La ruta cuántica y el peaje del mandarín

Los chinos inventaron la pólvora alrededor del siglo IX de nuestra era. Siete siglos después Occidente la utilizó como un arma de guerra para conquistar el Nuevo Mundo y establecer los cimientos de la Primera Globalización. Luego de cinco siglos adicionales Occidente sentó las bases de la cibernética, que abrió el camino hacia una nueva dimensión para establecer los nuevos dominios del mundo: la cibertecnología como la punta de lanza para la Psicopolítica del Neoliberalismo, o lo que nosotros llamamos el Nuevo Sistema Mundo de Colonización Mental.
Sin embargo, he aquí la gran ironía de la historia. Cuando se suponía que la Gran Cábala Occidental había comenzado la Cuarta Revolución Industrial para iniciar una nueva Primavera Kondratiev, ha sido China que —sin perderle el paso a la nueva tecnología— ha dado el Gran Salto para dejar atrás a Occidente y tener a través de las Comunicaciones Cuánticas y la Inteligencia Artificial todo listo para lograr el dominio del mundo con su nueva hiperautopista digital —como primera línea expansiva de otros campos— y de la cual cobrará un peaje como en el antiguo Sistema Tributario Chino. ¿Quién lo confiesa? Nada menos que uno de los voceros más prominentes de la élite estadounidense, incluida la Reserva Federal, Silicon Valley, Wall Street, el Pentágono y la CIA. En esta oportunidad, tal como lo afirma este portavoz, sin que Occidente pueda hacer algo, al menos por ahora. Así, el gigante asiático está en camino de retomar la hegemonía del mundo, gracias a la Pólvora Occidental del Siglo XXI vía la nueva versión china turborecargada.

Por Alexandr Mondragón / Wilder Buleje

Y el guerrero dijo: “Dejad que el fénix alce vuelo y entonces tú te convertirás en el dragón”.

Hay una foto icónica de 1984, que reproducimos abajo, donde se ve a Deng Xiaoping, el entonces líder y Primer Ministro de China, visitando la exposición de una feria de ciencia en Shangai, donde hizo la famosa afirmación: “La alfabetización informática debe comenzar con los niños”. Fue ese mismo año en que Steve Jobs lanzó el inolvidable Mac Apple y poco más tarde apareció su clon Windows de Microsoft, y con ellos alzó vuelo el Ave Fénix cibernético occidental que comenzó a dominar el mundo. Pero el dragón jamás se quedó atrás… tampoco el oso.


En la segunda década del Siglo XXI —menos de 40 años de aquella legendaria foto de 1984— el mandarín más poderoso del último milenio, Xi Jinping, observa el mundo desde su atalaya cuántica y desde allí con sus aliados —Rusia en particular, que es el otro gran jugador en este escenario cibergeopolítico, y otras naciones interconectadas a las Nuevas Rutas de Seda— perfila el Nuevo Sistema Mundo Euroasiático. Xi Jinping y sus aliados lo hacen con la absoluta certeza de estar protegidos contra la mirada o los oídos de algún indiscreto servicio de inteligencia Occidental, cuya capacidad para espiar y chantajear al mundo está a punto de convertirse en nada, cero, y evidenciado así la pérdida de un poder cuasi inconmensurable. Y eso es solo para comenzar.

Una ventaja desequilibrante
La tecnología 5G, o quizá otra de mayor complejidad que sólo los chinos y los rusos lo saben y comparten —porque, incluso, han tenido la osadía de ofrecer el 5G en venta a Occidente— le ha otorgado una ventaja desequilibrante a Xi Jinping y Vladimir Putin. China y Rusia no solo planifican en completa reserva, sino también es fácil deducir que pueden romper las murallas rivales. La iniciativa está bajo su jurisdicción. El factor sorpresa les pertenece. Han derrotado a Occidente en los términos de la era digital: sin quemar un cartucho, sin provocar bajas humanas en el destronamiento de un Imperio en decadencia —algo nunca antes visto en la historia de la humanidad. ¿Y cómo lo sabemos?
Esta realidad ha sido enunciada, como un cántico dantesco del Purgatorio, por uno de los voceros de mayor representatividad del “establishment” financiero y militar del Estado Profundo Occidental, David P. Goldman —que por muchos años escribió bajo el seudónimo de Spengler—a través de una extensa entrevista, traducida y publicada en nuestro portal. A través de él, un sector clave del Estado Profundo anclado en Washington, D.C., reconoce que no tienen cómo detener al impetuoso gigante que viene a imponer sus reglas en el nuevo gran juego de ajedrez geopolítico cuántico.

