Por Spengler
Los recientes reportes de un posible acuerdo comercial entre Irán y China de $400,000 millones tomaron por sorpresa a Washington, lo que llevó al Secretario de Estado de los Estados Unidos, Mike Pompeo, a amenazar a China con amplias sanciones económicas.
Pompeo dijo que sí se firma el acuerdo: “Nos aseguraremos de hacer cumplir todas las disposiciones y sanciones que tenemos contra la República Islámica de Irán, aplicadas al Partido Comunista Chino y también a sus negocios y empresas de propiedad estatal”.
Eso parecería implicar un cierre completo de las relaciones económicas entre EE.UU. y China, lo que es poco probable porque las exportaciones de China a EE.UU. comprenden aproximadamente una cuarta parte de su PIB manufacturero.
Hablando en contra de China, el domingo (9 de agosto) en Fox News, Pompeo advirtió que “la entrada de China en Irán desestabilizará el Medio Oriente. Pondrá a Israel en peligro. También pondrá en riesgo al Reino de Arabia Saudita y los Emiratos. Irán sigue siendo el mayor patrocinador estatal del terrorismo en el mundo, y tener acceso a sistemas de armas y comercio y el dinero que fluye del Partido Comunista de China, solo agrava ese riesgo para esa región”.
Una evaluación más cautelosa
Anteriormente, dos altos funcionarios del Departamento de Estado ofrecieron una evaluación más cautelosa de los informes de que Irán y China firmarán un acuerdo de inversión de $400,000 millones. “La escala y la viabilidad del acuerdo merecen un escepticismo saludable”, escribieron Keith J. Krach y Brian H. Hook en el Wall Street Journal.
“Deberíamos dudar de la capacidad de Beijing para financiar $400 mil millones en la infraestructura iraní”, agregaron. “Para ponerlo en perspectiva, China ha invertido menos de $27 mil millones en Irán en los últimos 15 años… En el mejor de los casos, este acuerdo es un marco de cooperación”.
Según se informa, el acuerdo incluiría el desarrollo de la banda ancha móvil 5G, el acceso al GPS de China y el desarrollo de armas, según un informe del 12 de julio en The New York Times. Los detalles de lo que implica el acuerdo no están claros. Si efectivamente se firma, el acuerdo significará lo que Pekín quiera que signifique.
De hecho, la relación económica de China con Irán se marchitó después de que el régimen de Trump impuso sanciones a las exportaciones de petróleo de Irán.
En mayo del 2020, China afirmó haber cerrado prácticamente todas las importaciones de petróleo de Irán, en cumplimiento de las sanciones estadounidenses. La participación de Irán en las importaciones de petróleo de China, según los datos de Beijing, ha caído desde un máximo del 15% en el 2008 y un rango del 5% al 10% durante 2012-2018 a aproximadamente el 1% en el último informe.
China parece estar importando algo de petróleo iraní a través de varios subterfugios, como cambiar el nombre del petróleo iraní a malayo, como ha alegado Radio Farda, y transferir petróleo de los petroleros iraníes a chinos en el mar. Las compras ocultas de petróleo iraní podrían representar el 2% de las importaciones chinas, lo suficiente para mantener abierta una opción con Teherán, pero no lo suficiente para aliviar la crisis económica de Irán.
Ahora la pregunta es: ¿Qué quiere China en el Medio Oriente? En el 2013 y nuevamente en el 2016 planteé la posibilidad de una “Pax Sinica” en la región. China no tiene una política de Oriente Medio; tiene una política global, y la perspectiva de un acuerdo con Irán es un movimiento en un tablero de juego global, en respuesta a los esfuerzos estadounidenses para obstaculizar la emergencia de China como una superpotencia tecnológica.
Una verdad estratégica básica
Para los legisladores que esperaban que las sanciones estadounidenses contra Irán llevaran a un cambio de régimen, las negociaciones reportadas deberían subrayar una verdad estratégica básica: ninguna cantidad de presión económica estadounidense puede paralizar la economía iraní, y mucho menos derrocar al régimen islamista en Teherán, si China no quiere que suceda.
China es el mayor socio comercial de Irán. Con $15 trillones, el PIB de China es 30 veces mayor que el de Irán. La economía de Irán es comparable a la de una provincia menor de China. En un escenario, eso es precisamente en lo que se convertirá la economía iraní.
En la periferia del Departamento de Defensa de EE.UU., se escuchan advertencias de que China planea controlar los mares según el modelo geopolítico de Alfred Thayer Mahan, así como dominar el corazón de la masa continental euroasiática según la teoría de Halford Mackinder –según me lo dijo Steve Bannon, el exasesor de Trump, en una entrevista reciente.
