Una moral de doble rasero

Con el ataque ilegal contra Siria, que el gobierno de Trump lanzó el viernes 13 de abril, los Estados Unidos y sus aliados han cometido una violación flagrante de la ley internacional, y Trump ha pisoteado la Constitución de EE.UU. una vez más. El Congreso jamás le dio su aprobación como lo manda la ley.
Queda por ver qué tan grande y prolongada será la última intervención, pero ocurra lo que ocurra a continuación, fue totalmente innecesario para la seguridad de los EE.UU., fue una violación de la Carta de las Naciones Unidas y completamente ilegal según la ley de EE.UU. Si el Congreso no hace nada para desafiar el ataque ilegal del presidente, a partir de ahora aceptarán su propia irrelevancia en cuestiones de guerra.

Daniel Larison

La declaración de Trump, anunciando el ataque, contenía la usual retórica moralizante que hemos oído de los presidentes cuando inician intervenciones militares innecesarias. En un momento dado, incluso se refiere al “poder justo” de los EE.UU. y sus aliados, sin apreciar cuán ridículo y pomposo debe haber sonado ese discurso a todos los que viven en el Medio Oriente y en la mayoría de las naciones del mundo. Y es increíble que se haya dirigido a las naciones que respaldan al gobierno de Siria —Rusia y China— y preguntó: “¿Qué clase de nación quiere asociarse con el asesinato masivo de hombres, mujeres y niños inocentes?”.

EE.UU. y la masacre de yemeníes

Trump debería saber la respuesta, ya que acaba de recibir a uno de los principales arquitectos de la guerra contra Yemen, que los EE.UU. han respaldado en los últimos tres años. Unos días antes Gran Bretaña le dio la bienvenida al príncipe de la corona saudita, y Francia también lo recibió. Los tres países han estado armando y apoyando a los saudíes y sus aliados en Yemen, sin importar cuántas atrocidades cometan. Puede haber gobiernos que tengan la autoridad moral de sermonear a Siria y sus aliados por su conducta atroz, pero el gobierno de Trump y nuestros aliados británicos y franceses no están entre ellos.
Los sauditas y sus aliados han usado las armas que les han vendido los EE.UU. y otros gobiernos occidentales, para asesinar miles de civiles yemeníes inocentes, incluso bombas racimo que casi todas las naciones del mundo han prohibido. Las bombas racimo son armas inherentemente indiscriminadas e insidiosas, que amenazan a los civiles mucho después de que el conflicto haya terminado. Nuestro ejército (el de EE.UU.) ha reabastecido los aviones que se usan para bombardear a las multitudes de refugiados, procesiones de bodas, funerales y escuelas. El bloqueo de la coalición ha creado un récord de hambrunas y crisis de cólera que ponen en peligro millones de vidas, y Estados Unidos sigue apoyando la guerra de todos modos. De hecho, el apoyo de EE.UU. a esta guerra solo ha aumentado desde que Trump asumió el cargo.

Los “amigos” asesinos de EE.UU.

Lo absurdo de Trump de tratar de dar sermones de crímenes de guerra a otros estados es obvio. Los EE.UU. podrían adoptar una posición mucho más significativa y efectiva contra las violaciones del derecho internacional, al cortar todo apoyo a los gobiernos que cometan crímenes de guerra contra civiles en Yemen, pero eso es lo último que este gobierno va a hacer. Trump dice que las naciones pueden ser juzgadas por “los amigos que tienen”, entonces, ¿qué dice acerca de los EE.UU. de Trump que está abrazando a los gobiernos que bombardean y matan de hambre a Yemen, y que los tiene como algunos de sus amigos más cercanos?

Discurso descaradamente hipócrita

Trump dijo: “Ninguna nación puede tener éxito en el largo plazo, al promover a los estados canallas, tiranos brutales y dictadores asesinos”. Si realmente creyera eso, suspendería mañana mismo toda la asistencia militar a la coalición liderada por Arabia Saudita, pero en cambio trata a la realeza saudita como si no pudieran hacer nada malo.
El problema aquí no es solo que la política exterior estadounidense sea descaradamente hipócrita, sino también que Estados Unidos está permitiendo violaciones flagrantes de la ley internacional y respaldando una coalición que está causando la peor crisis humanitaria del mundo. Mientras tanto, nuestro gobierno se presenta como una especie de flagelo contra los déspotas y, a la misma vez, arma a los gobiernos más represivos y brutales del mundo.

Millones que no cuentan

Millones de vidas en Yemen están amenazadas por las escandalosas políticas de los gobiernos apoyados por Estados Unidos y decenas de miles han perecido debido a estas políticas, pero en lo que respecta al gobierno de Trump y muchos otros en Washington, esos millones de personas simplemente no cuentan.
Atacar al gobierno sirio no hace que nadie esté más seguro, y está completamente desligado de cualquier estrategia más amplia para poner fin al conflicto en Siria. En el mejor de los casos, los ataques punitivos pueden infringir algún daño al gobierno sirio sin hacer nada para poner fin a la guerra civil, y en el peor de los casos puede desencadenar innecesariamente una gran guerra entre los EE.UU. y los que respaldan a Siria. No hay ningún resultado que justifique los riesgos y la violación de la ley que implica este ataque.

FOTO
Trump con sus aliados sauditas.

Traducción: A. Mondragón

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