La opción nuclear financiera que acabará con la guerra del petróleo de Trump

En Occidente todos creen la versión oficial del Ministerio de la Propaganda, de que Trump ordenó el asesinato de un “terrorista”. Pero el hecho es que el gobierno de Estados Unidos —en suelo extranjero, como una nación invitada— asesinó a un enviado diplomático que se encontraba en una misión oficial que había sido solicitada por, nada más ni nada menos, que el propio gobierno de EE.UU. Pero eso no es todo, olvídese de una presunta Guerra en Irán, porque la opción nuclear financiera acabaría con la guerra del petróleo de Trump y sería la liquidación de los grandes apostadores de Wall Street.
Por Pepe Escobar
Las dramáticas revelaciones hechas por el Primer Ministro provisional iraquí Adil Abdul-Mahdi, sobre el asesinato del General de División iraní Qasem Soleimani, fueron hechas durante una sesión parlamentaria extraordinaria e histórica en Bagdad el domingo 5 de enero.
Soleimani había llegado a Bagdad en un vuelo de una aerolínea comercial, con un pasaporte diplomático. Él había sido enviado por el gobierno de Teherán para entregar, en persona, una respuesta a un mensaje de Riad (Arabia Saudita) sobre la desescalada en todo el Oriente Medio. Pero lo más revelador de todo es que esas negociaciones fueron solicitadas por el gobierno de Trump.
Así pues, Bagdad estaba mediando oficialmente entre Teherán y el Riad, a instancias de Trump. Y Soleimani era un mensajero. Se suponía que Adil Abdul-Mahdi se reuniría con Soleimani a las 8:30 a.m., hora de Bagdad, el pasado viernes 3 de enero. Pero unas horas antes de la hora señalada, Soleimani murió como objeto de un asesinato selectivo en el aeropuerto de Bagdad.

Soleimani siempre estuvo en la mira
Dejemos que eso se refleje en los anales de la diplomacia del siglo XXI. Una vez más: No importa si la orden de asesinato fue emitida por el presidente Trump, el Estado Profundo de Estados Unidos o los sospechosos habituales —o cuándo. Después de todo, el Pentágono tuvo a Soleimani en la mira desde hace mucho tiempo, pero siempre se negó a dar el golpe final, temiendo consecuencias devastadoras.
Ahora, el hecho es que el gobierno de EE.UU. —en suelo extranjero, como una nación invitada— asesinó a un enviado diplomático que se encontraba en una misión oficial que había sido solicitada por el propio gobierno de los Estados Unidos.
Bagdad denunciará formalmente este hecho ante las Naciones Unidas. Sin embargo, sería ocioso esperar que la ONU se indignara por el asesinato de un enviado diplomático por parte de EE.UU. El derecho internacional estaba muerto incluso antes de la “Conmoción y Pavor” de 2003 —como se denominó al brutal bombardeo de Iraq, al inicio de la guerra que acabó con el régimen de Saddam Hussein.

Que los yanquis se vayan
Bajo estas circunstancias, no es de extrañar que el Parlamento iraquí haya aprobado una resolución no vinculante, que pide al gobierno iraquí que expulse a las tropas extranjeras cancelando una solicitud de asistencia militar de los Estados Unidos.
Traducción: Que los yanquis se vayan.
Como era de esperar, los yanquis rechazaron la demanda. Trump dijo: “Si nos piden que nos vayamos, si no lo hacemos de forma muy amistosa, les impondremos sanciones como nunca antes han visto. Eso hará que las sanciones iraníes parezcan insignificantes”.
Las tropas de EE.UU. ya están preparadas para permanecer en Siria ilegalmente —para “cuidar el petróleo”. Iraq, con sus extraordinarias reservas de energía, es un caso aún más grave. Abandonar Irak significaría que Trump, los neoconservadores estadounidenses y el Estado Profundo pierdan el control, directa e indirectamente, del petróleo para siempre. Y, sobre todo, pierden la posibilidad de interferir sin fin contra el Eje de la Resistencia —Irán-Iraq-Siria-Hezbolá.

Los iraquíes están sintonizados
Aparte de los kurdos —comprados y pagados por Washington— los iraquíes de todo el espectro político están sintonizados con la opinión pública: esta ocupación ha terminado. Eso incluye a Muqtada al-Sadr, que reactivó el Ejército del Mahdi y quiere que se cierre definitivamente la embajada estadounidense.
Tal y como lo vi en directo en aquel momento, el Ejército del Mahdi era el némesis del Pentágono, especialmente alrededor de 2003-04. La única razón por la que el Ejército del Mahdi fue apaciguado, fue porque Washington ofreció a Sadr que Saddam Hussein, el hombre que mató a su padre, sería ejecutado sumariamente sin un juicio. A pesar de todas sus inconsistencias políticas, Sadr es inmensamente popular en Irak.

El significado del asesinato de Soleimani
El secretario general de Hezbolá, Sayyed Nasrallah, en un discurso muy detallado, va a la yugular sobre el significado del asesinato de Soleimani.
Nasrallah cuenta cómo Estados Unidos identificó el papel estratégico de Soleimani en todos los campos de batalla: Gaza, Líbano, Siria, Irak, Yemen, Afganistán e Irán. Cuenta cómo Israel vio a Soleimani como una “amenaza existencial” pero “no se atrevió a matarlo. Podrían haberlo matado en Siria, donde sus movimientos eran públicos”.
Así que la decisión de asesinar a Soleimani en público, como lo lee Nasrallah, fue una operación psicológica. Y la “justa venganza” es “terminar con la presencia militar estadounidense en nuestra región”. Todo el personal militar de EE.UU. se mantendrá alerta, vigilando sus espaldas, a tiempo completo. Esto no tiene nada que ver con los ciudadanos americanos: “No hablo de molestarlos, y molestarlos está prohibido para nosotros”.
De un solo golpe, el asesinato de Soleimani ha logrado unir no sólo a los iraquíes sino a los iraníes y, de hecho, a todo el Eje de la Resistencia. En innumerables niveles, Soleimani podría ser descrito como el Che Guevara persa del siglo XXI: Los estadounidenses se han asegurado de que el Che iraní unifique a la Resistencia musulmana.

