Un siglo después: Diplomacia china convierte a EE.UU. en un paria

Como lo anticiparon los autores de este portal hace cinco años, previendo la llegada de un Nuevo Sistema Mundo Euroasiáticos en las décadas por venir, se advirtió que el “guerrero sabio” no buscaría la confrontación directa contra el súper matón imperial. Por el contrario —aplicando la sapiencia de una civilización milenaria que ha visto el auge y la caída de múltiples imperios y teniendo como base la construcción de su propio capitalismo histórico cuántico basado, en la IV o V Revolución Industrial, dependiendo de cómo se quiera verlo— China buscaría la alianza y la reconciliación de todos aquellos países que fueron sometidos por el Imperio de Washington en los últimos 70 años, y enfrentarlo en el momento debido. Y así ha sido, incluso con aquellos que alguna vez fueron los vasallos favoritos del imperio como Arabia Saudita que respaldó la invención del petrodólar y ahora lo desecha. Para llegar a este punto de inflexión, China no solo perfeccionó por múltiples veces lo mejor del capitalismo occidental, evitando además su sometimiento al mismo, también ofrece a sus nuevos aliados un nuevo futuro basado en la Nueva Revolución industrial y la independencia del “Orden internacional basado en las reglas” de Estados Unidos. Mientras —en el decadente Sistema Mundo Occidental— el establishment, atrapado en el imperialismo del complejo de la industria militar —como lo advirtió Leroy Fletcher Poutry en 1972, en The Secret Team— destrozaba el capitalismo estadounidense. El resultado: ahora Estados Unidos está aprendiendo por las malas que si tratas a todos los demás como parias, eventualmente serás tratado de la misma forma.

Por Christopher McCallion
Las maniobras diplomáticas de China en las últimas semanas han producido todo tipo de alarmas en el establishment de la política exterior de Washington y los medios de comunicación, quienes afirman que la influencia de Estados Unidos está siendo suplantada a favor de un “nuevo —y hostil— orden mundial”.
El hecho de no ver los acontecimientos actuales en términos de un equilibrio de poder, contribuye en gran medida a explicar, en primer lugar, cómo se ha producido esta situación.
El presidente chino, Xi Jinping, visitó Moscú para afirmar la “asociación sin límites” entre China y Rusia, la misma semana en que la Corte Penal Internacional (CPI) emitió una orden de arresto contra el presidente ruso, Vladimir Putin, por crímenes de guerra.
A principios de mes, China negoció con éxito un acuerdo entre Arabia Saudita e Irán, para restablecer las relaciones diplomáticas entre los rivales del Golfo. A fines de febrero, Beijing publicó un plan de paz de 12 puntos para finalizar la guerra en Ucrania, al que Kiev mostró tanto escepticismo como apertura.

El cambio un siglo después
Xi concluyó su viaje a Moscú diciéndole al presidente ruso Vladimir Putin: “Ahora hay cambios que no han sucedido en 100 años. Cuando estamos juntos, impulsamos estos cambios”.
[Nota del Editor: Los “cambios que no han sucedido en 100 años” no es un Nuevo Orden Mundial, como lo han interpretado en Occidente, es en realidad un Nuevo Paradigma y aquí lo explicamos. La sustancia del mensaje de Xi es profundamente histórica. Abarca —como se ha expuesto en varios artículos de este portal de NSME— un siglo de guerras mundiales por la conquista del Heartland y en consecuencia de Eurasia. En este contexto, la aseveración de Xi Jinping es, desde nuestra perspectiva, lo que nosotros escribimos hace un año en El Nuevos Sistema Mundo comenzó a Girar, donde afirmamos que la Guerra en Ucrania no era solamente una invasión para detener las agresiones imperiales de Washington contra Rusia —a la que tiene rodeada con decenas de bases militares— sino una gran jugada geopolítica y militar de dimensiones tectónicas. Porque era —por primera vez en más de un siglo— el ataque del Heartland a la Periferia y no a la inversa, como lo propuso ¡en 1908! John Halford Mackinder a las potencias occidentales de aquel entonces. Mackinder señaló que el nuevo Imperio a emerger a principios del Siglo XX debería conquistar el Heartland —el vasto territorio de Rusia— y eventualmente gobernar la Isla-Mundo. Esto comenzó con la I Guerra Mundial y la Revolución Rusa (financiada parcialmente por Wall Street), pasando por la II Guerra Mundial y luego la devastación de Rusia en los 1990’s, tras la desaparición de la URSS. Pero todo esto cambió tras los renacimientos de China —como una civilización-estado, al encumbrarse como una superpotencia tras su espectacular desarrollo capitalista, industrial, militar, científico y tecnológico en poco más de cuatro décadas— y de Rusia —que se reinventó económicamente y militarmente desde el 2000 con la llegada de Putin al poder— que planeó (junto con China) la invasión a Ucrania no como un acto imperialista, como lo han tildado en Occidente, sino como una jugada magistralmente calculada —a sabiendas de que la reacción habitual de EE.UU., de imponer su voluntad con el garrote de la fuerza financiera y militar, resultaría en un fatal boomerang para Occidente. Es decir que el sueño de Mackinder, 100 años después, se ha convertido en una pesadilla impulsada por China y Rusia. Ambos le dieron un giro de 180 grados a la propuesta de Mackinder y han “impulsado estos cambios” en la construcción de un Nuevo Sistema Mundo Euroasiático —dónde, sino reacciona a tiempo, hará que el Imperio de Washington quede reducido a “una doceava parte” de la tierra.]

