Por Pepe Escobar
No es necesario leer el trabajo de Michel Foucault sobre biopolítica, para entender que el neoliberalismo —en profunda crisis desde al menos el 2008— es una técnica de control/gobierno en la que el capitalismo de vigilancia está profundamente arraigado.
Pero ahora, con el sistema mundial colapsando a una velocidad impresionante, el neoliberalismo no puede hacer frente a la siguiente etapa de la distopia, siempre presente en nuestra angustia hiperconectada: el desempleo masivo mundial.
Henry Kissinger, ungido de oráculo / guardián de la clase dominante, está previsiblemente asustado. Afirma que “mantener la confianza pública es crucial para la solidaridad social”. Está convencido de que el Hegemón debe “salvaguardar los principios del orden mundial liberal”. De lo contrario, “el fracaso podría incendiar el mundo”.
Eso es tan pintoresco. La confianza del público está muerta en todo el espectro. El “orden” del mundo liberal es ahora un caos social darwinista. Sólo espera a que el fuego arda.
Catastróficas consecuencias sociales
Los números son asombrosos. El Banco Asiático de Desarrollo (BAD) con sede en Japón, en su informe económico anual, puede no haber sido exactamente original. Pero sí señaló que el impacto de la “peor pandemia en un siglo” será de hasta 4.1 trillones de dólares, o el 4.8 por ciento del PIB mundial.
Esto es una subestimación, ya que “las interrupciones en el suministro, las remesas interrumpidas, las posibles crisis sociales y financieras, y los efectos a largo plazo en la atención sanitaria y la educación se excluyen del análisis”.
No podemos ni siquiera empezar a imaginar las catastróficas consecuencias sociales del accidente. Sub-sectores enteros de la economía global pueden no ser recompuestos en lo absoluto.
El desempleo mundial de millones
La Organización Internacional del Trabajo (OIT) pronostica el desempleo mundial en un conservador, adicional 24.7 millones de personas —especialmente en la aviación, el turismo y la hospitalidad.
La industria de la aviación mundial es un negocio enorme de 2.7 trillones de dólares. Eso es el 3.6 por ciento del PIB mundial. Emplea a 2.7 millones de personas. Cuando se añade el transporte aéreo y el turismo —todo desde hoteles y restaurantes hasta parques temáticos y museos— representa un mínimo de 65.5 millones de puestos de trabajo en todo el mundo.
Según la OIT, las pérdidas de ingresos de los trabajadores pueden oscilar entre 860,000 millones de dólares y la asombrosa cifra de 3.4 trillones de dólares. “Trabajadores pobres” será la nueva norma, especialmente en el Sur global.
25 millones de “trabajadores pobres” más
“Trabajadores pobres”, en la terminología de la OIT, significa personas empleadas que viven en hogares con un ingreso per cápita por debajo de la línea de pobreza de 2 dólares al día. Hasta 35 millones de personas más en todo el mundo se convertirán en trabajadores pobres en el 2020.
Pasando a las perspectivas viables del comercio mundial, es esclarecedor examinar que este informe sobre la forma en que la economía puede repuntar se centra en los notorios comerciantes hiperactivos de Yiwu, en China oriental, el centro comercial de pequeños productos básicos más activo del mundo.
Su experiencia indica una larga y difícil recuperación. Mientras el resto del mundo está en coma, Lu Ting, economista jefe de China en Nomura en Hong Kong, subraya que China se enfrenta a un descenso del 30 por ciento en la demanda externa al menos hasta el próximo otoño.
Una guerra híbrida acelerada
En la próxima etapa, la competencia estratégica entre los Estados Unidos y China no tendrá límites, ya que las narrativas emergentes del nuevo y multifacético papel mundial de China —en el comercio, la tecnología, el ciberespacio, el cambio climático— se establecerán, incluso con mayor alcance que las Nuevas Rutas de la Seda. Lo mismo ocurrirá con las políticas de salud pública mundial. Prepárese para una guerra híbrida acelerada entre la narrativa del “virus chino” y la Ruta de la Seda de la Salud.
El último informe del Instituto de Estudios Internacionales de China sería muy útil para que Occidente —siempre que la arrogancia lo permita— comprendiera cómo Beijing adoptó medidas clave que ponían en primer lugar la salud y la seguridad de la población en general.
Ahora, a medida que la economía china se recupera lentamente, hordas de gestores de fondos de toda Asia están haciendo un seguimiento de todo, desde los viajes en el metro hasta el consumo de fideos, para prever qué tipo de economía puede surgir después del encierro global.
¿Neoliberalismo al revés?
Por el contrario, en todo Occidente, la pesadumbre imperante provocó un editorial de valor incalculable en The Financial Times. Al igual que James Brown en la épica pop de los Blues Brothers en los años 80, la City of London parece haber visto la luz, o al menos dando la impresión de que realmente lo significa. El neoliberalismo a la inversa. Un nuevo contrato social. Mercados laborales “seguros”. Redistribución de la “riqueza”.