Aunque China está construyendo gradualmente una armada, ha invertido poco en la proyección de la fuerza global. Tiene sólo entre 7,000 y 14,000 efectivos de fuerzas especiales, en comparación con los 66,000 de Estados Unidos. China ha evitado enredos militares fuera de su periferia inmediata durante los últimos cinco milenios y tiene pocas razones para cambiar.
La estrategia petrolera de China
Las nuevas advertencias sobre una presencia militar china en el Golfo Pérsico contrastan bastante con la queja anterior sobre China, el problema de los beneficios gratuitos: los estrategas occidentales reprocharon a China por aprovecharse de los beneficios de los gastos militares occidentales, para garantizar el flujo del petróleo a Asia desde el Golfo Pérsico sin contribuir a los costos.
China ha cambiado el enfoque para asegurar sus requisitos de importación de energía por tierra a través de oleoductos, carreteras y ferrocarriles terrestres, que conectan a los productores de petróleo y gas aliados con China fuera del alcance del ejército estadounidense.
Esa es una condición necesaria pero no suficiente para un cambio estratégico de Beijing. Como el mayor importador de petróleo del mundo, el interés de Beijing se ha centrado en la estabilidad política en el Medio Oriente.
China actualmente importa alrededor del 15% de su consumo de energía medido en BTU. Todavía importa el 75% de su consumo total de petróleo, y seguirá siendo vulnerable a las interrupciones del suministro en Oriente Medio durante los próximos años. A medida que Beijing reduzca gradualmente su dependencia del transporte marítimo de petróleo y que los vehículos eléctricos reemplacen a los que funcionan con gasolina, su interés en la seguridad del Medio Oriente disminuirá con el tiempo.
Razones de seguridad nacional
China se ve arrastrada a Oriente Medio por razones de seguridad nacional, por la misma razón que Rusia fue arrastrada a Siria en el 2015. Como dijo Vladimir Putin a los principales funcionarios israelíes, la guerra civil siria se había convertido en un punto de reunión y campo de entrenamiento para los radicales sunitas que amenazaba la seguridad rusa.
Al imponer el gobierno de la mayoría en Irak y apoyar a un estado chiita sectario, Estados Unidos destruyó el único estado liderado por sunitas en Mesopotamia y el Levante, obligando a los radicales sunitas a estar en manos de actores no estatales. Varios miles de uigures chinos se unieron a los militantes sunitas que luchan en Siria.
Los analistas militares chinos están tan paranoicos con Estados Unidos como los analistas estadounidenses lo están con China. Se preguntan si un plan estadounidense para subvertir a China era usar a militantes islámicos, cuando en realidad parece haber sido una secuencia de errores. Como informé anteriormente, durante una cena del 2015, el almirante Luo Yuan me dijo: “El general Petraeus creó ISIS para desestabilizar China”.
“Eso es ridículo”, respondí.
“No es ridículo en lo más mínimo”, continuó Luo, en el tono benévolo en el que se instruye a los estudiantes especialmente lentos. “Hay líderes de ISIS a quienes hemos identificado y rastreado, que fueron entrenados por Petraeus durante el Surge” –refiriéndose a la campaña de contrainsurgencia que Petraeus llevó a cabo en el 2008-2009, para contener una rebelión sunita contra el gobierno mayoritario chiita en Irak, que EE.UU. ayudó a llegar al poder en el 2007.
Una comedia de errores de EE.UU.
Respiré hondo y expliqué: “Esta fue una comedia de errores. Los neoconservadores del régimen de Bush creían en el gobierno de la mayoría como una cuestión de dogma, por lo que EE.UU. celebró elecciones en el 2007 y los chiitas ganaron. Luego, los sunitas que solían gobernar Irak bajo Saddam Hussein se resistieron con guerrillas y ataques terroristas. Petraeus era solo un arribista que buscaba otra estrella, y le dijo al gobierno de Bush que podía solucionar el problema sunita pagando a los líderes tribales sunitas.
“Entregó cientos de millones de dólares a los sunitas y les dio armas y entrenamiento a través de los ‘Hijos de Irak’ y el ‘Despertar Sunita’. Cuando Obama sacó a las fuerzas estadounidenses de Irak, muchos de los mismos sunitas que tomaron dinero de Petraeus se enfrentaron al mismo estado chiita y se convirtieron en actores no estatales, es decir, ISIS. Y el apoyo de la CIA a los opositores yihadistas sunitas contra el gobierno de Assad en Siria empeoró las cosas, como advirtió la Agencia de Inteligencia de Defensa en un notorio informe del 2012”, dije.
Por supuesto, quizá no fui tan coherente, pero esa fue la esencia de mi respuesta.
Mi interlocutor chino no quedó impresionado. “¿Estás tratando de decirme que las personas que gobiernan la gran superpotencia del mundo son unos idiotas que no piensan en las consecuencias de sus acciones?”.