Las rivalidades han cambiado
Los comentaristas estadounidenses respondieron que China está “emergiendo […] como el líder de un bloque euroasiático”, que “[a]lianzas y rivalidades que han gobernado la diplomacia durante generaciones han […] cambiado”, y que un “un orden mundial antiestadounidense [está] tomando forma”.
La pregunta parece limitarse a “si esta confrontación se exacerbará, empujando a tres potencias nucleares al borde de la Tercera Guerra Mundial, o simplemente marcará los primeros acordes de una Guerra Fría 2.0. [Énfasis mío]”
Pocos parecen interesados ​​en preguntarse si tanto la Tercera Guerra Mundial como la Guerra Fría 2.0 pueden evitarse, o por qué China ha encontrado una audiencia tan receptiva para sus propuestas diplomáticas.

Élite corrupta e ineficaz
Una notable excepción es la admirable columna reciente de Fareed Zakaria, que afirma sin rodeos que “el estatus unipolar de Estados Unidos ha corrompido a la élite de la política exterior del país. Nuestra política exterior es, con demasiada frecuencia, un ejercicio de demandas y amenazas y condenas. Se hace muy poco esfuerzo por comprender los puntos de vista de la otra parte o por negociar”.
Dado el marco del régimen de Biden de la política internacional como una lucha de “democracia contra autocracia” y el rechazo de Estados Unidos de una diplomacia significativa con los que no son aliados, no sorprende que Washington se encuentre excluido de las relaciones entre Beijing, Moscú, Teherán y Riyadh.
Beijing declaró recientemente, en términos inusualmente fuertes, que EE.UU. buscaba “contener” a China, una evaluación que parece precisa a la luz de los compromisos estadounidenses cada vez más inequívocos con Taiwán y la imposición occidental de restricciones a la exportación de tecnología a China.

Un golpe fatal al petrodólar
Los intentos de Washington de aislar y obstaculizar la economía rusa han hecho que sea inevitable que Moscú mire hacia el este para sus exportaciones de energía, y aumenta la posibilidad de que una zona comercial dominada por el renminbi erosione el papel global del dólar.
La declaración del secretario de Estado Antony Blinken, de que los líderes europeos deberían entregar a Putin a la CPI, un organismo cuya autoridad Estados Unidos ni siquiera reconoce, no solo hace que Estados Unidos parezca hipócrita al afirmar que protege el “orden internacional basado en normas”, sino que equivale a una declaración de que el cambio de régimen en Moscú es ahora la política oficial de EE.UU.
Esto amenaza con hacer que el conflicto ucraniano sea más intratable y aumente la probabilidad de una escalada peligrosa. Al emitir una orden de arresto contra Putin, la CPI simplemente se ha asegurado de que Moscú ya no pueda participar en una diplomacia normal con Occidente, incluida una eventual solución a la guerra de Ucrania. Esto casi garantiza que si surge un intermediario para negociar el fin de la guerra, no será de Occidente ni reflejará sus preferencias.

Influencia cada vez menor
Mientras continuaba con la línea agresiva del régimen de Trump hacia Irán y no lograba resucitar el acuerdo nuclear JCPOA, el régimen de Biden prometió simultáneamente convertir a Arabia Saudita, el archienemigo de Teherán, en un “paria”.
A pesar de décadas de elegir favoritos en la región, Estados Unidos tiene una influencia cada vez menor en Riad o Jerusalén. El ruido de sables de EE.UU. sigue siendo la principal motivación para que Irán desarrolle armas nucleares, un resultado que EE.UU., afirma, quiere evitar. Y Arabia Saudita y Siria parecen estar al borde de un acercamiento, esta vez mediado por Moscú.
La mediación de China en un acuerdo en Medio Oriente y su creciente participación en la región no son algo malo para EE.UU. Como ha escrito recientemente mi colega Ben Friedman, hay poco que temer de que China llene el “vacío” dejado por nuestra retirada de la región.
De hecho, un realpolitiker cínico solo podría esperar que Beijing fuera lo suficientemente tonto como para seguir nuestros pasos —de construir un Imperialismo Militar.

Convirtiéndose en un “paria”
El cuadro de mando de la diplomacia estadounidense en las últimas décadas no es agradable. Estados Unidos, que durante mucho tiempo ha buscado evitar el surgimiento de una potencia hegemónica en la masa continental de Eurasia –por la misma razón ha tratado de conquistarla—, ha unido a las otras dos grandes potencias en una entente unida principalmente por la oposición a Estados Unidos —Nota del Editor: la estrategia del guerrero sabio, como dijimos hace 5 años.
A pesar de un aproximado equilibrio de poder en Oriente Medio que debería maximizar la influencia bilateral de Estados Unidos frente a todas las partes, Estados Unidos ha encontrado de algún modo una forma de alejar a los dos principales actores del Golfo.
Todo esto es para decir: ¿quién está aislando a quién? A medida que el establishment de la política exterior se retuerce ante la formación de alianzas hostiles y su exclusión del circuito diplomático, podría valer la pena considerar que si tratas a todos los demás como un “paria”, eventualmente te conviertes en un paria.

Christopher McCallion es miembro de Defense Priorities.
Fuente: https://asiatimes.com/2023/03/chinas-diplomatic-wins-rise-from-americas-losses/

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