Un error estratégico masivo
Ninguna campaña del Ministerio de la Propaganda de los medios de comunicación de EE.UU. será capaz de ocultar un error estratégico masivo —por no mencionar que fue otro asesinato selectivo descaradamente ilegal.
Sin embargo, esto también podría haber sido un error deliberado. Matar a Soleimani demuestra que Trump, el Estado Profundo y los sospechosos habituales, están todos de acuerdo en lo esencial: No puede haber un acuerdo cordial entre Arabia Saudita e Irán. Dividir y gobernar sigue siendo la norma.
En este contexto, el economista Michael Hudson arroja una luz sobre lo que, en efecto, busca el régimen de Washington: una prolongada guerra “democrática” del petróleo:
“El asesinato tenía la intención de intensificar la presencia de Estados Unidos en Irak, para mantener el control de las reservas de petróleo de la región, y para respaldar a las tropas wahabíes de Arabia Saudita (Isis, Al Qaeda en Irak, Al Nusra y otras divisiones de lo que en realidad son la legión extranjera de Estados Unidos) para apoyar el control estadounidense del petróleo de Oriente Próximo, como un refuerzo del dólar estadounidense [o mejor dicho el petrodólar]. Esa sigue siendo la clave para entender esta política y por qué está en proceso de escalada, no de extinción”, según Hudson.
Ni Trump ni el Estado Profundo no podían dejar de advertir que Soleimani era el activo estratégico clave para que Iraq, eventualmente, acabara por afirmar el control de su riqueza petrolífera, al tiempo que derrotaba progresivamente a la galaxia wahabí/salafista/yihadista. Así que tenía que irse.

La “opción nuclear” contra Wall Street
A pesar de todo el estruendo que rodea el compromiso iraquí de expulsar a las tropas estadounidenses y la promesa iraní de reaccionar ante el asesinato de Soleimani en el momento que ellos lo elijan, no hay forma de hacer que los amos imperiales sean sacudidos sin un golpe financiero.
Ingrese al mercado mundial de derivados, o apuestas por los precios futuros de las materias primas como el petróleo, donde todos los jugadores-apostadores sabe que es una ADM (Arma de Destrucción Masiva) financiera.
Los derivados (o la manipulación de precios) se utilizan para drenar un trillón (un millón de millones) de dólares al año del mercado en ganancias. Estas ganancias, por supuesto, están protegidas bajo la doctrina de “demasiado grandes para enjuiciarlos” —o sea los grandes bancos y Wall Street.
Obviamente, todo es parasitario e ilegal. La belleza es que —lo que acaba de suceder en Irán— puede convertirse en una opción nuclear contra los amos imperiales.

El mensaje que le llegó a Trump
He escrito mucho sobre eso. Mis fuentes de Nueva York me dijeron que todas las columnas aterrizaron en el escritorio de Trump. Obviamente, él no lee nada, pero el mensaje estaba allí y también se le entregó en persona. [Nota del Traductor: No hagas nada que arruine nuestro gran negocio”.]
El viernes pasado, dos fondos tradicionales estadounidenses de rango medio mordieron el polvo porque estaban apostando a los derivados vinculados a los precios del petróleo.
Si Teherán alguna vez decidiera cerrar el Estrecho de Ormuz —que puede llamarse la opción nuclear— eso desencadenaría una depresión mundial al hacer implosionar trillones de dólares de derivados.
El Banco de Pagos Internacionales (BPI) cuenta con aproximadamente $600 mil millones en derivados totales. Realmente no. Mis fuentes suizas me dijeron que hay al menos 1.2 cuatrillones y algunos lo ubican en 2.5 cuatrillones. Eso implicaría un mercado de derivados 28 veces al PIB mundial.

Un colapso hiperinflacionario
El cierre del Estrecho de Ormuz, que causaría la escasez del 22% del suministro mundial de petróleo y es algo que simplemente no se puede descartar. Detonaría un colapso del mercado infinitamente peor que la Alemania del Weimar en 1933.
El Pentágono ha jugado todos los escenarios posibles de una guerra contra Irán, y los resultados son sombríos. Los generales, sí, hay algunos, saben que la Marina de los EE.UU. no podría mantener abierto el Estrecho de Ormuz: Tendría que irse de inmediato o, como patos sentados, enfrentarse a la aniquilación total.
Por lo tanto, la amenaza de Trump de destruir 52 sitios iraníes, incluido un patrimonio cultural invaluable, es la amenaza de un fanfarrón. Peor aún: esto es lo que hace alarde un bárbaro digno de ISIS. Los talibanes destruyeron a los Bamiyan Buddhas. ISIS casi destruye Palmira. Trump Bakr al-Mar-a-Lago quiere unirse al grupo de los destructores de la cultura persa. [Más patético que eso no puede ser —aunque Trump no tiene límites para sus fanfarronadas.]

Pepe Escobar es un analista geopolítico independiente, escritor y periodista. Escribe para The Roving Eye, Asia Times Online, y trabaja como analista para RT, Sputnik News y Press TV. Anteriormente trabajó para Al Jazeera.

Texto original: https://www.asiatimes.com/2020/01/article/financial-n-option-will-settle-trumps-oil-war/
Traducción: Alexandr Mondragón

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