«Atrae a tu enemigo al techo y entonces quita la escalera».
Estratagema chino.
Por Alexandr Mondragón
La segunda movida de China y Eurasia —Rusia y China— en la creación del nuevo Sistema Mundo y la implícita derrota de Estados Unidos en Oriente Medio, fue la visita del mismísimo Vladimir Putin a Siria el pasado lunes 11 de diciembre del 2017, tras el anuncio de la derrota de ISIS en Siria (https://www.strategic-culture.org/news/2017/12/12/russia-president-declares-military-victory-syria-shift-diplomacy.html). Esto sucedió apenas 19 días después de que China anunciara el envío de contingente militares a Siria en lo que, a nuestro entender, significó el trazo de una Muralla Invisible y un re-ordenamiento de quienes están al mando de la geopolítica en el gran tablero global.
De hecho, algunos se preguntarán ¿por qué China anuncia el envío de contingentes militares a Siria a solo unos días de que los rusos anunciaran un victoria total sobre ISIS en ese país y el presidente sirio, Bashar al-Assad, agradeciera personalmente a su homólogo ruso, Vladimir Putin, por “salvar” a su país? (http://www.aljazeera.com/news/2017/11/assad-putin-saving-country-171121061839648.html)
Para quienes hagan una lectura literal de los hechos o lo vean únicamente desde el punto de vista militar, será como ver el horizonte desde el pie de un pino rodeado de un espeso bosque. Hay que subir a la rama más alta para ver el horizonte —es así como en el mismo tiempo y espacio hay dos visiones de una misma realidad.
Las últimas jugadas militares de China y Rusia debemos leerlas y comprenderlas como el fin del caos en Oriente Medio y el principio de un Nuevo Orden —no solo en esa región donde Estados Unidos causó la devastación en siete países, sino de la construcción de un Nuevo Sistema Mundo.
La “lucha contra el terrorismo” como disfraz de la corrupción
“En todas las épocas han existido el tirano, el opresor y el explotador, quien envuelto en el manto del patriotismo, o la religión, o ambos, para engañar y amedrentar a la gente”.
Eugene Debs, 1855-1926, discurso Cantón, Ohio, 16 de junio de 1918.
El caos comenzó visualmente el 11-S, sin embargo los planes habían sido trazados años atrás a través de “El Proyecto para el Nuevo Siglo Estadounidense” (PNAC, por sus siglas en inglés), elaborado por un grupo de expertos neoconservador cuyo objetivo, sobre el papel, era “promover el liderazgo global estadounidense” (http://www.visibility911.org/wp-content/uploads/2008/02/rebuildingamericasdefenses.pdf ). Aunque el plan fue elaborado en 1997, recién se implementó con el ascenso de George W. Bush a la Casa Blanca y teniendo como excusa “algún evento catastrófico y catalizador, como un nuevo Pearl Harbor” —que resultó ser los ataques del 11-S.
En los dieciséis años posteriores al 11-S, EE.UU. emprendió su “liderazgo global” de la peor manera: Invadió y/o devastó siete naciones del Oriente Medio con dos objetivos control: El más visible el control del Medio Oriente para apoderarse no sólo de las riquezas petroleras y gasíferas de la región, el menos visible la privatización del Pentágono —que resultó ser la célula cancerígena de la corrupción al interior del complejo de la industria militar / seguridad al punto que en junio del 2016, el Inspector General del Pentágono criticó al Ejército por declarar erróneamente $ 6.5 trillones (sí, con una T) en gastos para el 2015. Es decir, el patriotismo para defender a los estadounidenses del “terrorismo” no resultó ser otra cosa que un disfraz para la burda corrupción (http://www.onthecommons.org/magazine/pentagon-budget-corruption-disguised-as-patriotism#sthash.oCtO52H0.dpbs) —donde lo de Odebretch en Latinoamérica resulta ser meros cacahuates.
