La insana demanda de los Demócratas y el “Rusiagate”

El 20 de abril es la gran fiesta de la cultura de la marihuana, y el Comité Nacional Demócrata lo celebró este año como sí en el partido —donde varios de sus políticos están a favor de legalizar su uso— lo hayan consumido a todo dar: Presentando una demanda civil acusando al gobierno ruso, a la campaña presidencial de Donald Trump en el 2016 y al grupo de activistas de WikiLeaks, de conspirar para robar una elección.

Por Thomas L. Knapp

Lo más disparatado: aunque la demanda confirma que, después de más de un año, el fiscal especial Robert Mueller aún no ha podido acumular la evidencia requerida para una acusación criminal, que requiere pruebas “más allá de una duda razonable”, los demócratas han cambiado la figura a una demanda civil porque baja las exigencias a la “preponderancia de las evidencias”.
Pero ni siquiera eso es una posibilidad remota. La única evidencia creíble producida hasta ahora, solo implica a la campaña de Trump, no a los otros dos acusados, y solo en la misma medida en que también implica la campaña de Clinton.

Ambos intentaron jugar sucio

Es decir, ambas campañas, sin dudas, intentaron utilizar fuentes “conectadas con el Kremlin” (definidas como “cualquiera —de ambos partidos— que haya estado alguna vez en Moscú”) para jugarle sucio a sus oponentes. Donald Trump Jr. se reunió con un abogado ruso, con la esperanza de obtener información secreta de Hillary Clinton. La campaña de Clinton encargó a un ex espía británico a que trabajara con sus fuentes del régimen ruso para obtener cositas sucias sobre Trump el Viejo —como su presunta reunión con prostitutas en Moscú.
El punto central de la demanda es la “piratería rusa” en los servidores del DNC (Comité Nacional Demócrata), seguido de una vergonzosa publicación de correos electrónicos que muestran, entre otras cosas, los intentos del DNC de manipular las elecciones primarias del 2016 a favor de Clinton —contra su principal oponente, Bernie Sanders.

Los 4 problemas con el caso

En primer lugar, el DNC se negó a entregar esos servidores al FBI para su análisis forense, en cambio contrató a una firma amiga de ciberseguridad, para anunciar los resultados que ellos querían para acusar a los rusos.
En segundo lugar, los metadatos en los archivos “pirateados” publicados por “Guccifer 2.0”, indican velocidades de transferencia consistentes con una fuente interna en el DNC, copiando los archivos directamente a una unidad de USB, en lugar de un hacker externo que accede a los servidores.
En tercer lugar, aunque el posterior anuncio de las conclusiones de la comunidad de inteligencia de los EE.UU. afirma métodos y IP address “coherentes con” piratas informáticos estatales rusos, esos métodos y direcciones IP también son “coherentes” con cualquier otro tipo de pirata informático en el mundo.

El fatal error de los demócratas

En cuarto lugar, y probablemente la evidencia decisiva, el DNC comete el error de arrastrar a WikiLeaks al asunto. La próxima vez que descubran a WikiLeaks haciendo una declaración falsa será la primera vez. Por otro lado, los correos electrónicos filtrados demuestran que el DNC miente constantemente y sin vacilación. Cuando se trata de credibilidad, WikiLeaks es el estándar de oro y el DNC es algo que uno trata de quitarse de la suela del zapato antes de ingresar a un hogar respetable. WikiLeaks dice que no, que su fuente no fue ni el gobierno ruso ni ningún otro estado.
Esta demanda es simplemente la última versión de lo que el DNC ha estado haciendo desde el 2016: Tratando de echarle la culpa a otro de su derrota electoral. Una elección que pudo ganarla como un paseo matinal, a cualquiera, pero que perdió por su propia culpa y su insana elección —al momento de elegir a su candidata presidencial.
Es una demanda muy arriesgada. En los juicios civiles, el “descubrimiento” se realiza en ambas direcciones. Estamos a punto de conocer mucho más sobre cómo funciona realmente el Partido Demócrata detrás de escena.

Thomas L. Knapp (Twitter: @thomaslknapp) es director y analista senior de noticias en el William Lloyd Garrison Center para el Libertarian Advocacy Journalism (thegarrisoncenter.org). Vive y trabaja en el norte de Florida central.
Traducción: A. Mondragón

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