Apareció un documento explosivo a favor de Rusia y que apoya a los alemanes que difieren de Washington sobre la expansión de la membresía de la OTAN. Además, a Putin no le interesa invadir Ucrania, pero él tiene tres objetivos.
Por David P. Goldman
Nadie quiere a Ucrania, y mucho menos Vladimir Putin.
El PIB de Ucrania es de $98 mil millones (en dólares estadounidenses constantes del 2015), un 43% menos que en 1989, está ubicado entre Etiopía y Angola en las tablas del Banco Mundial. Su población se ha reducido a solo 35 millones según la Academia Nacional de Ciencias del país, de los 52 millones que tenían en 1989, en lugar de los 48 millones reportados en el censo oficial, porque casi la mitad de la población en edad laboral se ha ido. Su ranking de corrupción se ubica en el puesto 112 de 116 países encuestados por Transparencia Internacional.
Ucrania tiene algunas reservas de gas, pero Rusia tiene aproximadamente diez veces más, mucho más de lo que puede transportar sin inversiones masivas en infraestructura. De lo contrario, Ucrania no tiene recursos naturales de importancia aparte de las tierras de cultivo, y Rusia ya es el exportador de trigo más grande del mundo.
Ucrania es un mal negocio
En resumen, para Rusia apoderarse de Ucrania sería mucho más problemático de lo que vale. Creer(le al Ministerio de la Propaganda sobre) las amenazas de Putin a Ucrania, como un Hitler marchando hacia el este, ofende el sentido común: no hay nada “allí”, en Ucrania, nada que quiera Rusia: no hay un Lebensraum (colonialismo), no hay una población productiva, no hay campos petrolíferos u otros activos que puedan apoderarse mediante la conquista.
Los reales objetivos de Putin
Entonces, si Putin no quiere conquistar Ucrania, ¿qué es lo que quiere?
Él tiene tres objetivos.
El primero es frustrar la expansión de la OTAN en Ucrania, con la consiguiente amenaza de misiles estadounidenses estacionados en la frontera con Rusia. Como Jack Matlock, enviado de EE.UU. a Moscú entre 1987 y 1991, explicó el 15 de febrero (“¿Es la ‘crisis de Ucrania solo otra farsa de EE.UU.?“), hay una analogía con la crisis de los misiles cubanos de 1962: EE.UU. puso misiles de mediano alcance en Turquía, por lo que Rusia tomó represalias poniendo misiles en Cuba y los retiró a cambio de un acuerdo para que EE.UU. retire los misiles en Turquía.
El sueño de los neoconservadores
El segundo objetivo es frustrar el sueño de los liberales y neoconservadores globales de Washington de derrocar al régimen ruso y reemplazarlo con una democracia pro-occidental (como intentaron hacerlo en los 1990’s). Esa es una preocupación central de la estrategia rusa. Altos funcionarios de la Administración Biden argumentan, en privado, que el cambio de régimen en Moscú, es tanto deseable como posible. Ese es un secreto a voces de la política estadounidense, como explicó Benjamin Denison de la Escuela Fletcher en una entrevista del 2020.
La subsecretaria del Departamento de Estado, Victoria Nuland, directora de escena del golpe de estado de Maidan Square en Ucrania en el 2014, vio la caída del presidente pro-ruso Viktor Yanukovych como un preludio del cambio de régimen en Moscú. Nuland, entonces Subsecretaria de Estado para Europa, dijo en su testimonio ante el Congreso en mayo del 2014: “Desde 1992, hemos proporcionado $20 mil millones a Rusia para apoyar la búsqueda de una transición hacia el estado pacífico, próspero y democrático que su pueblo merece”. Imagínese si Putin se hubiera jactado de gastar $20 mil millones en los Estados Unidos para promover una “transición” a un tipo diferente de estado. La “paranoia rusa” puede ser un pleonasmo, pero incluso los paranoicos tienen enemigos reales.
La súper alianza con China
El tercer objetivo de Putin es mejorar su posición negociadora como proveedor de energía tanto para Europa como para China. Si los europeos apoyan el plan de Washington, de llevar a Ucrania a la OTAN, Rusia ha dicho, en pocas palabras, que pueden congelarse en la oscuridad. Rusia está discutiendo un aumento de diez veces en sus envíos de gas a China a través de un nuevo gasoducto cuya finalización está programada para el 2026.
La extralimitación de Washington en la expansión de la OTAN y sus esperanzas de un cambio de régimen ruso, ha empujado a Rusia más cerca de China, a pesar de algunas diferencias importantes. El apetito insaciable de China por las entregas de energía por tierra (fuera del alcance de la armada estadounidense), su capacidad para apoyar la creciente industria electrónica de Rusia y su interés común con Rusia en reprimir a los yihadistas de Asia Central después de la caída de Afganistán, crean una profunda comunidad de intereses.
Alemania y el gasoducto NS2
Pero los intereses de Rusia y China no son idénticos. Beijing no se siente cómodo con el patrocinio de los separatistas en el este de Ucrania por parte de Rusia. Como dijo el Ministro de Relaciones Exteriores, Wang Yi, el 19 de febrero: “La soberanía, la independencia y la integridad territorial de todos los países deben ser respetadas y salvaguardadas”. China tiene sus propios separatistas.