“Superpotencia Planetaria” Hollywoodense
Cuando emprendió su aventura militarista en Oriente medio en el 2001 —invadiendo Afganistán— EE.UU. estaba en una aparente posición de ser la única “Superpotencia Planetaria”. Sin embargo, en aquel tiempo eso ya era una imagen Hollywoodense. Al inicio del nuevo siglo ya estaba en marcha la vasta transferencia tecnológica e industrial desde Estados Unidos a China (https://fas.org/nuke/guide/china/doctrine/China1.pdf), impulsada por las grandes corporaciones estadounidenses —Microsoft, de Bill Gates, lo comenzó a estructurar desde mediados de 1990’s—, y su economía era virtualmente un casino de apuesta como se reveló durante la explosión de la crisis hipotecaria en el 2008 y que, además, marcó la virtual Tercermundialización de la clase media y trabajadora estadounidenses (https://www.paulcraigroberts.org/2015/10/29/us-on-road-to-third-world-paul-craig-roberts/) que hoy en día ha visto desaparecer ante sus ojos el mítico “Sueño Americano”. (https://www.tribunahispanausa.com/economia/adios-al-sueno-americano-el-promedio-de-las-familias-en-ee-uu-tiene-una-deuda-de-137063-y-el-38-4-de-los-millennials-vive-con-sus-padres/#.WjHqb3lG3V8)
Pero, por ahora, centrémonos en el aspecto militar que —en el escenario más visible del teatro mundial— ha sido el punto de quiebre del supuesto poderío militar estadounidense y la cara más visible de sus monumentales errores. ¿Quién iba a imaginar que Siria se convertiría en el Vietnam de los Estados Unidos en Oriente Medio?
La gran revancha de los rusos
Cuando la Unión Soviética invadió Afganistán en 1980, no se dio cuenta de que era una magistral trampa tendida por Zbigniew Brzeziński —quien por entonces era uno de arquitectos de la geoestrategia política en el tablero mundial— como él mismo lo reveló casi dos décadas después, en una entrevista con Le Nouvel Observateur. (http://www.voltairenet.org/article185558.html)
Le Nouvel Observateur: El ex director de la CIA, Robert Gates, afirma en sus Memorias que los servicios secretos estadounidenses comenzaron a ayudar a los muyahidines afganos 6 meses antes de la intervención soviética. En aquella época usted era el consejero del presidente Carter para los asuntos de seguridad. ¿Desempeñó entonces usted un papel clave en este asunto? ¿Lo confirma usted?
Zbigniew Brzezinski: Sí, según la versión oficial de la historia, la ayuda de la CIA a los muyahidines comenzó durante el año 1980, cuando el ejército soviético ya había invadido Afganistán, el 24 de diciembre de 1979.
Pero la realidad que se mantuvo en secreto es diferente. Fue el 3 de julio de 1979 cuando el presidente Carter firmó la primera directiva sobre la asistencia clandestina para los opositores al régimen prosoviético de Kabul. Y ese día yo escribí una nota al presidente donde le explicaba que en mi opinión esa ayuda provocaría una intervención militar de los soviéticos.
Le Nouvel Observateur: A pesar de ese riesgo usted era partidario de aquella «covert action» (operación clandestina). ¿Quizás usted hasta deseaba esa entrada en guerra de los soviéticos y quería provocarla?
Zbigniew Brzezinski: No es exactamente así. Nosotros no empujamos los soviéticos a intervenir pero incrementamos conscientemente la probabilidad de que lo hicieran.
Le Nouvel Observateur: Cuando los soviéticos justificaron su intervención diciendo que su objetivo era luchar contra una injerencia secreta de Estados Unidos nadie les creyó. Pero había un fondo de verdad. ¿No siente usted algo de arrepentimiento hoy en día?
Zbigniew Brzezinski: ¿Arrepentirme de qué? Aquella operación secreta era una excelente idea. Su efecto fue que atrajo los rusos a caer en la trampa afgana ¿y usted quiere que me arrepienta de eso? El día que los soviéticos cruzaron oficialmente la frontera, yo le escribí al presidente Carter [diciéndole] sustancialmente: «Ahora tenemos la oportunidad de darle a la URSS su guerra de Vietnam.»