¿El fin de los servicios de inteligencia?
“Los chinos han sido pioneros en una técnica llamada ‘comunicaciones cuánticas’ que utiliza el entrelazamiento de electrones a distancia para crear una señal. Si interfieres con él de alguna manera, la señal desaparece. El estado cuántico es destruido. Es como una carta que desaparece en cuanto la miras. Teóricamente es imposible de hackear. El ancho de banda de 5G es tan poderoso que puede integrar las comunicaciones cuánticas en las comunicaciones 5G ordinarias y hacerlas estándar”, explicó Goldman, que ya había adelantado esta advertencia en julio pasado, como lo puede leer aquí.
Goldman lo ha dicho de manera clara y contundente: los servicios de inteligencia de su país han perdido la capacidad de “escuchar a escondidas”. Esa comunidad de inteligencia recibe ochenta mil millones de dólares por año, sin embargo no vale ni un centavo cuando las pantallas de la Agencia de Seguridad Nacional están a oscuras sobre lo que ocurre en China y Rusia. Incluso, tal vez ya ni pueden ver cuando los atacan. Al parecer esto sucedió con sus sistemas de defensa antimisiles instalados en Arabia Saudita, por decenas de miles de millones de dólares, que no pudieron detectar el ataque de drones lanzados desde Yemen contra una de las refinerías de petróleo más importantes y que quedó inservible por varias semanas. De hecho, fue una advertencia. Como lo señaló el analista militar Valentín Vasilescu al decir: “El objetivo ‎que se buscaba es evidente y tengo la firme convicción de que para alcanzarlo habrá otros ‎ataques con efectos incluso más espectaculares sobre la economía de Arabia Saudita y los ‎sultanatos ricos en petróleo de la región del Golfo. Sobre todo hay que tener en cuenta que el ‎sofisticado armamento adquirido por esos Estados y las fuerzas militares estadounidenses ‎desplegado en esa región han resultado ser incapaces de impedir esos ataques”.

Inquilinos del mundo digital
Pero el lado militar es sólo un aspecto de la gran historia —que tal vez podría denominarse la derrota de Occidente, o mejor dicho de EE.UU., en la Primera Guerra Mundial Cibertecnológica— pero es apenas la punta del iceberg.
Ante la pregunta del periodista suizo Urs Gehriger, sobre cuál es la motivación china detrás de ese dominio tecnológico, Goldman respondió: “Quieren que todos en el mundo le paguen un alquiler al Imperio Chino. Quieren controlar las tecnologías clave, las finanzas y la logística, y hacer que todos dependan de ellas. Básicamente, hacer que todos los demás sean unos labradores inquilinos”.
Hace unas tres décadas, cuando el profesor Immanuel Wallerstein predijo que el Sistema Mundo Occidental estaba fuera de su punto de equilibrio y que un Nuevo Sistema Mundo emergería a mediados del Siglo XXI, él expresó que uno de sus mayores temores era volver a una Nueva Era Feudal —Umberto Eco, dijo lo mismo. Pero quizá ninguno de ellos imagino que ese feudalismo donde el campesino le paga el uso de sus tierras al señor feudal, sería un sistema virtual y menos aún oriental —como el antiguo Sistema Tributario Chino desde la dinastía Han (206 a.c. a 220 d.c.) hasta la caída de la dinastía Qing (1644- 1912)— bajo Un Sólo Cielo Cuántico. Y eso ya de por sí es una severa advertencia y un pánico para los Amos de la Cábala Occidental.

Un llamado que parece muy tarde
Para terminar con Goldman, él señala que solo la innovación podrá salvar a Estados Unidos y Occidente de China. Sin embargo, este razonamiento tiene una debilidad: la brecha entre los asiáticos y occidentales se amplía a una velocidad mayor cada día. Y la icónica foto de Deng Xiaoping en 1984, cuestiona seriamente la arrogancia de Goldman, al decir que Occidente tiene una mayor capacidad inventiva que China —en la que además omite a los rusos.
También existe una fecha límite: El contrato de EE.UU. con la Casa Saud, que obliga a transar el precio petróleo mundial y de la OPEP en dólares. Cuando ese acuerdo concluya, ya no habrá forma de mantener el dólar como moneda predominante en el mundo —y será el fin de la impresión de dinero de la nada, para que el resto del mundo pague la hiperinflación de dólares, como lo explica el economista Michael Hudson.
Y en este punto hay que tener muy presente las recientes visitas de Vladimir Putin a Oriente Medio, con las negociaciones de pacificación de Siria, Turquía e Irán, así como su escala en Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos, que algunos expertos lo resaltan como el principio del fin de la influencia de EE.UU. en esa región vital de la geopolítica mundial. Otra derrota de la Gran Cábala, sin que sus rivales disparen un tiro. ¿Fue esto el resultado de la advertencia de Vasilescu?

