Occidente cede la posta a la Gran Eurasia. The Economist lo simbolizó en su portada navideña de 2017, hoy es una imagen captada en el mundo real. China y Rusia iniciaron cambio de matriz energética hacia el gas. También edifican la arquitectura el Nuevo Sistema Mundo con la tecnología cuántica y la Inteligencia Artificial. Los voceros del poder industrial militar del Régimen de Washington, Henry Kissinger y David P. Goldman, entre otros, lamentan la derrota.
Por Alexandr Mondragón
«Lo vieron sentado en la poltrona presidencial, cabeceando con su pajarito azul en la mano, cuando el zumbido de las chicharras de Langley quebraron la densa penumbra de su sueño, “Soy mejor que Lincoln”, y oyó ¡Excelencia! Ya no podemos ver ni oír nada. Sobresaltado y murmurando dijo que no, aprendiz, que no me había dormido, sólo había cerrado los ojos, decía, musitando sus devaneos, sin darse cuenta que le había quitado el espejo de las ilusiones de la mano para que no se le cayera con la noticia que hoy le traigo, la más espantosa del universo, señor, un prodigio del cielo que nos ha oscurecido la noche a las once cero seis, para que su merced lo vea, es el cometa cuántico, señor, que no está sometido a las normas del tiempo humano sino a los designios del mago oriental, desdeñado por los augurios arrogantes de sus aduladores que, ebrios por el vino de su soberbia, nunca esperaron esta noche apocalíptica de diciembre, en la que al otro lado del mundo se prepararon las músicas de gozo, las campanas de júbilo, los cohetes de fiesta que por primera vez en tres siglos no estallaban para exaltar la nueva gloria, mientras nos quedamos a oscuras, mi señor, espantado en medio de su imperio desolado al descubrir que sus gorgoritajos azules se perdían en el estruendo del ocaso, mientras arrastraba sus grandes sueños por toda la casa blanca, sin darse cuenta que su historia inventada solo podía fingirse ahora con un Érase una vez América».
Hace dos años, el 8 de diciembre del 2017, tuvimos la audacia de anunciar que China no solo había demarcado una Muralla Invisible, sino también que “en algún momento del presente siglo, un Nuevo Sistema Mundo (NSM) estaría al mando de los Nuevos Mandarines”, en reemplazo del Viejo Sistema Mundo Occidental. Hoy podemos decir que ese momento acaba de llegar.
Lo que previmos no fue una declaración fortuita o díscola, nos basamos en los trabajos de un grupo de eruditos cuyas obras abarcaron un lapso de más de un siglo. Desde Halford Mackinder, quien dijo que quien controlara Eurasia dominaría el mundo, hasta Nikolai Kondratiev e Immanuel Wallerstein, recientemente fallecido.
Y como otros lo habían escrito en sendas obras, como Chalmers Johnson en su libro “Los Dolores del Imperio: Militarismo, secretismo y el fin de la República, la previsión también era evidente ante el declive del Imperio Unipolar de los últimos setenta años: El Régimen de Washington, D.C., encubierto bajo el nombre de Estados Unidos, manejado por poderosos grupos económicos de Europa y los primeros milmillonarios norteamericanos del siglo pasado.
Nuestro análisis nos llevó a la afirmación de que China, en una poderosa alianza con Rusia —que Occidente trato de evitar infructuosamente desde el fin de la II Guerra Mundial— estaban cimentando las base de su propio Sistema Mundo —un concepto que ellos ya habían puesto en práctica en sus propias civilizaciones, a través de una Economía-Mundo o Imperio-Mundo, como lo ha detallado Fernand Braudel en su magistral obra “Civilización material, economía y capitalismo”.
La gran novedad histórica que subrayamos es que este NSM sería a escala global y de carácter Euroasiático. Ese fue el horizonte de nuestra visión, antes de llegar este amanecer. También estaba claro que no éramos los únicos, otros también anunciaron esa silente aurora.
La portada de la revista The Economist, publicada el 23 de diciembre del 2017, y la foto de Henry Kissinger y el presidente chino Xi Jingping, tomada el pasado 22 de noviembre del 2019, en Beijing.
