Por Charles Hugh Smith / OfTwoMinds
Los medios sociales ofrecen la esperanza de alcanzar un alto estatus social, sin la necesidad de tener éxito económico y financiero, donde el 1% se lleva la mayor cantidad de las ganancias reales.
A menudo he abordado el declive de la movilidad social y la naturaleza adictiva de las redes sociales, y recientemente he tenido en cuenta la idea paradójica de que las dos dinámicas están relacionadas. ¿Por qué las redes sociales son tan tóxicas?
Durante mucho tiempo he sostenido que el declive de la movilidad social —las oportunidades de amplia base para salir adelante financiera y socialmente— es parte de una dinámica más amplia que yo llamo una depresión social: el decaimiento social resultante del estancamiento económico, junto con el declive de la movilidad social y la seguridad financiera. Y hay ejemplos reales.
La depresión social en EE.UU.
Japón es un experimento de laboratorio de 29 años en el mundo real, sobre las consecuencias sociales negativas del estancamiento económico, un tema que abordé en 2010. El resultado: Una “recesión social” y las “generaciones perdidas” de Japón.
Entonces la pregunta es: ¿Cómo los controladores de las sociedades han podido evadir un presunta rebelión de las nuevas generaciones que, aun cuando pueden estar “mejor educados”, son incapaces de siquiera igualar la capacidad económica de sus padres?
Recompensa para el cerebro
La explicación convencional del control adictivo de las redes sociales, es que activa los circuitos de recompensa del cerebro humano de manera muy parecida a una droga adictiva: en efecto, nos volvemos adictos a ser “gustados” y a revisar nuestros teléfonos cientos de veces al día para ver si recibimos algún “like”.
Este fenómeno se conoce como FOMO (Fear of Missing Out), miedo a perderse: miedo a perderse algunas “noticias” que estimulan la emoción o un “like” de alguien de nuestra red social.
El atractivo adictivo innato de las redes sociales es bastante claro, pero ¿es eso todo lo que está funcionando aquí?
El estatus en el orden jerárquico
Siendo animales sociales, los humanos buscan identificar su estatus en el orden jerárquico y mejorar su posición por cualquier medio disponible, como una forma de aumentar su éxito —aunque sea virtual y obviamente satisfacer a su propio ego.
Las sociedades tradicionales se dividieron en una pequeña élite y una gran masa de plebeyos. Como regla general, la movilidad social estaba limitada a los plebeyos talentosos y extraordinarios que eran especialmente valiosos para la élite gobernante, como los soldados, los escribas, etc.
Desde su inicio, a principios del siglo XIX, el estatus social se moldeo a través del consumismo enmascarado bajo el artificio del “Sueño Americano”, que no era otra cosa que adquirir la “buena vida” a través de bienes de lujo producidos en masa. Este ha sido el pilar de la economía moderna de consumo, una economía basada en el consumo que se volvió dependiente del crédito en el siglo XX.
Un “estatus” virtual para todos
La desventaja —o quizá el artificio por el cual los Amos del Universos encontraron la manera de sostener su poder sobre las masas— es que los artículos de lujo producidos en masa (como símbolos de estatus) es que, en una economía basada en el crédito, casi todos pueden darse el lujo de poseerlos. Por lo tanto, casi cualquier persona puede calificar para un plan de poder comprar un teléfono móvil que ofrece un iPhone (un símbolo de estatus) por varios años.
Ahora bien ¿cómo funciona este artilugio de que un teléfono móvil, que concede un estatus puramente virtual, pueda reemplazar a un estatus de acumulación material?
Pues bien, como decía un místico de principios del Siglo XX: Todo es Mente.
A medida que la economía real se ha estancado, el acceso a la clase alta a través de los ingresos obtenidos se ha deteriorado, por lo que los ciudadanos se han visto obligados a encontrar otros medios no financieros para mejorar su estatus social.
La única “inversión” es el tiempo
Las redes sociales se ajustan perfectamente a la “solución”: son esencialmente gratis (ya que todos tienen que pagar por el servicio de Internet de todos modos) y la única “inversión” es el tiempo: el tiempo de tomar y publicar fotos en Instagram y Facebook, el tiempo en postear comentarios y enlaces diseñados para atraer los “like” de la tribu virtual y así sucesivamente.
Un plebeyo con un estatus social económico esencialmente en cero puede, con suficiente esfuerzo, convertirse en un “pez gordo” en algunas plataformas de redes sociales.
Y como el acceso es gratis, esto hace que sea atractivo para cientos de millones de jugadores: y algunas docenas de “likes” o un par de cientos de seguidores / lectores, siguen siendo una recompensa potente para que la mayoría de las personas sean adictas a las redes y logren un “estatus” que no lo pueden tener en el mundo real.
Las superestrellas de los medios sociales con millones de seguidores en YouTube tienen grupos parecidos a un culto y todas las demás recompensas de reconocimiento y fama de un estatus social económico.
Un “estatus” sin tener atributos
Entonces, los medios sociales ofrecen la esperanza de alcanzar un estatus social en línea más alto, sin tener que triunfar financieramente en una economía real y sin tener ninguno de los atributos convencionales de ser famoso: belleza física, talento extraordinario, etc. Estos atributos son, por supuesto, útiles para atraer un seguimiento de las redes sociales, pero que no son esenciales.
Como resultado, todo el mundo se pregunta “¿cómo es que tal por cual tiene cientos de miles de seguidores?” La respuesta varía, por supuesto: un video viral, un alto nivel de marketing moxie, un estilo atractivo, una presencia carismática en la cámara, un don de algo que otros admiran, etc.
Si entendemos las redes sociales como una forma nueva y accesible de mejorar nuestro estatus social sin complicaciones, su tremendo éxito se vuelve menos de un misterio —aunque marca una pauta para entender un Nuevo Sistema Mundo, tecnocráticamente tenebroso que muy poco preveía, quizá Giovanni Sartori como lo adelantó en su libro “Homo Videns” de 1997.
Fuente: http://charleshughsmith.blogspot.com/2019/04/are-rise-of-social-media-and-decline-of.html
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