La Revancha de la Gran Eurasia o la Pesadilla de Mackinder

Los Ministros de Relaciones Exteriores y funcionarios de la Organización de Cooperación de Shanghai, posan para una foto en una reunión en Dushanbe, Tayikistán. Foto: AP

La consolidación euroasiática multipolar que, en la tercera década del Siglo XXI da nacimiento a un Nuevo Sistema Mundo Euroasiático y pone fin al momento unipolar de EE.UU. o la caída del Viejo Sistema Mundo Occidental.

Hace más de tres años, al inicio del breve ensayo “La Guerra en la Muralla Invisible, en la transición hacia un Nuevo Sistema Mundo Capitalista Euroasiático”, preguntamos a los lectores cuál sería su actitud ante un matón que se cruza en su camino, tras ver que ha dejado a varios heridos en el mismo sendero, respondimos que la actitud del “guerrero sabio” sería primero eludirlo y entonces ayudar a las víctimas que él había dejado en el camino. Bueno alegoría se refería a que China —el “guerrero sabio”— estaba por consolidar una gran alianza, desde una gran alianza, para poder edificar el Nuevo Sistema Mundo Euroasiático, como dijimos en aquel momento, el 5 de febrero del 2018. Hoy en día, cuando nos acercamos a finalizar el 2021, tras una larga cadena de sucesos históricos —desde la incursión militar de China en Siria, en noviembre del 2017, hasta la salida del Imperio de Washington, D.C., de Afganistán en agosto del 2021, junto con otros sucesos como la aparición del Covid -19, como un catalizador del fin del Viejo Sistema Mundo Occidental, hasta la toma del Capitolio de EE.UU. el pasado 6 de Enero, y la 4ta Revolución Industrial de la Inteligencia Artificial, la Tecnología Cuántica y el 6-G encabezado por China—, la gran alianza del “guerrero sabio” ya es una realidad, como lo describe el analista geopolítico Pepe Escobar en el siguiente artículo, marcando así la revancha de la Gran Eurasia —o la pesadilla de Mackinder— para construir el Nuevo Paradigma: el Nuevo Sistema Mundo Euroasiático de las milenarias civilizaciones y desplazar al viejo Sistema Mundo Occidental de corta vida. Como decía Chuang Tze: “Un pequeño saber no puede equipararse a uno grande. Ni una corta vida a una larga existencia”.

Por Pepe Escobar
La cumbre del vigésimo aniversario de la Organización de Cooperación de Shanghai (OCS) en Dushanbe, Tayikistán, consagró nada menos que un nuevo paradigma geopolítico.
Irán, ahora miembro con pleno derecho de la OCS, recuperó su papel tradicionalmente destacado en Eurasia, tras el reciente acuerdo de comercio y desarrollo de 400,000 millones de dólares alcanzado con China. Afganistán fue el tema principal —y todos los actores estuvieron de acuerdo en el camino a seguir, como se detalla en la Declaración de Dushanbe. Y todas las vías de integración euroasiática están convergiendo ahora, al unísono, hacia el nuevo paradigma geopolítico y geoeconómico.
Llámelo una dinámica de desarrollo multipolar en sinergia con la Iniciativa de la Franja y la Ruta de China —o las Nuevas Rutas de la Seda.

Tomando al toro afgano por los cuernos
La Declaración de Dushanbe fue bastante explícita sobre los objetivos de los actores euroasiáticos: “Un orden mundial más representativo, democrático, justo y multipolar, basado en principios universalmente reconocidos del derecho internacional, diversidad cultural y de civilizaciones, cooperación mutuamente beneficiosa e igualitaria de los estados, bajo la coordinación central de la ONU”.
A pesar de todos los desafíos inherentes al rompecabezas afgano, el martes (21 de septiembre) surgieron señales esperanzadoras, cuando el ex presidente afgano Hamid Karzai y el enviado de paz Abdullah Abdullah, se reunieron en Kabul con el enviado presidencial ruso Zamir Kabulov, el enviado especial de China Yue Xiaoyong y el enviado especial de Pakistán Mohammad Sadiq Khan.
Esta troika —Rusia, China, Pakistán— está a la vanguardia diplomática. La OCS llegó a un consenso de que Islamabad coordinará con los talibanes la formación de un gobierno inclusivo que incluya a tayikos, uzbecos y hazaras.
La consecuencia inmediata más evidente de que la OCS no solo incorporó a Irán, sino que también tomó al toro afgano por los cuernos, con el apoyo total de los “stans” de Asia Central, es que el Imperio del Caos ha sido completamente marginado.