La enigmática portada de The Economist
El 23 de diciembre del mismo año, dos semanas después de nuestro primer artículo, la revista The Economist —el principal vocero de la Gran Cábala Occidental o la banca esclavista de los Rotschild, como lo describe Alfredo Jalife-Rahme— publicó en su portada una ilustración bastante enigmática que aquí reproducimos. Allí se ve un árbol otoñal, como el preanuncio del invierno. Pero si se observa con más detalle, los bordes de la rama (hacia la Derecha del árbol, aunque se vea a la inversa desde la perspectiva del espectador) se puede apreciar el perfil de un personaje histórico: Adam Smith, el presunto padre fundador del Capitalismo Occidental, mirando de reojo hacia el lado opuesto. ¿Qué es lo que ve? Mira a un tigre asiático, fuerte y vigoroso, enfilándose hacia la Izquierda (a la inversa desde la mirada del espectador).
¿Qué reflejaba este enigma? Que el Capitalismo Occidental, tal y cual lo hemos conocido en los últimos 500 años, está camino al Invierno Kondratiev —al estilo del Otoño del Patriarca, entre las neblinas de un mágico realismo hollywoodense—, mientras el tigre asiático camina hacia una Primavera Kondratiev —o lo que nosotros anunciamos, el nacimiento de un Nuevo Sistema Mundo Euroasiático (NSME).
De la ilustración a la realidad
Dos años después, ironías de la historia, la ilustración de The Economist se transformó en una fotografía real. Es la que ilustra el inicio de este artículo y que fue tomada el pasado viernes 22 de noviembre en Beijing, donde se ve al ex Secretario de Estado de Estados Unidos Henry Kissinger —el viejo sistema— y al presidente chino Xi Jinping —el nuevo sistema— en un foro económico. Y hay más, al medio y ligeramente detrás de ambos, el representante de una generación que, plausiblemente, asumirá el destino del Nuevo Paradigma.
Kissinger, una de las figuras más simbólicas del antiguo Sistema Mundo Occidental (SMO), refleja por sí mismo la decadencia otoñal de lo que él representó. Mientras que a su lado vemos al nuevo Mandarín, totalmente vigoroso, rumbo a emprender el Nuevo Paradigma de la historia en los albores del Siglo XXI. Y la historia detrás de esta foto, también es muy significativa porque fue captada una semana después que el propio Kissinger hizo comentarios reveladores sobre la decadente situación del régimen del Washington y el SMO.
“Aquellos países que solían ser excepcionales y únicos —una referencia tácita a Estados Unidos— tienen que acostumbrarse al hecho de que tienen un rival”, dijo Kissinger, en evidente referencia a China, durante un discurso en Nueva York el 14 de noviembre. Y China tampoco está sola porque tiene a un súper aliado, la Rusia resucitada de la Unión Soviética, cuya desaparición en 1989 fue instigada por el Imperio de Washington. Incluso esa caída fue celebrada como el Fin de la Historia.
Ahora, el nonagenario Kissinger anuncia el Fin de Otra Historia… o el principio de una nueva: Érase una vez América —cuya siniestra esencia fue captada magistralmente por el compositor francés Edgar Varese en su obra musical Ameriques.
Y vale también recordar lo que presidente francés Emmanuel Macron dijo en la última Cumbre el G-7, al recordar que el orden internacional surgido de la Segunda Guerra Mundial “se ha alterado de forma sin precedentes”, con la aparición de nuevas potencias y advirtió de que “estamos viviendo el fin de la hegemonía occidental en el mundo”. Una declaración que no es poca cosa ya que, por su formación económica y la forma en que llegó al poder, opera como virtual vocero de la poderosa casa de los Rothschild, que son, parafraseando a Borges, una de las manos detrás de las manos de Dios.
Pero esta historia tal vez pudo ser diferente sí Occidente —como bien lo saben los orientales— hubiera aprendido a escuchar a los sabios y a sus profetas, a quienes silenciaron con violencia o desterraron sin pudor.
O tal vez los chinos ya sabían que Occidente se iba auntoaniquilar porque, como lo escribió un discípulo de Lao Tsé: “Un gobernante que puede arruinar un país será un líder ambiciosos en su expansión, pero indiferente a su deber de promover la benevolencia. Se preocupará por ocupar un puesto de gran autoridad, pero no se preocupará demasiado por la promoción de las virtudes. De hecho, al hacerlo, ha renunciado a todas las condiciones que pueden asegurar la supervivencia de su país. Y así, inevitablemente, conducirá al país a un camino de destrucción”.