De hecho, la torpe intervención de EE.UU. en Irak y Siria y su retirada a regañadientes de la región, han dejado a China con un grave problema de seguridad, debido más a la incompetencia que a la malicia, me apresuré a agregar.
La yihad en el Medio Oriente
Con mayorías musulmanas en Indonesia y Malasia y minorías musulmanas rebeldes en Tailandia y Filipinas, China está preocupada por algo más que su propia minoría musulmana. La yihad en el Medio Oriente es una amenaza latente para todo su nivel sur.
China mantiene cerca a sus amigos y más cerca a sus enemigos; apoya a las fuerzas armadas de Pakistán como contrapeso a los radicales islámicos y soborna a Turquía para que finja que no ocurre nada adverso con lo que Turquía solía llamar a sus hermanos uigures.
China es el único país del mundo que emplea el encarcelamiento masivo, la degradación cultural sistemática y los traslados de población para aplastar a los separatistas musulmanes. [Nota del Traductor: Es irónico señalar que eso es lo mismo que sufrieron los indios nativos americanos en Estados Unidos.] Y el éxito de su diplomacia puede medirse por el silencio de todo el mundo musulmán.
Entrando en el vacío del caos
Lo que China hará en Irán en un futuro próximo es una cuestión de negociación con EE.UU. Pero China y Rusia entrarán en el vacío dejado por el caos de la política estadounidense.
En octubre del 2019, Putin se había convertido en “rey de Siria”, como lo expresaron algunos comentaristas de los medios. Ha sucedido muy poco en Siria desde entonces, lo que sugiere que la política de Putin en Siria ha sido bastante eficaz.
Durante el año pasado, Israel ha llevado a cabo más de 200 ataques aéreos contra activos iraníes en Siria, con evidente permiso ruso. La relación de Israel con Rusia es difícil, pero productiva. Hace varias semanas, el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, reveló que Putin había prometido vetar una resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que imponía un estado palestino de acuerdo con la línea del armisticio de 1948, a la que el saliente régimen de Barack Obama no se opuso.
La perspectiva de Irán como dependiente de China preocupa a Israel, como debería; China podría ayudar a Irán a desarrollar su programa nuclear. Incluso si China quiere estabilidad y el libre flujo de petróleo, los fanáticos en Teherán podrían aprovechar esto para lograr un avance en sus armas nucleares. También es posible que la influencia china en Irán mantenga a raya a los fanáticos. Pero Israel no puede contar con un resultado benigno.
La situación incómoda de Israel
Israel es un aliado estadounidense y depende de las armas estadounidenses. Si las relaciones entre Estados Unidos y China continúan deteriorándose, su posición será aún más incómoda de lo que es ahora, ya que intenta preservar las relaciones económicas con China frente a la presión estadounidense.
China no tiene malicia hacia Israel. Recuerda la definición canónica de un filo-semita, es decir, un antisemita al que le gustan los judíos. Los chinos, en general, creen en el estereotipo de que los judíos son empresarios inteligentes y los admiran por eso.
También están impresionados por la creatividad de Israel. Con la mitad del uno por ciento de la población de China, Israel tiene ocho premios Nobel en ciencia; China solo tiene uno, y ese fue para la medicina tradicional china, y los chinos saben que eso no cuenta.
Aunque China ve a Israel con una tolerancia benigna, la supervivencia del Estado judío no es una preocupación en Beijing. Por el contrario, una minoría significativa de la población estadounidense se identifica fuertemente con el Estado judío.
Como aliado estadounidense, Israel no puede evitar ceder ante la presión estadounidense. Espero que Jerusalén se ajuste a las demandas estadounidenses de reducir la participación china en los principales proyectos de infraestructura.
Pero los israelíes continuarán haciendo negocios con China en varios campos tecnológicos, especialmente en Inteligencia Artificial (IA). Debido a que los datos médicos de China son mucho más completos que los de cualquier otro país, es imposible involucrarse en la IA de la atención médica sin colaborar con China.
Spengler es el seudónimo de David Paul Goldman, un economista, crítico musical y autor estadounidense, mejor conocido por su serie de ensayos en línea en el Asia Times bajo el seudónimo de Spengler. Goldman forma parte de la junta directiva de Asia Times Holdings.
El artículo fue publicado originalmente en https://asiatimes.com/author/spengler-david-p-goldman/ y republicado en http://www.ruthfullyyours.com/2020/08/06/pax-sinica-in-the-middle-east-revisited-no-amount-of-us-pressure-can-cripple-irans-economy-let-alone-topple-its-islamist-regime-if-china-does-not-want-it-to-happen/ de donde se hizo la traducción al español.
Traducción: A. Mondragón
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