El gran tablero del NSME
Desde el suroeste de Asia hasta Asia central, un reinicio real tiene como protagonistas a la OCS, la Unión Económica de Eurasia, el BRI y la asociación estratégica Rusia-China. Irán y Afganistán, los eslabones perdidos hasta ahora, por diferentes razones, están siendo incorporados totalmente al (gran) tablero de ajedrez —Nota del Traductor: para nosotros es el Nuevo Sistema Mundo Euroasiático.
En una de mis frecuentes conversaciones con Alastair Crooke, un destacado analista político, evocó una vez más a El leopardo de Giuseppe Tomasi di Lampedusa: todo debe cambiar, por lo que todo debe permanecer igual—Nota del Traductor: Tal vez una forma más práctica de entederlo es verlo como si fuera una computadora. Lo que cambia es el chip y, más importante aún, el nuevo sistema operativo, mientras la estructura de la computadora (el territorio y la cultura de las civilizaciones-estado que ocupan el gran territorio euroasiático) permanece igual.

El último alarde del Imperio
En este caso, la hegemonía imperial, tal como la interpreta el Imperio: “En su creciente enfrentamiento con China, un Washington despiadado ha demostrado que lo que le importa ahora no es Europa sino la región del Indo-Pacífico”. Ese es el terreno privilegiado de la Guerra Fría 2.0.
Así, la posición agresiva para los EE.UU. —que posee poco potencial para contener a China después de haber sido casi expulsado del corazón de Eurasia— tenía que ser un juego de poder marítimo clásico: el “Indo-Pacífico libre y abierto”, junto con el Quad y AUKUS, completa toda la configuración del último “esfuerzo” para intentar preservar la menguante supremacía estadounidense.

Mezcla de arrogancia y desesperación
El marcado contraste entre el impulso de integración continental de la OCS y la táctica de “todos vivimos en un submarino australiano” (mis excusas para Lennon-McCartney) habla por sí mismo. Una mezcla tóxica de arrogancia y desesperación está en el aire, sin ni siquiera una pizca de patetismo para aliviar la caída.
El Sur Global no está impresionado. Al dirigirse al foro en Dushanbe, el presidente ruso Vladimir Putin comentó que la cartera de naciones que llaman a la puerta de la OCS era enorme. Egipto, Qatar y Arabia Saudita son ahora socios del diálogo de la OCS, al mismo nivel que Afganistán y Turquía. Es bastante factible que se les unan el próximo año Líbano, Siria, Irak, Serbia y decenas de otros países.
Y no se detiene en Eurasia. En su oportuno discurso a la CELAC, el presidente chino, Xi Jinping, invitó a no menos de 33 naciones latinoamericanas a formar parte de las Nuevas Rutas de la Seda Eurasia-África-Américas.

Recuerda a los escitas
Irán, como protagonista de la OCS y en el centro de las Nuevas Rutas de la Seda, ha sido restaurado a un papel histórico que le corresponde. A mediados del primer milenio a.C., los iraníes del norte dominaban el núcleo de las estepas de Eurasia central. En ese momento, los escitas habían emigrado a la estepa occidental, mientras que otros iraníes de la estepa hicieron incursiones tan lejanas como China.
Los escitas, un pueblo iraní del norte (o “este”), no eran necesariamente guerreros feroces. Ese es un estereotipo burdo. Muy pocos en Occidente saben que los escitas desarrollaron un sofisticado sistema de comercio, como lo describe Herodoto, entre otros, que unía a Grecia, Persia y China.
¿Y por qué es eso? Porque el comercio era un medio fundamental para sustentar su infraestructura sociopolítica. Herodoto se dio cuenta porque en realidad visitó la ciudad de Olbia y otros lugares de Escitia.
Los persas llamaban a los escitas Saka, y eso nos lleva a otro territorio fascinante: los sakas pueden haber sido uno de los principales antepasados ​​de los pastunes en Afganistán.
¿Qué hay en un nombre —Scita? Bueno, multitudes. La forma griega Scytha significaba “arquero” del norte de Irán. Así que esa era la denominación de todos los pueblos iraníes del norte que vivían entre Grecia en Occidente y China en Oriente.