Los cínicos no se dejarán engañar. El estado criogénico de la economía mundial anuncia una Gran Depresión 2.0 y un tsunami de desempleo. La plebe eventualmente tomará las horcas y los AR-15 en masa —ahora eso es una clara posibilidad. Para evitarlo podrían empezar a tirar algunas migas de pan al banquete de los mendigos.
Eso puede aplicarse a las latitudes europeas. Pero la historia estadounidense es una clase por sí misma.
Los falsos mágicos poderes de la Fed
Durante décadas, se nos hizo creer que el sistema mundial establecido después de la Segunda Guerra Mundial proporcionó a los EE.UU. un poder estructural sin igual. Ahora, todo lo que queda es la fragilidad estructural, grotescas desigualdades, el impagable Himalaya de la deuda, y una crisis en marcha.
Ya nadie se deja engañar por los mágicos poderes de alivio cuantitativo de la Reserva Federal, o la ensalada de acrónimos —TALF, ESF, SPV— incorporada en la obsesión exclusiva de la Reserva Federal y el Tesoro de los EE.UU. con los grandes bancos, corporaciones y la Diosa del Mercado, en detrimento del estadounidense promedio.
Fue hace sólo unos meses que se desarrolló una seria discusión en torno al mercado de derivados de 2.5 cuatrillones de dólares y la implosión y colapsó de la economía mundial, basada en un alza descomunal del precio del petróleo, en caso de que se cerrara el Estrecho de Hormuz —por cualquier razón, en particular de una guerra de EE.UU. en Irán.
Ahora se trata de la Gran Depresión 2.0: Todo el sistema se derrumba como resultado del cierre de la economía mundial. Las preguntas son absolutamente legítimas: ¿es el cataclismo político y social de la crisis económica mundial una catástrofe mayor que la del propio Covid-19? ¿Y esto brindará una oportunidad para acabar con el neoliberalismo y dar paso a un sistema más equitativo, o algo aún peor?
BlackRock “transparente”
Wall Street, por supuesto, vive en un universo alternativo. En pocas palabras, Wall Street convirtió a la Reserva Federal en un fondo de cobertura. La Reserva Federal será dueña de al menos dos tercios de todos los Bonos del Tesoro de EE.UU. en el mercado, antes de finales de 2020.
El Tesoro de los EE.UU. comprará todos los valores y préstamos a la vista, mientras que la Reserva Federal será el banquero —financiando todo el esquema fraudulento.
Así que esencialmente esta es una fusión de la Fed y el Tesoro. Un monstruo que lanza diariamente billones de dólares —para Rescatar al 0.1%.
Y el ganador es BlackRock, el mayor administrador de dinero del planeta, con tentáculos por todas partes, manejando los activos de más de 170 fondos de pensiones, bancos, fundaciones, compañías de seguros, de hecho una gran cantidad de dinero en capital privado y fondos de cobertura. BlackRock —prometiendo ser completamente “transparente”— comprará estos valores y manejará esos dudosos SPVs en nombre del Tesoro.
El nuevo OS de la Fed y el Tesoro
BlackRock, fundado en 1988 por Larry Fink, puede que no sea tan grande como Vanguard, pero es el principal inversor en Goldman Sachs, junto con Vanguard y State Street, y con 6.5 trillones de dólares en activos, es más grande que Goldman Sachs, JP Morgan y Deutsche Bank juntos.
Ahora, BlackRock es el nuevo sistema operativo (OS) de la Fed y el Tesoro. El mayor banco en la sombra del mundo —y no, no es chino.
Comparado con este juego de altas apuestas, los mini escándalos como el del senador de Georgia Kelly Loffler son insignificantes. Loffler supuestamente se benefició de la información interna del Covid-19 por el CDC para hacer una matanza en el mercado de valores. Loffler está casada con Jeffrey Sprecher, que resulta ser el presidente de la Bolsa de Nueva York, instalado por Goldman Sachs.
Mientras los medios corporativos seguían esta historia como pollos sin cabeza, los planes post-Covid-19, en el lenguaje del Pentágono, “avanzan” con sigilo.
Las migajas para el 90%
¿El precio? Un mísero cheque de 1,200 dólares por persona (del 90%) por un mes. Cualquiera sabe que, basado en el ingreso salarial medio, una familia típica americana necesitaría 12,000 dólares para sobrevivir durante dos meses. El Secretario del Tesoro Steven Mnuchin, en un acto de suprema insolencia, les permite un mero 10 por ciento de eso. Así que los contribuyentes estadounidenses se quedarán con un tsunami de deudas mientras que algunos jugadores de Wall Street se llevan todo el botín, parte de una transferencia de riqueza sin precedentes hacia arriba, con quiebras en masa de pequeñas y medianas empresas.
