
“Atacar directamente a un enemigo poderoso y unido es una invitación al desastre. Hay que emplear una confrontación indirecta: concentrar fuerzas para golpear en el punto más débil del enemigo, aprovechar sus fallos, resolver un problema mediante la concentración en un aspecto que parece al margen pero que en calidad es la clave”.
Las palabras veraces
no son agradables,
y las agradables
no son veraces.
Por Luis Aguilar
En el actual escenario de las elecciones presidenciales del Perú, en su segunda vuelta, los electores deben decidir a saltar a uno de los dos abismos —al de la extrema derecha de la nauseabunda corrupción ya conocida o al de una extrema izquierda enquistada en los sicosociales de la conmoción y el terror. Sin embargo, en medio de este laberinto —donde los demonios extraídos de un cuadro de Hyeronumus Bosch, parecen danzar sobre un tablero endemoniado al borde del abismo— es factible hacer estrategias geniales como aquellas que hacen las grandes mentes del ajedrez geopolítico: Un Gambito de la Simbiosis, donde lo impensable en una mente obtusa, puede ser realizable por una mente pragmática.
A estas alturas, según señalan los indicios de las encuestas, el candidato Pedro Castillo parece tener la ventaja. Pero los números son fríos. Casi dos tercios del país no lo desean en el Palacio de Gobierno, mientras que su rival tiene un mayor margen de repulsión popular.
El problema del peón envenenado
En este escenario, es evidente que el gran problema de Castillo es que —como apuntan las evidencias— él solo es un Peón donde el dueño del partido que lo respalda quiere ser el Rey. Pero en la pragmática realidad ese aspirante a ser el “Otro Vladimiro” —por los antecedentes judiciales que tiene— resulta ser un peón envenenado —un Rasputín montado sobre un Caballo de Troya. Entonces ¿Qué hacer?
En una posición así, a un gran maestro de ajedrez no le quedaría la menor duda que sacrificar al peón. Pero no sólo se trata de dejarlo al margen en una jugada aislada como lo haría un jugador de nivel medio sino, como la haría un gran maestro que logra ver y analizar todas las complejidades de la posición, a través de un espectacular gambito que sea parte de una estrategia elaborada —analizado con un programa de inteligencia artificial— que no solamente calcule todas las complejas variantes que se produzcan en el medio juego, sino también cuales sería las mejores jugadas para ir perfilando la estructura de los peones y la posición de las piezas de cara a un largo final.
El Gambito de la Simbiosis
Y es aquí donde puede aplicar el espectacular Gambito de la Simbiosis, es decir, por definición, la asociación íntima de organismos de especies diferentes para beneficiarse mutuamente en su desarrollo vital. ¿Cómo así?
Bueno, en primer lugar sí Castillo quiere tener una posibilidad real no solo de ganar las elecciones, sino también de poder gobernar un país que está al borde de hundirse como el Titanic, debe comprender —como el sabio que atiende al vientre y no al ojo— que ganar una buena posición (la elección) no significa que vaya a ganar la partida de presidir un gobierno donde, si se queda como está, tiene la alta posibilidad de ser devorado por sus enemigos —como le pasó a PPK. “Darte cuenta de que no entiendes, es una virtud; no darte cuenta de que no entiendes, es un defecto”, decía Lao Tze.
Entonces ¿cuál es el gambito?
Lo primero que debe hacer Castillo es negociar la salida del “Otro Vladimiro”, anunciando su alejamiento o separación de la campaña y, 24 horas después, anunciar la Jugada Maestra de la Simbiosis. Una alianza electoral por Hernando de Soto.
Los dos objetivos claves
Sí, una rara y aparentemente incomprensible simbiosis, pero que —aunque también parezca una jugada maquiavélica— tiene dos objetivos clave. El primero y más evidente, que los peruanos sentencien de una vez por todas un legado siniestro que más del 80% de los electores repudia, y segundo forjar un experimento que —por si no lo saben— ha sido aplicado magistralmente en la geopolítica mundial y que ya está cambiando el Sistema Mundo del Siglo XXI, como lo explicaremos más adelante.
Entonces, si Castillo revela que ha conversado y se han puesto de acuerdo con De Soto, para elaborar no solo una alianza electoral sino también un nuevo plan de gobierno —que mezcle lo mejor del capitalismo, con lo mejor del socialismo, y eso ya está más que comprobado— es factible que Castillo pueda aumentar y consolidar su ventaja en las encuestar y, plausiblemente, ganar abrumadoramente la elección —teniendo a De Soto a su lado no solo como un Primer Ministro que aporte los conocimientos de la tecnocracia gubernamental que Castillo adolece a todas luces, sino también como una coraza para protegerse de los nauseabundos ataques de la derecha.
El Bicentenario de la Simbiosis
Esa rara alianza sería sui generis —El Bicentenario de la Simbiosis— en una era donde los conceptos de la ciencia suelen aplicarse a las grandes estrategias políticas y, además, tendría el objetivo final de eliminar por siempre de la política peruana a la Sra. K.
De hecho, algunos dirán que Castillo, como presidente, tendría que enfrentarse a un Congreso más fraccionado que una casa de quincha después de un terremoto. Pero la suma de De Soto sería un imán para otras bancadas, si estas ven que el gobierno tiene un plan bien elaborado para enfrentar la pandemia, primero, y la crisis económica que enfrenta el país. Además, con De Soto a su lado los militares quedarían neutralizados
En este escenario sobre el gran tablero, De Soto sería la Dama todo poderosa, pero Castillo, como dice la canción mexicana seguiría siendo el Rey, a pasitos cortos, pero el Rey. De hecho, algunos dirán que todo esto parece una idea estrambótica, sacada de los pelos, impensable porque el aceite y el agua no se mezclan, etc. Pero como todos los grandes estrategas lo saben, en los escenarios donde se juega al borde del abismo, las jugadas impensable son las salvan la partida.