Una verdad en dos tiempos
Hace 46 años Leroy Fletcher Prouty, quien fuera un coronel de la Fuerza Aérea de EE.UU., publicó en 1973 el libro El Equipo Secreto (The Secret Team), donde reveló con minuciosos detalles la existencia de una Gran Cábala encubierta entre los sectores de la comunidad de inteligencia, el ejército, la industria militar y financiera estadounidense y europea, que utilizaban su poder —riqueza, influencia y recursos colectivos— para manipular los acontecimientos mundiales y maximizar su fortuna particular, por encima del interés nacional, o del 99%, así como de eliminar cualquier oposición, ya sea mediante la propaganda dirigida o los asesinatos —como el del presidente JFK.
La advertencia de Poutry, de hecho, fue la prueba escrita de lo que trece años antes había advertido el presidente Ike Eisenhower, en su discurso de despedida en 1960, cuando afirmó —tras ocho años como presidente y expuesto al sistema de defensa estadounidense— que un enorme poder de influencia estaba en las manos un grupo no electo, y advirtió a su pueblo que la existencia de esa cábala amenazaba la esencia de la democracia estadounidense para convertirla en una Oligarquía del 1%.
Un SOS cuando el Titanic se hunde
Cuando Roma arde, 46 años después, la misma advertencia volvió a ser expuesta por David P. Goldman —también conocido por el seudónimo de Spengler— de quien se dice que sus columnas “proporcionan una información más perspicaz que la CIA, el MI6 y el Mossad juntos”. Él volvió a expresar la misma advertencia, en una extensa entrevista publicada aquí, donde, entre otras cosas, reveló que los servicios de inteligencia de su país habían perdido la capacidad de “escuchar a escondidas”, es decir que —estrellados ante la muralla de las comunicaciones cuánticas del 5G de China— son incapaces de espiar a sus dos mayores rivales e, incluso, no detectar los ataques, como el que sucedió recientemente en Arabia Saudita.
¿Cuándo le preguntaron sí Estados Unidos ha perdido? ¿O puede ponerse al día ante las ventajas tecnológicas de China y Rusia? Él dijo —como tratando de sostener el orgullo norteamericano: “Por supuesto que podemos”. Sin embargo, admitió la derrota cuando afirmó: “Pero es muy difícil decir exactamente cómo sucederá”.
Será muy improbable que suceda en el contexto qué el propio Goldman admitió al decir que, a diferencia de Occidente, los “chinos han tenido 3,000 años para que el gobierno y el pueblo se formen mutuamente”. Una unidad que difícilmente se plasmó en EE.UU., a pesar de las advertencias de Eisenhower y Poutry. Décadas después Estados Unidos, bajo el régimen de Washington, ya es una Oligarquía del 1%, con un pueblo, el 99%, en camino a la desintegración.
El cruel destino de un profeta
Es así como una misma verdad fue mencionada en dos tiempos. Primero con Poutry, cuando el régimen del Equipo Secreto estaba en el pináculo de su gloria a escala global. La segunda a través de Spengler, cuando el colapso del Imperio es solo cuestión de tiempo.
¿Qué recibió Poutry, un verdadero patriota, a cambio de esa advertencia? La desaparición de la primera edición de su libro, a manos de la CIA en 1973. También se convirtió en un profeta predicando desde el desierto del ostracismo.
¿Cuál es la regalía que Goldman ha recibido a cambio de un SOS apocalíptico? Seguir siendo uno de los voceros de la Gran Cábala, en busca de extraer trillones de dólares adicionales a través de las cuantiosas emisiones de la Reserva Federal para alimentar la industria militar y Wall Street.
Ese dinero creado de la nada se transformará en bienes tangibles y materiales —con los que ya están construyendo su propio Arca de Noé, hasta que llegue el Gran Diluvio de un nuevo crack financiero y otra gran recesión—. Esa será la fase terminal del SMO tal y como lo conocemos hoy.
El Poutry Ruso eliminado por Stalin
Hay más ironías de la historia. Nikolai Dmitriyevich Kondratiev, un economista ruso y partidario de la Nueva Política Económica (NEP) en los inicios de la Revolución Rusa de 1917, propuso en 1922 la teoría de que las economías capitalistas occidentales tienen ciclos de auge a largo plazo (de 50 a 60 años) seguidos de largos periodos de depresión, que son más conocidos como las “Ondas Kondratiev”. Sus ideas trataron de llevar la economía de su país hacia un desarrollo capitalista, pero tuvo peor destino que el coronel Poutry.