Mapa de Scythia: Wikipedia

Las Rutas de la Seda antiguas
Ahora imagine una red de comercio internacional muy ocupada y desarrollada en todo el corazón geográfico, con un enfoque en Eurasia central, por los escitas, los sogdianos e incluso los Xiongnu —que siguieron luchando contra los chinos de forma intermitente, como se detalla en las primeras fuentes históricas griegas y chinas.
Estos euroasiáticos centrales comerciaban con todos los pueblos que vivían en sus fronteras: eso significaba europeos, asiáticos del sudoeste, asiáticos del sur y asiáticos del este. Fueron los precursores de las múltiples Rutas de la Seda antiguas.
Los sogdianos siguieron a los escitas; Sogdiana fue un estado grecobactriano independiente en el siglo III a. C. —que abarcaba áreas del norte de Afganistán— antes de que fuera conquistada por nómadas del este que terminaron estableciendo el imperio Kushan, que pronto se expandió hacia el sur hasta la India.
Zoroastro nació en Sogdiana; El zoroastrismo fue enorme en Asia Central durante siglos. Los kushan, por su parte, adoptaron el budismo: y así fue como el budismo llegó finalmente a China.
En el siglo I d.C., todos estos imperios de Asia Central estaban vinculados, a través del comercio a larga distancia, con Irán, India y China. Esa fue la base histórica de las múltiples y antiguas Rutas de la Seda, que unieron a China con Occidente durante varios siglos hasta que la Era de los Descubrimientos configuró el fatídico dominio del comercio marítimo occidental.
Podría decirse que, incluso más que una serie de fenómenos históricos interconectados, la denominación “Ruta de la Seda” funciona mejor como metáfora de la conectividad intercultural. Eso es lo que está en el corazón del concepto chino de Nuevas Rutas de la Seda. Y la gente promedio en todo el corazón del país lo siente porque está impreso en el inconsciente colectivo en Irán, China y todos los “stan” de Asia Central.

La venganza del Heartland
Glenn Diesen, profesor de la Universidad del Sudeste de Noruega y editor de la revista Russia in Global Affairs, se encuentra entre los pocos académicos destacados que están analizando en profundidad el proceso de integración de Eurasia.
Su último libro explica prácticamente toda la historia en su título: Europa como la península occidental de la Gran Eurasia: regiones geoeconómicas en un mundo multipolar.
Diesen muestra, en detalle, cómo una “región de la Gran Eurasia, que integra Asia y Europa, se está negociando y organizando actualmente con una asociación chino-rusa en el centro. Los instrumentos de poder geoeconómico de Eurasia están formando gradualmente la base de una superregión —con nuevas industrias estratégicas, corredores de transporte e instrumentos financieros. En todo el continente euroasiático, estados tan diferentes como Corea del Sur, India, Kazajstán e Irán están avanzando en varios formatos para la integración de Eurasia”.

La relación simbiótica chino-rusa
La Asociación de la Gran Eurasia ha estado en el centro de la política exterior rusa, al menos desde el foro de San Petersburgo en el 2016. Diesen señala debidamente que, “aunque Pekín y Moscú comparten la ambición de construir una región euroasiática más grande, sus formatos difieren. El denominador común de ambos formatos es la necesidad de una asociación chino-rusa para integrar Eurasia”. Eso es lo que quedó muy claro en la cumbre de la OCS Nota del Traductor: la asociación chino-rusa puede entenderse mejor como una relación simbiótica, según The Saker.
No es de extrañar que el proceso moleste enormemente al Imperio, porque la Gran Eurasia, liderada por Rusia-China, es un ataque mortal contra la arquitectura geoeconómica del atlantismo (Nota del Traductor: o del Viejo Sistema Mundo Occidental). Y eso nos lleva al debate nido de víboras en torno al concepto de “autonomía estratégica” de la UE (Unión Europea) con respecto a los EE.UU., que sería esencial para establecer una verdadera soberanía europea —y, eventualmente, una integración más estrecha dentro de Eurasia.
La soberanía europea es simplemente inexistente cuando su política exterior significa sumisión a la dominatriz de la OTAN. La humillante y unilateral retirada de Afganistán junto con el AUKUS sólo anglosajón, fue una ilustración gráfica de que al Imperio le importan un carajo sus vasallos europeos.