La simbiosis que ya funciona
Ahora bien, ¿por qué una relación simbiótica? Bueno, yo les planteo la siguiente situación:
“Imaginen por un momento que ustedes están caminando sobre una vereda en vía recta y, a la distancia, observan a un tipo fortachón que está golpeando a un sujeto, al cual lo deja sangrando en el suelo. Entonces el fortachón continúa su camino en dirección hacia donde usted se encuentra caminando y extiende los brazos, abarcando toda la vereda, antes de cruzarse en su camino. ¿Qué haría usted?”.
“Un guerrero sabio… eludiría al matón en el camino y acudiría en ayuda de la víctima que quedó sangrando —convirtiéndose en su amigo y aliado. Pero la historia no termina allí, ambos prosiguen en el camino y, a cada cierto tramo, encuentran a otras víctimas del matón, a quienes también ayudan y, en consecuencia, se convierten en amigos y aliados que continúan andando el sendero. Pero como dice el maestro Ulema Rajani: El tiempo no es lineal. Y debido a que el espacio se dobla a sí mismo, los eventos no tienen que ser cronológicos o secuenciales en tiempo… ‘Es más un asunto de percepción que de observación’, dice el Ulema Govinda”.
“Entonces los amigos y aliados se vuelven a cruzar con el matón en el camino de la historia que se dobla. Entonces ¿qué suceder?”.
Bueno, eso es lo que ha hecho China a lo largo de las últimas décadas con sus “asociaciones estratégicas” para no solo para enfrentarse e independizarse del Sistema Mundo controlado por el Gran Hegemón, sino también —y he aquí lo más importante—elaborar su capitalismo industrial socialista, como lo describe el economista estadounidense Michael Hudson aquí.
Del Maoísmo al Capitalismo Socialista
Cómo la historia lo registra, por más de medio siglo (lo cual es una pizca de tiempo dentro de los 5,000 años de historia de la civilización china) los chinos tuvieron que enfrentar las penurias económicas dentro del maoísmo, pero supieron esperar con sapiencia su momento histórico para insertarse a la revolución industrial del capitalismo —como lo había previsto el historiador y geógrafo inglés Halford Mackinder en 1904, y lo propuso Sun Yat-sen en su libro Los Tres Principios del Pueblo publicado en 1917— y cambiaron el rumbo con Den Xiao Ping, el Pequeño Gran Timonel, en 1978 (aunque fue Mao quien, irónicamente, empezó a tender los puentes en su reunión con Nixon en 1972) cuando empezaron a empezar a implementar las primeras reformas para abrirse al mercado mundial.
Sin embargo, China NO adoptó el capitalismo occidental impuesto a rajatabla por el Gran Hegemón a sus vasallos, sino para aprender del mismo las herramientas más valiosas, asimilarlas, practicarlas, desarrollarlas y, más importante, evolucionarlas en sus propias formas de pensar, basados en el confucionismo.
Cuatro décadas después los resultados son innegables, China no solo está punto de desplazar al Gran Hegemón de ser la primera gran potencia económica del planeta, sino también, lo más importante, según los informes más recientes, acaba de erradicar totalmente la pobreza dentro de sus más de 1,600 millones de habitantes. Y, eventualmente y a escala planetaria, está en camino de imponer un Nuevo Sistema Mundo con característica Euroasiáticas, como puede verlo aquí, aquí, aquí y aquí. Esa es la lección de la cual aún nos queda mucho por aprender: la simbiosis del capitalismo con el socialismo.
Es más, esa simbiosis no es más que la aplicación del balance en la inmutable Ley del Péndulo: “Todo fluye y refluye; todo tiene sus períodos de avance y retroceso; todo asciende y desciende; todo se mueve, como un péndulo; la medida de su movimiento hacia la derecha, es la misma que la de su movimiento hacia la izquierda; el ritmo es la compensación. Y el equilibrio no es estar en el medio, sino simplemente balancearse entre uno y otro lado”.
Finalmente un cuento:
El príncipe de Wu decidió atacar el Reino de Jing. Advirtió severamente a sus súbditos que cualquiera que lo objetara sería condenado a muerte.
Uno de sus mayordomos quiso protestar, pero no se atrevió. En cambio, tomó una honda y unos guijarros y anduvo por el jardín trasero hasta que sus ropas se humedecieron con el rocío. Esto lo hizo durante tres mañanas.
–Ven –le ordenó el príncipe–. ¿Qué haces para que se mojen tus ropas de rocío?
–Escuche esto su excelencia. En el jardín hay un árbol –dijo el mayordomo–, y en él una cigarra. Esta cigarra ahí posada, chirriando y bebiéndose el rocío, no sabe que hay una mantis detrás. Y la mantis levanta las patas para atrapar a la cigarra, sin saber que hay un gorrión cerca. El gorrión, a su vez, alarga su cuello para picar al mantis, sin darse cuenta que abajo alguien espera con una honda. Estas tres criaturas están tan ansiosas de beneficiarse con lo que tienen ante sus ojos, que no advierten el peligro a sus espaldas.
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