Los demonios de Dostoievski pueblan los Estados Unidos

Foto: AFP

Cómo fue que los niños-adultos de Estados unidos que nunca crecieron son ahora los demonios de Dostoievski, convertida ahora en una turba histérica e ignorante, que grita como mocosos malcriados e impone estridentemente sus propias creencias, a un mundo cansado de sus excesos.
Por Martin Sieff
Muchos colaboradores de esta plataforma han señalado acertadamente los dos acontecimientos más desconcertantes que se han producido en los Estados Unidos durante este siglo y que tienen implicaciones verdaderamente aterradoras para la paz y la estabilidad del mundo entero.
El primero es la obsesión maníaca de Washington, D.C., de sermonear a otras naciones del mundo y luego intervenir imprudentemente, y sin fin, para derribar gobiernos y rehacer sociedades enteras. Durante el último medio siglo estas interminables desventuras en la llamada “construcción de naciones” (en la realidad, es exactamente lo contrario, la destrucción de naciones) han fracasado catastróficamente en todos los lugares donde lo han intentado —Nota del traductor: O quizá han tenido un verdadero éxito, porque su objetivo real fue precisamente eso: la destrucción de las naciones para imponer gobiernos títeres y corruptos.

La desintegración de EE.UU.
El segundo, es la inminente desintegración de los propios Estados Unidos, destrozados por un extraño federalismo del siglo XVIII que, en realidad, ha quedado obsoleto desde la creación de la locomotora de ferrocarril a vapor hace casi dos siglos.
Y como si esto no fuera suficiente, ahora vemos la fragmentación de la sociedad estadounidense en dos secciones antipatéticas, los ultra-liberales y los conservadores de caricatura, que se odian el uno al otro visceralmente y no buscan ningún terreno común.
Pero debajo de estos dos obvios factores de desintegración, propongo que se encuentra una única y profunda fuerza destructiva. Es la infantilización de más de 200 millones de adultos estadounidenses. En las palabras de San Pablo en Tesalonicenses Dos en el Nuevo Testamento, Dios les ha enviado una enorme ilusión para que crean una mentira. Excepto que hoy en día los engaños y por lo tanto las mentiras han proliferado como un virus.

Un fenómeno aterrador
Sin embargo, debajo de todas ellas, se encuentra el mismo fenómeno aterrador. Durante más de medio siglo, Estados Unidos ha experimentado el mayor número de familias disueltas y de niños criados por padres solteros, o en familias plagadas de drogas y alcohol, que cualquier otra nación del mundo.
Lo que esto ha creado son generaciones de seres humanos en una sociedad con armas nucleares, de más de 330 millones de personas que son emocionalmente simplistas, por muy bien alimentados, bien educados y bien informados (que por supuesto, en realidad, no lo son, ni lo uno ni lo otro) y cuán ricos financieramente sean.
Mi esposa tiene un apetito insaciable por las películas clásicas americanas de los años 30 y 40: Confieso mi propia pasión por los dramas policíacos de los años 50 como “Perry Mason”, “Los Intocables” y “M Squad”. El atractivo que estos antiguos artefactos culturales nos ofrecen a ambos, es una época en la que los hombres eran hombres y las mujeres eran mujeres. Cuando los adultos actuaban, o al menos trataban de actuar como adultos en público, lo eran. Y era una época en la que los adultos no se echaban para atrás patéticamente y asumían la responsabilidad de los crímenes reales e imaginarios que ocurrieron en las generaciones antes de que ellos nacieran.

Tazones de gelatina humana
Pero entonces, en medio de toda esa abundancia económica que se ufanan, ¿qué clase de generaciones más jóvenes es la que ha producido tal generación de “Mea Culpa”?: ¿Tazones de gelatina humana, temblorosa y llorosa? Son egoístas, narcisistas y arrogantes: Creen que tienen el derecho, el poder e incluso el deber de rehacer el mundo a su propia imagen. “Porque habrá hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos, impíos, sin afecto natural, implacables, calumniadores, intemperantes, crueles… a éstos evita.” —San Pablo de nuevo en Timoteo Dos 3:5.
Este es un estado delirante, mucho más peligroso que el que aflige a los matones y a los niños débiles que sueñan con convertirse en matones, pendencieros y súper-machos. Fiodor Dostoievski reconoció a las criaturas horribles y arrogantes de la destrucción nihilista ilimitada, destinadas a emerger de tal sociedad, en su más inquietante y aterradora obra maestra, “Demonios” o “Los poseídos”.