De hecho, la Unión Soviética tuvo que librar durante casi 10 años una guerra insoportable para el régimen, un conflicto que provocó la desmoralización y finalmente el estallido del imperio soviético en 1991. Pero los estadounidenses se olvidaron del estratagema chino: «Considere el éxito como un mosquito». Y los rusos tuvieron la paciencia china de cobrarse la revancha más de un cuarto de siglo después.
El Vietnam de la Corrupción de Estados Unidos
«Atrae a tu enemigo al techo y entonces quita la escalera».
Para deshacerse de un enemigo, solo es necesario llevarlo a una situación de la que no hay escapatoria. Solo entonces puedes estar completamente seguro de su derrota.
Casi una década después de haber lanzado su ofensiva militarista en Oriente Medio y tras haber invadido Afganistán e Irak, y haber derrocado gobiernos y llevar el caos en Libia, Yemen, Pakistán y Somalia, en el 2012 —bajo el mandato del galardonado “Premio Nobel de la Paz Barack Obama”— EE.UU. inició en Siria lo que, a la posteridad, resultaría su última aventura militarista en Medio Oriente (https://www.paulcraigroberts.org/2012/07/26/syria-washingtons-latest-war-crime/ y https://www.globalresearch.ca/the-neocons-project-for-the-new-american-century-american-world-leadership-syria-next-to-pay-the-price/5305447) e, irónicamente, lo que parece ser su “Vietnam del Siglo XXI”.
Por más de cinco años (del 2012 al 2017) Washington afirmaba estar luchando contra ISIS en Siria, pero no lo hizo. Y para confirmarlo solo hay que recordar lo que el general estadounidense Michael Flynn, ex director de la Agencia de Inteligencia de Defensa —un peón envenado que Trump llevó a La casa Blanca—, reveló en la televisión que fue la “decisión deliberada” del régimen de Obama utilizar el ISIS para derrocar al gobierno de Assad. El general Flynn dijo que la decisión se tomó sobre su objeción. (https://www.rt.com/usa/312050-dia-flynn-islamic-state/)
El verdadero objetivo de EE.UU. era derrocar al gobierno de Bashar al-Assad y reemplazarlo por un gobierno títere para cortarle el paso a China y Rusia —como lo revela un documento del Secretario de Defensa de EE.UU. https://csis-prod.s3.amazonaws.com/s3fs-public/publication/170601_Iraq_Syria_train_assist.pdf?5zvupDtqtLvj_6Wvoh0NxhfOyGYNRdtu— que hace más de una década se habían acercado al gobierno sirio para emprender una serie de grandes inversiones económicas que, a largo plazo y como se ha revelado recientemente, era una extensión de la famosa Ruta de la Seda, “pero en versión ampliada: integración de Europa y Asia, la Eurasia que anticipó George Orwell” (https://otrosmundos.lamula.pe/2017/12/09/nueva-superpotencia-con-independencia-energetica/wilder/).
En este contexto, ni China ni Rusia iban a permitir que Estados Unidos destruya lo ellos habían iniciado (https://www.strategic-culture.org/news/2017/12/02/analysis-aims-implications-china-military-involvement-syria.html) y lo que ya estaba planeado para el futuro. Esa es la razón del porque Rusia, bajo el pedido explícito del gobierno sirio, presto su ayuda militar —con la obvio respaldo y asistencia de China— para evitar de que Siria fuera la última ficha del dominó estadounidense.
Y aunque Estados Unidos nunca llevó a cabo una guerra convencional en Siria, su estrategia militar como lo reveló el general Flynn, terminó en el más rotundo fracaso (https://www.tribunahispanausa.com/opinion/isis-ha-sido-derrotado-en-siria-ee-uu-es-el-proximo/). La ironía aquí es que EE.UU. solito se subió al techo, enceguecidos por su arrogancia, en tanto que China y Rusia —dentro del complejo juego geoestratégico político global que incluye principalmente, y sobre todo, el ascenso de China como la nueva Superpotencia emergente y la aceptación de este estatus por parte del resto del mundo (http://www.voltairenet.org/article198946.html) con excepción de EE.UU., al menos de manera formal— esperaron pacientemente el momento preciso para jalar la escalera y mostrar al mundo que la grandilocuencia militar de EE.UU. en Oriente Medio terminó derrumbándose como un castillo de naipes bajo el peso de sus propios errores.