Las Ondas Kondratiev de Estados Unidos.
Como un miembro del Comisariado Popular de Agricultura y defensor de la Nueva Política Económica Soviética (NPE), apoyada por Vladimir Lenin, Kondratiev influyó con sus escritos sobre agricultura y metodología de planificación. Influenciado por sus viajes al extranjero, abogó por una estrategia de industrialización dirigida por el mercado que hacía hincapié en la exportación de productos agrícolas para pagar por la industrialización. Sin embargo, después de la muerte de Lenin en 1924, Joseph Stalin, que estaba a favor del control total del gobierno sobre la economía tomó el control del Partido Comunista —como la Gran Cábala que capturó el poder en los EE.UU. después de la II Guerra Mundial—, la influencia de Kondratiev disminuyó rápidamente. En 1938, durante la Gran Purga de Stalin y después de haber estado en prisión por ocho años, fue condenado nuevamente a diez años sin derecho a mantener correspondencia con el mundo exterior. Sin embargo, Kondratiev fue fusilado ese mismo año, cuando tenía 46 años.
Cruel destino de un hombre que sentó las bases teóricas para que dos grandes civilizaciones, China y Rusia, supieran esperar —como lo remarcamos hace dos años— el último Invierno Kondratiev de Occidente, e iniciaron su propia Gran Primavera Kondratiev, edificando lo que ahora todos llaman el Nuevo Paradigma: el Sistema Mundo Euroasiático. Tal vez ahora Kondratiev sea un héroe de la Madre Rusia.
El Mapa de “Power of Siberia”.
¿Y cuándo llegará su fin del SMO?
Tal vez muy pronto, como lo anunció Vladimir Putin, el presidente ruso. Y ¿cómo? Básicamente en la conquista de dos frentes vitales: La independencia Económica y el Control de la Tecnología Suprema.
En el primer punto hay una inmutable regla económica para sentar las bases de una superpotencia: La independencia energética e industrial. Y no sólo eso, ambas sirven para afirmar las bases financieras de la nueva fuente energética que moverá el mundo en las próximas décadas. Y esto acaba de ocurrir.
El día de la Gran Independencia Energética de la Gran Eurasia tuvo lugar el pasado 2 de diciembre, con la inauguración del gasoducto “Power of Siberia”, que proporcionará a China gas natural ruso, que ascenderá a 5 mil millones de metros cúbicos en 2020 y se incrementará a 38 mil millones de metros cúbicos anualmente a partir de 2024, con base en un contrato a 30 años, firmado en mayo de 2014 entre la Corporación Nacional de Petróleo de China y el gigante ruso Gazprom.
¿Cuál es la dimensión futurista de este gasoducto? He aquí una respuesta concisa y precisa:
“La línea oriental del gasoducto es un proyecto histórico de la cooperación en energía entre China y Rusia y un paradigma de profunda convergencia de los intereses de ambos países y de la cooperación de ganar-ganar”, dijo Xi Jinping a Vladimir Putin, en una videollamada desde Pekín, a través de la cual los dos jefes de Estado presenciaron la ceremonia inaugural del canal.
El fin de la tiranía del Petrodólar
Y la cuestión energética es tan solo un aspecto clave del Nuevo Paradigma. El gasoducto “Power of Siberia” servirá para que China y Rusia —con energía limpia— se desconecten aún más de la tiranía del Petrodólar. Además, modificarán la matriz energética y trasladarán el Sistema Mundo Financiero, de Occidente a la Gran Eurasia. Es decir, la inversión del Mapa Mundi del Sistema Mundo, donde la periferia del pasado se convertirá en el Core del Nuevo Paradigma.
Como sabemos, la dominación del SMO en manos de la Gran Cábala del régimen de Washington, D.C., se cimentó no solo porque EE.UU. fue la única potencia que sobrevivió intacta a la destrucción de la II Guerra Mundial e impuso las reglas de su dominio, sino también en la creación del Petrodólar a mediados de los 1970’s —justo cuando su poder económico se veía confrontado tras el renacimiento económico de Europa y Japón— al imponer el comercio global del oro negro —la energía vital para mover al mundo.