Una enorme sociedad de mocosos
Los llamados progresistas del (también llamado) ala izquierdista de la sociedad estadounidense están aún más afligidos. Están decididos a imponer a todo el mundo sus opiniones simplistas, desinformadas y ridículamente ignorantes sobre el ambientalismo, los supuestos “males” de los gases de efecto invernadero y las iniquidades del DDT, que sigue siendo el mejor y más potente insecticida para suprimir los mosquitos que matan a unos dos millones de seres humanos cada año (los tiburones de todo el mundo sólo comen una docena o más de hombres desafortunados al año).
Cuando uno se da cuenta de que está tratando con toda una enorme sociedad de mocosos malcriados, ignorantes y arrogantes (hombres y mujeres) que nunca crecieron, las explicaciones más profundas de los patrones de su desconcertante comportamiento y las obsesiones políticas se hacen claras.
¿Por qué la idiota y verdaderamente suicida necesidad de presionar, castigar, sermonear y alienar sin cesar a las grandes naciones nucleares de Rusia y China? ¿Por qué la continua obsesión, absurda desde el principio, de tratar de convertir a Afganistán e Irak —y ahora también a Ucrania y Georgia— en réplicas exactas de la perfección social y moral que se imagina que encarna Estados Unidos?

Criados con cuentos de hadas simplistas
¿Por qué la genuina confianza universal de que Estados Unidos es la sociedad más próspera, más justa, menos violenta, más segura y más feliz del mundo, compartida universalmente por aquellos que nunca han estado en ninguna otra sociedad?
¿Por qué la encantadora pero extraña resistencia a conocer los hechos reales de la vida cotidiana en otros países, entre todos aquellos que nunca han visitado realmente —y no tienen la intención de hacerlo jamás?
¿Por qué tanto republicanos como demócratas unen sus fuerzas en el Congreso para demonizar a Rusia en particular como la encarnación del mal, cuando Rusia nunca ha sido más tolerante, más abierta y más próspera que en cualquier otro momento de su larga historia?
Es porque generaciones de americanos criados con cuentos de hadas simplistas, continúan anhelando y tragándose sus ilusiones hollywoodenses, mucho tiempo después de haber crecido. Y desde que les falta la disciplina, las restricciones y la sabiduría nacida de la experiencia que sus padres se esforzaron —más o menos— por enseñarles a sus hijos, a niños y niñas por igual, se deduce que las generaciones sucesivas muestran los mismos síntomas psicológicos de unas psiques cada vez más desintegradas.

Una desintegración loca y acelerada
Así como las partículas subatómicas de un ciclotrón nuclear, cuanto más rápido giran, se fisuran en partículas cada vez más pequeñas de materia y/o energía, la desintegración cada vez más loca y acelerada de la sociedad americana produce patologías cada vez más absurdas y extremas con cada generación, y ahora con cada año que pasa.
Por eso es que la cautelosa moderación practicada por los líderes de Rusia y China, provoca tanta furia e indignación del pueblo de Estados Unidos así como de sus líderes. Y explica por qué la turba histérica e ignorante que ahora llena los pasillos del Congreso, de pared a pared, grita como mocosos malcriados e impone estridentemente sanciones económicas, cada vez más siniestras, contra el creciente número de naciones de todo el mundo, que se han cansado de sus excesos.
¿Cuánto tiempo más puede durar tal estado de cosas, tal desequilibrio en el orden del mundo?
No mucho más.

Martin Sieff fue, por más de 24 años, un corresponsal principal de The Washington Times y United Press International, reportó desde más de 70 naciones y cubrió 12 guerras. Se ha especializado en asuntos económicos de EE.UU. y del mundo.

Fuente: https://www.strategic-culture.org/news/2020/07/16/how-america-adult-children-who-never-grew-up-became-dostoyevsky-demons/
Traducción: A. Mondragón

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