Y en este punto cabe precisar también que EE.UU. tuvo en sus manos la oportunidad de crecer su influencia en el Oriente Medio sí, como ellos lo dijeron, hubieran emprendido una real reconstrucción de los países que ellos mismo llevaron al caos bajo el falso pretexto de derribar regímenes tiranos y llevar la democracia. Sin embargo, la reconstrucción y la democracia “Made in USA”, resultó ser un disfraz y una excusa para privatizar el trillonario presupuesto del Pentágono y, como ya hemos citado previamente, quizá la corrupción más grande en lo que va del Siglo XXI y en la que “muchos miles de millones, e incluso millones de millones de dólares, en los informes financieros periódicos del Departamento de Defensa, no están documentados” (https://off-guardian.org/2017/07/22/trillions-of-dollars-in-u-s-military-spending-is-unaccounted-for/).
Como dijo Frank Herbert: “La corrupción lleva infinitos disfraces”.
Un puño de hierro envuelto en la seda de la diplomacia
Así llegamos al momento en que Rusia, con la mismísima presencia de su presidente Vladimir Putin en Siria, declarando la derrota de EE.UU. en Siria. Claro está, no lo dijo literalmente, él sabe manejarse con la elegancia de un diplomático, esperando el momento con paciencia oriental, pero asestando el golpe certero en el momento preciso.
El gesto diplomático de Putin tuvo lugar el 11 de diciembre, durante su visita sorpresa a la base aérea rusa Khmeimim, cerca de la provincia siria de Latakia, cuando dijo: “He tomado una decisión: una parte significativa del contingente de tropas rusas ubicado en Siria regresa a Rusia”, tras una victoria completa lograda sobre el grupo Estado Islámico en Siria, por lo que la operación militar de Rusia en dicho país estaba terminada, y el enfoque cambiaría a un proceso político y económico, por supuesto.
Pero también advirtió que si los terroristas intentan “volver la cabeza” en Siria de nuevo, Rusia los golpeará como “nunca antes habían visto” (https://www.strategic-culture.org/news/2017/12/12/russia-president-declares-military-victory-syria-shift-diplomacy.html).
De hecho, era obvio esperar que algunos medios occidentales vieran a Putin en Siria como la presencia de un déspota con las manos ensangrentadas y consideran que EE.UU. también debería tener el crédito (https://www.theguardian.com/commentisfree/2017/dec/12/the-guardian-view-on-putin-in-syria-victory-and-desolation).
Sin embargo con la firme y resuelta presencia de China en Siria —con objetivos claros y precisos del porque necesita a ese país en la Nueva Ruta de seda (https://thediplomat.com/2017/11/why-china-wants-syria-in-its-new-belt-and-road/)— y teniendo a Rusia como el aliado —que hizo el trabajo de la limpieza, para la llegada del líder del Nuevo Orden Mundial—, los Nuevos Mandarines tienen una clara ventaja e iniciativa —dos armas poderosas en el ajedrez geopolítica. Y solo hay que ver cómo está reaccionando el resto del mundo —con EE.UU. en particular— para darnos cuenta quien es el arquitecto del Nuevo Orden —después del caos en Oriente Medio— y quien está dando lances desesperados y dar una apariencia que solo la Propaganda Occidental puede sostener con hilos de marioneta.
Las escaramuzas después del muro
Y este es el momento para ver y entender que es lo que ha pasado en menos de tres semanas, luego de que China anunciara su presencia militar en Siria.
