
Se suponía que Ucrania debía evitar que Rusia profundizara los lazos energéticos con Alemania; no funcionó así.
Por Pepe Escobar
Érase una vez Pipelineistan, donde los cuentos de infortunio eran la norma. Sueños destrozados y desparramados por todo el tablero de ajedrez —desde el IPI vs. TAPI en el reino de AfPak, hasta la ópera de Nabucco en Europa.
En agudo contraste, cada vez que China entraba en el cuadro, prevalecía el éxito en la finalización. Pekín financió un gasoducto desde Turkmenistán a Xinjiang, terminado en el 2009, y se beneficiará de dos espectaculares acuerdos del gasoducto “Power of Siberia” https://www.gazprom.com/projects/power-of-siberia/ con Rusia.
Y luego está Ucrania. Maidan fue un proyecto de la administración de Barack Obama, con un elenco de lujo encabezado por POTUS, Hillary Clinton, Joe Biden, John McCain y por último, pero no menos importante, la principal distribuidora de galletas de Kiev, Victoria Nuland “F**k the EU”.
Ucrania también debía impedir que Rusia profundizara los lazos energéticos con Alemania, así como con otros destinos europeos.
Del Nord Stream 1 al Nord Stream 2
Bueno, no fue exactamente así. El Nord Stream ya estaba en funcionamiento. El South Stream era el proyecto de Gazprom para el sudeste de Europa. La presión implacable de la administración Obama lo descarriló. Pero eso sólo funcionó para permitir una resurrección: el ya completado TurkStream, con el gas comenzando a fluir en enero de 2020.
El campo de batalla cambió entonces al Nord Stream 2. Esta vez la implacable presión de la administración de Donald Trump no lo descarriló. Por el contrario: se completará a finales del 2020.
Richard Grennel, el embajador de EE.UU. en Alemania, calificado de “superestrella” por el presidente Trump, estaba furioso. Fiel al guion, amenazó a los socios de Nordstream 2 —ENGIE, OMV, Royal Dutch Shell, Uniper, y Wintershall— con “nuevas sanciones”.
Peor: subrayó que Alemania “debe dejar de alimentar a la bestia, en un momento en que no paga lo suficiente a la OTAN”.
“Alimentar a la bestia” no es exactamente un código sutil para el comercio de energía con Rusia. Y Peter Altmaier, el ministro alemán de economía y energía, no estaba impresionado. Berlín no reconoce ninguna legalidad en las sanciones extraterritoriales.
El “nein” de Alemania a EE.UU.
Además, Grennel no es precisamente popular en Berlín. Los diplomáticos descorcharon el champán cuando supieron que volvía a casa para convertirse en el jefe de la inteligencia nacional de EE.UU.
Las sanciones de la administración Trump retrasaron a Nordstream 2 por un año, como mucho. Lo que realmente importa es que, en este intervalo, Kiev tuvo que firmar un acuerdo de tránsito de gas con Gazprom. De lo que nadie está hablando es que para el 2025 ningún gas ruso transitará por Ucrania hacia Europa.
Así que todo el proyecto Maidan fue, de hecho, inútil.
Es un chiste corriente en Bruselas que la UE nunca tuvo y nunca tendrá una política energética unificada hacia Rusia. La UE trató de imponer una directiva sobre el gas para forzar la propiedad del Nord Stream 2 sea separado del gas que fluye a través del gasoducto. Los tribunales alemanes aplicaron su propio “nein”.
El Nord Stream 2 es un asunto serio de seguridad energética nacional para Alemania. Y eso es suficiente para superar cualquier cosa que Bruselas pueda inventar.
Y no olvidemos a Siberia
La moraleja de esta fábula es que ahora dos nodos clave de Pipelineistan, Turk Stream y Nord Stream 2, se establecen como cordones de acero umbilical que unen a Rusia con dos aliados de la OTAN.
Y fiel a los proverbiales guiones de ganar-ganar, ahora también es hora de que China busque consolidar sus relaciones con Europa.
La semana pasada, la canciller alemana Angela Merkel y el primer ministro chino Li Keqiang tuvieron una video conferencia, para discutir sobre el Covid-19 y la política económica de China-UE.
Eso fue un día después de que Merkel y el presidente Xi hablaran, cuando acordaron que la cumbre China-UE en Leipzig, el 14 de septiembre tendría que posponerse.
Esta cumbre debería ser el clímax de la presidencia alemana de la UE, que comienza el 1 de julio. Ahí es cuando Alemania podría presentar una política unificada hacia China, uniendo en teoría a los 27 miembros de la UE y no solo a los 17 + 1 de Central Europa y los Balcanes, incluidos 11 miembros de la UE, que ya tienen una relación privilegiada con Beijing y están a bordo de la Iniciativa Belt and Road.
A diferencia de la administración Trump, Merkel privilegia una asociación comercial clara e integral con China, mucho más allá de una simple cumbre fotográfica. Berlín es mucho más sofisticado desde el punto de vista geoeconómico que el vago enfoque parisino de “compromiso y exigencia”.
China y a la Gran Eurasia
Merkel y Xi son plenamente conscientes de la inminente fragmentación de la economía mundial posterior al cierre económico causado por la pandemia. Sin embargo, por mucho que Pekín esté listo para abandonar la estrategia de circulación global de la que se ha beneficiado generosamente durante las últimas dos décadas, el énfasis también está en refinar unas relaciones comerciales muy estrechas con Europa —que con Rusia formarían la Gran Eurasia.
Ray McGovern ha detallado de manera concisa el estado actual de las relaciones entre Estados Unidos y Rusia. El corazón de todo el asunto, desde el punto de vista de Moscú, fue resumido por el Viceministro de Relaciones Exteriores Sergei Ryabkov, un diplomático extremadamente capaz:
“No creemos que EE.UU. en su forma actual sea una contraparte confiable, por lo que no tenemos confianza alguna. Entonces, nuestros propios cálculos y conclusiones están menos relacionados con lo que Estados Unidos está haciendo… Valoramos nuestras relaciones cercanas y amistosas con China. Consideramos esto como una asociación estratégica integral en diferentes áreas, y tenemos la intención de desarrollarla más”.
Todo está aquí. La “asociación estratégica integral” Rusia-China avanza constantemente. Incluyendo el “Poder de Siberia” Pipelineistan. Además, Pipelineistan une dos aliados clave de la OTAN. ¿Sanciones? ¿Qué sanciones?
Pepe Escobar es un analista geopolítico independiente, escritor y periodista. Escribe para The Roving Eye, Asia Times Online, y trabaja como analista para RT, Sputnik News y Press TV. Anteriormente trabajó para Al Jazeera.
Texto original: https://asiatimes.com/2020/06/a-pipelineistan-fable-for-our-times/
Traducción: A. Mondragón
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