¿Putin es el nuevo rey de Oriente Medio?

La publicación del siguiente artículo en nuestro portal, no solo es para ofrecer los diferentes puntos de vista sobre los sucesos que están cambiando el mundo, sino también para subrayar cómo los políticos y expertos estadounidenses —sumidos en su petulante arrogancia— desdeñan los avances de las potencias emergentes, aunque no dejan de admitir que su glorioso imperio militar está en plena turbulencia.
Por Patrick Buchanan
“Rusia Asume el Manto del Negociador Supremo del Poder en el Medio Oriente”, proclamó The Telegraph de Gran Bretaña. El artículo comenzó: “El estatus de Rusia como el indiscutible negociador del poder en el Medio Oriente, se consolidó cuando Vladimir Putin continuó una gira triunfal en las capitales tradicionalmente aliadas de EE.UU.”.
“Donald Trump ha entregado a Putin el Medio Oriente en un plato” era el título de una columna de Telegraph. “Putin se apodera de la retirada de Trump de Siria para cimentar su rol en el Oriente Medio”, dijo el Financial Times.
La prensa de los EE.UU. parloteó como un loro a los británicos: Putin es ahora el nuevo maestro del Medio Oriente. Y ¡ay de nosotros!
Antes de concluir que la retirada de Trump de los últimos 1,000 soldados estadounidenses en Siria, es el Dunquerque de Estados Unidos, es necesario reflexionar un poco.

Lo que Putin ha heredado
Sí, Putin ha jugado su mano con habilidad. Diplomáticamente, como dicen los británicos, el presidente ruso está “por encima de su peso”.
Se lleva bien con todos. Es bienvenido en Irán por el ayatolá, se reúne regularmente con Bibi Netanyahu, es un apreciado aliado del sirio Bashar Assad, y esta semana fue recibido por el rey de Arabia Saudita y los gobernantes reales de los Emiratos Árabes Unidos. Octubre del 2019 ha sido un mes triunfal.
Sin embargo, consideremos lo que Putin ha heredado y cuáles son sus capacidades para jugar a ser el agente del poder de Oriente Medio.
Tiene una sola base naval en el Mediterráneo, Tartus, en Siria, que data de los años 70, y una nueva base aérea, Khmeimimim, también en Siria.
Estados Unidos tiene siete aliados de la OTAN en el Mediterráneo: España, Francia, Italia, Croacia, Albania, Grecia y Turquía, y dos en el Mar Negro, Rumania y Bulgaria. Tenemos fuerzas y bases estadounidenses en Afganistán, Irak, Bahrein, Arabia Saudita, Qatar, Omán y Djibouti. Rusia no tiene tal panoplia de bases en Oriente Medio o en el Golfo Pérsico.
Tenemos la economía más grande del mundo. La economía de Rusia es más pequeña que la de Italia, y no es ni un décimo del tamaño de la nuestra.

En el regazo de Vladimir Putin
Y ahora que estamos fuera de la guerra civil de Siria y que los kurdos han cerrado el trato con Damasco, pensemos en lo que acabamos de arrojar al regazo de Vladimir Putin. Ahora es el hombre del medio entre Turquía y Siria.
Debe reunir a dictadores que se detestan unos a otros. Primero está el Presidente Erdogan, que exige una franja de 20 millas de profundidad de la frontera siria para impedir que los kurdos sirios se unan a los kurdos turcos del PKK. Erdogan quiere que el corredor se extienda 280 millas, desde Manbij, al este del Éufrates, a través de toda Siria, hasta Irak.
Luego está Bashar Assad, victorioso en su horrenda guerra civil de ocho años, que probablemente no cederá 5,000 millas cuadradas de territorio sirio a una ocupación permanente por tropas turcas.

Debería recibir el Premio Nobel
Reconciliar estas exigencias sirias y turcas aparentemente irreconciliables es ahora un problema de Putin. Si puede resolver esto, debería recibir el Premio Nobel. [Nota del Traductor: Irónicamente, como lo señala un artículo de Pepe Escobar, al parecer lo acaba de hacer.]
“Putin es el nuevo rey de Siria”, publicó un titular del The Wall Street Journal del jueves 17 de octubre. La Siria de la que Putin es ahora supuestamente el rey, contiene al Hezbolá, al-Qaeda, ISIS, iraníes, kurdos, turcos en su frontera norte e israelíes en sus Alturas del Golán. Quinientos mil sirios murieron en la guerra civil. La mitad de la población de antes de la guerra ha sido desarraigada, y millones de personas se encuentran en el exilio en Turquía, Líbano, Jordania y Europa.
Si Putin quiere ser el rey de esto, y está bien para Assad, ¿cómo puede eso poner en peligro a los Estados Unidos de América, a 6,000 millas de distancia?

Los alardes en el Congreso de EE.UU.
El miércoles, dos tercios de los republicanos de la Cámara de Representantes se unieron a los demócratas de Nancy Pelosi, para denunciar la decisión de Trump de retirar las tropas estadounidenses de Siria y disolver nuestra alianza con los kurdos. Y la rabia republicana por el repentino abandono de los kurdos es comprensible.
Pero, ¿cuánto tiempo cree el Partido Republicano que debemos mantener tropas en Siria y controlar el cuadrante noreste de ese país? Si el ejército sirio tratara de expulsarnos, ¿bajo qué autoridad haríamos la guerra contra un ejército sirio dentro de Siria?
Y si los turcos están decididos a asegurar su frontera, ¿deberíamos hacer la guerra a ese aliado de la OTAN para detenerlos? ¿Saldrían aviones estadounidenses de la base aérea turca de Incirlik para atacar a soldados turcos que luchan en Siria?
Si el Congreso cree que tenemos intereses en Siria tan vitales que deberíamos estar dispuestos a ir a la guerra por ellos —contra Siria, Turquía, Rusia o Irán— ¿por qué el Congreso no declara esos intereses y autoriza la guerra para asegurarlos?

Sin confianza para ir a la guerra
Nuestras élites de la política exterior han utilizado la decisión de Trump para golpearlo y mostrar sus credenciales Churchillianos. Pero esas mismas élites parecen carecer de la confianza necesaria para unir a la nación y votar a favor de una guerra, para defender lo que ellos sostienen que son intereses estadounidenses vitales y definir los valores estadounidenses.
Si Putin es rey de Siria, es porque estaba dispuesto a pagar el precio en sangre y en tesoros para mantener la posición de Rusia en el Mediterráneo y salvar a su aliado Bashar Assad, que se habría hundido sin él.
Quien se atreve a ganar. Ahora veamos si a Putin le gusta su premio.

Patrick Joseph Buchanan es un comentarista político paleoconservador, columnista, político y locutor estadounidense. Buchanan fue asistente y consultor especial de los presidentes de los Estados Unidos Richard Nixon, Gerald Ford y Ronald Reagan, y fue un anfitrión original en el programa Crossfire de CNN.

Fuente: https://buchanan.org/blog/is-putin-the-new-king-of-the-middle-east-137628
Traducción: A. Mondragón

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