Así, el régimen de Washington, con el poder absoluto de crear dinero de la nada e imponer su voluntad a través de la poderosa maquinaria industrial militar, creando una serie de conflictos sin cesar —el Orwelliano: La Guerra es la Paz— desde las confrontaciones de Corea y Vietnam, hasta las impuestas a sangre fuego en siete naciones de Oriente Medio en el presente siglo, por no mencionar las más de 800 bases militares alrededor del mundo. Sin embargo, este poder está a punto de llegar a su fin por una razón muy simple: EE.UU. jamás llevó progreso y desarrollo humano en las tierras que arrasó, o en las colonias dolarizadas donde impuso su voraz neoliberalismo financiero.
El régimen imperial de Washington tuvo la oportunidad de llevar una nueva visión para la humanidad —tal vez la Pax Americana de JFK fue un pequeño signo de ese intento, o el misterioso Reporte de la Montaña de Hierro— pero su cultura voraz —que jamás llegó a asomarse siquiera como un atisbo de civilización— terminó por convertirlo en un depredador, incluso de su propia población. Es lo que había escrito sabiamente el discípulo de Lao Tsé, citado anteriormente: “Y así, inevitablemente, conducirá al país a un camino de destrucción”.
¿Cómo lo sabían los chinos?: “Un pequeño saber no puede equipararse a uno grande. Ni una corta vida a una larga existencia. ¿Cómo se sabe que esto es así? El hongo que sólo vive una mañana desconoce el ciclo de la luna. La cigarra de verano nada sabe de primaveras ni de otoños. Así son las pequeñas existencias”, dijo Chuang Tsé. Ahora la cigarra occidental conocerá el otoño patriarcal.
Autonomía energética y económica
“Power of Siberia” es apena una gran cañería de una red de gasoductos que están en avanzada y por concluir en los próximos años. Los trazos van desde la península arábica hasta el Mediterráneo y desde ahí apuntarán hacia Europa. Ingentes reservas de gas garantizarán los grandes desarrollos arquitectónicos y viales en la denominada Nueva Ruta de la Seda. (Ver aquí y aquí.)
China y Rusia ya gozan de una autonomía energética y económica en virtud al poliducto que transporta gas y condensados desde Siberia hacia el norte del gigante asiático. Ambos además comparten un sistema financiero con apoyo en el patrón oro, una economía con respaldo real.
Como una nota sarcástica: La realidad de los gasoductos es una respuesta real y contundente al proyecto occidental del New Green Deal, que tiene que utilizar a una niña sueca para vender un proyecto del viejo SMO, que el NSME ya lo ha hecho una realidad. Esta es la magnitud del Nuevo Paradigma.
El Nuevo Sistema Mundo Euroasiático
Lo escrito hasta aquí, entonces, es el contexto histórico en que China y Rusia emprendieron en la década pasada una serie de alianzas para el desarrollo económico que se visibilizaron a través del BRICS y las Nuevas Rutas de la Seda. Estos emprendimientos fueron posibles a una tácita alianza forjada desde los pactos de no agresión mutua a mediados de los 1990’s, hasta la superalianza energética del gasoducto “Power of Siberia”. También a una estrecha colaboración militar –con ingredientes de alta tecnología– para imponerse a la industria militar del Régimen de Washington.
En este nuevo escenario surge la expectativa de un cambio en los habitantes de aquellas regiones del mundo donde el águila rapaz solo ha causado muerte, destrucción, sometimiento económico y hasta hambruna.
Así, la humanidad en su conjunto será incorporada en el corto plazo al tráfago un Nuevo Sistema Mundo Euroasiático a través de dos vías: una material, las Nuevas Rutas de Seda; y otra virtual, la autopista cuántica. Esa nueva ruta será también la estructura que condicionará las nuevas formas de interacción entre seres humanos y máquinas, y la interconexión entre máquinas.
China y Rusia —diseñadores y desarrolladores de la nueva tecnología, según lo admiten sus propios competidores de Occidente— otorgarán las licencias de circulación, cobrarán un peaje por ese discurrir y controlarán el tráfico incesante de un mundo interconectado a plenitud. La construcción de la Gran Eurasia, la integración de África y la homogenización de América, serán las primeras postales de ese tour a velocidad luz.