La carta de Fink a sus accionistas casi delata el juego: “Creo que estamos al borde de una remodelación fundamental de las finanzas”.
Y justo en el momento oportuno, predijo que, “en un futuro próximo —y antes de lo que la mayoría anticipa— habrá una significativa reasignación de capital”.
Se refería, entonces, al cambio climático. Ahora eso se refiere al Covid-19.
¿Implantar nuestro nanochip, o algo más?
El juego que le espera a las élites, aprovechando la crisis, podría contener estos cuatro elementos: Un sistema de crédito social, Una vacunación obligatoria, Una moneda digital y Un ingreso básico universal (UBI). Esto es lo que solía llamarse, según el libro de jugadas de la CIA, probado durante décadas, una “teoría de la conspiración”. Bueno, podría suceder de verdad.
Un sistema de crédito social es algo que China ya estableció en el 2014. Antes de finales del 2020, a cada ciudadano chino se le asignará su propio puntaje de crédito, un “perfil dinámico” de facto, elaborado con un amplio uso de la IA y la Internet de las cosas (IO), incluyendo la omnipresente tecnología de reconocimiento facial. Esto implica, por supuesto, vigilancia 24/7, completada con aves robóticas errantes al estilo Blade Runner.
Occidente siguiendo la hoja de ruta
Los EE.UU., el Reino Unido, Francia, Alemania, Canadá, Rusia y la India pueden no estar muy lejos. Alemania, por ejemplo, está ajustando su sistema universal de calificación de crédito, SCHUFA. Francia tiene una aplicación de identificación muy similar al modelo chino, verificada por reconocimiento facial.
La vacunación obligatoria es el sueño de Bill Gates, trabajando en conjunto con la OMS, el Foro Económico Mundial (FEM) y la Industria Farmaceútica (Big Pharma). Quiere que se impongan “miles de millones de dosis” en el Sur global. Y podría ser una tapadera para que todo el mundo se haga un implante digital.
Aquí está, en sus propias palabras. En el minuto 34:15: “Eventualmente lo que tendremos que tener son certificados de quién es una persona recuperada, quién es una persona vacunada… Porque no quieres que la gente se mueva alrededor del mundo donde hay algunos países que, tristemente, no lo tendrán bajo control. No se puede bloquear completamente la posibilidad de que la gente vaya, vuelva y se mueva”.
La prueba de inmunidad digital
Luego viene la última frase que fue borrada del video oficial de TED. Esto fue notado por Rosemary Frei, quien tiene una maestría en biología molecular y es una periodista de investigación independiente en Canadá. Gates dice: “Así que eventualmente habrá esta prueba de inmunidad digital que ayudará a facilitar la reapertura global”.
Esta “prueba de inmunidad digital” es crucial para tener en cuenta, algo que podría ser mal utilizado por el Estado para fines nefastos.
Los tres principales candidatos para producir una vacuna contra el coronavirus son la empresa biotecnológica americana Moderna, así como los alemanes CureVac y BioNTech.
El dinero digital podría entonces convertirse en un descendiente de las monedas virtuales. No sólo los EE.UU., sino también China y Rusia están interesados en una cripto-moneda nacional. Una moneda global —controlada, por supuesto, por los bancos centrales— podría ser adoptada pronto en forma de una cesta de monedas, y circularía virtualmente. Un sinfín de permutaciones del cóctel tóxico del IoT (Internet de Cosas), la tecnología de las monedas virtuales y el sistema de crédito social podrían estar a la vista.
Contra los levantamientos sociales
España ya ha anunciado que está introduciendo la UBI, y quiere que sea permanente. Es una forma de seguro para la élite contra los levantamientos sociales, especialmente si millones de empleos nunca regresan.
Así que la hipótesis de trabajo clave es que el Covid-19 podría ser usado como un arma encubierta para los sospechosos habituales e implantar un nuevo sistema financiero digital y una vacuna obligatoria con un nanochip de “identidad digital”, con la disidencia no tolerada —lo que Slavoj Zizek llama el “sueño erótico” de todo gobierno totalitario.
Sin embargo, debajo de todo esto, en medio de tanta ansiedad, una rabia reprimida parece estar cobrando fuerza, para finalmente explotar de manera imprevisible. Por mucho que el sistema pueda estar cambiando a una velocidad vertiginosa, no hay garantía de que ni siquiera el 0.1% esté a salvo.
Pepe Escobar es un analista geopolítico independiente, escritor y periodista. Escribe para The Roving Eye, Asia Times Online, y trabaja como analista para RT, Sputnik News y Press TV. Anteriormente trabajó para Al Jazeera.
Texto original: https://consortiumnews.com/2020/04/08/pepe-escobar-who-profits-from-the-pandemic/
Traducción: A. Mondragón
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