hacían, son muy discutidas por Washington y Pekín, uno desearía que la CIA ya hubiera resuelto el asunto.
Si la CIA no tiene ya las respuestas al Covid-19, la agencia no ha hecho su trabajo. No sería la primera vez. Y uno duda que sea la última.
Grant Newsham es un oficial retirado de la Marina de los EE.UU. y ex diplomático de los EE.UU. Actualmente es investigador senior en el Foro de Estudios Estratégicos de Japón.
Texto original: https://asiatimes.com/2020/05/cia-should-know-if-china-lied-on-covid-19/
Traducción: A. Mondragón
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