La incapacidad de Occidente
Entre las fortalezas que Goldman reconoce en la estructura china está la unidad o proximidad entre pueblo y gobierno: “Los chinos han tenido 3,000 años para que el gobierno y el pueblo se formen mutuamente”. Las élites de Occidente, y Estados Unidos en particular, han hecho todo lo contrario en menos de un siglo de glorioso éxito económico.
Esto lo habíamos advertido en artículos anteriores y habíamos señalado precisamente que la codicia de la FED y la obsecuencia del Pentágono habían creado un modelo caracterizado por la distancia irreconciliable entre la ciudadanía y el gobierno. Lo que el movimiento de “Ocupemos Wall Street”, creado espontáneamente en el 2011 y de corta vida, llamó la división entre el 1% y el 99%.

El nuevo Fletcher Prouty
Por contraste, David P. Goldman remite de manera automática al Coronel de la Fuerza Aérea de EE.UU. Leroy Fletcher Prouty, un miembro sobresaliente de la comunidad de inteligencia de Estados Unidos, quien hizo las advertencias del caso en su famoso libro “El Equipo Secreto”, de gran éxito de ventas porque sólo tuvo un comprador, la CIA —que hizo desaparecer la primera edición del libro en 1973, aunque luego fue republicado en 1992 y 1997.
La gran tesis de Fletcher —desmenuzando a fondo la advertencia que hizo el ex presidente Ike Eisenhower en su discurso de despedida en 1960— era precisamente evitar la fractura pueblo-gobierno y extirpar la influencia cada vez mayor de la Gran Cábala (grupos de enorme poder financiero de Europa y Estados Unidos), cuyo núcleo gira alrededor de la Reserva Federal y posee firmes tentáculos en el Pentágono. No le hicieron caso. Predominó Henry Kissinger. Las consecuencias, anticipadas por Fletcher en “El Equipo Secreto”, ahora son más que evidentes. Goldman es como un eco, pero ha llegado muy tarde. Y esa es otra ironía del destino.

Serafines y Querubines germanos
La historia de este tercer milenio recordará entre los grandes facilitadores de Occidente para afianzar el poder chino-ruso a dos alemanes: Henry Kissinger y Ángela Merkel. El primero por una soberbia inclasificable y una ambición desmesurada; la segunda, formada académica y políticamente en la ahora desaparecida República Democrática Alemana, por su gran afinidad con Vladimir Putin.
Impensable destino el de Occidente. En doscientos años consiguió un progreso material inobjetable y hasta la capacidad de destruir el planeta con armas nucleares. Ahora solo les queda negociar cómo ceder la posta del poder y sin siquiera saber de qué manera enfrentar al nuevo hegemón.
Así, la noticia que los autores de nuestro portal del NSM adelantaron en el 2017 (ver aquí, aquí y aquí) ahora ya no admite discusión alguna: China comenzó a edificar un Nuevo Sistema Mundo Euroasiático y decenas de líderes mundiales –incluidos el estadunidense Donald Trump y el francés Emmanuel Macron, por citar a algunos de los más relevantes por las posiciones que ocupan– en diversas ocasiones y con matices, han confirmado lo evidente: Occidente está en repliegue, ante el ímpetu chino-ruso, y aún no sabe exactamente qué hacer. El dinero de los petrodólares les sobra, pero ahora son solo papeles que apenas pueden comprar voluntades corruptas, pero no edificar nada sustentable para la humanidad.

Cómo un dicho de Jesús
Finalmente una enseñanza para todos. ¿Por qué Occidente no se dio cuenta del dragón? La respuesta quizá esté en la soberbia y la arrogancia, como lo advirtió Jesús —o Fletcher en este caso— en uno de sus dichos gnósticos más dicientes:
«Yo estuve en medio del mundo y me manifesté a ellos… Los hallé a todos ebrios (y) no encontré a nadie con sed de la verdad… porque son ciegos en su corazón y no se percatan de que han venido al mundo vacíos y se irán del mundo vacíos… pero cuando hayan expulsado su vino, entonces se arrepentirán».

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