Una Eurasia unificada emergente
A lo largo del libro, Diesen muestra, en detalle, cómo el concepto de Eurasia que unifica a Europa y Asia “ha sido a lo largo de la historia una alternativa al dominio de las potencias marítimas en la economía mundial centrada en los océanos”, y cómo “las estrategias británicas y estadounidenses han sido profundamente influenciado” por el fantasma de una Eurasia emergente, “una amenaza directa a su posición ventajosa en el orden mundial oceánico”.
Ahora bien, el factor crucial parece ser la fragmentación del atlantismo. Diesen identifica tres niveles: el desacoplamiento de facto de Europa y Estados Unidos impulsado por la ascendencia china; las alucinantes divisiones internas en la UE, reforzadas por el universo paralelo habitado por eurócratas de Bruselas; y por último, pero no menos importante, la “polarización dentro de los estados occidentales” provocada por los excesos del neoliberalismo.

La pesadilla que Mackinder
Bueno, justo cuando pensamos que estamos fuera, Mackinder y Spykman nos devuelven (a la realidad). Siempre es la misma historia: la obsesión angloamericana de prevenir el surgimiento de un “competidor” (Brzezinski) en Eurasia, o una alianza (Rusia-Alemania en la era Mackinder, ahora la asociación estratégica Rusia-China) capaz, como dice Diesen, “de luchar por el control geoeconómico lejos de las potencias oceánicas” —Nota del traductor: O la pesadilla que Mackinder previó ¡en 1904!
Por mucho que los estrategas imperiales sigan siendo rehenes de Spykman —que dictaminó que Estados Unidos debe controlar la periferia marítima de Eurasia— definitivamente no es AUKUS / Quad quien lo va a lograr.
Muy pocas personas, tanto del Este como del Oeste, pueden recordar que Washington había desarrollado su propio concepto de Ruta de la Seda durante los años de Bill Clinton, luego cooptado por Dick Cheney con un giro hacia Pipelineistan y luego dando vueltas a Hillary Clinton, quien anunció su propio sueño de la Ruta de la Seda en la India el 2011.
Diesen nos recuerda cómo Hillary sonaba notablemente como un proto-Xi: “Trabajemos juntos para crear una nueva Ruta de la Seda. No es una vía única como su homónima, sino una red internacional y una red de conexiones económicas y de tránsito. Eso significa construir más líneas ferroviarias, carreteras, infraestructura energética, como el gasoducto propuesto para correr desde Turkmenistán, a través de Afganistán, a través de Pakistán y la India”.

La conversión histórica de Rusia
¡Hillary hace Pipelineistan! Bueno, al final, no lo hizo. La realidad dicta que Rusia está conectando sus regiones de Europa y el Pacífico, mientras que China conecta su costa Este desarrollada con Xinjiang, y ambas conectan Asia Central. Diesen lo interpreta como Rusia “completando su conversión histórica de un imperio europeo / eslavo a un estado-civilización euroasiático”.
Así que al final volvemos a… los escitas. El concepto predominante de la neo-Eurasia revive la movilidad de las civilizaciones nómadas, a través de la mejor infraestructura de transporte, para conectar todo entre Europa y Asia.
Podríamos llamarlo La venganza del Heartland —o la Pesadilla de Mackinder— son los poderes que construyen esta nueva Gran Eurasia interconectada. Dígale adiós al efímero momento unipolar de Estados Unidos posterior a la Guerra Fría —Nota del traductor: Un “momento” que duró tan solo 70 años, frente a los miles de años de historia de los imperios-civilización de la Gran Eurasia. Como decía Chuang Tze: “Un pequeño saber no puede equipararse a uno grande. Ni una corta vida a una larga existencia”.

Pepe Escobar es un analista geopolítico independiente, escritor y periodista. Escribe para Asia Times Online, y trabajó como analista para RT, Sputnik News y Press TV. Anteriormente trabajó para Al Jazeera.

Texto original: https://asiatimes.com/2021/09/eurasian-consolidation-ends-the-us-unipolar-moment/
Traducción: A. Mondragón

Be the first to comment

Leave a Reply

Your email address will not be published.


*