Alemania está atrapada en el medio. Washington ha exigido un grado de Nibelungentreue (lealtad absoluta y contraproducente) de Berlín, amenazando el gasoducto Nord Stream II que entregará gas ruso a los alemanes que lo necesitan con urgencia. Los alemanes ya han pedido que se excluya la energía de cualquier posible sanción. También están buscando una forma diplomática de distanciarse de Washington en el tema de invitar a Ucrania a la OTAN.
Un documento explosivo
Por aparente coincidencia, acaba de aparecer en Europa un documento de prueba irrefutable, que demuestra que Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y Alemania, le dieron solemnes garantías a Rusia en 1991, de que la OTAN no se expandiría hacia el este después de la retirada de las tropas rusas de Europa del Este.
“El protocolo recién descubierto de 1991 respalda las acusaciones rusas”, informó el 18 de febrero el principal sitio de noticias de Alemania, Der Spiegel . El despacho alemán señala: “Rusia ha insistido durante décadas que la expansión de la OTAN hacia el este viola las garantías occidentales, después de la caída del Muro de Berlín. Ahora ha aparecido un documento notable”.
El diario de centro-derecha alemán Die Welt informó:
“Hemos dejado claro que no ampliaremos la OTAN más allá del río Elba [la antigua línea divisoria entre Alemania Oriental y Occidental]”, escribió el diplomático alemán Jürgen Chrobog sobre una conferencia de Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y Alemania en marzo de 1991. Este documento afirma el punto de vista ruso sobre la expansión de la OTAN. El documento fue encontrado en los archivos nacionales británicos.
La promesa de EE.UU. incumplida
Die Welt señaló que la reunión en cuestión se llevó a cabo en la antigua capital de Alemania, Bonn, el 6 de marzo de 1991, con los directores políticos de los ministerios de Relaciones Exteriores de Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y Alemania. Su tema era “la seguridad de Polonia y otros países de Europa del Este”, informó el diario alemán. “El Director Político dirige el departamento político del Ministerio de Relaciones Exteriores y es considerado el asesor más cercano del Ministro de Relaciones Exteriores”.
El representante alemán en la reunión de 1991 agregó: “Dejamos claro a la Unión Soviética, en las conversaciones de dos más cuatro y en otras discusiones, que no expandiremos la OTAN más allá del Elba. Por lo tanto, no podemos ofrecer la membresía de la OTAN a Polonia y los demás”, afirma el documento.
El representante estadounidense en la reunión de Bonn, Raymond Seitz, entonces subsecretario de Estado de EE.UU. para Europa y Canadá, dijo al grupo: “Le hemos dejado claro a la Unión Soviética en las conversaciones de dos más cuatro, así como en otras, que no aprovechará la retirada de las tropas soviéticas de Europa del Este”.
“Dos años después”, comenta Die Welt , “los estadounidenses cambiaron su política”.
El daño a Occidente ya está hecho
Otros historiadores han argumentado en la prensa alemana que el documento en realidad no dice lo que dice, pero el daño ya está hecho: la mayoría de los alemanes cree que Rusia tiene autoridad moral en el asunto de la expansión de la OTAN.
Los líderes de Alemania se enfrentan a una rebelión en las filas contra el manejo de la crisis de Ucrania por parte de Washington. Una encuesta de opinión realizada la semana pasada por la asociación de radiodifusión de Alemania ARD, encontró que el 53% de los alemanes se oponen a la membresía de Ucrania en la OTAN, contra el 28% a favor y el 19% que no tenía opinión.
Los partidos que respaldaron una postura dura contra Rusia, en particular los Demócratas Libres, están cayendo en las encuestas; eso amenaza la estabilidad de la coalición gobernante, en la que el líder de los Demócratas Libres, Christian Lindner, se desempeña como ministro de Finanzas.
Una tragedia y una farsa
La ignominiosa salida de Estados Unidos de Afganistán fue una tragedia, una tragedia horrenda para los niños de Afganistán, de los cuales cinco millones están “al borde de la hambruna”, según la organización benéfica Save the Children.
La humillación de la Administración Biden en Ucrania, por el contrario, recuerda la broma de Karl Marx de que los grandes acontecimientos históricos ocurren dos veces, la primera vez como tragedia y la segunda como una farsa.
No habrá montones de bolsas para cadáveres, ni cadáveres quemados, ni fotos de niños con vientres distendidos y ojos hundidos, solo encogimientos de hombros avergonzados mientras los aliados de Estados Unidos en la OTAN siguen sus propios caminos.
La OTAN una Aldea Potemkin
A Alemania nunca le gustó la expansión de la OTAN, que convirtió a la antigua alianza militar en una organización de bienestar social (para el complejo de la industria militar) difusa e inherentemente indefendible. Durante la Guerra Fría, Alemania mantuvo 12 divisiones listas para el combate; hoy tiene menos de cien tanques operativos. Gasta solo el 1.5% del PIB en defensa, muy por debajo de su nivel de compromiso del 2%.
Si la OTAN se redujera a un perímetro defendible, con toda probabilidad Alemania aumentaría el gasto militar y trazaría una línea clara entre la OTAN y el territorio no perteneciente a la OTAN. Tal como están las cosas, Putin ha demostrado que la OTAN es una Aldea Potemkin en la que nada une a sus miembros excepto la retórica.
David P. Goldman, es un editor adjunto del Asia Times y miembro del Claremont Institute Center for the American Way of Life, en Washington, D.C. Además es un economista y autor estadounidense, mejor conocido por su serie de ensayos bajo el seudónimo de Spengler.
Texto original: https://asiatimes.com/2022/02/why-russia-wont-invade-ukrainistan/
Traducción: A. Mondragón
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