Érase una vez Hollywood
El apogeo de Occidente —si alguna vez lo tuvo, como lo ironiza magistralmente la última película de Tarantino: Erase una vez Hollywood— ha llegado a su fin. El gigante asiático emerge resoluto, tiene la clave tecnológica que le permitirá imperar por tiempo indefinido, después de todo ellos fueron un Imperio por miles de años y en ese lapso de tiempo, como lo revelan los escritos de sus maestros y sabios, ellos saben no solo como se administran las Economía-Mundo, sino también —más importante— conocen muy bien las debilidades humanas… el vino de la arrogancia, la soberbia y la petulancia desmesurada, que cuando lo hayan expulsado «entonces se arrepentirán».
The Matrix Euroasiático
Y el NSME también nos permite elucubrar lo que sucederá en un futuro sobre el control supremo de las comunicaciones cuánticas y la inteligencia artificial.
Gracias al 5G, o sus versiones más novedosas, los chinos y los rusos resolvieron el flujo del Big Data a través de la vía cuántica. Esa solución les proporcionó además la llave para controlar los sistemas digitales y analógicos de la generación previa. La síntesis perfecta que otorga predominio hacia el futuro y garantiza la supremacía sobre cualquier iniciativa en el presente.
Entre otras bondades, la ruta cuántica torna casi hasta imposible la capacidad de espiar las comunicaciones entre dos puntos. Ese solo factor ha pulverizado la mayor fortaleza de una industria militar del Régimen de Washington que se impuso a sangre y fuego en las regiones más ricas en recursos naturales.
Al parecer, la tecnología cuántica también posee la capacidad de imponerse a las tecnologías analógicas y digitales anteriores al 5G. Es decir, los chinos y rusos pueden prender y apagar —a voluntad— los sistemas de defensa y ataque de cualquier ejército del planeta.
Del papel moneda a las monedas digitales
En un plano más constructivo, las cifras monstruosas de data que generan los países podrán ser procesadas en tiempo real y serán manejadas con destreza. Igual ocurrirá con las cifras de los intercambios entre naciones o entre continentes, es decir la creación de las criptomonedas que dejarán al dólar como una estampita para el recuerdo de lo que alguna vez fue. No habrá límites para el manejo de esa caudalosa información que ahora mismo apenas puede ser procesada de manera parcial por Bancos Centrales, el Banco Mundial, OCDE o el propio Fondo Monetario Internacional que ya está sintiendo el golpe, como lo reporta el GEAB.
En este punto, por ejemplo, Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, o el bloque económico conocido como el BRICS, están discutiendo la emisión de una moneda digital transnacional, para reducir la dependencia de sus economías del dólar de Estados Unidos, según informó Cointelegraph el 14 de noviembre. ¿Cómo será la nueva criptomoneda, cómo planea utilizarla el BRICS? y ¿Existen proyectos en marcha que buscan alcanzar un objetivo similar de independencia a un alto nivel? Estas y otras interrogante se responderán en una nueva realidad de las criptomoneda que, para ser precisos, no es el futuro sino que China ya lo ha hecho una realidad a través de los “créditos sociales” y el “WeChat“.
Para la nueva vía cuántica ese será uno de sus flujos habituales y cotidianos. Esa autopista también tendrá carriles especiales para el control social —a la luz de la Psicopolítica del Neoliberalismo y la Modernidad Líquida, lo cual merece un capítulo aparte—, el manejo político y la nueva expresión militar. La humanidad en su conjunto transitará en esa nueva vía. Y hasta las máquinas tendrán su espacio propio.
Se acaban los asientos del nuevo tren cuántico
Sólidos y pujantes, a sabiendas que tienen los elementos básicos para reconstruir los Sistemas Mundo que ellos ya habían edificado en la antigüedad, los chinos y los rusos ponen a disposición la ruta cuántica a sus aliados, quienes ingresarán con algunas ventajas iniciales y gozarán de interesantes privilegios en los años aurorales del Nuevo Sistema Mundo. Los demás —que este momento son incapaces de entender la nueva realidad— tendrán que ingresar al río cuántico para mantener el ritmo de producción que exigen las nuevas circunstancias o estarán condenados a morir en la inanición.
Brasil ya recibió el encargo de albergar al nuevo Fondo Monetario Internacional de los BRICS. El presidente Jair Bolsonaro, un militar conservador, entendió que los nuevos aires de desarrollo vienen desde el este y no del norte. Sudáfrica e India también tendrán tareas específicas, como lo revela el acuerdo firmado el pasado mes de noviembre durante la cumbre del BRICS en Brasilia.