El pasado miércoles seis de diciembre —menos de dos semanas después de que China anunciara el Muro Invisible en Siria (https://www.tribunahispanausa.com/opinion/la-muralla-invisible-engulle-al-muro-de-donald-trump-el-dia-que-china-dividio-el-mundo-en-el-siglo-xxi/#.WjIZvXlG3V8)— Trump reconoció a Jerusalén como capital de Israel.
Teniendo conocimiento de lo escrito en el presente ensayo, es factible decir que esa fue la reacción de EE.UU. para responder a China sobre su nueva línea demarcatoria. Es como imaginar a Trump diciendo: “Nosotros también tenemos nuestro muro”. Es decir, “por el lugar que ocupa Estados Unidos en el tablero mundial”, esta acción “generar un profundo y extendido rechazo en sus adversarios ideológicos y geopolíticos y a veces incluso choques con sus propios aliados” (https://www.infobae.com/america/opinion/2017/12/13/trump-jerusalen-otra-llamarada-en-medio-oriente-o-el-inicio-de-la-paz/).
Sin embargo, es importante considerar que la declaración de Trump sobre Jerusalén tenga una agenda oculta, como lo menciona Andrei Akulov (https://www.strategic-culture.org/news/2017/12/10/analysis-trump-statement-jerusalem-has-hidden-agenda.html) quien señala que:
«Para este propósito sirve leer atentamente la declaración de Trump. Señala que, a pesar de la frustración con los esfuerzos de solución, la decisión “no pretende, de ninguna manera, reflejar una desviación de nuestro firme compromiso de facilitar un acuerdo de paz duradero”. Y quiere un acuerdo. Como dijo el presidente, “queremos un acuerdo que sea de gran alcance para los israelíes y un gran acuerdo para los palestinos”. Según Trump, “un acuerdo de paz aceptable para ambas partes”, sigue siendo la meta. El presidente enfatizó que Estados Unidos “no está tomando una posición sobre algún tema, incluidos los límites específicos de la soberanía israelí en Jerusalén, o la resolución de las fronteras impugnadas. Esas cuestiones dependen de las partes involucradas”.
«Entonces, Donald Trump está hablando sobre la negociación del estatus de Jerusalén. Él no declara que Estados Unidos reconoce a Jerusalén Este como parte de Israel. De hecho, los Estados Unidos reconocen a Jerusalén Occidental como la capital de Israel, que de todos modos es vista por la comunidad internacional como el territorio de Israel. No hay nada nuevo en este enfoque. En la declaración, el presidente nunca dijo de cual Jerusalén, este u oeste, él está hablando. Y lo hizo a propósito.
«Los líderes de Israel tomaron el anzuelo de Trump. Ahora no pueden decir no al presidente estadounidense conocido como el gran defensor de Israel. Lo único que el presidente Trump tiene que hacer es esperar hasta que se asiente el polvo».
Y «Con Palestina alejándose de los EE.UU. y la influencia de Rusia crecida como resultado de la victoria de Siria, las posibilidades de que Moscú pueda intervenir para encabezar el esfuerzo de paz han crecido significativamente. Si tiene éxito, Estados Unidos retrocederá».
¿Quién lo siguió a Trump?
Pero también hay otro detalle que observar: En Occidente ¿Quién apoyó a Trump tras nombrar a Jerusalén como la Capital de Israel? Sólo un grupo de seguidores, entre ellos el “emperador” de los casinos y uno de los principales donantes del Partido Republicano, el multimillonario Sheldon Adelson, de 84 años. Por el contrario, generó más que una simple crítica por parte de los aliados de Washington (http://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-42291821).
De hecho, como ya se analizó previamente, la respuesta más contundente, pero en un lenguaje no sólo simbólico sino también certero en las acciones reales que cuentan, fue la presencia de Putin en Siria —donde las “papas queman”.
Para un observador más acuciosos y mordaz es como si Putin le haya dicho a Trump: “Si verdaderamente eres valiente y decís que estás ayudando a Siria a derrotar el terrorismo, ven aquí y haz lo mismo que yo”.
Como decía un presidente peruano, Don Manuel Apolinario Odría: “Hechos y no palabras”.
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