El mundo ha cambiado y no hay vuelta atrás
Occidente —ese nombre ampuloso que usaron las viejas élites de Europa y las envejecidas cúpulas de Estados Unidos— ha cedido el control del planeta sin tener plena consciencia de lo sucedido.
El líder ruso Vladimir Putin lo anunció sin diplomacia alguna: “El dólar colapsará pronto”. Y la predicción del ruso tiene fecha en el calendario: el fin del contrato de la Casa Saudí para transar la venta de petróleo en la moneda americana. Y eso ya está en camino, no solo con la independencia energética vía los gasoductos ruso-chinos ya señalados, sino también con la puesta en venta al público de Aramco, la joya petrolera de la monarquía saudita, como un signo inequívoco de que, en el mediano y largo plazo, el petróleo pasará a un segundo plano y con ello el fin hegemónico del petrodólar —la moneda que sirvió para exportar al mundo la hiperinflación monetaria de Estados Unidos y que los habitantes de ese país vivieran, como los esclavistas de su propio pasado, a expensas del resto del mundo pagando el peaje del petrodólar y el dólar como moneda global para el comercio mundial.
Un nuevo Sistema en el Universo Capitalista
Así mismo —como las fantasías creadas por Hollywood— atrás quedarán las erróneas interpretaciones sobre la desarticulación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas o del ineficiente sistema colectivista que puso en marcha Mao Tse Tung. La Madre Rusia y la milenaria Civilización China no solo recuperaron el paso del desarrollo tecnológico sino que, además, alcanzaron un hito impensado con la tecnología cuántica para emprender la arquitectura del NSME.
Esa será la clave para impulsar el anhelado continente Eurasiático, la consolidación de China como la primera potencia del planeta y la imposición de nuevas reglas en el intercambio económico mundial y de lo cual, es muy importante señalar, el NSME debe también significar el fin del engaño universal de la feroz guerra entre capitalismo (derecha) y comunismo (izquierda). ¿Cómo así? La respuesta es evidente.
China está demostrando que el Capitalismo puede ser conducido eficazmente por un Partido Comunista, mejor que un grupo de corporaciones multinacionales con sus CEOs y juntas de consejeros. Después de todo, el capital ha existido desde que el hombre vivía en las cavernas. La diferencia está en los sistemas.
El Universo Capitalista
Por un instante, aunque la idea le parezca díscola, imagine que el Capitalismo es como el Universo y lo que Occidente hizo del Capitalismo en los últimos 500 años es solo un sistema, como el Sistema Solar. Entonces, como cualquier sistema, tiene un principio y un fin, como lo explicó Wallerstein: «Como todos los sistemas, la proyección lineal de sus tendencias encuentra ciertos límites, después de lo cual el sistema se encuentra a sí mismo lejos del equilibrio y comienza a bifurcarse. A partir de este punto, podemos decir que el sistema está en crisis, y que transita a través de un periodo caótico en el cual busca estabilizar un nuevo y diferente orden, es decir, que realiza la transición desde un sistema a otro».
Así entonces, dentro del propio Universo, hay otros sistemas, y el nacimiento de un Nuevo Sistema es lo que la humanidad verá en el Siglo XXI.
Wallerstein escribió que el Capital ha existido desde el hombre de Neanderthal, pero hasta hace 500 no existía un sistema integral para hacer evolucionar ese capital, aunque los chinos, según Braudel, tuvieron una Economía-Mundo o Imperio-Mundo siglos antes (como alguna vez lo describió Marco Polo y las Rutas de Seda era parte de ello), y en algún grado fueron parte del Sistema Occidental, como parte del Core hasta el siglo XVIII y después como la periferia hasta el Siglo XX. Incluso Rusia, según Braudel, construyó su propio Imperio-Mundo entre los Siglos XVI al XVII. Ahora con las lecciones aprendidas, tanto China como Rusia en alianza, han edificado su propio Sistema-Mundo en el Universo Capitalista. Falta saber hacia dónde apuntará con precisión ese nuevo sistema con apoyo de la tecnología cuántica. Lo que sí sabemos es que ellos están conscientes de evitar el pecado capital de Occidente.
“Los éxitos pueden engendrar arrogancia y altanería”, dijo Mao, a sabiendas de lo que hace más de dos mil años había dicho Lao Tsé: “Saber que no se sabe, eso es humildad. Pensar que uno sabe lo que no sabe, eso es enfermedad”.
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